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La dependienta del Game, el novio y yo
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Tiempo de lectura: 12 minutos

Os quiero contar en este relato una experiencia que tuve hace años. Seguramente fue una de mis primeras experiencias en eso que podemos llamar el sexo prohibido, mi primera experiencia que, de saberla en mi entorno, me causaría más de un jaleo. Años después y gracias al anonimato que me brinda esta web, os la cuento, porque lo cierto es que me pone que la conozcáis.

Al principio de mi carrera universitaria estaba con una chica con la que llevaba algún tiempo. Sin embargo, durante el segundo año la cosa se rompió. Eso me sumió en el típico estado de “estar un poco perdido”. Pasé por estados anímicos diferentes y luego adelgacé y me apunte incluso al gym. Puede ser que fuera la época de mi vida donde he lucido mejor físico.

Así que cualquiera diría que fue una época en la que me harté de follar y tal. Pero no, no fue así.

Es una edad rara porque ya muchos de tus amigos tienen sus parejas, otros estudian fuera… un descalabro para las opciones de salir de fiesta de alguien que quería realmente hacerlo.

Me llevaba las tardes entresemana metido en internet en mis ratos libres. Por aquel entonces no había facebook ni nada de eso. Yo me metía en el chat de Terra, que conoceréis algunos y algunas.

Era un chat que era una locura. Te metías en la página de ligar y el 50 por ciento de la gente eran ordenadores para que entraras en páginas de pago y tal, y del otro 50 el 80 por ciento eran pajilleros. Aunque bueno, debo admitir que estando en aquel chat también se me podría calificar a mí de eso.

Fueron semanas de cibersexo con algunas chicas a través de la cam por el antiguo Messenger. Ella se desnudaba, yo me desnudaba y nos masturbábamos mirándonos.

Al tiempo en ese chat, conocí a un nick que decía ser una pareja joven de Alcalá de Guadaira. Alcalá de Guadaira es una localidad cercana a Sevilla, y cercana también a la mía. Es un ciudad grande (si no me equivoco la tercera de la provincia) y con mucha gente joven. Yo leyendo que eran de allí les mentí y les dije que era de una localidad diferente a la mía, seleccioné una algo más lejana. Luego eso fue decisivo para lo que pasó Me pasaron una dirección del MSN y los agregué.

Hablamos varias veces contándonos nuestras fantasías y tal. Hasta que un día me propusieron poner las cams. Yo enfoqué la cam para mis pantalones y cuando la suya conectó vi lo mismo. Aunque pronto se animaron y me dijeron que follarían delante de la cam con un par de máscaras y que yo me pajeara mientras. Así lo hicimos, y, aunque no se vio mucho, fue algo fantástico el ver una pareja follando delante de mí.

Algo de tiempo después, y tras más conversaciones, me propusieron otra cosa.

Me dijeron que estaban mal de pasta y que si me había gustado verlos follar, estaban dispuestos a hacerlo delante de mí por 40 euros.

Yo no lo dudé y quedamos para el día siguiente. Me dijeron una zona de Alcalá donde los tendría que esperar.

Cuando llegó la tarde del día siguiente cogí el coche y me acerqué a la zona que me habían dicho.

La zona era un aparcamiento de tierra que había casi al final de Alcalá, cerca de un puente romano que hay allí. Zona que ahora está asfaltada, pero en aquel entonces era de tierra y casi siempre embarrada.

Llegué. Me bajé del coche y me puse a caminar por la acera nervioso.

Ni cinco minutos después se me acercó un chico. Era algo más bajo que yo y con algún kilo más que yo también. Rubio y con señales todavía de acné juvenil en la cara. Vestía un chándal azul oscuro. Tendría la misma edad que yo calculo.

-Perdona, tu eres…?

– Sí, soy yo. Y tu Miguel no?

-Sí, sí. Soy yo.

-Y la chica?

– Está aquí al lado. Te dijimos de quedar ahora porque mis padres no están en casa y la tenemos para nosotros. Así que si quieres por lo que dijimos nos ves follar.

Dudé si acompañar a un desconocido o no de esa manera. Pero al final accedí. No se le veía peligroso. Se le veía hasta nervioso y cortado, y además, como digo, yo era más grande que él así que si algo salía mal siempre podría soltarle un ostia.

