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Un favor sexual: Admina, Mamadou y yo en un trío interracial
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Tiempo de lectura: 9 minutos

Aminata era negra como la noche, tenía 23 años medía casi un metro ochenta, y llevaba casada 3 años con Mamadou, un senegalés de 25 años, negro y alto como ella, muy fuerte, que jugaba conmigo en el equipo de fútbol del hospital Manor de Epsom, en Inglaterra, un hospital de enfermos mentales. Un día después de un partido, en el bar del club del hospital, sentados los dos a una mesa frente a una pint de lager, yo, y un tomato juice, Mamadou, me dijo:

-Te quería pedir un favor, Garsia.

-Si es de dinero no me lo pidas, ando tieso.

-No es de dinero, es un favor sexual.

Me alarmé.

-¡Quieto parado! Amigos sí, pero el culito por lo que vale.

A Mamadou le entró la risa floja.

-No, hombre, el favor se lo harías a Aminata, mi esposa. Quiere saber qué se siente al hacerlo con un blanco.

En la España de 1974, aquello, si se supiese, sería un escándalo de proporciones bíblicas, por eso, extrañado, le pregunté:

-¡¿Y tú le consentirías que follase conmigo?!

-Claro que sí. La quiero, por eso deseo que tenga todo lo que desee.

Estaba visto que aquella era otra cultura, y Mamadou y su esposa habían nacido en Inglaterra.

-¿Y crees que soy su tipo?

-Sí, te conoce de vista.

-¿No será esa morenita delgadita tan guapa que bajó de tu coche el otro día?

-La misma, la de las piernas interminables. Se llama Adminata. ¿Qué le digo?

-Si la cosa no trae rabo… dile que cuando quiera estaré a su disposición, pero en mi habitación, en la vuestra no me fío.

-¿Por qué?

-Te lo acabo de decir, por lo del rabo.

Mi día libre era el miércoles. El martes por la noche estaba en el bar del club. Acababa de jugar una partida a los dardos con mi amigo Benny, llegó Mamadou, me llamó aparte, y me dijo:

-Mi esposa está en su coche en el aparcamiento esperando por ti.

Dejé por la mitad la cerveza y me fui del bar del club.

Al llegar al aparcamiento vi a Aminata dentro de su Ford Capri amarillo. Al llegar a su lado quitó el seguro de la puerta de mi lado. Abrí la puerta, entré, me senté en el asiento del copiloto y cerré la puerta. Adminata me dio dos besos, uno en cada mejilla, y me preguntó:

-¿Adónde?

-Hook road. ¿Sabes dónde es?

-Sí, paso todos los días por esa calle para ir a mi casa y para ir a trabajar.

Aminata, llevaba unos aros grandes de oro en las orejas, tenía el pelo corto y rizado, unos ojos negros, preciosos. Vestía un vestido blanco que le daba por debajo de las rodillas, y que tapaba unas tetas que prometían. Sus zapatos eran blancos y sin tacón. Era un bomboncito de chocolate negro.

Al poner el coche en marcha, para romper el hielo, le dije:

-Estás muy guapa.

-Gracias,

-El perfume que te has puesto me encanta.

-Es chanel número 5…

Hablando de cosas intrascendentes llegamos a la casa donde nos íbamos a matar a polvos.

Yo vivía en una habitación alquilada por la que pagaba 5 libras a la semana. Fuera un trastero. Le habían puesto unas escaleras de quita y pon. Lo habían enmoquetado, puesto una cama de matrimonio, unas cortinas de flores en la ventana, una mesita de noche y un mueble que hacía de ropero. Sólo se podía caminar erguidos por la mitad de la habitación. La cabecera de la cama estaba a un metro del techo… Lo bueno era que los caseros, que eran gallegos, me dejaban llevar mujeres.

Adminata se sentó en la cama. Estaba nerviosa. Puse vinilos de los Beatles con sus grandes éxitos, en un tocadiscos automático, que al acabar bajaba uno nuevo. Lo puse en bajito para no molestar a los dueños de la casa.

Llené dos copas de Hundred Pipers. Me senté a su lado, le di una copa, y le diije:

-Sé que tu religión no te lo permite, pero tampoco te permitirá lo que vas a hacer, ¿o sí, Admimata?

Cogió la copa, y me dijo:

-Llámame Admina.

Admina no había bebido en su vida, y con el primer trago, los cien gaiteros se le subieron a la cabeza. Me sonrió y me preguntó:

-¿Bailamos?

