Me hizo un gesto de silencio con la mano, de nuevo su ama le hablaba. Ella escuchaba mirándome y asintió varias veces, se acercó hasta pegar su cuerpo al mío.
– Ha dispuesto una prueba, tenemos que ir deprisa, tiene al primer señuelo en la cama, te espera.
– ¿Y esto de que va? – Pregunté contrariado.
– Cuando termines de depositar la última gota de semen en la vagina del primer señuelo, en tu bolsillo habrá 20 billetes sin numerar de 50 €, Hermética paga muy bien, y posiblemente en posteriores polvos que eches tendrás recompensa al margen del contrato suscrito.
– ¿Y estas prisas? – Protesté.
– Hermética me ha dicho que tiene que ver con tu recuperación.
– Puedo saber quién es el primer señuelo.
– Supongo que una voluntaria, allí no hay secretos y la vieja exploradora habrá soltado todo a cambio de dinero, como es natural, aunque supongo que son órdenes de arriba.
– ¿Voluntaria para un embarazo? – Pregunté mosqueado.
– Es posible, es una urgencia de última hora. Supongo que el plan de Hermética se ha filtrado entre sus amistades y es posible que alguien más importante quiera probar a pesar de no haber firmado nada.
– Pregúntale si puedo cobrarlo por anticipado, tener ese dinero en el bolsillo antes del polvo. Dila que no me fío de estas prisas.
Asintió marcando, se alejó de mi lado y pude escuchar las primeras palabras, negó y luego asintió, volvió a negar y siguió moviendo la cabeza negando, me dio la sensación de que no era posible, y ella volvió a negar y luego asentir varias veces, se quitó el casco del oído se volvió mirándome, parecía dudar o pensar que decirme, luego se acercó andando despacio, mal rollo pensé.
– Al principio se negó, le dije cosas que tú no has dicho, y ella se enfureció, te llamó chantajista, ventajista entre otras barbaridades y que se vengaría en cuanto pudiera, por lo visto es un compromiso de un tipo muy importante e influyente.
Se ha debido de enterar de todo esto y no tiene heredero masculino, tiene dos hijas pero solo tienen niñas y más niñas, palabras textuales de ese bárbaro con pasta, que quiere tener en su casa más de un cipote, que está lleno de rajas y teme que el edificio se derrumbe, más grosero no puede ser ese cabrón y ha puesto en la mano de Hermética un montón de pasta y de información bursátil.
– ¿Has dicho dos mujeres?
– Supongo que te las tendrás que tirar a las dos.
– Esto de andar con medias tintas no me gusta, entonces el precio adelantado no sirve.
– Se ha anticipado a tus deseos, le ha sacado tu cifra multiplicado por seis, es decir, 12.000 €, él dijo que para él eso no llega a la cantidad del chocolate del loro, promete prima si se confirma ese niño o niños, asegura que en sus empresas prima el rendimiento a parte del sueldo y funciona.
No estaba mal para empezar, eso me aseguraba de forma regular un año. Viviendo a su costa solo tendría que pagar los gastos generales de casa, el resto ahorro por si las cosas se tuercen y me daba la sensación que todo cambiaba deprisa.
– Vayamos, veremos que me tiene guardado el destino.
La miré, ella miraba al suelo.
– No me he olvidado de ti, divide ese dinero, hazlo tú y lo que decidas lo aceptaré.
– Así ¿A ciegas aceptas lo que decida? – Protestó.
– Si, esta gestión es tuya.
– Y si en vez de dinero terminas lo que has empezado.
– Sabes que no es posible, sé que debo terminar eso que empezamos, pero ahora no puede ser, esto parece una emergencia y ese dinero le necesito para trabajar con cierta tranquilidad y poder emplearme a fondo sin penurias económicas.
– No sé si creerte, tampoco sabes que va a ocurrir con tu tiempo y donde estarás, Hermética es posesiva y vengativa, no la subestimes.
– Si piensa que me va a tener encerrado se equivoca, ya que esta oportunidad me permite imponer mi criterio en ese sentido, sean esas dos pobres lo que sean, además pienso aprovecharme de la influencia de su padre sobre Hermética.
Movió la cabeza de un lado a otro, no lo aprobaba.
– Necesito que me prometas algo.
– Cuando sepa de qué tiempo dispongo lo tendrás.
– Quiero una prueba de sangre.
Enarqué una ceja sorprendido, no comprendía nada.
– No sé qué quieres decir.
– Quiero dejarte una señal en el hombro, quiero que mis dientes se manchen de rojo, quiero que ese rojo sea tu sangre, que depositaré en mi boca y que fotografiarás con mi móvil, la foto será mi boca con tu sangre que gustaré lentamente y con un deseo inquietante. De esa forma dejaré mi huella en tu cuerpo, haré pensar a las que vengan detrás.