Caminamos un par de calles pasando delante del ayuntamiento hasta llegar a un bloque de pisos. Los pisos se veían nuevos, algo que me tranquilizó. Entramos y en el portal una mujer mayor saludó al chico, algo que todavía más me relajó. No creía ya que fuera un asesino ni nada de eso o por lo menos no me veía un asesino saludando a una viejita antes de asesinarme jeje.

Subimos por las escaleras, él sacó una llave y entramos en el piso.

Durante el trayecto me había contado que era la primera vez que harían algo así, que llevaba tiempo con la chica, pero que necesitaban la pasta y que la cosa también les daba morbo.

Entramos en el piso.

Era un piso normal. Un pasillo largo. Justo al entrar a mano derecha la cocina. Luego un salón. Allí viendo la tele nos esperaba ella. Cuando se giró para mirarme… sorpresa!! Yo conocía esa mirada. Debo admitir que tardé unos segundos en ubicarla, pero la conocía.

En aquella época yo jugaba bastante a la consola también. Y muchas veces iba a una tienda GAME que hay en un centro comercial de la propia Alcalá a cambiar mis juegos viejos. Pues bien, esa chica era dependienta allí. Es más, alguna vez me había atendido.

Era rubia, con el pelo medio ondulado. Ojos castaños. Un aro dorado como piercing en el lateral de la nariz. Y también debía tener mi misma edad.

Marina, recordé que se llamaba.

Ella me miró. Y supe que me había reconocido y que sabía que la localidad que yo les había dicho era mentira. Sabía cuál era mi verdadera localidad y mi verdadero nombre.

Ella se levantó, se acercó a mí y me dio un beso en la mejilla. Llevaba puesto un pijama que consistía en una camiseta blanca con un estampado, algo entallada, y unos anchos pantalones a cuadros. No llevaba zapatillas, sólo unos gruesos calcetines rosas.

-Hola, yo soy Marina.

-Hola, yo soy…

Mi miró a los ojos, sonrió y, en ese momento, me di cuenta que ella no diría nada sobre mis mentiras.

Nos sentamos en aquel salón unos minutos y estuvieron diciendo lo que ya me había dicho el chico. Que era su primera vez, que estaban algo cortados y tal.

Me ofrecieron algo de beber. Recuerdo que acepté una lata de Pepsi.

Llegado el momento, les pagué. Ella se tumbó algo en el sofá y el chico empezó a besarla metiendo las manos debajo de la camiseta y dejando ver algo del cuerpo de la novia.

Me excitaba aquello. Me ponía ver a aquella chica que había visto en la tienda follar con el novio en directo.

Pero quise estirar más de la cuerda, tensar algo más la cosa para ver si podía conseguir algo más.

-Oye les dije – sé lo que hemos hablado pero quiero proponeros una cosa. Si os parece bien pues bien y si no… pues nada. -Ellos habían parado de besarse y me miraban – Habría alguna posibilidad de participar? Aunque sea pagándoos algo más, claro.

Ellos se miraron. Y yo mirando al chico le dije, “es que tu chica está buenísima, y me ha puesto a mil”

Se pusieron de pie, me dijeron que tenían que hablarlo y fueron a la cocina. Yo escuché que hablaban pero no sé escuchaba bien que decían.

Al rato volvieron.

Por cuarenta más podía participar. Pero si en algún momento decían que parara yo debía parar, sería con condón, al chico ni tocarlo, nada de anal ni otras cosas raras.

Otros cuarenta euros fueron de mi cartera a sus manos, saqué de la cartera un par de condones también. Y lo coloqué sobre la mesa. Nos sentamos todos en el mismo sofá, quedando ella entre los dos.

Empezó a besar al chico. Yo empecé a tocarla. Le coloqué las manos en las caderas y las fui subiendo lentamente, esperando que no reaccionara negativamente a ello. No lo hizo y me dejó meter las manos debajo de su camiseta y recorrer su espalda. Cuando llegué a la mitad de la espalda y notando que iba sin sujetador, giré una de mis manos para agarrarle un pecho. Era suave pero duro. Me cabía entero en la mano. Tenía un tamaño perfecto. Noté que el novio le cogía el otro.

Allí estaba ella, metida entre los dos y con una teta cogida por cada uno. Sentía su respiración, sus latidos, sus ansias…

La situación me estaba poniendo cachondo perdido.

Jugué a pasar el pezón entre mis dedos, a acariciarlo, a pellizcarlo, a recorrer con un dedo el borde de la teta…

Mi erección era ya completa.

