Los sentimientos, las sensaciones y placeres que se viven compartiendo a la esposa de uno es algo que no se puede describir fácilmente y quiero compartirlas con todos los que de alguna manera también sientan lo mismo que yo. Por ello, quiero comenzar esta historia aclarando puntos que considero importantes para un buen inicio; primeramente lo que leerán a continuación es la historia real de las experiencias vividas con mi esposa con la única salvedad de los nombres cambiados de todos los involucrados. También es importante que sepan que no soy escritor así que desde ya pido disculpas por los errores que cometa y finalmente quiero decirles que no me arrepiento de nada, en otros relatos que he leído veo que muchos casos terminan mal algunas veces. Ese no es mi caso: gozamos con mi mujer al 100% de todo lo que experimentamos y seguimos juntos a la fecha, con ganas de seguir probando cosas nuevas.
Dicho esto, es necesario además una presentación de nosotros; mi nombre es Mario, tengo 45 años y soy representante de una empresa dedicada a importaciones. Gano lo suficiente para tener una vida cómoda sin apuros y soy casado hace 4 años con Vanessa. Ella tiene 37 años pero no los aparenta, y permítanme tomar unas líneas para describirla y contarles más de ella… es importante. Vane mide 1,65 m y por los ejercicios que hace regularmente mantiene una figura envidiable para su edad. Es dueña de una belleza exótica: cabello ondulado a los hombros, ojos pardos grandes, labios carnosos y es dueña de un par de senos que, aunque no muy grandes, recalientan a cualquier mortal. Todo esto, sumado a sus grandes y oscuras aureolas que siempre se asoman "inesperadamente" por su escote… no saben cómo atrae las miradas de los hombres en la calle y arranca uno que otro comentario subido de tono que ya he sabido con el tiempo soportar, cada vez con más gusto. Sus contorneadas piernas se realzan cuando usa tacones (eso me vuelve loco) y ambas son el marco perfecto para su trasero que a más de uno ha dejado boquiabierto en la calle, lo heredo de su madre y parece que está en los genes de todas las mujeres de su familia. Dos cosas me gustaron de ella desde el primer momento en que nos conocimos: su culo de campeonato, por supuesto, y sobretodo el hecho de que además es una exhibicionista de primera… y a mí para nada me desagrada ello, por el contrario: me recalienta que vaya por ahí atrayendo miradas.
Ahora yo la incentivo a usar minifaldas y mostrar su cuerpo porque si, he descubierto hace pocos meses que me excita sobremanera verla exhibida a los demás. Verlos babear por ella, me calienta sobretodo el que la deseen y se la “coman” con los ojos hombres de todo tipo pero principalmente de manera especial aquellos que sé que no podrían tener y gozar de una mujer como la mía. Creo que me entienden sobre todo aquellos a los que también comparten esta afición… mientras más extrema sea la situación es mejor. Quien pensaría que todo el tiempo antes de descubrir este placer yo era un celoso empedernido y más de un problema me gané por ello. Ella siempre fue muy regalona y coquetea incluso sin quererlo por su carácter y forma de ser… ya me entenderán porque más adelante, más bien sigo; no tenemos hijos pero ella tiene una hija de 14 años que actualmente vive con su abuela por cuestión de estudios en la capital. Es producto de una relación anterior y creo conveniente contarles un poco de su vida antes de yo conocerla. Ella desde muy jovencita tuvo ese cuerpo y le encantaba bailar, tenía un grupito de amigas con las que soñaban con ser famosas y se presentaron de muy chiquillas a un concurso de coreografías en televisión nacional a fines de los años 90, cuando tendrían 15 o 16 años. El asunto es que ganaron y les ofrecieron un contrato de baile en un programa de música tropical en televisión; la madre de Vane tuvo que autorizarlo a ruegos de ella y finalmente comenzó una muy activa y movida etapa de bailarina. Yo veía esos programas por aquel entonces y todas las bailarinas vestían prácticamente bikinis con una faldita corta de vuelo que al girarla hacía que mostrara todo y justo los camarógrafos parece que competían por hacer las tomas desde abajo y muy de cerca. Con lo que comenzó ganando fue ayudando en casa porque el dinero faltaba y la cosa así fue mejorando; ya cuando cumplió la mayoría de edad, Vane era conocida y en la calle dice que hasta la saludaban y le pedían que se tome fotos con los tíos que la abordaban muy efusivos. Así empezó una etapa en la que era