– Pues date prisa, no tenemos mucho tiempo.
La realidad es que no era la primera, tampoco era algo complicado y de esa forma me quitaba una posible enemiga, ya que me daba la sensación de ser rencorosa.
– No puedes hablar, ni moverte, es un rito y no lo olvides, quieto y muy quieto. No comprobó si venía gente o no. Se desprendió de la ropa, me invitó a lo mismo, dudé, pero se lo había concedido. Me senté de nuevo en el banco, ella pasó una pierna por encima y quedó quieta, volvió para atrás y cogió el penetrador con su mano, y este despertó lentamente, aprovechó para metérsele ella misma, quedándose quieta, y pegando sus labios al oído me susurró hablando despacio, arrastrando las palabras.
Sentí la dureza de sus pezones, se apretaba contra mi pecho y se movió levemente, sentí ese roce desconocido y se vio reflejado en el penetrador, quise que creciera más, sentí esa ligera molestia en el glande de que no se podía hacer más grande y ella se movió levemente y me habló, pensé si lo había sentido.
– He sujetado un orgasmo, cuando todo esto termine, te dejaré que leas lo que he sentido y paladeado, siento como crecías dentro de mí, y lo guardo en lo más íntimo de mí ser, ya que siempre acepté ser mujer y para que sirvo. Yo Irish acepto tu cuerpo sin reservas.
Y se movió levemente, como si cabalgara pero empujando hacia mi pecho y con ese ligero movimiento clavó sus dientes en mi hombro derecho, sus dientes parecían buscar el lugar adecuado, que buscaba arrastrando la lengua y dejando un rastro húmedo y por fin se detuvo cerca del cuello.
Mordió despacio, soltó y pasó la lengua, volvió a morder en el mismo lugar y apretó, yo me mantuve inmóvil, apretó más manteniendo la presión, seguí sin moverme, ella se elevó un poco apretando los dientes a la vez que se clavaba el penetrador hasta el fondo, un golpe y luego otro a la vez que apretaba, gemía y sentí sus lágrimas, gotearon y descendieron por mi espalda, fue cuando sentí un ligero escozor.
Gimió de nuevo moviendo la cabeza y apretando los dientes, y de nuevo se elevó procurando esa fuerza al clavarse de nuevo, soltó la presa gimiendo, lloraba en silencio y se movió despacio, luego posó sus labios y sentí como recogía la sangre, me produjo cierto malestar, escocía y como si lo supiera, pasó su lengua, la saliva cura.
– Hazme la foto, por favor.
Se separó ligeramente, le hice varias fotografías y se adueñó de mi boca, se adentró en ella y fue bebiendo mi saliva, se separó jadeante. Tenía los ojos enrojecidos y llenos de lágrimas que escurrían entre sus pechos.
Me abrazó con fuerza apoyando su rostro en mi hombro, dejó de cabalgar, sentí mucho su humedad y sorpresa. Se separó ligeramente mirando de muy cerca.
– Supongo que te habrás dado cuenta, me he meado encima de ti, ha sido forma de mi sentir, del placer que me has proporcionado. Te he marcado como mío, como hacen algunos animales marcando su territorio.
Para tu tranquilidad te diré que soy una mujer sana, Hermética te lo puede confirmar y no quiero pensar cuando me eches ese polvo que me debes, ya que será en un lugar impensable para ti, entrarás a formar parte de mis secretos, y no me he expresado mal, dije entrarás ya que para mí eres eso, el que me entra, el que me penetra y tendrás recompensas, y como todo es efímero, y como nada persiste para siempre, debo mantener tu interés, pero antes tengo muchas cosas que descubrir de ti y ensayar mi poder sobre ti, aunque nunca ni nada afectará tu libertad.
No me molestó, no era la primera ni sería la última, y recuerdo a una que se puso de todos los colores, yo me retiré despacio al sentir ese líquido caliente, demasiado líquido para ser su eyaculación y ella no pudo controlarle, me mojó completamente y parece que debió al tamaño de su vejiga.
En el asiento trasero tenía dos toallas protegiendo la tapicería del sol y con ellas nos limpiamos. Y salimos a la M-30 dirección norte y poco después entramos en la zona de chalets que daban al campo, a nuestra espalada el aeropuerto, en la entrada dos vigilantes tomaron nota y la verja se abrió, buenas noches y nada más y poco después entramos en otra zona restringida, más vigilantes y por último llegamos a una zona de aparcamiento cubierto, detrás una edificación de cinco pisos formando ángulo recto, habíamos llegado.
