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La desconocida (Capítulos 1 y 2)
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Tiempo de lectura: 6 minutos

Era la merendola de tarde donde un grupo de chicas pasaba el rato, unas viendo la TV, otras charlando en la terraza y el resto atracando el frigorífico y los embutidos. En el caso de Tania Garzón, de 19 años, vaivenía por el piso con un vaso de ponche en la mano.

Miró la hora.

-Mierda…

Enseguida la llegaron gimoteos profusos al fondo de un pasillo, en una habitación apartada y casi en penumbra donde dos chicas se comían a besos casi subida una de ellas en una mesa. Natalia Peña, con la falda subida y las bragas bajadas, mientras la hermosa desconocida la inmovilizaba contra la mesa a base de besos, tirones de pelo y mucho frotamiento corporal. Natalia goteaba flujo de lo excitada y receptiva que estaba, de ahí que la desconocida procediera a la penetración manual vía vagina.

-Oye, Tania, ¿qué haces ahí? –la vio Olga Palmeral al fondo del pasillo.

-Sssssh –con señas Tania la hizo callar y que se acercara en silencio.

-¿Qué pasa?

-Eso es lo que pasa –la invitó Tania a que mirara.

-La madre que parió… -susurró Olga viendo el panorama-. Será puta la Nati…

-¿Quién es la otra? ¿La conoces?

-No es del grupo. Esa golfa se ha colado, pero está más rica que el pan con aceite de oliva… bufff… madre mía cómo le mete los dedos… esta sabe… seguro que es puta…

-Nati está que se corre de un momento a otro. No sabía que fuese tan zorrón –reía Tania.

-Y tan afortunada. Ojalá que yo estuviese yo ahí.

-¿Eres lesbiana, tía?

-¿Lo dudas? Me he follado a todas mis amigas y tengo una colección de 23 follamigas. ¿Tú no lo eres?

-No sé…

-Pues prueba y alucinarás. Solo tienes que ver a esas dos de ahí. ¿Tú crees que lo pasan mal?

-Veo que no.

-Mmmmm… bufff… -no dejaba de mirar Olga la escena tan sexual y hot.

Los gemidos de Natalia fueron a más y la desconocida la tapó la boca con la mano mientras daba las últimas pinceladas a la masturbación.

-Joder, qué envidia… mmmmm… –se metió Olga la manita por dentro de sus bragas.

-¿Qué te pasa? –rio por lo bajo Tania al verla.

-¿Quieres saberlo? Ven –tiró Olga de ella y la llevó a una habitación contigua.

-Oye, yo no sé qué… -pero Olga se abalanzó sobre ella como una leona en celo y la calló con un beso apasionado. Un beso que duró cinco minutos mientras de fondo, al otro lado de muro, se podían distinguir los alaridos ahogados de Natalia.

Al sexto minuto, Olga se bajó las bragas…

-Ahora entiendes qué me pasa.

… y se abrió de muslos en un sofá.

-Olga, yo nunca he hecho… ¡Pero qué coño! –se arrodilló Tania para deslizar su lengua por la cavidad fina y preciosa de Olga.

-¡AHHHH, COÑO! –dio Olga un respingo y encorvó al espalda de puro placer.

-Ahhhh… ¿Qué ha sido eso? uuuuuy… –lo escuchó Natalia al otro lado.

-Quien sea te va a adelantar. ¿Lo vas a permitir?

-AHHHH no…

-Pues venga, preciosa, a correrte como una campeona…

-Ohhh, sí…

-No me decepciones o te marco el culo a manotazos.

-¡¡JOOODER!! –se volvió a escuchar el grito de Olga.

-¿La escuchas? Te va a pillar en un minuto, así que pon el turbo al coño.

Natalia separó más los muslos, sacó el culo un poco más y apoyó mejor las manos en el filo de la mesa.

-Eso es… así me gusta, Nati… -besó la desconocida su nalga derecha.

-¡Dale! Yo sé quién es esa golfa que chilla. Se llama Olga. Se folló a mi novia hará un año y no voy a consentir que se corra antes que yo. ¡Dame duro!

-Hecho.

-¡¡OSTIAAA PUTA!! –despotricaba Olga sin disimulo.

-AHHHHH, JODER –berreaba Natalia con desmesura.

-Le quedan 30 segundos, Nati –la avisó la desconocida.