llamada por los diarios populares para sesiones de fotos y ponerlas en sus contraportadas, ahora me parece increíble que años más tarde una de las muchas chicas que salían en esos diarios y yo admiraba sería mi esposa. Su fama y belleza la impulsó más, porque en TV las chicas bailaban en faldita y poca ropa pero en estas fotos eran mucho más atrevidas: posaban en topless sin dejar mucho a la imaginación y en poses realmente sugerentes. Parecía que entre los diarios y las chicas competían por quién llegaba más al límite de lo permitido para publicar en tiraje nacional y poder poner a la vista en los kioskos y puestos para los mañosos; las más buscadas y admiradas por los lectores eran convocadas por empresas para su publicidad gráfica y los famosos calendarios. Vane fue una de ellas y no faltó centro de servicio para autos, lubricantes y aceites de vehículos, empresas de transportes etc., que no la tuviera en sus fotos promocionales y los buscados calendarios de los primeros años del nuevo milenio. Con lo que llegó a ganar, Vanessa ayudó en casa y pudo pagar sus estudios de secretariado que gracias a Dios pudo culminar y ejercer paralelamente a su faceta de modelo y bailarina. En esos años tuvo una relación con un empresario de espectáculos y fruto de esa relación tuvo a su hija; por esta razón, y ante la llegada de una nueva generación de chicas más jóvenes y cada vez más atrevidas, Vane dejó voluntariamente todo eso para dedicarse a trabajar como secretaria y madre tiempo completo alejándose para siempre de ese medio. Siempre le gustó y hasta ahora le trae nostalgia recordar aquellos años sobre todo cuando ve sus recortes, recuerdos o sus álbumes de fotos.
Volviendo al presente, comprenderán su esencia coqueta-exhibicionista, por años fue admirada en escenarios y le queda ese gustito, también debo indicar que de aquellas chicas de la farándula se hablaba que eran mujeres de la vida fácil y que por dinero hacían más de lo que se veía pero eso es algo que nunca conversamos ni me interesaba cuando la conocí. Y vaya que me impactó cuando la conocí, fue en el consultorio de mi dentista un día que esperé casi una hora por mi turno. Ella se encontraba sentada frente a mí, vestida con lo que se llama en toda regla un “putivestido” negro sin medias que al cruzar las piernas prácticamente se le subía hasta verle media nalga. Otra cosa que me fascinó de ella fueron sus pies, bien cuidados y enfundados en un par de zapatos negros de tiritas y tacón alto… en fin, estaba hecha un ensueño para cualquier fetichista como yo. Un señor como de 60 años junto conmigo éramos los únicos afortunados testigos del juego de ese monumento de mujer que sabía hacer muy bien aquello de provocar, siempre moderada y cuidadosamente como una experta. A ese señor y a mí se nos cayeron tantas veces las revistas al suelo en esa salita de espera que hubiera sido muy ingenuo e imposible de creer que el azar fue el que causó todo. A Vane le encanta atraer la atención de los hombres siempre, en todo lugar y momento, y que además sepan que no hace distinción alguna: viejos, jóvenes, estrato social no hay edad ni raza según ella cuando trata de insinuarse.
Tuvimos un noviazgo corto y en ese tiempo comencé sufriendo (y ahora gozando) con su juego cuando salíamos juntos a divertirnos: siempre vistiendo faldas cortas, falditas muy delgadas que traslucían su tanga o pantalones muy apretados, generalmente blancos, que dejaban traslucir sus colaless favoritas. Usa blusas de una talla menos que hacen que sus pechos casi revienten los botones y en más de una ocasión parecía que se le pasaba la mano por lo extremadamente puta que se le veía. Así pasando el tiempo, día a día, ella notaba como me calentaba esto y lo comprobaba con las largas e intensas sesiones de sexo que tenemos hasta ahora luego de sus “jueguitos”.
Ya de casados confieso que inicialmente me mortificaba pero ahora le he agarrado gusto y vicio al asunto; he incentivado y repotenciado un poco más su estilo y lo canalizo con el fin de que los resultados sean favorables para los dos: ambos quedamos, después de sus exhibiciones, muy calientes y tenemos unas sesiones de sexo que nos dejan completamente exhaustos y dormidos profundamente hasta el día siguiente. Le compro ropa provocativa, desde las medias, portaligas y tangas hasta zapatos de tacón y plataforma; blusas, vestidos y faldas que combinen haciéndola ver como colegiala calentona, secretaria hot y otros por el estilo. Ella FELIZ con todo eso… y yo ni hablar.