– Ni una palabra de lo que me has hecho.
No pude evitar sonreír ¿YO?
La seguí, en la entrada una recepcionista que ni nos miró, entramos en el ascensor, momento que aprovechó para examinar el mordisco.
– ¿Qué le dirás?
– Que es una apuesta, suponte si llevara tatuajes.
– Entonces no estarías aquí, está demostrado que envenena la sangre despacio y la piel del dibujo se muere lentamente.
Llegamos a una sala circular con varias ventanas, pero nos detuvo una mujer que llevaba una Tablet en la mano, me dijo que la siguiera y con un leve gesto me despedí de la emo.
Salimos por otra puerta, un pasillo con ventanas al lado este llegando a una sala con cuatro puertas de diferentes colores, de su bolsillo sacó un sobre y me lo tendió.
– Es la cifra acordada ¿quieres contarlo?
– ¿Dónde está la emo?
– Es pasado, olvídala, ha cruzado la frontera prohibida.
– No lo es, aquí estoy debido a sus palabras, me negaba y ella me ha convencido, no entiendo la justicia de este sitio.
– Te convenció el dinero, seamos claros.
Me rectificó midiendo las palabras.
– Cumple el acuerdo, siembra a la mayor de las dos, mañana será el turno de la menor. Tu habitación tiene la puerta de color azul, tienes otra salida que da al lado de la zona de esparcimiento, hay de todo.
Se acercó hasta mí, pegó su nariz a mi ropa, parecía una perra le faltó olisquearme el culo.
– Hueles, hueles – Pensaba mirando al techo – Hueles bien, tal y como dijo, hueles a mujer, pero que muy bien.
Sus mejillas se habían coloreado, y dándome la espalda se alejó, pero antes de salir al pasillo se volvió mirándome, tenía una sonrisa boba en su boca, yo sabía que desprendía olor a sexo, pero ella no lo dijo, supuse una buena tía sin remilgos de ninguna clase.
Y este detalle no era por accidente, la emo me había dado una pista y ya la había aprovechado y ahora utilizado.
Abrí la puerta, todo oscuro, miré la llave y fui a encender la luz, pero…
– Por favor no enciendas la luz, es el acuerdo y ya no debo hablar más, Hermética dijo de debemos ser desconocidos y la voz es reconocible.
Me dejó sorprendido, su tono de voz me lo dijo todo, esposa sumisa y su padre un anticuado macho ibérico. Decidí no jugar la carta de lo que mi cuerpo desprendía.
– Me voy a dar una ducha rápida, no tardo.
– No tienes tiempo, piensa que estoy muy nerviosa por la situación, hazlo deprisa, insemíname cuanto antes, estoy muy apurada por la situación.
Mejor para ella, me desnudé deprisa y a tientas llegué a la cama guiándome por su voz. Entré en la cama, ella estaba tapada, aparté la ropa, ella no opuso resistencia, estaba desnuda y muy tensa, mal rollo, podía traumático para ella. Le hable al odio muy bajito.
– Debes relajarte un poco, no voy hacerte daño, será como tú digas, solo tienes que dejar que ponga una almohada debajo de tus nalgas y que separes la rodillas, del resto me encargo yo.
– Eso no me dice que no me harás daño.
Dijo e con voz casi inaudible.
– Confía en mí, un ruego, necesito que me dejes probar tu sabor.
Esto es una artimaña para excitar su clítoris, sabía que no tenía tiempo de muchas cosas, era una mujer cerrada.
– ¿Y para que necesitas probar mi sabor?
– Muy sencillo, dame tu mano.
Ella puso la mano en mi costado, la cogí de la muñeca y llevé sus dedos al penetrador que estaba dormido, quiso retirarla pero se lo impedí.
– Eso no, por favor – gimió.
– ¿Cómo lo hace tu marido? – Pregunté extrañado.
– Siempre está preparado, me tira en cualquier lugar y me la mete, me hace mucho daño.
– No será igual, verás, si lo coges, se despertará y eso me dará la oportunidad de hacerte pasar un buen rato, ya que no entraré en tu vagina hasta que estés a punto, preparada para recibirme.
– No te entiendo.
– Tú cógelo, sabrás lo que tienes que hacer para excitarme.
– No, fui educada en un colegio mayor femenino, y salí de allí para casarme, no sé nada de todo esto.
– ¿Qué tiempo llevas casada?
– Un año.
– Bueno, suéltalo ya lo harás luego, pero que sepas que es necesario que entre en tu vagina, si no, no hay embarazo.
– Lo sé.
– Ahora voy hacer algo que te gustará, pero no te resistas, no duele nada, es todo lo contrario.
