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Tiempo de lectura: 5 minutos

Mi nombre es Javier, y esta es mi increíble historia.

Un día estando en un bar me encontré con un amigo llamado Esteban que ya tenía tiempo de no ver.

Después de platicar por un largo rato, nos pusimos al día.

Me comentó que estaba saliendo con una chica muy atractiva llamada Sheila, y que querían hacer algo un poco loco.

– Estamos pensando en grabarnos teniendo sexo.

– Que bien, háganlo

– Si, de hecho ya lo hicimos pero no nos gustó. El video sale muy movido.

– Si, me imagino porque -Respondí riendo.

– Realmente no tenemos a nadie de confianza. Si te pidiera el gran favor de grabarnos ¿lo harías?

– Mmm, ¿qué? ¿Estas bromeando? -Pregunte sorprendido.

– No, es en serio Javier. Si quieres hasta puedo pagarte.

– No, no ¿cómo crees? Si es que los grabó, sería solo como un favor.

– Sí, anímate. Será divertido para todos ¿no crees?

En ese momento, no sabía que pensar. Si debía hacerlo o no, pero me insistió y terminé por acceder.

El gran día llegó. Toqué el timbre y me recibieron muy bien arreglados.

– ¿Estas nervioso? -Me preguntó Sheila después de que habernos sentado en la sala

– Si, algo ¿ustedes no?

– Si, mucho -Me respondieron casi al mismo tiempo.

Los tres sonreíamos de forma un poco nerviosa y de pronto el silencio invadió la sala.

– ¿Les parece bien si comenzamos? -Nos preguntó Esteban

– Si -Respondimos Sheila y yo.

Nos dirigimos a su alcoba y ellos comenzaron a besarse y a quitarse la ropa poco a poco mientras yo los grababa. Sheila quedó en un minivestido semitransparente de lencería y zapatillas negras mientras le hacía el sexo oral a Esteban. Poco después Sheila se recostó en la cama y se abrió de piernas para recibir los besos y caricias de su novio.

Esteban hizo a un lado su pantaleta para poder decirle cuanto la amaba usando solo sus labios y su lengua. Sheila comenzó a jadear. En ocasiones yo grababa sus gestos de placer, en otras grababa lo que sucedía ahí abajo en su entrepierna. Esteban le retiró a Sheila las pantaletas con cierta ternura y se introdujo dentro de ella mientras Sheila empezaba a gemir de forma muy sexy y erótica.

-Ahhh, ahhh, ahhhh Si, así, rico, dame rico Esteban -Alcanzaba a decir ella mientras ponía sus ojos en blanco y gemía.

Mientras los grababa pude notar que los pezones de Sheila estaban erectos y que sobresalían a través de su lencería. Al parecer Esteban no quería que Sheila apareciera completamente desnuda en el video, quizás para que yo no pudiera verla. Yo estaba tan cerca de ellos que Sheila me tomó del antebrazo con fuerza mientras Esteban la hacía suya con una gran pasión. De pronto él salió de ella y empezó a derramarse sobre el vientre caliente de Sheila mientras ella lo ayudaba con su mano. Ellos sonrieron de satisfacción y se besaron.

-¿Salió bien el video? -me preguntó Esteban emocionado

– Si, todo salió muy bien -Le respondí un poco agitado.

Debería de ir al baño a masturbarme, me siento muy excitado, pensé. Sheila percibió mi desconcierto. De pronto, dijo algo, como si me hubiera leído la mente.

-Esteban, te amo y tú lo sabes. -Dijo mirándolo a los ojos- Pero ¿por qué no dejas que el también disfrute?

El la miró extrañado, casi molesto. Una leve discusión amenazaba con aparecer. Entonces me pidieron amablemente que los dejara un momento a solas. Salí del cuarto y cerré la puerta. Aun así podía escuchar lo que decían.

– ¿Acaso quieres acostarte con él? ¿Por qué? ¿Te gusta?

– Él está haciendo un gran esfuerzo por grabarnos y aunque no lo creas él también se excita. Nos está haciendo un favor que no cualquiera haría. No se me ocurre otra forma más adecuada de agradecérselo.

– Pero él no debe participar de esa forma. -Reclamó Esteban.

– Si te refieres al plano sexual, ya está participando al estarnos grabando tan de cerca.

Después de una larga pausa, Esteban dijo:

– Mmm, ok, entiendo… no está bien que él se quede simplemente mirando, pero cuídate por favor. Yo no quiero ver.

Entonces me llamaron y entré.

– Que ya no te martiricemos más, dice Sheila. -Me dijo Esteban resignado.- Por favor usa condón, yo iré por un trago. Que la disfrutes amigo para que veas que soy compartido.

