-¡¡Ay, Carli… ya voy… Estoy por acabarte”
-“Dale… dale mi amor. Dale…”
-“Ahí voy… ahí voy… ahí… vooyyy… aaaajjjjhhh.”
Y finalmente Eduardo llegó al orgasmo. Me abrazó fuertemente, y empecé a sentir sus hermosas contracciones rítmicas contra mi colita y espalda, y el tibio elixir que iba inundando de a poco, todo mi culito, hasta que finalmente, se quedó absolutamente quieto y besándome mi cuello. De inmediato, doblé mi cabeza para poder darnos un hermoso beso, donde nuestras lenguas se tocaban muy lentamente y besando nuestros labios, y de vuelta nuestras lenguas. Fue un verdadero beso lleno de amor.
-“Te pasaste, Edu. Te adoro”
-“Yo también. ¡¡De qué nos perdimos todos estos años, mi amor!!”
-“Tenés razón, mi vida”
Y empezó a sacar su pija de dentro de mí.
-“NOOO… no la saques todavía. Déjala un poquito más adentro, por favor.” –le pedí en forma muy pero muy mimosa.
Y la dejó unos minutos más adentro mío, por lo que sentía, cómo se iba achicando esa preciosura que tenemos los hombres, y que tanto gusta, a mujeres y hombres sin igual.
Una vez que se achicó, la sacó, se tiró al lado mío, nos pusimos de costado, y quedando frente a frente, nos abrazamos y nos seguimos besando una y otra vez, mientras yo le agarraba su pequeña pija (en esos momentos), y la acariciaba, frotaba y de vez en cuando la pajeaba. Y él hacía lo mismo con la mía, pero ésta estaba con erección cada vez más fuerte, por lo que más que nada, me pajeaba y sobaba mis testículos.
Mientras… yo sentía cómo iba resbalando por mi nalga derecha, el elixir que me acababa de dar Edu…
Así terminaba la tercera parte de mi encuentro con mi amigo de la adolescencia, Edu. Pero faltaba la última parte de nuestro desahogo sexual de tantos años sin poder realizarlo, primero por no haber sinceros en nuestra adolescencia y luego por el paso del tiempo que nos fue separando por nuestros trabajos y propias vidas personales.
Ustedes se preguntarán si esta cuarta parte será la última. Pues debo confesarles que sí, con Edu, al menos, fue la última vez que estuvimos juntos. Pero les garantizo que valió la pena. Tanto para él como por supuesto para mí.
Continúo la cuarta y última parte…
Una vez que me cogió bien cogido, su pija se achicó, la sacó, se tiró al lado mío, nos pusimos de costado, y quedando frente a frente, nos abrazamos y nos seguimos besando una y otra vez, mientras yo le agarraba su pequeña pija (en esos momentos), y la acariciaba, frotaba y de vez en cuando la pajeaba. Y él hacía lo mismo con la mía, la cual estaba con erección cada vez más fuerte, por lo que más que nada, me pajeaba y sobaba mis testículos. Yo sentía su mano apretando mi pija, y que continuaba pajeándome muy lentamente. Llevaba su mano hasta el tronco y luego lentamente la subía hacia el glande donde se quedaba jugando un poquito.
Mientras jugaba de esta manera, su respiración se iba agitando más y más, y sus ojos me miraban fijamente y me “pedían” que lo cogiera. Viendo esas miradas, lo empecé a besar con muchísima más pasión, dejando de lado los simples besos de labios y de tocarnos con nuestras lenguas, que siempre uno hace luego de haber pasado un momento sexual realmente exquisito.
Dejé de besarlo, y fui bajando hasta que su mano que tenía agarrada mi pija, la apretó más como para que no me fuera, y le dije: -“soltame mi vida. Dejame hacerte feliz”, con lo cual me soltó.
Lo moví para que se pusiera boca arriba, y yo me dirigí besando sus tetillas, torso, abdomen, para luego meterme la pija que estaba semi fláccida en mi boca, en donde sentí que se empezaba a endurecer dentro de ella. Se la chupé un rato, para luego bajar a sus testículos, con lo que me fui acomodando, para llegar a estar completamente en línea con él. En ese momento, le pedí que pusiera sus piernas sobre mi espalda, para así luego ir subiendo hasta que sólo sus posteriores de los muslos quedaron sobre mis hombros y el resto de sus piernas levantadas en el aire, con lo que quedaba a mi merced todo su culito hacia arriba.
Al verlo así, mis labios fueron de inmediato de besar su ano, y pasar mi lengua una y otra vez alrededor de él, por lo que Edu empezó a gemir, y mover su cadera hacia los costados, como pidiendo más lengua pero esta vez dentro de su culito. A lo que accedí de inmediato, por supuesto. Le fui metiendo la lengua en su culito, y moverla alrededor de las paredes de su culito hermoso. Y él apretaba y aflojaba su ano, con lo que parecía que éste estuviera latiendo. Pero latía de placer. Latía como llamando a mi pija, que dicho sea de paso, en esos momentos estaba más que dura, por lo que tuve que pajearme lentamente mientras le besaba el culito.
-“¿Querés que te coja?”, le pregunté
-“Ay, sí Carlitos. Por favor metémela de una buena vez”.