– Será pecado, seguro.
No hagas caso ¿me dejas?
No respondió, me dije que era un sí y me moví por encima de su cuerpo, se removió inquieta y poco a poco separé sus rodillas quedando justo entre sus piernas, que ella mantenía apretadas.
– Afloja, déjame estar entre ellas, no soy como tu marido, y quiero que tu mano te diga algo.
Aflojó la presión y pude separar sus piernas, quedé de rodillas entre ellas y llevé de nuevo su mano al penetrador, de nuevo intentó retirarla pero se lo impedí.
– Verás que sigue dormido, así no puede entrar, y para que eso es necesario que estés excitada, eso hace que despierte, esto es cosa de dos, por tanto ahora no hagas nada, voy a despertar a tu deseo.
– No me hagas daño – Dijo gimoteando.
Y metí mi boca entre los labios mayores de su vulva, tenía el vello muy lacio, suave y despacio llevé la lengua hasta el clítoris, este reaccionó a la misma velocidad que ella intentaba juntar las rodillas, pero mi cuerpo se lo impidió.
De nuevo, moví la lengua muy despacio, con pausas, ella se removía y tuvo una reacción que me dijo que todo iba bien, dejó de intentar juntar las rodillas. De nuevo acaricié el clítoris con la punta de la lengua, ella volvió a moverse despacio, y las piernas se separaron un poquito, de nuevo alcancé su clítoris, pero esta vez le llevé la fondo, es la parte menos sensible y eso le ayudaría a asimilar ese placer que desconocía, y pude escuchar como soltaba aire y me recordó algo que es uniforme.
Cuando el glande entra en la vagina, la mujer abre la boca y suelta aire, si no hace eso es que falta o fallas en algo.
Sentí como su mano cogía mi pelo, tiraba hacia arriba y quedamos con los rostros muy cerca, estaba muy agitada y temblorosa, yo le pasé mi mano derecha por su rostro y uní mi boca a la suya, al principio se quedó inmóvil, y poco después permitió que mi lengua entrara en su boca, gimoteó levemente, salí de su boca.
– ¿No quieres besos?, sirven de muchas cosas, la boca es una zona de ternura, el beso es una manifestación de sentimientos.
– No se me había ocurrido pensarlo. Oye, algo me roza en el muslo.
– Lleva tu mano y cógelo, necesito que me excites y esa es una forma de empezar ¿Qué has sentido?
Silencio, tragó saliva y se removió, sus dedos ya se cerraban en torno al penetrador.
– Primero una sensación desagradable, desconocida, pero luego empecé a sentir calor, estaba entre lo bueno y lo malo, no entendía lo que estaba sintiendo, luego cuando pasaste la lengua por dentro, sentí gusto, pero mi mente lo rechaza.
– Estás en el camino. Pero antes de seguir una pregunta fácil ¿dormiremos juntos?
– No entiendo que quieres saber.
– Supongo que después de que el semen esté en tu vagina, dormirás a mi lado el resto de la noche.
– Yo había pensado marcharme una vez que hubieras terminado.
– Olvidas varios detalles, el principal, si después de que eyacule en tu vagina te pone en pie, el semen escapa y debe permanecer el máximo tiempo posible, es más, mientras eyaculo parte se sale debido al movimiento.
– No me habían dado detalles de todo esto.
– ¿Pero tienes libertad para hacer lo que quieras?, después de desayunar pensaba que nos diéramos una vuelta por el monte, conocernos un poco.
– Está mi hermana en espera de que me marche.
– Pues no, yo soy lento y necesito por los menos tres días con cada una, no tengo prisa y esto hay que tomárselo con mucha calma.
Silencio de nuevo.
– ¿Si lo metes me harías daño ahora?
– No lo sé, pero puedo comprobarlo, voy a meter dos dedos en la vagina, no te muevas, no te dolerá, chupa los dedos.
Esto era una artimaña, pensaba que hiciera lo mismo con el penetrador antes de entrar. Chupó los dedos y yo insistí para que los chupara más, y luego los llevé a su vulva.
El anillo vaginal no opuso resistencia, estaba seca pero lo vi lógico, los nervios impiden todo en el sexo, así que los mantuve dentro y luego los humedecí yo y volví adentro, ella no se movió ni dijo nada. Era el momento.
– Ahora vas a mojar el penetrador y vamos hacer la misma prueba, piensa que hay que mojar las paredes de toda la vagina y los dedos no llegan al fondo.
Me fui incorporando despacio, y quedé boca arriba, con mi brazo hice que su cabeza quedara cerca del penetrador, pensaba en unas chupaditas y luego que ella misma se lo metiera, le quitaba el trago de volver a ver su marido encima de ella.