-AHHHH puedo… puedo hacerlo… DAME MÁS…

-¡¡MADRE MIAAAA!! –gritaba Olga extasiada de placer.

La desconocida propinó un bofetón en el culo de Natalia.

-¡Auu!

-¡Córrete ya!

Un segundo guantazo en las nalgas.

-¡AYYY!

-¡HAZLO!

-¡Ya! ¡¡Ya viene!! ¡¡YAAAAAHH!! –clamó Olga a los cielos.

Y al tercer manotazo, el más duro de los tres, Natalia pegó una corrida que la llevó al extremo del placer. La desconocida mantuvo los tres dedos quietos dentro mientras Natalia alcanzaba un orgasmo delicioso.

-¡MIERDAAA PUTAAAAA! –en ese momento Olga se corrió también en la habitación de al lado con orgasmo y eyaculada chorreante.

Luego silencio, calma y jadeos.

-Sabía que tu coño era mejor –sonrió la desconocida. Natalia giró el cuello buscando sus labios y germinó un beso precioso.

-Tu dinero está ahí. Mañana te llamo y quedamos otra vez, ¿vale?

-Tú pagas. Tú mandas. Voy a sacar los dedos. No muevas el culo –cogió la desconocida una probeta vacía preparada por ella-. ¿Ya?

-Ya, venga.

-Una… dos… ¡y tres! –sacó los dedos y enseguida colocó la probeta debajo para recoger todo el flujo eyaculatorio que se derramó como una pequeña cascada-. Espera… no te muevas, joder… -la probeta de laboratorio se fue llenando hasta el borde. Unas gotitas más y todo quedó almacenado dentro-. Buena chica –soltó un cuarto bofetón en el culo de Natalia, el más doloroso de todos al estar la piel enrojecida y los poros abiertos.

-Auuuu, coño…

-Me quedo tus bragas y tu eyaculada. Anotaré en el bloc de mi móvil tu nombre, apellidos y hora de la eyaculada, para etiquetar la muestra.

-Joder, qué pervertida eres. Me encantas.

-Venga, bájate la falda y tápate ya, so guarra –rio la desconocida mientras salía de la habitación, pero antes se pasó por la contigua. Olga debía ser la que estaba despatarrada en el sofá, sin moverse y tan exhausta que se quedó dormida en postura parturienta. La desconocida se arrodilló frente a su zona genital viendo que la vulva aún se contraía y se abría como resultado de un magnífico sexo oral.

-No te preocupes. Lo tengo todo aquí –apareció Tania desnuda y con la eyaculación de Olga en otra probeta prácticamente llena.

-Buen trabajo –la besó la desconocida-. ¿Y sus bragas?

-Aquí. Restregadas y sucias –las enseñó Tania en la otra mano.

-¡Choca! –le dio la desconocida una palmada de colegas-. Esto es lo tuyo –le pasó unos cuantos billetes.

-Genial. Ya tengo para tampax –rio Tania.

-Tráeme mi neverita para guardar las dos muestras. ¿Me has pasado por whatsapp los datos? ¿Nombres, apellidos y hora?

-Todo. Tranquila.

-Mientras me traes la neverita, yo hago las etiquetas.

-¿No te apetece follarme?

-De ti tengo tres eyaculadas etiquetadas y cinco bragas. Busco chochitos nuevos.

-¿Y si te consigo chochitos nuevos me follas?

-¿Aquí? ¿Esta misma tarde?

-Hay una. Rocío Velázquez. Me folla con la mirada. Dame 20 minutos y tendrás su eyaculada y sus bragas.

-¿20 minutos? Joder. Yo lo hago en menos.

-Vale. 10.

-5.

-¿5? ¿Cómo?

-Viólala. En el baño. La puerta tiene pestillo por dentro.

-Pedirá auxilio. Gritará.

-O puede que le guste y se deje si eres tú. ¿Qué pasa? ¿No hay coño?

-Cinco.

-Así me gusta. Con un buen par de ovarios. Vete al baño así mismo. Haré que la gacela vaya a la leonera.

-Te amo, joder –la besó Tania con pasión salvaje.

-Venga, coge una probeta nueva y ya sabes lo que hacer.

-¡Choca!

-¡Yeahhhh!

-¿Rocío Velázquez?

-Sí, soy yo.

-Te llaman.

-Ah, voy.

Así de sencillo fue. Rocío siguió a la desconocida hasta el cuarto de baño. Pese a la extrañeza del sitio, Rocío entró con ella donde esperaba Tania desnuda y muy puta.