Puse las dos copas sobre el mueble, y bailando "Love me do", Amina, puso sus gruesos y sensuales labios sobre los míos. Su lengua entró en mi boca buscando mi sin hueso, al encontrarla, la acarició y nos dimos un primer beso, largo, tan largo que me empalmé. Admina sintió mi polla entre sus piernas. Me quitó la camisa, el cinto, el botón del pantalón del ojal. Me bajó la cremallera, metió su mano dentro de mi calzoncillo y sacó mi polla empalmada y mojada de aguadilla. Se iba a agachar para chuparla. La detuve, le di de nuevo la copa de wisky, y se echó otro trago. El cuerpo se le volvió a estremecer. Le quité la copa de la mano. Puse las dos copas sobre el mueble. Me deshice del pantalón, los zapatos y los calcetines. Le abrí la cremallera del vestido, que cayó sobre la moqueta. Al verla sin vestido vi a un ángel negro en lencería blanca. Sus tetas sobresalían de las copas y el cabello rizado de su coño sobresalía de las bragas por todas partes, por arriba, por abajo y por los lados. Sus sobacos también tenían pelo en abundancia. Mi polla latía una cosa mala cando me la volvió a coger. Se agachó y la chupó, despacito, saboreándola como si fuese un caramelo. Su otra mano acarició mis huevos. Transcurridos unos minutos, comenzó a mamar y a masturbarme a todo gas, diciendo:

-Dámela, dámela, dámela. Obviamente, lo decía en inglés, give it to me, give it to me, give it to me. ¡Vaya si se la di! Le di leche de la corrida de un gallego de 18 años, calentita, espesita, y en cantidades industriales.

Admina ya estaba desatada. Al acabar de tragar, se levantó, cogió su copa y se mandó el resto de whisky de un trago. Mezclar leche con whiky no le sentó bien. Puso cara de asco y dijo:

-Buuurrrrrbbb. Arrrrrg.

Con una media sonrisa en los labios le dije:

-Vas a coger una tajada del 10, morena.

-Calla y lléname la copa otra vez.

Mientras yo llenaba las dos copas, oyendo, "From me to you", Admina se quitó los zapatos y se echó boca arriba en la cama. Se quitó el sujetador. Vi sus grandes y redondas tetas, con inmensas areolas negras y pezones gruesos y erectos.

Acababa "From me to you" y sonaba "She loves you", cuando me eché a su lado. Le comí las tetas como me comiera ella la polla al principio, despacito, lamiendo y chupando las areolas y los pezones, acariciándole cada teta con las dos manos…

La diosa de ébano, se quitó el liguero, las ligas y las bragas, que tenían una gran mancha de humedad. Su bosque tropical era el más hermoso que había visto. Encogió las rodillas de sus interminables piernas. Bajé de sus tetas a su ombligo, metí mi lengua en él y después me metí entre sus piernas. Lamí el interior de sus muslos. Admina levantaba su pelvis al llegar mi lengua al lado de su coño buscando su contacto. Después de hacerla sufrir un ratito, le pasé la lengua plana por los labios mayores y menores, de abajo arriba, casi como si no los tocara, al tiempo que acariciaba sus muslos sus brazos, su vientre, sus tetas… Admina era un delicioso bizcochito de chocolate negro y lo iba a disfrutar.

Al sentir que el ritmo de su respiración aumentaba aceleré la velocidad de los movimientos de mi lengua sobré su clítoris y la presioné con más fuerza. Sus gemidos eran de pre orgasmo. Casi corriéndose, me dijo:

-I love the way you do it.

Coloqué dos dedos en la entrada de su vagina y sentí como se aceleraba aún más su respiración… El orgasmo era inminente. Entrando y saliendo mis dedos de su vagina hice círculos con mi lengua sobre su clítoris… Con dos dedos quité el clítoris del capuchón. Lo succioné, y con un "¡¡¡oh!!!" Admina, jadeando y retorciéndose, comenzó a correrse soltando un torrente de jugo blanquecino de su coño.

Fue hermoso sentir y ver como se corría.

Al acabar de correrse me eché a su lado. Una sonrisa iluminaba su precioso rostro. Sin decir palabra y mirando al techo de la habitación. Su mano cogió mi polla, mojada de aguadilla, empalmada y latiendo, la apretó y la masturbó muy suavemente.

Unos minutos más tarde, al recuperarse, se puso a cuatro patas, y me dijo:

-Fuck me.