Lo cogió con su mano, estaba al setenta por ciento, y se lo metió en la boca con cierta reserva, pero yo hice que entrara más, luego la solté y ella no se resistió, quería que terminara de crecer en su boca.
– Es necesario que alcance toda su longitud, si no, no llegará al fondo, procura que entre del todo.
Y obediente el penetrador alcanzó su medida.
– Ahora ponte encima de mí, procurando que el penetrador entre despacio.
– No sé lo que dices.
– Pon una pierna doblada junto a mi costado y la otra en el otro lado, procurando que el penetrador entre en tu húmeda vagina, que ahora sí lo está.
Tuve que ayudarla y cuando el glande comenzó a entrar, me di cuenta de que no estaba lo suficientemente húmeda, debía de ir muy despacio, era necesario despertar a bartolino.
– Despacio para que sientas como entra hasta el final, luego esperaremos a que se humedezca.
– En casa utilizo un gel, no funciona lo que tú quieres, pero si es cierto es que nunca había sentido esa sensación de tenerle dentro, es diferente, mi marido es brutal y termina en dos minutos, le da igual que me duela.
Y la evidencia demostró que había que echar mano del gel y ante mi sorpresa, descabalgó encendió la luz de la lamparita y sacó de su bolso el gel, le dije que no apagara la luz, protestó diciendo que era el acuerdo.
Ella puso gel en torno al penetrador y se puso un poco en el anillo vaginal, y se subió, esbozó un gesto que quiso ser un amago de sonrisa.
– Te he obedecido en todo, ahora por favor fóllame deprisa y termina, estoy muy nerviosa.
– Pues cabalga, yo debajo y tú encima.
No sabía hacerlo, así que sin romper el abrazo cambiamos de lado, de todos modos era mejor, ella arriba hace que el semen escape deprisa, mejor ella acostada.
Y empleé mi sistema, despacio, entrar reposar empujando con suavidad y salir más despacio, ella se removió cuando mis dedos llegaron al clítoris, y esa velocidad hizo que cerrara los ojos y abriera la boca, gimió despacio, bajito para ocultarlo pero sabía que estaba en el buen camino.
– ¿Me avisarás cuando me llenes? – Dijo deprisa, con cierta fatiga.
– Lo haré ¿Te gusta?
– No lo sé, es desconocido para mí, no me duele, que ese es mi temor.
– ¿Paramos un poco para que descanses?
– No, termina cuanto antes, tengo miedo y los nervios me atenazan los músculos.
Me detuve con el penetrador metido hasta el fondo. Y le hablé al oído.
– Tengo una nueva amiga, regenta un establecimiento de loterías, es gorda y está acomplejada por ello. Desde que abrió fui siempre allí por distancia a mi trabajo. Y una tarde se equivocaba mucho, estaba muy alterada y la tarde llegaba a su fin, me dijo que esperara y salió de bajar el cierre, aunque no eran las ocho de la noche, le faltaba al más de media hora.
Terminó de corregir los errores, pero le pedí esos errores, ella algo confundida me miró, sabía que tenía que empezar a anularles y supongo que alguien del organismo central podía crearle problemas, de esa forma no tendría que anular nada.
Me dio las gracias y yo con toda la tranquilidad del mundo le pregunté si tenía pareja, negó con la cabeza, algún amigo, bueno follamigo, negó más deprisa con la cabeza y evitó mirarme mientras me daba el cambio y cuando empujó con sus dos dedos los billetes, sujeté sus dedos poniendo los míos encima, me miró alarmada.
Le dije que necesitaba descargar sus tensiones, y el sexo sirve para eso y más, me miró y su rostro estaba enrojecido, pero no retiró los dedos, yo había rebajado la presión, podía retirarles sin problemas, y me preguntó que sugerencia tenía.
Nada más simple que un revolcón, sin motivos personales, y después valoramos que aportamos cada uno, una arruga en su frente me dijo que no lo entendía y le expliqué que era una forma de empezar una amistad, pasamos de conocidos a construir una amistad partiendo del sexo entre desconocidos.
Ella alegó que era una tía gorda, que causaba repulsa y su familia no la dejaba en paz, le dije que se olvidara de eso, y que sus carnes eran una cosa, no era una belleza pero no era fea, guapa en mi opinión, y si cambiara un poco su forma de vestir ganaría puntos.
No entendía que eso de puntos, le expliqué que eran puntos de atracción sexual, de nuevo enrojeció desviando la mirada.
Me preguntó muy alterada que tendría que hacer, dije que nada, dejar a la naturaleza seguir su curso, no pensaba tirarla encima de la cama, todo requería su momento.