-¿Qué es esto? –Rocío se quedó entre una mezcla de perplejidad y excitación.

-Toda tuya, Tania –cerró la desconocida la puerta pero quedándose apoyada para evitar un escape.

-¿Te gusta lo que ves, Rocío? –posó Tania como una ramera rumana de polígono.

-Sí… quiero decir, que no, que quiero irme.

-A mi nadie me rechaza, que lo sepas.

-No es eso, es solo que… -un bofetón en la cara de Rocío la calló y la dejó aturdida, tiempo precioso para que Tania la arrancara la blusa y las bragas. A todo esto, la desconocida lo grababa todo con la cámara de su móvil.

Una vez desnuda y desprovista de la ropa, Tania la inmovilizó contra una pared alicatada y empezó a besarla y chuparla las tetas. Las hormonas en efervescencia de Rocío indicaban que no solo le gustaba sino que le apasionaba aquel juego enfermizo. Tania lo comprobó vaginalmente con su mano.

-¿Te gusta que te violen, cariño? –seguía Tania con sus lametones y roces.

-Mmmmm… si…

-Date la vuelta, zorra… eso es… saca el culo… más, joder… así me gusta… separa los muslos… ¡más, coño! Como si fueras a mear en la calle… ¡eso es! Vaya culo tienes, hija. –Y Tania le pegó una primera bofetada.

-¡Ay, coño!

-Dale más fuerte –exigió la desconocida.

Y más fuerte que le dio.

-¡AUUUU!

-Comprueba –pidió la desconocida.

Tania colocó la mano en el entremuslo y palpó el clítoris.

-Auuuuu, coño… -sintió Rocío un latigazo de placer al sentir la yema de los dedos ahí.

-Dos más y se va –calculó Tania.

-Pues dale.

Y otra vez el culo de Rocío recibió un arreo con la mano…

-¡Ayyyyy, coño!

… soltando un gemido más que un grito.

-Prepara –avisó Tania.

La desconocida se colocó de rodillas junto a Rocío.

-Date prisa que se nos corre sola.

La desconocida colocó la probeta entre pierna y pierna.

-Cómo está la Rocío, coño –admitió ella impresionada-. ¡Dale ya!

-Espera, espera, espera, no, no… -suplicó Rocío pero fue inútil. El violento manotazo que recibió la hizo correr de forma salvaje. Ella misma se cogió el coño de gustazo.

-Quita la mano, coño –le dio Tania un manotazo.

-Me corro, ostias…

-Ya lo sabemos, querida –reía Tania.

Y la eyaculada de Rocío se fue depositando chorro a chorro en la probeta con coágulos de sangre y restos de regla.

-Mmmmm, premio –se sintió la desconocida satisfecho por eso mismo.

-Joder, yo dejé de menstruar hará dos días –comentó Tania.

-La tendrá más propensa. Buena chica –besó la desconocida su culito lechoso y azotado, y dio por finalizada la transferencia eyaculatoria.

-¿Me la puedo follar? –suplicó Tania.

-Claro, llévatela a la cama del fondo. Nadie os molestará.

-Camina, zorra –la empujó Tania fuera del cuarto de baño. Fuera esperaba una chica para mear y se quedó impresionada al verlas salir desnudas-. ¿Qué miras, cabrona?

-Nada, nada.

-Ah, creía. Pues ponte a mirar a tu puta madre.

La chica las vio alejarse por el pasillo en pelotas y Rocío casi corriendo para llegar a la cama de inmediato.

-¿Te gusta lo que ves? –se aproximó la desconocida a la chica.

-¿Cómo? Oh, no, yo…

-¿Te gustaría hacer un trío con ellas dos?

-¿Puedo?

-¿Y no prefieres esto? –enseñó la desconocida sus tetas firmes y rectas.

-Joder…

-Lo sé –rio.

La desconocida se subió la minifalda para luego quitarse las bragas.

-Sigue mi culo precioso –se alejó con un contoneo de nalgas que quitaba los sentidos.

-Claro –fue la chica detrás babeando.

-¿Cómo te llamas?

-Andrea.

-¿Andrea qué más?

-Andrea Contreras.

-¿Y el segundo apellido?

-Andrea Contreras del Olmo.

-Es por esa puerta. Vete quitando las bragas y me las das. Por cierto, ¿qué hora es?…

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