Llego a la hora indicada, lucía un vestido negro con botones al frente, el mismo de hacía unos meses atrás, la primera y única vez que me había dejado quitárselo para meterme entres sus delgadas pero largas piernas y hacerla venirse en mi boca, aun puedo recordar el conjunto negro de encaje que usaba aquel día, tal vez por eso me gusta tanto, por su excelente gusto en ropa interior.
Después de haberlo intentado muchas veces más y sin éxito, me aburrí y deje de buscarla, pero esta vez era diferente, ella era quien me buscaba, me abrazaba por la espalada y podía sentir sus pequeños pero firmes senos frotándose contra mí, me contuve todas eses veces de abrazarla e intentar de nuevo, sabía que pasaría si lo hacía, de nuevo diría que no y se iría, pero insisto, esta vez era diferente.
Entró y nos saludamos como todos los días, un beso en la mejilla, se veía mejor que nunca, usaba tacones que alargaban aún más sus piernas, su cabello perfectamente sujetado hacia atrás y con el toque justo de maquillaje, con esas líneas negras sobre sus ojos que tanto me gustan, ella se giró para dejar su bolso en el escritorio y pude verla de espaldas, vi la mejor parte de su cuerpo, sus nalgas, ella es una chica delgada, por lo cual sus caderas y glúteos son su mejor atractivo físico, no pude evitar imaginarme que traería puesto debajo del vestido esta vez.
Ese pensamiento solo me hizo recordar aquel conjunto negro de encaje de la primera vez, y lo mucho que disfrute besarla y penetrarla sin quitárselo, inmediatamente mi verga se puso tan dura como aquel día, me levante y la abrace por la espalda, ella dio un pequeño salto al sentir mi verga frotándose en sus nalgas, yo fui invadido por el aroma de su cuello comencé a besarla, ella quiso decir algo pero se contuvo, una de mis manos la tomaba por la cintura y la otra me abría paso por su escote.
En ese momento pude ver su sostén, era de encaje, color rosado y de media copa, lo que resaltaba sus pequeños senos, su aroma me excito aún más y rápidamente la puse frente a mí, podía ver sus pechos perfectamente y no dude en sacarlos de las copas de encaje que los escondían, sus pezones estaban completamente duros y comencé a chuparlos suavemente, ella comenzó a respirar acaloradamente, una de mis manos se fue introduciendo por abajo del vestido y entre sus piernas, con pericia hice a un lado su tanga y metí mi dedo entre sus hinchados labios, sabía que iba demasiado rápido, pero cuando sentí la humedad de sus fluidos supe que lo estaba disfrutando tanto como yo.
Saque mi verga que estaba completamente dura y escurriendo, lleve su mano hacia mí y comenzó a masturbarme rápidamente, sabía que no aguantaría mucho tiempo y de un solo movimiento la tome por la cintura y la subí al escritorio, sin darle tiempo de pensar, abrí sus piernas y me arrodille a la altura de su vagina, pude ver ahí esa hermosa tanga de encaje rosada que hacia juego con su sostén, a prisa la hice a un lado para dejar al descubiertos sus hinchados labios que para ese entonces estaban completamente abiertos y jugosos, sin un solo vello púbico, sin delicadezas comencé a chupar toda su vagina como un adolescente desesperado, introducía mi lengua lo más profundo que podía y la pasaba desde su orificio vaginal hasta su clítoris, una que otra vez hasta su ano, era justo lo que ella quería en ese momento, pasión y deseo.
Poco a poco comencé a escuchar sus ligeros gemidos, lo que me excitaba aún más, no sé cuánto tiempo tarde entre sus piernas disfrutando de sus deliciosos jugos, pero en cuanto sentí los espasmos en su cuerpo me concentre en sus clítoris y comencé a lamerlo con más fuerza, sus fluidos inundaban mi boca pero yo necesitaba más, tenía que terminar en mi boca para llenarla aún más con su sabor, como lo hizo aquella primera vez; me sujeto fuerte del cabello y me empujó hacia su vagina, dio un grito y entonces lleno mi boca con toda su miel.
No le di tiempo de nada, su espalda aún estaba arqueada pero era mi turno, la baje rápidamente de escritorio, la tome por detrás y la lleve hasta el sofá, me senté, levante su vestido por atrás y tuve frente a mi esas preciosas nalgas que partidas por la tanga de encaje se veían más hermosas aun, solo hice a un lado su hilo dental y la senté de espaldas sobre mí, mi verga se introdujo hasta el fondo de un solo golpe, los dos estábamos completamente empapados de nuestros fluidos, ella comenzó a dar sentones cada vez más rápidos y yo no podía dejar de ver como ese culo caía justo sobre mí y como se abrían sus labios vaginales para introducirse toda mi verga lo más profundo que pudiera, mi excitación era como nunca, podía sentir sus jugos vaginales escurriendo por mis testículos, y en ese momento mi verga reventó y mi semen comenzó a escurrir desde lo más profundo de su vagina.