Y le expliqué que el fin de semana era un buen momento, en una pequeña ciudad, descubrir la ciudad en la noche, ese paseo nocturno puede tener variantes, unas copas, y dejar a la naturaleza seguir su curso, un largo beso en la penumbra de unos arcos, y como no apuntar al sexo, y le preguntó cómo era eso y sin más empujando sus dedos, le dije que lo primero que quería de ella eran sus bragas, y que ahora mismo me las guardaría en el bolsillo, pasó del ligero rubor a un granate oscuro y apreté un poco más, le dije que me gustaría quitárselas yo.
Y una vez que hubo bajado el cierre le dije que se sentara en una de las sillas, se sentó recostándose cerrando los ojos. Y se la quité despacio, y aproveché para otra vuelta de tuerca, procuré impedir que juntara las rodillas, eso hizo que siguiera con los ojos cerrados, y me guardé en el bolsillo sus bragas, abrió los ojos, parecía fatigada.
Miró la hora y corrió a cerrar la caja, tenía que enviar los datos del día, cerró todo y salió cerrando todo, yo me había sentado en otra silla junto en la que ella había estado, le señalé su silla, dejó todo encima del mostrador y se sentó, le señalé mi cremallera, de nuevo rojo subido en su rostro, pero obedeció, y tras empujarla de la misma forma se hizo con el penetrador muy tranquilo, le dije que no nos marcharíamos hasta que le despertara, y si sabía lo que era hacer una paja, aunque su estilo era primitivo. Estaba muy nerviosa, aunque no lo entendía ya que debía estar entre los 35 y 40 años, sin dejar que terminara nos marchamos, en su casa llamó a alguien, abriría un familiar ella dijo que se iba de fin de semana.
Era tarde cuando llegamos a un pueblo de Castilla-León, le dije de dejar todo en manos del destino, vieja ciudad vaccea, buscamos un hotel y luego nos fuimos a tomar algo, el reloj de la iglesia señalaba las 11:20, y cogiéndose de mi brazo me dijo que estaba bloqueada, que no la dejé respirar y el viaje en silencio había conseguido que pusiera en orden su cerebro, no le dije nada, era mejor que soltara todo.
En un viejo mesón en la plaza, que por cierto había ambiente, cenamos y bebimos, ella miraba de vez en cuando el reloj de la torre, le dije que se olvidara del reloj, que de seguir así, sus nervios no se calmarían y no habría polvo o polvos, el finde da para mucho.
Luego dimos una vuelta por la zona antigua y una pequeña plaza llena de arcos, en la penumbra le quité el sujetador, de nuevo su respiración se aceleró, conseguí esos besos en que ella apenas participaba y seguimos con el paseo, aunque hacía fresco le dije de hacerla una foto junto a un pozo lleno de candados, esa costumbre que sigue habiendo, y para su sorpresa, até sus bragas en uno de ellos, a parte de sus pechos, en la foto se veían sus bragas atadas.
Tomamos unas copas en un garito de juego, me dijo de ir al servicio, le dije que se quitara el sujetador, que se exhibiera un poco, y lo hizo, aunque poco dejó al descubierto, pero si se veía que no llevaba sujetador, perdimos un poco de dinero, y cerca de las cuatro nos fuimos al hotel.
Pensé que sería más complicado, pero no, me dijo mientras cabalgaba encima de ella, que se había dado cuenta de que tenía una oportunidad y la estaba desperdiciando, y me apartó de encima, quiso que cambiar de postura, pero antes se ocupó del penetrador, fue una felación antigua, y era evidente que no tenía práctica y me sorprendió cuando cogió su móvil y me dijo que le hiciera fotos mientras seguía con la felación, y más fotos tumbada en la cama con las piernas separadas, y más fotos con el penetrador metido.
Pero antes de llegar al final pregunté, me dijo que adelante sin problemas, se había hecho ligaduras, no quería hijos y esa era una forma segura, y más fotos de su vulva, y quería que se viera la salida del semen, se había dado la vuelta completamente.
Cuando se calmó del todo, me dijo que si había algún problema si volvíamos el lunes, dije que no, tendría que hacer una llamada a la oficina, y pasamos el sábado y domingo en el mismo plan, ese lunes cuando la dejé en el portal de su casa, me dijo que se sentía diferente, y era cierto, parecía haber perdido esa frustración que tenía, y me dijo si eso terminaba así, le dije que no, sonrió por primera vez y me dijo me marchara, que tenía que trabajar.
– Sois los culpables de nuestras frustraciones, seguramente algún tipo tuvo la culpa de su estado.
– ¿Y mañana te irás o no? – Pregunté.
Silencio, de nuevo pensaba.
– ¿Follarme otra vez?