No podía creer lo que escuchaba. Entonces nos dejó a Sheila y a mí solos en la habitación. Lo primero que hizo Sheila una vez que Esteban se había ido fue quitarse la lencería para mostrarme los senos sin reparo alguno.

– ¿Qué opinas? ¿Te gustaría que nos portemos mal un ratito? -Me dijo al tiempo que enredaba mi cuello entre sus brazos rubios.

Poco después me quitó el pantalón y comenzó a acariciar mi miembro ya de por sí erecto con sus suaves manos, hasta que se lo metió a la boca.

– No creo aguantar mucho -Le dije al tiempo que jadeaba.

– Está bien niño guapo, vente. -Me dijo mientras me acariciaba de arriba a abajo con su mano.

De pronto, las primeras gotas comenzaron a salir expulsadas con fuerza de mi pene cayendo en sus labios rojos, seguido de una gran cantidad de semen. Ella saboreaba con su lengua aquel líquido espeso que había alcanzado entrar en su boca.

– Vuelvo enseguida -Me dijo sonriendo y se metió al baño a lavarse la cara.

Al salir me dijo se acercó a mí y comenzamos a besarnos.

-Tengo tantas ganas de ti desde que te conocí aquel día. Hazme tuya Javier, ya no aguanto.

De pronto me abrió las piernas y me acerque a su vagina para besarla y hacerle el amor con mi lengua. Sus labios menores estaban salidos y su vagina entreabierta debido a las penetraciones previas de las que había estado gozando. Ella no paraba de acariciarse los pezones mientras me la comía con la lengua, inundando la habitación con sus sexys gemidos. Poco después me coloqué el condón y me acerque a su entrada húmeda.

– Espera ¿No te quieres llevar un recuerdito? -Me preguntó al tiempo que me pasaba la videocámara.

Entonces cambié la cinta y comencé a grabar mientras la penetraba. El hecho de pensar que lo estaba haciendo con la novia de mi amigo me excitaba aún más.

-Ah, Ahhh… rico Javier… rico, dame rico. -Balbuceaba entre gemidos.

Después de estar cogiendo así por un rato, sentimos la necesidad de cambiar de posición.

-¿Me harías un perrito? Esa posición me encanta -Me dijo suplicante.

Atento a su solicitud como un caballero que soy, me coloqué detrás de ella. En una mano tenía la videocámara y con la otra la sujeté con fuerza por la cintura. Poco a poco mi miembro húmedo y erecto se abría paso entre sus labios menores, ya de por sí entreabiertos. Empezamos a tomar ritmo. Mi pene entraba y salía dentro de ella, mientras sus nalgas blancas golpeaban mis muslos.

-Ahhh, ahhh rico, rico Javier, que rico… dame rico, dame duro, ahh, ahh -Decía entre bellos gemidos.

Yo no dejaba de darle lo que me pedía una y otra vez. Yo resbalaba tan, pero tan rico dentro de ella, como si fuese un tubo bien lubricado. La vista que tenía de su trasero curveado era fantástica, y lo mejor es que lo estaba grabando.

– ¿Rico Sheila? -Le decía para excitarla.

– Ahh, si Javier, rico, muy rico. Ahh… ¡Me encanta como coges!

– Estas buenísima, buenísima -Volví a decirle mientras le hacía el amor por detrás.

– Ahhh, ahhh, disfrutalo guapito, disfrútalo ¡Mi culo es tuyo!

Y así lo hice, disfrutarlo y disfrutarlo hasta que no aguanté más. La vista que tenía de sus nalgas me excitó demasiado y volví a venirme, esta vez dentro de ella y del condón. Salí de ella despacio y me acerqué a su trasero. No pude evitar la tentación de llenarlo de besos y caricias, desde la cintura hasta sus zonas más íntimas. Sheila volteó a verme sorprendida, casi agradecida. Nunca olvidaré su mirada de satisfacción hacía mí.

– Rápido, saca la cinta y escóndela para que te la lleves. -Me dijo sonriendo.

Nos recostamos un momento, y mientras platicábamos de lo rico que había estado, llegó Esteban.

– Veo que han terminado ¿Estuvo rico? -Nos dijo un poco serio.

– Será mejor que me vaya. Aquí está la cinta. Gracias por "todo" -les dije.

– No, gracias a ti por tu ayuda. Esperamos que la hayas pasado bien tanto como nosotros -Me dijeron los dos ya más relajados.

– Si, mucho. Muchas gracias -Les agradecí.

Cuando me dirigía a la puerta Esteban me dijo:

– Javier, si volvemos a pedirte que nos acompañes ¿contamos contigo?

– Claro que sí -Les dije emocionado.

Poco después se acercó Sheila y se despidió de mí con un beso en la boca.

FIN

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