Me arrodillé detrás de Amina. Acariciando su espalda le metí la polla. Estaba empapada y le entraba muy holgada. Mamadou debía calzar un buen pepino. Quité la polla y le acaricié el clítoris con ella. Hice círculos con mi polla en el agujero de su culo. El ojo latía. Se abría y se cerraba pidiendo polla. No se la di. Metí la cabeza en su coño, Admina, movía el culo hacia atrás para que la penetrase, como no la penetraba, (le acariciaba, le besaba y le lamía la espalda) su coño, latiendo, se fue cerrando en torno a mi glande. Al metérsela un poquito su coño la apretó. Se la volví a sacar y la puse en la entrada. Así estuve un rato largo, sin dejar de acariciar, besar y lamer su espalda. Al final, le cogí las tetas con las dos manos, la besé en la nuca, y de un golpe de riñón se la clavé hasta el fondo. Amina comenzó a follarme con su culo. No tardó su coño en apretar mi polla para acto seguido bañarlo de jugo. Admina, corriéndose, se derrumbó sobre la cama. Sus espasmos de placer y sus gemidos hicieron que no pudiese aguantar más. Quise quitar la polla, pero Admina, al sentir los latidos de mi polla dentro de su coño, echó sus manos a mi culo, lo apretó contra ella, y nuestros jugos se mezclaron.

"We can work it out", sonaba en el tocadiscos cuando nos dimos la vuelta, y me dijo:

-Nunca imaginé que un polvo pudiese llegar a ser tan dulce. Eres un amante increíble.

Con falsa modestia, le respondí:

-Se hace lo que se puede, aunque me gusta más que me hagan que hacer.

Admina me besó en la boca, en las tetillas, cogió mi polla y la mamó unos minutos para ponerla dura… Subió encima de mí, y besándome me folló despacio, muy, muy despacio.

Media hora más tarde, al sentir que se iba a correr, volvió apretar mi culo contra ella, y me dijo:

-Quiero tener un hijo tuyo.

Me acojoné. Aquello pintaba mal.

-¡¿Te has vuelto loca?!

-No, quiero tener un hijo tuyo.

La hostia fue que sus palabras me excitaron tanto que comencé a correrme dentro de ella, Admina, al sentir mi leche calentita dentro de ella, besándome con dulzura, también se corrió. Esta vez sus gemidos los ahogó en mi boca. Mentiría si dijera que no fue una de las corridsa más largas de las que he tenido en toda mi vida.

Al acabar, Admina, se levantó de cama, tomó un pequeño trago de whisky de su copa, y me dijo:

-¿Tienes música sexy para bailar? Barry White no estaría mal.

-Tengo algo mejor.

Quite los LPes de los Beatles y puse el single, en vinilo, "Jet t´aime… moi non plus" de Jane birkin y Serge Gainsbourg. Al girarme, Admina, dándome la espalda y echando los brazos alrededor de mi cuello, bailó contoneándose y frotando su duro trasero contra mi polla. Giraba la cabeza y me besaba sin moverse del sitio. Yo, que era algo más bajo que ella, magreándole las tetas, le metí la polla, a media asta, en el coño y dejé que me la pusiera dura con sus contoneos… A punto de acabarse la canción, por tercera vez, algo más de 11 minutos después de haberla puesto, me corrí dentro de ella. Cuando terminé de correrme, Admina, con unos tremendos reguerones de jugo bajando por el interior de sus muslos, me dijo:

-I´m coming again.

Se corrió entre dulces gemidos y sin parar de besarme.

Al acabar se mandó todo el whisky de la copa de un trago. Resultado, a los cinco minutos estaba durmiendo la mona en mi cama.

Desperté a las seis de la mañana al sentir que alguien subía encima mí. Era Admina. Esta vez me cabalgó al trote. Al correrse me volví a correr dentro de ella.

Después de corrernos, me dijo:

-Me tengo que ir. Empiezo a trabajar a las siete de la mañana.

Se vistió. Yo me puse la bata. La acompañé a la puerta de la casa. Me dio un beso y se fue a trabajar. Era enfermera en el Wet Park, otro de los hospitales de enfermos mentales que había en Epsom, que eran tres El West Park, el Manor y el Horton.

Admina y yo follamos una docena de veces más sin que lo supiese su marido. Después de una de estas veces, me dijo:

-Me gustaría hacer un trío con mi marido y contigo. ¿Quieres hacerlo?

-¿Y si Mamadou acaba dándome por culo?

-A Mamadou no le gustan los hombres. Aunque a mí sí le gusta clavármela en el culo.

Sus palabras me dieron yu yu.

-¡¿Ves, ves?! Puede ser peligroso.