Llegar a este nivel no fue nada fácil, a poco más de tres años de casados pude notar que estábamos dando vueltas en círculo y que empezábamos a entrar en una especie de estancamiento sexual. No digo que el sexo llegó a aburrirnos sino que sentíamos, yo más en particular, que éste podía ser mejor. Ella siempre sensual en la calle hacía que discutiera con los hombres que a menudo se propasaban con frases cargadas de tono, así que el “click” en mi cerebro sucedió un día que fuimos a comprar muebles a la zona industrial directamente del fabricante, ella salió con un short de jean cortado muy arriba que se le veía el inicio de sus nalgas y un cargador fornido le gritó de arriba de un camión “mamacita sube, ese culo pide mi verga dile a tu marido que nos espere o que suba para que vea y aprenda a darte tu gustazo”. Ella lo ignoró haciéndose la molesta pero bien en el fondo que le hizo gracia, mientras me agarraba para no irme de manos. Sin embargo en mi cabeza se formó la escena de Vane con el tipo ese juntos y yo viendo… así empecé sin darme cuenta desde ese día a fantasear con aquello que a todos los hombres nos ha pasado por la mente y nos ha calentado en algún momento: como sería verla tener sexo con otro hombre. Cómo sería verla poseída por otro, verla comiéndose otra verga. En nuestras sesiones de sexo comencé de a pocos a incluir en nuestras pláticas eventuales "terceros", le susurraba al oído mientras la penetraba que algún amigo o conocido de ambos estaba presente haciéndose una paja viéndonos y le pedía que se la chupara. Vane se metía un dedo a la boca y lo chupaba como si de un pene se tratara, ronroneaba como gatita y eso me calentaba más y más. También pude notar que ella se movía más deprisa y se excitaba aunque no lo admitía. Poco tiempo después, a manera de sorpresa, compré por internet un consolador de gran tamaño (22 cm) completamente realista con forma de pene, con textura, venas y pigmentación hiperrealista; en fin, realmente parecía una verga más grande que la mía. Esperaría el momento justo para estrenarla, así que la tendría guardada pero lista.
La idea entonces de compartirla y poder verla con otro me carcomía el cerebro ya desde hacía mucho tiempo y creo que había llegado el momento de llevarlo a la práctica. Ella sin embargo no estaba, al parecer, muy entusiasmada con la idea. Una noche en la que platicábamos en la cama sobre nuestros gustos, placeres y fantasías se lo solté casi de golpe:
– Amorcito, anoche cuando lo hacíamos noté como te calentó más cuando te dije que Marcos (el muchacho que despacha en la tienda cerca de la casa) te pedía que se la chupes. Que estaba parado al lado nuestro mientras te penetraba y quería que lo satisfagas con esa boquita rica… ¿te calentó eso no?
– Hay bebito (así me dice) es que se te ocurre cada cosa…
– Pero te calentaste más si o no? Dime pues…
– Pues algo… si… un poco. ¿No te habrás molestado, no?
No podía creer que una mujer tan provocadora como ella se ponga tan a la defensiva con tocar ese tema, fingía mal o era cierto aquello de que solo le fascina "calentar" pero no el hecho de poder ir más allá, así su yo se lo pidiera. Desde esa noche comencé a sondear más el terreno y poco a poco fui incluyendo a más amigos y conocidos “virtuales” en la alcoba. Desfilaban por nuestra cama conocidos como el referido Marcos, Miguelito el canillita, Pedro el cerrajero/gasfitero/mil-oficios y hasta mi jefe Don Orlando que en una ocasión, con copas de más, me confesó que no pudo evitar ver y admirar ese trasero que se manejaba mi esposita. Esto lo supo Vane y le encantó que se lo admiren… pero nada más que eso. Por más que sembré el terreno, mis esfuerzos no dieron frutos inmediatos. Aun no sé si fue por la emoción y excitación del momento en que hacíamos el amor luego de una exhibición de ella en una reunión a la que asistieron mis compañeros de trabajo, que le mencioné al oído:
– Oscar te vio este hermoso culo toda la noche!! Eres una putilla descarada, Vane… mi putilla…
– En serio?
