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Carolina, una chica que se obsesiona con los maduros (2)
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Tiempo de lectura: 6 minutos

Esa tarde Carolina decidió repetir su "aventura" como lo había hecho un tiempo atrás. Todavía se excitaba al recordar lo fácil que había sido, simplemente se había vestido como una colegiala y en la calle un señor muy maduro la abordo y casi sin decir palabras terminaron en un hotel, donde el viejito la cogió con una energía y vitalidad que no parecían la de un setentón.

Carolina era una chica de 19 años, alta y esbelta, tenía su pelo castaño por los hombros lo que aumentaba su imagen juvenil y en la Facultad donde estudiaba varios compañeros la habían invitado a salir pero ella siempre se negaba. A ella le gustaban los maduros, no los jóvenes de su edad.

Especialmente esa tarde era favorable para la chica ya que sus padres no volverían hasta tarde y no tendría que dar explicaciones, cuando al salir, alguien la viera vestida de colegiala y si se encontraba con algún vecino que extrañado le preguntara algo siempre podía decir que iba a una fiesta de disfraces o convención de animes o algo por el estilo.

A Carolina le encantaba su viejo uniforme de secundaria, lo saco de su percha y se empezó a cambiar. La blusa le ajustaba un poco en los pechos, que se habían desarrollado desde su época colegial y la pollera tableada escocesa le quedaba a medio muslo, la usaba corta ya en sus épocas colegiales pero viendo como usan hoy las colegialas sus polleras no era nada del otro mundo .Se miró en el espejo y quedo satisfecha con lo que vio, completo su atuendo con una corbatita escocesa y unas medias blancas con zapatos negros parecidos a los que usaba en el colegio.

No quería parecer una putita, su pelo largo y cara aniñada favorecían su imagen de colegiala y Carolina sabía bien que nada enloquecía más a un hombre maduro que una chica vestida de colegiala. Tomo su mochila y salió a la calle.

Había pensado dirigirse a la plaza distante dos cuadras de su casa y encontrar algún maduro que se interesara en ella, al cruzar la calle desde un camión le gritaron groserías pero era algo habitual, también le decían groserías cuando no iba vestida de colegial.

Llego a la plaza, busco sentarse en un banco y saco su celular para entretenerse. Era un día muy nublado, amenazante de lluvia y había realmente muy poca gente en la plaza. Carolina no se decepciono, aunque no hubiera nadie solo el hecho estar allí sentada como una colegiala la excitaba.

A los pocos minutos la chica vio que se acercaban caminando dos viejitos, un hombre y una mujer, parecían pareja, de unos sesenta y tantos años, y al llegar cerca se sentaron en un banco que estaba justamente enfrente a donde estaba sentada Carolina.

La chica los miro curiosamente y lo primero que observo fue que el viejito la miraba fijamente y para su sorpresa también vio que la mujer la miraba con intensidad. La chica se movió en el banco y cruzo las piernas, al hacerlo su pollerita se subió aún más y sus piernas quedaron casi desnudas para la visión de la pareja que miraba con atención a la joven.

Carolina guardo su celular en la mochila y disimuladamente miro a los viejitos, vio que la mujer entreabría su boca y se pasaba la lengua por los labios mirándole las piernas mientras el viejito también la miraba sin disimular su cara de lujuria.

La chica se empezó a excitar, el hombre maduro era lo que buscaba pero la situación era más morbosa de lo que pensaba, ella no había estado nunca con una mujer y menos con una mujer tan mayor como esa, sin embargo la excitación y el morbo la estaban consumiendo. Se puso una mano en un muslo y se acarició lentamente y miro sin ningún disimulo a la pareja mayor, hizo como que se acomodaba la pollera y siguió tocándose el muslo.

Carolina vio que el hombre le dijo algo a la mujer, esta asintió y se levantó para acercarse a donde ella estaba, al estar frente a ella le dijo "Discúlpame nena el atrevimiento pero te vimos acá sentada y como está por llover, si querés, venite con nosotros a casa que es en la esquina, así no te mojas".

Carolina quedo sorprendida por como la mujer la había encarado, en ese momento una gruesa gota de agua cayo en su pierna y luego otra. Carolina se levantó y le dijo "Bueno, gracias, por lo menos me refugio hasta que pare de llover".

Se encaminaron hacia la casa de la pareja, Carolina sintió que al cruzar la calle, la mujer la tomo de la cintura diciéndole "cuidado que acá pasan muy rápido los coches" manteniéndole la mano en la cintura hasta que llegaron a la casa. En ese momento se desato una furiosa lluvia dándole tiempo a los tres de entrar y ponerse a salvo del aguacero.

La chica paso hacia lo que era el living y la mujer la invito a que se sentara en un amplio sillón mientras le decía al hombre "traele algo para tomar, Fermín".

Carolina se sentó y la mujer se sentó a su lado, le dijo que sabían que iba a llover fuerte y les había dado pena verla allí sentada y por eso la invitaron a su casa, la chica le agradeció viendo como la vieja le miraba las piernas, su pollera se había subido tanto que prácticamente tenía todas las piernas desnudas y la mujer no se perdía detalle.

El hombre volvió trayendo un vaso con refresco para Carolina que lo acepto y bebió un trago. El viejito se sentó también al lado de Carolina y empezó a mirarla en forma intensa mientras ella bebía. La mujer dijo "No fuiste al colegio hoy nenita?" "Es que no vino un profe y me fui a la plaza un rato" mintió Carolina.

La mujer le dijo "Tenés que tener cuidado porque a esa plaza a veces van degenerados y si ven una nenita tan linda como vos y solita capaz que te hacen algo".