Entonces fui subiendo con lo que sus piernas también lo fueron haciendo, hasta quedar su latiente culito, a la altura de mi pija. Le pasé ésta desde debajo del ano, sobre éste hasta llegar a sus testículos. Varias veces. Hasta que sentí que él gemía cada vez más acompañado por el movimiento característico, de levantar un poco las caderas, pidiendo de esa manera que lo penetrara.
Después de sobarlo varias veces con mi pija, me mojé mi dedo mayor con saliva, para metérselo lenta y suavemente dentro su culito. Luego le introduje además el dedo índice, y comencé a cogerlo con mis dedos, hasta que su culito quedó con la apertura necesaria para poder ir penetrándolo. Y así lo hice. También lenta y suavemente. Con muchísimo sentimiento. Con muchísimo cariño. Con amor.
-“Así, así… más, más, más adentro por favor. ¡NO DEMORES! ¡METÉMELA YA!”, me dijo Edu
-“Sí mi amor… ahí voy”
Entonces seguí metiendo mi pija lentamente, pero esta vez con más fuerza, hasta que quedaron sólo mis testículos fuera apoyados contra sus nalgas. Y empecé a cogerlo, cada vez con más frenesí. Nuestros gemidos eran cada vez más seguidos, profundos y fuertes, por el placer que yo le estaba dando a él y el que él me estaba dando a mí. Cada vez que yo le metía mi pija bien adentro, Edu levantaba sus caderas para que ésta le llegara a tocar la próstata. Nuestros cuerpos empezaron a transpirar y nuestras manos se encargaron de acariciarnos mutuamente, por espaldas, nalgas, hombros, caras, hombros, muslos, hasta que mi mano derecha fue directamente hacia su pija, y la entró a pajear, hasta que se fue endureciendo más y más.
Yo lo cogía y lo pajeaba a la vez. A veces mi mano perdía la sincronización con mi movimiento de bajar y subir de mis caderas cogiéndolo.
-“Ay ay ay Carlitos… me estás enloqueciendo… qué placer que me estás dando… por favor… seguí así… que hasta capaz que acabamos juntos… Eso sería adorable… a… ca… bar jun… tos…”
-“Tenés razón Edu… sería exquisito explotar juntos… Amorosamente adorable…”, le dije y me incliné para darnos un largo y hermoso beso de lengua, completamente lleno de amor.
Y seguí cogiendo cada vez más ligero y fuerte y con mi mano pajearle esa pija que ya en estos momentos estaba hermosamente dura. Y cada vez más rápido. Y más. Y más.
-“Carlitos… ahí voy… estoy por acabar…!!!”
-“Yo también Edu… yo tam… bi… ééénnn”, y salió toda mi esperma dentro de su culito, dando cerca de 5 a 6 contracciones expulsando mi leche dentro suyo.
Y al mismo tiempo, él también acababa, con lo que se llenaba su abdomen, pecho y hasta un poquito en su cuello, de ese elixir por el que tanto los seres humanos nos volvemos locos. Y no aguanté más, me incliné, le pasé la lengua por parte de su abdomen y pecho, llenando mi boca de su esperma, para luego darnos un delicioso beso de lengua con su lechita. Nos besamos apasionadamente primero para poco a poco, ir bajando la intensidad de éstos, pero no la pasión de amor, entre nosotros. Y así nos quedamos un minuto o dos. Besándonos, él debajo mío con sus piernas hacia arriba y yo acostado sobre él, con mi pija que de a poco, se iba achicando dentro de su culito, hasta que se salió sola.
Me tiré sobre la cama boca arriba casi exhausto, y él me dio otro apasionado beso, mientras con su mano derecha agarró mi húmeda pija para luego inclinarse sobre ésta, para ponérsela en la boca, para poder lamer algo de mi lechita que le había dejado dentro de él. Demás está decir, que al sentir mi pija dentro de su boca, ésta se entró a endurecer más y más con lo que él aprovechó a chupármela cada vez con más intensidad y pasión. Una y otra vez bajaba y subía su boca por mi pija, y como dice el dicho: “tanto va el cántaro a la fuente que se llena”, pues bien, llegó un momento que le llené la boca de mi lechita. Y chupó, lamió y tragó, que cuando dejó “libre” mi pija, ésta estaba prácticamente sin nada de leche, tanto por dentro como por fuera.
-“Carlitos… nunca había gozado tanto como hoy. Realmente me hiciste estar en las nubes”.
-“Lo mismo digo, Edu. No podemos pensar lo que hubiera pasado, pero no puedo dejar de pensar, que si hubiésemos sido francos, los dos, en nuestra adolescencia, no me extrañaría nada haber pasado el resto de nuestros días juntos. Cogiendo sos único. Divino. Creo que nunca me hubiese cansado de vivir contigo siempre. Lástima que nuestras vidas, sigan por caminos distintos, pero eso no quiere decir, que algún día te llame o tú me llames para pasar un par de horas, o un poquito más, cogiendo y haciéndonos gozar mutuamente. Te adoro.”
-“Yo también te adoro, Carlitos. Deseo con todo mi corazón y mi cuerpo, que nos llamemos para seguir gozando igual o más que hoy. Te adoro, Carlitos.