El chico se puso de pie y se bajó el pantalón del chándal. Asomó una polla erecta, sin depilar. Era algo más pequeña que la mía. Se volvió a sentar y la chica empezó a pajearlo y a comérsela. Yo me puse de pie, me quité los zapatos, el vaquero y la camisa. Luego me bajé también el bóxer azul que llevaba. Ella ni me miró mientras lo hacía. Pero él si lo hacía mientras sujetaba la cabeza a ella en la felación.

Me volví a sentar y recorrí mi polla erecta un par de veces con la mano. Me revolví y la cogí de la cintura, haciendo que se levantara algo, hasta quedar a cuatro patas sobre el sofá. Agarré la cinturilla del pijama y se lo bajé hasta sus rodillas flexionadas. Asomó un tanguita blanco que apenas tapaba un coñito depilado. Hice que el tanga bajara también, y tras volverme a tocar un par de veces la polla, coloqué mi mano izquierda sobre la espalda de la chica y empecé a comerle el coño. Los primeros lengüetazos me supieron regular pero poco a poco los fluidos de ella fueron llenando mi lengua y su sabor empezó a gustarme. Escuchaba que entre comida y comida al novio gemía, y eso me ponía a mil. Ella se recolocó, abriendo algo más las piernas para facilitarme la cosa. Mi lengua iba dejando toda mi saliva en su coñito mientras sus fluidos iban llenándome. Notaba que mi polla iba a reventar. Apreté la mano que tenía sobre su espalda, sintiendo una piel suave, que parecía no tener huesos abajo. Metía y sacaba la lengua, incluso la nariz. Escuchando como gemía. Me atreví y con un dedo la penetré algo por el ano, aunque al notarlo ella me dijo que no, y yo paré porque no quería joder la cosa. Había parado de comérsela al novio, ahora tenía la cabeza apretada a la parte exterior de las piernas de él, gimiendo, mientras le meneaba la polla con la mano.

El novio dijo que íbamos a cambiar y ella sentó. Besó al novio y me miró. Miró mi polla.

Se terminó de quitar el pantalón que yo le había medio bajado y se sacó la camiseta, quedándose sólo con los calcetines rosas. Se puso de nuevo a cuatro patas, aunque esta vez hacia mí y me besó haciéndome agachar. Sentí un sabor raro en la boca, maldiciéndome supuse que era restos de semen de la polla del novio, pero no protesté. Seguí sintiendo aquella lengua en mi boca y apoyé mis manos en su cuerpo.

Allí estábamos yo completamente desnudo con una erección bestial, ella sólo con los calcetines rosas y a cuatro patas sobre el sofá y el novio con la parte de arriba del chándal, que supuse estaría para comerle ahora el coño a ella. Sentí que en el beso ella se venía sobre mí y gemía. Cuando se retiró vi que la causa era que el novio había pasado de comerle nada y estaba penetrándola.

Agachó la cabeza delante de mí y se aplicó a comérmela.

Lo hacía bien, suave al principio y ganando luego velocidad. El sentir mi polla en su boca, y sentir su movimiento cada vez que el novio la embestía era muy morboso. Yo movía mis caderas para que mi polla le entrara más adentro en la boca. Me estaba gustando aquello.

Cerré los ojos y dejé mi cabeza caer hacia atrás en el sofá, dejando una de mis manos sobre la espalda de ella y con la otra agarrándola del pelo. Era maravilloso.

El novio se corrió muy rápido. Sentí el gemido y lo vi allí apretado contra el culo de ella, dejando caer algunas gotas de sudor. Vi como se la sacaba y se retiraba con la polla también goteando.

La chica miró a los ojos, suspiró y me dijo que me pusiera el condón, retirándose algo para que yo pudiera hacerlo.

Me lo puse, ella me agarró la polla y pasando una pierna por encima mía fue a penetrarse sentándose encima de mí. Antes de ello, se golpeó un par de veces con mi glande los labios del coñito, produciendo un sonido líquido que me puso a mil. Paseó un par de veces mi polla por la cara externa del coñito y luego lo hizo entrar. Entró sin problemas. Lo soltó. Sentí sus manos en mis hombros, su culo en mis muslos, el calor de su coño en mi polla y sus tetas en mi boca. Inició un movimiento frenético de caderas haciendo que mi polla se moviera dentro de ella de forma intensa.