Carolina le devolvió el vaso al hombre mientras se daba cuenta que tanto la mujer como el hombre están sentados casi pegados a ella. La mujer dijo "sos muy linda" y puso una mano sobre el muslo izquierdo de Carolina y empezó a acariciarla. La chica no dijo nada y la mano de la mujer siguió acariciándola, ahora dijo, con voz enronquecida "mira que linda que es Fermín" y de inmediato la mano del viejo se posó en la otra pierna de la joven, sobándola lentamente.

Carolina empezó a excitarse y sintió que se mojaba entre las piernas, los dos viejitos la estaban acariciando sin pausas, sentía las manos mientras subían y bajaban por sus piernas, cada vez con más entusiasmo, bajaban hasta sus pantorrillas y subían de nuevo para darle deliciosas caricias a sus muslos.

La mujer dijo, mientras le terminaba de subir del todo la pollerita, "me di cuenta que estabas buscando coger nenita" y le empezó a acariciar con los dedos la conchita por sobre la tanguita de la chica. Carolina empezó a suspirar de placer y entrecerraba los ojos, la mujer se inclinó sobre la entreabierta boca de la chica y paso su lengua sobre el labio superior de la chica y luego sobre el inferior rozando apenas la lengüita que Carolina empezaba a asomar hasta que le metió la lengua dentro de la boca y se entrelazaron las lenguas al tiempo que los agiles dedos de la vieja se metían por el costado de la tanguita y se metían dentro de la mojada concha de Carolina.

A todo esto, el viejo seguía sobando las piernas de la chica, viendo como la mujer dedeaba la conchita de la pendeja mientras se comían la boca a lengüetazos, la chica demostraba estar bien caliente y el hombre ya estaba deseando cogérsela de una vez.

Se levantó y tomando de un brazo a la chica la levanto separándola del besuqueo con la vieja, que también le saco los dedos de la concha. El viejo empezó a sobarle los pechos sobre la blusa, como desesperado viendo que la chica no tenía sostén se puso a desabotonarle la blusa hasta que se la saco con corbatita y todo, quedando al aire las redondas tetas de Carolina. El viejo se metió un pezón en la boca y lo empezó a mamar con desesperación, su verga ya estaba dura como una piedra.

La mujer dijo "vamos a llevarla al cuarto" y entre los dos la arrastraron tocándola por todas partes al dormitorio. Carolina estaba disfrutando al máximo con los dos viejitos, la mujer la había llevado al borde del orgasmo y el viejito estaba con una erección visible aun con el pantalón puesto.

Mientras el hombre seguía disfrutando de las tetas de Carolina, la mujer se puso a quitarle la pollera y la tanga… Se puso por detrás de la chica y empezó a acariciarle las nalgas, pasándole los dedos por la raja entre las nalgas y siguiendo su caricia hacia la encharcada conchita de Carolina.

La chica gemía de placer, por delante un maduro bien maduro le comía las tetas y por detrás una vieja le sobaba las nalgas y la concha, ya estaba deseando que el bulto que el viejo frotaba contra sus piernas se metiera dentro de ella.

Carolina dijo, con voz lujuriosa al oído del viejo, para ponerlo aún más caliente "te gusta coger colegialas, te gusta chuparles las tetas y cogértelas verdad?"

El hombre al borde de la locura la beso con ardor en la boca, enlazando la caliente lengua de esa pendeja que lo estaba enloqueciendo. Se apartó para sacarse el pantalón y el calzoncillo, mostrando una erección que hacía mucho no tenía.

La mujer tomo la chica por la cintura y la acostó en la cama, le acaricio los muslos nuevamente, le saco los zapatos y medias para dejarla totalmente desnuda, se puso sobre la joven abriéndole las piernas y empezó a comer a lengüetazos la mojada concha de Carolina.

El viejo observaba, parado al borde la cama, como la chica gemía de placer y se contorsionaba mientras la mujer la chupaba sin pausas, abriendo a lengüetazos los labios vaginales llegando hasta el clítoris, en un momento volvió a introducirle dos dedos mientras su lengua seguía estremeciendo a la chica.

Carolina sintió que estaba teniendo un orgasmo mientras la mujer le hacía sexo oral, nunca había imaginado el placer que le podía dar una mujer a otra mujer. El viejo se subió a la cama, estaba a punto de explotar y no podía esperar más.

La mujer se separó de las piernas de la chica para ver como el viejo se cogia esa belleza. El viejo, sorpresivamente tomo a la chica de la cintura y la puso boca abajo. Le acaricio las nalgas y Carolina se dio cuenta lo que quería, el viejo le dijo "Si pendejita me gusta coger nenitas como vos, me gusta cogerlas por el culo" y antes que la chica pudiera hacer algo sintió como algo duro se le metía por atrás, venciendo con fuerza la resistencia del esfínter y metiendo la cabeza de su pito dentro de las entrañas de la chica. Carolina grito de dolor pero el viejo empujo de nuevo y ahora el dolor se acrecentó, era como que le metieran una viga de acero ardiente en el culo, De nuevo el viejo embistió y ahora toda su verga se alojó dentro del estrecho orificio de la chica. Empezó a culearla de a poco, venciendo la resistencia de esas apretadas paredes y volviendo ahora mucho más placentero para Carolina el vaivén con el que el viejo la cogia. Llego un momento en el que no fue posible para el viejo aguantarse más y en medio de un gutural gruñido acabo en el culo de la chica.

Al cabo de un rato, ya repuestos los viejitos, le dijeron a la chica que ya no llovía más, que había sido un gusto dejar que se refugiara con ellos y que cuando quisiera podía irse. Carolina les agradeció y les dijo que había pasado muy bien. "Espero verlos de nuevo en la plaza" y se fue a su casa.

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