– Si, será diferente ¿Te hago daño?
– No, tengo palpitaciones debido a que espero al dolor que no llega.
– Olvida eso.
– No, no puedo olvidarlo, eso me espera en casa.
– Ya termino, cierra los ojos y solo siente.
Y terminé sin moverme, me quedé un rato sin salir.
– ¿No sales?
– No, perderías semen si yo salgo ahora, espera un poco.
Dejé que el penetrador siguiera el mandato de la naturaleza y lentamente fue retrocediendo, ella se movió ligeramente, temblaba y ella lo escondía, era normal dentro de lo que tiene en casa, miedo y eso es terrible.
Me acosté a su lado, pasé mi brazo por su cuello y la acurruqué, ella se dejó hacer, y de nuevo esa especie de temblor, me empezó a preocupar, lo mismo yo también la daba miedo.
– Duerme, te relajará.
No dijo nada, aunque si respondió ya que su brazo izquierdo llevó su mano hasta mi cadera y clavó ligeramente los dedos, se aferraba a mí. Y perdí la consciencia sin darme cuenta, me gustaba su calor y no recuerdo nada más, lo siguiente fue la cruda realidad.
No abrí los ojos, el oído tuvo todo el poder, no sabía dónde me encontraba, hice memoria y si, la consciencia me puso al corriente de todo, ella no estaba a mi lado, apreté los labios contrariado.
Abrí los ojos, ligera claridad, las cortinas cubrían las dos ventanas dejando tan solo una línea de claridad, me incorporé despacio, me apoyé en los codos y miré a mi lado, en la sábana la huella de su cuerpo y la humedad que había dejado, moví la cabeza enfadado conmigo mismo.
Me senté en la cama por su lado, pasé la mano por la zona húmeda y la llevé a mi nariz, olía a ella, a la mezcla de fluidos y su fragancia.
– Te has marchado, cuando yo no he terminado.
Moví la cabeza contrariado diciendo, ahora no sabía qué hacer, no estaba para enfrentarme a su hermana. Pero la puerta del baño hizo un ligero ruido y su voz me llegó.
– No tío, no me he marchado, tengo muchas dudas y requiero respuestas, ha sido una madrugada que me has llevado de sorpresa en sorpresa.
Estaba desnuda y parecía que estaba terminando de secarse, sonreía y señalándome con el dedo me dijo algo que me llenó de confusión.
– Necesito respuestas, mientras dormías no estuviste quieto, murmurabas palabras inteligibles que apenas entendí, he cumplido lo que me pediste, pero lo más sorprendente es que con los ojos cerrados te moviste, de nuevo tus manos recorrieron mi sexo excitándome y poco después volviste a metérmela, gruñías y cabalgaste encima deprisa, como si algo te persiguiera ya que mirabas hacia atrás por encima de tu hombro, reconocí que vivías en una pesadilla ¿Qué soñabas?
Me dejó sin palabras, y no era la primera vez, me había pasado más de una vez, la causa fue una frígida que me jodió un largo año, hasta que se marchó de mi lado. La causa es que no me escondí de tener amiguitas, sin embargo aquello me traumatizó sobre todo por lo que fue capaz de hacer y llevar su engaño tan lejos.
Tenía una sonrisa en sus labios y se acercó despacio sentándose a mi lado, señaló la mancha de humedad diciendo.
– Me hiciste un buen trabajo, me siento diferente e impresionado, ese que me folló dormido apartó todos los tabúes que reprimía, sentí una especie de gustillo cuando tus dos manos removían el vello del monte de venus, como si buscaras algo y eso se reflejaba en mi interior, pensé que buscabas ese misterios punto G, y si te diré que apretabas y eso despertó algo en mi interior, ese temor desapareció.
No dije nada, estaba impresionado.
– En el baño tengo lo que me pediste, lo he metido en una bolsita de compresas.
– ¿Qué te pedí? – Pregunté algo angustiado, no recordaba nada.
– Dijiste que segara el trigo de venus, que lo necesitabas. Y en efecto, soy rubia aunque me tiño de morena, pero no me tiño todo el pelo ¿Qué harás con él?
Es una costumbre, una foto de ella y detrás el vello del monte de venus que suelo segar yo.
– Recuerdos, tan solo es eso.
– ¡Ya!, opino que puede ser el botín de tus incursiones.
– No está mal definido, pero no lo hago con todas.
– Haré un rápido sumario, me has inseminado dos veces, una vez despierto y otra dormido. Despierto eres uno y dormido eres otro más primitivo, puedo asegurar que ese primitivo estaba poseído por algo, una fuerza invisible que parecía perseguirte ya que mirabas hacia atrás y que despertó mi sexualidad, sentía esa especie de gustillo que era desconocido para mí.