Mis manos recorrían su cuerpo, desde las caderas al cuello, pasando por la espalda, o apretaban el culo. Y mi lengua comía de forma desesperada aquellas dos tetas que se movían ante el movimiento de todo su cuerpo. Sentía su sudor mezclarse con el mío.

Aquella tía iba a hacer que me corriera allí, sentía ya mi polla a punto de explotar. Pero aquello me estaba encantando y no pensaba que terminara ya. Le empujé la cara contra la mía, le metí mi lengua en la boca y luego, dándole un pequeño mordisco en el labio inferior y tirándole de él, la miré a los ojos. Le dije que se cambiara de posición, que la iba a penetrar de otra forma. Ella se tumbó en el sofá, abriendo las piernas y ofreciéndome el coño. Yo llevé una mano a él y noté que estaba empapado. Sonreí. Hace unas semanas cuando la veía en la tienda no me podía imaginar tenerla ahora sí. Pero tenía seguro que si metía la polla me correría enseguida. Así que le dije que me diera un segundo para respirar que me estaba dejando destrozado. Esa especie de halago le tuvo que gustar porque sonrió. Decidí que necesitaba algo más de tiempo para no correrme así que mirando al novio que estaba allí ya vestido le dije que necesitaba ir al baño. Me acompañó él. La verdad es que la escena era jodida. Yo paseándome por allí desnudo, con la polla erecta envuelta en un condón todo pringado ya y con él al lado, en busca del baño. Entré en el baño, mi miré al espejo echándome algo de agua a la cabeza. Me quité el condón y lo tiré por el inodoro. Baje la tapa del inodoro y me senté allí mirándome los pies e intentando relajarme.

Un minuto después salí, creyendo que podría aguantar algo más antes de correrme.

Me esperaban en el salón. El tío en un sofá y ella en otro. Ella estaba con los pies sobre el sofá, mostrando los calcetines rosas que era lo único que le quedaba. Me acerqué a ella, con la polla todavía erecta y agarré el otro condón que quedaba con una sonrisa. La miré y le dije que si la cosa ya sólo quedaba entra ella y yo… que si podíamos ir a una cama. Ella miró al novio, y éste pareció dar su bendición.

La habitación era pequeña, sobrecargada de cosas y de ropa en el suelo. Por lo menos la cama estaba hecha. La chica tiró de algunas cosas que había sobre la cama, y se colocó de rodillas sonriendo. Su chico se sentó en una esquina y yo con una sonrisa también me puse junto a ella, besándola. Sentía sus tetas contra mi pecho, su respiración. Llevaba yo el condón en la mano y me lo iba a poner y follarla ahora controlando yo la situación.

Pero ella se separó de mí y me dijo que ahora era ella quien necesitaba ir al baño. Se fue de puntillas a pequeños saltos. El novio y yo casi ni hablamos ni nos miramos mientras ella no estaba. Sólo me preguntó si me lo estaba pasando bien y yo le dije que sí.

Ella volvió y subió a la cama. Volvimos al beso. Sentí que se había limpiado la boca. Ahora sabía a menta. Eso hizo que mis besos aumentaran en fuerza. Sentía su lengua, su nariz, sus labios, su respiración…

Se tumbó abriéndose de piernas. Me dijo con una sonrisa que se había lavado, por si yo quería comprobarlo. Me daba asco comerle el coño tras saber que el novio se había corrido dentro… pero cuando quise darme cuenta estaba allí comiéndoselo de nuevo. El olor era a gel, y estaba frío. Yo lo calenté a base de recorrerlo con mi lengua y con mis dedos. En un momento volvía a estar hirviendo y lleno de sus líquidos. Pensaba con satisfacción que así ganaba yo tiempo para no correrme en cuanto la penetrara. Pero no podía más. El comérselo me gustaba pero quería meterle la polla. Así que ahora sí me puse el condón y se la metí. Ella arqueo el cuerpo y yo empecé mis acometidas. Miré como entraba y salía de su cuerpo, porque esa imagen me gustaba. Apreté más mis movimientos, produciendo sus gemidos y un sonido de piel contra piel que debió gustarle al novio, porque se removió en la cama. Lo vi avanzar por el lateral de la cama, llegar a la altura de la cabeza de la chica, besarla, bajarse de nuevo el pantalón y sacar otra vez la polla. Estaba morcillona. Colocando una rodilla sobre la cama se la metió a Marina en la boca, quien empezó a comerla.

