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Un viaje a la playa con mi madre y yo (Segunda parte)
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Tiempo de lectura: 5 minutos

Para Lara, mi más fiel lectora.

Dormimos abrazados mi madre y yo. Para nosotros esa noche el mundo dejó de existir.

Yo me desperté empalmado y al abrir los ojos, mi madre no estaba.

Me levanté medio dormido con legañas en los ojos y vi que la luz del baño estaba encendida. Me asomé a la puerta y vi a mi madre sentada en la taza y masturbándose.

Imaginaos la escena, mi madre haciéndose un dedo y yo el rabo empalmado apuntándola.

-Mamá, le dije, ¿porque no me has esperado? si estas tan caliente, podemos tener sexo, ¿no?

-Pensé que estabas dormido y quería dejarte descansar, dijo parando un momento.

-Oye, se me ha ocurrido una idea. ¿Porque no sigues haciéndolo y yo me masturbo también a ver quién termina antes?

-No está mal, me dijo picarona. Tu padre y yo nos masturbamos muchas veces juntos antes de acostarnos.

-¿Pero hasta cuando no os acostasteis?

-Hasta la noche de bodas. Yo enseñé a tu padre como te conté, todo lo que tenía que saber sobre sexo, pero el muy tonto no quiso probarme hasta entonces.

-Pues él se lo perdió. Que tonto.

-Hala, vamos a ello, me dijo mi madre retomando su masturbación.

Como no me daba tiempo a ir a la habitación y coger el lubricante, me eché jabón por encima y empecé a masturbarme.

-Avísame cuando te vayas a correr, me dijo mi madre ya muy jadeante. Sonó así: Avi, sa, sa, me, cua, cuan, do, do, te, te, va, va, yas, a, co, rre, rre, rrer…

Yo estaba a tope viendo como mi madre se iba, pero quería aguantar lo más posible.

Como unos 10 minutos después mi madre se corrió. Me dijo entre jadeos:

-Hijo, ¿todavía no? ¿todavía aguantas?

-Si mamá. Esto es muy fuerte, pero todavía aguanto.

Viendo que no me iba, agarró mi polla y terminó de masturbarme. Mi semen salpicó su cara y sus tetas. Esta vez sí se restregó el semen por ellas. Era mi fantasía porno echa realidad.

Al acabar, se duchó, pero cosa rara, no me dejó ducharme con ella.

Bajamos a la playa y nos bañamos juntos, jugamos a las palas y enseguida tuve que tumbarme boca abajo, porque viéndola con su bañador mojado volví a tener una erección y me quedé así todo el rato hasta que nos fuimos para que nadie me viera.

-Eres muy ardiente, me dijo cuando nos íbamos de la playa.

-Claro mamá, no soy el mojigato que era tu marido.

-La juventud que viene pegando fuerte, jajaja.

Me encantaba verla reír.

Llegamos al apartamento, nos duchamos y nos dispusimos a volver al restaurante.

-¿Vamos a volver al restaurante del camarero salidorro? le pregunté a mi madre.

-Conocemos al dueño de toda la vida. Ya veníamos aquí antes de que tú nacieras.

-Pues no me pareció tan viejo.

-Ya, es que es su hijo. Ahora lo lleva el.

Nos sentamos en la mesa de ayer y esperamos a que nos trajeran la comida. Otra vez paella, pensé, que originales son.

Mi madre se había tapado un poco más esta vez, con lo que el “camarero salidorro” se quedó con las ganas de mirarle las tetas.

Dejó la comida y se marchó. Comimos con ganas después de una jornada en la playa.

Nos trajo el postre por último y ni siquiera miró a mi madre.

Al terminar, pagamos y nos fuimos. Mi madre no pudo saludar al dueño porque no estaba por allí.

Llegamos al apartamento y nos desvestimos y nos echamos la siesta. Después vendría lo mejor.

Nos despertamos algo tarde, serían las 19:30 o así. Mi madre estaba sentada en la cama desnuda, con sus tetas apuntando hacia mí. Yo me incorporé y no me di cuenta hasta entonces que estaba desnuda.

-Llegó el momento, hijo. Vas a hacer el amor con tu madre.

-Estoy un poco nervioso.

-No te preocupes. Recuerda lo que te dije y todo irá bien.

Diciendo esto, se tumbó boca arriba y abrió las piernas.

Me puse sobre ella y empecé a chupar sus pechos. Me recreé en sus pezones y luego bajé a su ombligo. Mi madre se iba excitando.

Luego pasé a sus muslos. Besé su cara interna mientras ella me acariciaba y besaba la cabeza y cuando vi que estaba a punto, le acaricié el chocho.

La masturbé con un dedo y luego me pidió que le metiera dos.

Me indicó como comérselo y finalmente llegué a su clítoris. Yo para entonces ya estaba empalmado y mi madre me invitó a penetrarla para que se corriera conmigo dentro.

Me pasó un condón de los que habían traído para mi padre y me ayudó a ponérmelo. Era mi primera vez y al principio no pasaba de mi glande. Con su ayuda lo desenrollamos hasta la base de mi pene.

Con mi mano derecha guie mi pene hasta la entrada de su vagina y lo introduje lentamente.

-Ahora tienes que ir despacio mi niño. Me indicó mi madre.

-Si mamá. Así lo haré.