-Serás tú el que se corra en mi coño, bueno, y en mi culo, si quieres.

-Mira, Admina, te estoy follando sin que Mamadou lo sepa. Se da la casualidad de que tú eres su esposa, y si por otra casualidad se enterase, reventarme el culo sería la venganza perfecta.

-Jamás lo haría. No es celoso. ¿Por qué crees que me echó en tus brazos?

-Por qué te ama tanto que te quiere dar lo que tú deseas.

-¿Y qué es lo que yo deseo?

-Follar con un blanco, o eso me dijo.

-Eso no es. ¿Por qué será?

-Esa es ahora la pregunta del millón de libras.

-¿Será por qué Mamadou no puede tener hijos?

Ahora me explicaba todo. Esa era la idea desde el principio. A nadie le gusta ser un cornudo, pero habiendo una fuerza mayor…

-¿En ese caso por qué un trío?

-Por qué nunca he sido penetrada anal y vaginalmente al mismo tiempo y tengo curiosidad.

Me convenció.

-Pues vale, un día quedamos.

Una noche fui a cenar a casa de Mamadou y de Admina, que estaba en Upper High street.

Cenamos pollo al curry. Charlamos de muchas cosas, menos de sexo.

Al terminar de cenar fuimos a la sala de estar, Admina, sin cortarse un pelo, me desnudó, me sacó la camisa, el pantalón, los calzoncillos, los zapatos y los calcetines. Mamadou se desnudó solo. Tenía una polla que hacía dos de la mía, de largo y de ancho. Luego, entre los dos, desnudamos a Admina, Mamadou, por detrás, le quitó la blusa, yo, por delante, el resto. Al estar desnuda, Mamadou se agachó y le atacó el culo con su lengua, yo también me agaché y le comí el coño. Al rato largo, Admina, tocándose las tetas y sintiendo como le comíamos el culo y el coño, se corrió. Salió un chorro de flujo blanquecino de su coño y sus piernas flaquearon, Mamadou la sujetó… Cuando acabó de correrse la cogió en brazos y la llevó a la cama. La depositó boca arriba, con mucho cuidado, y me dijo:

-Folla su chocho y llénaselo de leche…

No me lo tuvo que decir dos veces. Le metí la polla en el coño. Le cerré sus largas piernas y la follé a toda hostia. Tenía prisa. Mamadou estaba meneando su tronco, tenía mi culo a tiro y me lo podía reventar. Al rato, Admina, se volvió a correr y yo me corrí dentro de ella. Increíble lo que ocurrió a continuación, Al quitarme yo de encima, Mamadou ocupó mi lugar. Se la clavó, y antes de dos minutos, Admina, ya se corriera dos veces más. Cuando Admina se iba a correr por tercera vez, con la verga dentro, Mamadou se dio la vuelta y puso a su mujer encima de él. El culo de Admina se ofrecía a mi polla, que fue cogiendo cuerpo al ver como el ojete se le abría y se le cerraba… Cuando se puso dura, Admina, me dijo:

-Ven aquí y dame el blanquito a chupar.

Me arrodillé al lado de Admina y de Mamadou. Admina me cogió la polla y la metió en la boca. Al ratito, se la llevó a la boca a Mamadou, el bicharraco giró la cabeza, Admina, insistió. Al tercer intento abrió la boca y me hizo unas mamadas que me pusieron a mil por hora. Aquello no era normal, por contentar a una mujer no se hace lo que él me estaba haciendo. Mamadou llevaba un mariconazo dentro.

Admina, follándose el ano con un dedo, me dijo:

-Ponte un condón, ponle crema y fóllame el culo.

Encima de la mesita tenía lo necesario… Puse el condón, le puse crema, subí a la cama y se la clavé en el culo. Admina se volvió loca, ya no gemía, gritaba de gusto. Se corrió a corros.

Al recuperarse, sintiendo mi polla latir dentro de su culo, se quitó la polla del marido, sacó la mía del culo y la metió en el coño. Entró como entra el hilo en el culo de una aguja, sin tocar los lados, pero eso sí, chapoteando al llegar al fondo "¡Clash, clash, clash…"

Corriéndome dentro de su coño, la leche del negro que tenía dentro me quemaba el glande, pero eso mismo hizo que mi corrida fuese inmensa.

Admimata no quedó preñada. Parece ser que los dos eran estériles. Aún hoy me pregunto si lo sabían y me usaron, si fue así, se equivocaron de cabo a rabo, Fui yo quien los usó, a él, y a ella.

Se agradecen los comentarios buenos y malos.

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