Me chupeteabas los pezones y no dejabas en paz al clítoris, eso hacía que me retorciera debido a las sensaciones desconocidas que sentía, un gusto que rechazaba pero que no impedía, te dejé libertad de movimientos, eso sí, hubo una vez que casi mordías el clítoris y eso me hizo temblar, escalofríos recorrían mi cuerpo y me empecé a asustar, y fue cuando dijiste que había llegado el momento, y entraste a saco en la vagina, lloré, no por qué me hicieras daño, no, lloraba porque estaba húmeda, gemiste de gusto cuando llegaste hasta el fondo, gruñías diciendo entre dientes, que bien, y embestías con fuerza, ese movimiento que tenías entrando y saliendo hacía que nuestros cuerpos se movieran deprisa y fue cuando aprendí algo, lo hice sin querer, acompasé su entrada oponiendo una ligera oposición, refrené tus impulsos y conseguí que fueras más despacio.
Tus manos tenían apresadas mis caderas y en mi oído gruñías sonidos que no pude entender, y de vez en cuando me apremiaba a que separa más las piernas, eso hizo que tuviera una especie de estremecimiento que me llenó de gusto y te obedecí en todo, y casi con un grito ahogado terminaste, sentí un calor diferente en mi interior, gruñías empujando levemente, babeabas en mi hombro y saliste despacio, luego me llenaste babas los pezones a la vez que murmurabas mientras los chupabas, y te quedaste acostado entre mis piernas, apoyaste tu cabeza entre mis pechos y empezaste a roncar.
No salía de mi asombro, estaba extasiada por la experiencia y me hiciste pensar, pensé que eras un saco de sorpresas, ese ser que me había poseído no eras tú, existía una gran diferencia entre los dos, y te diré un secreto, las babas que tenía en los pezones no era igual a la que probé de tus besos, y no se definirlo ¿Quién me poseyó de esa forma tan explosiva, que despertó mi sexualidad?
– No lo sé, quizá tenga que ver con mi infancia, de muy pequeño tenía pesadillas, todas las noches hasta casi los siete años, los médicos lo achacaban que no comía devoraba y que las cenas copiosas tienen esa respuesta, estaban totalmente equivocados, mis padres me hicieron pasar hambre y las pesadillas no cesaron.
– Eras otro ser, no me hiciste daño, parecías recorrer mi cuerpo en busca de algo, y de vez en cuando metías tu boca en la mía, me la secabas, te bebías mi saliva, y seguías haciéndome cosas que me producían un gusto extraño, y sí, he de reconocer que poco después de dormirte, me dormí yo, y me di cuenta que desperté con una sonrisa en los labios.
Tú dormías con la misma postura y seguías entre mis piernas, tuve que hacer juegos malabares para no despertarte, y sentí cierto gustillo en el vientre cuando me puse en pie, tenía agujetas por separar tanto las piernas y que aún lo siento.
Te miré pensando y decidí dejar dormir a la bestia que me había poseído en la madrugada. En la ducha reviví ciertos momentos ya que tengo la parte interna de los muslos enrojecidos, era normal debido a lo que tardó en terminar, parecía prolongar algo ya que babeaba, supuse de gusto y me hizo sentirme muy bien, le estaba proporcionando placer, por eso refrené su fuerza.
– Entiendo que tus tabúes han desaparecido.
– Algo así, me noto diferente, pero hay un problema, además muy serio, estoy pensando en echar de mi lado a ese cabrón de mierda, ese tipejo no me tocará nunca más, no quiero que enfangue lo que siento, se han borrado esas torturas con ese borracho de mierda, que solo lo intentaba cuando bebía, nada comparable con lo que nos envolvió en la madrugada y he decidido comprarte, voy hacer una oferta a Hermética.
No pude menos que reírme por lo bajinis, ella hizo lo mismo.
– Divórciate, si tu padre es tan importante no dudo que tengas problemas, pero inténtalo.
– ¿Y ahora qué?
Preguntó gastando la sonrisa.
– Debemos seguir con nuestras vidas.
– No es tan fácil, yo quiero a ese ser, quiero tenerle a mi lado, para poder situarle entre mis piernas, reclamo a ese ser que no eres tú, que ha resucitado a la mujer que moría en mí.
Tú no te ves, pero ese ser tenía la pupila dilatada al máximo, asustaba su mirada, me hipnotizaba haciéndome sentir sensaciones indescriptibles y no me importó que monstruo me poseyera con tanta fuerza.
Lo que no dejaba de sorprenderme fue la sonrisa que tenía, ya que iluminaba su rostro.