Empecé a bombearla despacio, muy lento. Sintiendo como por primera vez estaba dentro de una mujer. Aquello era lo mejor del mundo y ahora entendí porqué la gente estaba tan fascinada por el sexo.

-Más despacio mi niño. No aceleres aun o te perderás lo mejor.

Obedecí a mi madre, pero enseguida noté un pinchazo. Estaba a punto de correrme.

-Mamá, me voy. Me corro.

-No pasa nada mi niño. Échamelo todo.

-Uuughh, aaaah, dije y me derramé dentro de ella.

Me sentí satisfecho por haberme corrido, pero no por ella, porque sabía que no había llegado al orgasmo.

Nos sentamos en la cama después de terminar.

-Tranquilo hijo, cuando te recuperes volveremos a hacerlo y ahora podrás darme el placer que no has podido darme antes.

Cariñosa como una madre, me quitó el condón y me limpió el glande de las gotas que aun salían de él.

No tardé mucho en volver a excitarme y ahora dándome otro condón me dispuse a volvérselo a hacer.

La penetré despacio de nuevo y ahora me moví más tranquilo. Habiéndome corrido duraba mucho más y enseguida mi madre empezó a gemir. Ahora si estaba disfrutando.

-Pueden oírnos los vecinos.

-Me da igual, me dijo. Tú sigue follándote a tu madre. Es el mejor regalo que puedo darte.

Yo seguí bombeando. Llegamos a un momento en que nuestros cuerpos estaban sincronizados con cada embestida mía.

Imagino que con mi padre disfrutaría más, pero por sus gemidos creo que no lo estaba haciendo nada mal para ser mi primera vez.

-¡Aaaaah, hijo! Sigue, sigue, estas a punto de llevar al éxtasis a tu madre.

Ver a la madre que te había parido disfrutando como una loca, era la experiencia más excitante que había tenido en mi vida. Quizá por ser primer polvo o por que fuera mi madre. No tenía ni idea.

Unas cuantas embestidas más y mi madre se agarró con fuerza a mi espalda y me clavó sus uñas, al tiempo que estallaba en un orgasmo bestial.

-¡Aaaaah!

Debieron oírla en todo el edificio, pero para entonces a mi tampoco me importó.

Yo aún aguanté un poco más y terminé corriéndome, ya más relajado que antes, pero también disfruté bastante.

Estaba sudando mucho y me incorporé para recuperarme. Mi madre se quedó un rato boca arriba, como recuperándose de su orgasmo.

Al final nos levantamos de la cama los dos y nos fuimos al baño. Esta vez sí nos duchamos juntos.

Me dijo que volveríamos a cenar al restaurante. Yo acepté pero diciéndole que por favor no quería otra vez paella. Se rio y me dijo que de acuerdo.

Antes de salir de casa, cogí otro condón sin que mi madre se diera cuenta y nos fuimos al restaurante.

La cena fue más ligera. Mi madre bebió vino y me echó un poco en mi copa. Yo no había bebido nunca, así que enseguida me puse contento. No estaba borracho, pero si alegre.

Nos fuimos calentando con los comentarios y al salir del restaurante, estábamos los dos cachondos. Mi madre llevaba un vestido corto que ayudaba bastante.

-Mamá, le dije, tengo ganas de ti. No puedo esperar a llegar al apartamento. Hagámoslo aquí mismo.

Ella se reía, aunque no estaba borracha y no sé cómo, pero aceptó.

La apoyé contra la pared de detrás del restaurante. La subí el vestido y pude ver que no llevaba bragas.

Entonces me puse más cachondo y me desnudé de cintura para abajo.

-No llevas protección, me dijo mi madre.

-Si. Aquí está y le enseñé el condón.

Me lo puse sin ayuda de ella y la penetré sin más. Con el preservativo no sabía si estaba húmeda pero me daba igual.

Comencé a follármela y al poco giré la cabeza. Desde allí se veía un ventanal de la cocina del restaurante. Era pequeño, pero suficiente para ver que el “camarero salidorro” nos espiaba desde dentro.

Yo me puse más cachondo aun y seguí dándole fuerte a mi madre. Había planeado ese momento. Sabía del deseo que tenía el camarero por mi madre y ahora iba a darle envidia viéndonos follar.

De vez en cuando giraba la cabeza para que nos viera hacerlo y me mordía el labio. Él no se cortaba y seguía observándonos.

No sé si era por el vino o porqué pero estaba aguantando mucho.

Por su gesto imaginé que el camarero se estaba pajeando con nuestra visión.

Levanté el vestido a mi madre por encima de su culo y la giré aposta para que se lo viera.

En ese momento vino mi orgasmo y me corrí. Mi madre no se daba cuenta de que su culo estaba a la vista del camarero y por encima de su hombro vi su cara cuando se corrió el voyeur.

Di un par de empujones más hasta que mi madre se corrió. No pude más y acabamos sentados en el suelo por el cansancio.

Los levantamos, nos limpiamos un poco y nos vestimos. Le guiñé un ojo al camarero al irnos.

El muy guarro se había corrido, pero era yo el que le había provocado.

Me sentí orgulloso y cogí a mi madre de la mano como una pareja de enamorados.

Si os gustado el relato y queréis cambiar impresiones, escribidme a: [email protected].

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