– Si putita!! ¡Calentaste a todos incluso al más quedado de la oficina! Ahorita Oscar debe estarse pajeando pensando en ti… ¡Ese solterón puñetero debe estarse corriendo a mares de leche justo ahora pensando en tu culo…en tus tetas que se te salían del escote… en tu concha húmeda y ardiente…!!
– Si,… Ahhhh, siiii
– No te da pena el pobre? Pajearse solo tantos años debe ser triste… Mmmm puedo llamarlo ahora para que venga y te coja bebita…. mmmm quieres? Oscar montándote rico así como yo…. mmmm ahhhh. Poniéndose tus piernas al hombro…. Ahhhh bombeándote como yo…. mmmm asiii.
– Si..ahhhh si papi que..mmmm venga… Que me la meta ricooo también… Mmmmm… yo seré su putaaa!! Se la saqué de la concha y casi me mata con la mirada, de mi cajón estirando la mano cogí muy rápido el consolador realista que compré y se lo puse cerca a la cara, en los labios. Le dije…
– Ya llegó… chúpasela como lo puta que eres! La sorpresa no le duró mucho y comenzó a mamar y lamer el consolador como si de una verga se tratara. Se lo metía hasta la garganta y lo sacaba lleno de su saliva. Tomaba aire y volvía a la faena. Se lo quité y le dije: -Oscar te la quiere meter…
– Mmmmm. Siii que me la meta, papi. Quiero sentirlo dentro…
– Pídeselo!
– Métemelo Oscar, goza con ésta tu puta papitooo… (Nunca la había visto tan salida)
Se lo metí con cuidado y solo la cabeza porque estaba tan mojada que no quería lastimarla, ese consolador era más grueso y grande que mi verga. La vi cerrar los ojos con fuerza…
– Ahhhh que ricooo métela masss no me hagas esperar!!!
– Háblale más, él está aquí. Di lo que quieres que Oscar haga…
– Hay Oscarcitooo, méteme ya toda tu verga rica papitooo
– ¿Es más grande que la de tú marido, putita? – Dije cambiando la voz… se me ocurrió en ese instante esa idea.
– Siiii metela que la siento ricaaa!!! Mmmmm si mas grande… ahhhh
Comencé un mete y saca violento, verla entregada y hablando así me excitó in extremis…
– Hoy eres mi puta ¿no mami?
– Siiiii hoy y lo seré siempre papitooo mmmmm
Se lo saqué y en seguida la penetré con todas mis ganas, muy fuerte hasta que coincidimos los dos en un tremendo orgasmo, vine dentro de ella casi convulsionando y con una fuerza inusitada que hizo que ella también se venga chorreando flujos abundantes.
Quedamos exhaustos, sudorosos y satisfechos, pero yo no iba a dejar pasar la oportunidad. Seguidamente le dije:
– Vane, en serio puedo llamar a Oscar uno de estos días y…
– ¿Oye, tú estás loco o te haces? ¿Te golpeaste la cabeza? ¡Cómo se te ocurre que yo con ese tipo… Aghh de solo pensarlo… y el solo hecho de que tú lo pienses también me parece inaudito!
– Pero… ¡Te calentó la idea hace un rato tanto como a mí!! ¡No lo niegues!!
– No distingues la realidad de la fantasía no? Jamás podría estar con ese o con otro. Soy tu mujer y no una puta ¿Te queda claro?
– Ok no discutamos ahora, entiendo… ¡Caray tampoco es para que armes tanto drama!
Cogiendo el consolador y mirándolo con los ojos bien abiertos me preguntó…
– ¿De dónde has sacado “eso”?
– Lo compré para nosotros… tú sabes…
– Las cosas que se te ocurren- pasando el dedo por la punta y el glande finalmente me dijo – me lo quedo, yo lo guardo aquí.
Finalmente lo guardó en su cajón y yo me quedé como se dice “picado”, pensé que era la oportunidad que había estado esperando, pero no. ¿Era realmente imposible poder cumplir mi sueño? Pero la vida tiene sus vueltas…
Espero que les haya gustado esta introducción. Hay más aún pero no quisiera continuar sin antes recibir sus comentarios. Pueden escribirnos a [email protected]… lo que sigue que aún es mejor. Saludos.