Allí estaba yo, entre las piernas de una dependienta del Game, en la cama de su novio, follándola y viendo a escasos centímetros de mi cara como se la comía. Ni en mis mejores sueños eróticos. El novio le decía cosas como que si le gustaba aquello, que se la comiera, que era una putita y tal. Yo no hablaba. Sólo me concentraba en follarla. La polla del novio estaba de nuevo más erecta que morcillona, no totalmente pero casi.

Yo pedí que la chica se pusiera a cuatro. Así lo hizo.

El novio se aprovechó esta vez para desnudarse al completo. Pasé la mano por el coño de la chica. Mi mano terminó completamente pringada. La chica estaba más que mojada. Me apreté a ella y la penetré, haciendo con el empujón que se metiera en la boca la polla del novio.

Ella a cuatro patas entre los dos. Yo detrás de rodillas viendo como mi polla entraba y salía, viendo aquel culo blanquito, aquella rajita y debajo mi polla en su movimiento. Delante de ella el novio de rodillas también con la polla en la boca de ella. La escena valía el peso en oro. Desde luego eran de los 80 euros mejor aprovechados de mi vida. Ella gemía y suspiraba. El sonido de su culo al tocar mi cuerpo era tremendo y yo quería reventarla. Le di una cachetada y con una sonrisa vi el tono rojizo que adquiría su piel. Su novio le agarraba el pelo pero yo también se lo agarré y tiré hacia mí. Eso hizo que arqueara algo la espalda y levantara la cabeza. El novio se movió algo adelante y volvió a meterle la polla en la boca. Y empezó de nuevo a decirle cosas

“chupa chupa, así, no dejas nada, te gusta esto de tener dos pollas para ti eh?…”

Yo notaba ya de nuevo que mi leche estaba a punto de desbordarse. Y esa escena de ver mi polla entrando y saliendo así me estaba poniendo loco. Pero en ese momento se me cruzó en la cabeza que quería correrme mirando a los ojos de aquella chica.

La hice girarse, lo que hizo que abandonara la mamada al novio, le rodee con mis brazos las piernas, haciendo que se apretara a mí, coloqué sus piernas sobre mis hombros y me lancé a penetrarla haciendo que sus piernas se acercaran a su cuerpo. Protestó y gimió, pero cuanto que la polla estuvo dentro y yo coloqué mi cara a poca distancia de la suya no dijo nada más. Sólo me miraba con unas pupilas dilatadas y se mordía el labio dejando escapar leves gemidos. Tras tres fuertes embestidas noté salir mi leche de camino al condón. No quitaba mis ojos de los suyos mientras mi leche salía. Veía de todo en aquellos ojos. Y me gustaba. Sintiendo que ya había terminado de salir todo, me incliné, La besé en la frente y me retiré, dejando caer sus piernas a un lado. El condón estaba rebosante de semen al sacarlo. Ella suspiró. El novio se masturbaba allí al lado. Cuando yo me levanté de la cama, le dijo que la iba a volver a follar. Yo me sorprendí porque de nuevo pudiera con ella, pero es cierto que la polla estaba ya, sino erecta del todo, lo suficiente.

La chica se giró y se abrió de piernas hacia el chico, que se colocó entre ellas y la penetró. Yo envidié al verlo que él lo hiciera sin condón. Me hubiera gustado haber dejado mi leche dentro de aquel cuerpo que tan maravillosas sensaciones me había producido y no en un puto trozo de látex.

Se la folló con un típico misionero, con su cuerpo envuelto en un abrazo de las piernas de ella. Me di cuenta que había perdido unos de los gruesos calcetines rosas. Unas uñas del pie sin calcetín pintadas de amarillo brillante me hicieron esbozar una sonrisa. Me gustaba aquel color.

Allí estaba yo viendo como se la tiraba, con mi condón todavía puesto en mi polla, una polla que iba perdiendo la erección. Me lo quité y lo sujeté por dos dedos, aunque algo fue al suelo a caer.

Me di cuenta que pese a lo que yo había disfrutado ella no se había corrido.

Fue pensar eso y ver como ella aumentaba en sus gemidos y soltaba un profundo suspiro. Me gustó pensar que gran parte de ese orgasmo era por mi culpa, que había sido gracias a mí. Aunque admito que me hubiera gustado que lo hubiera tenido conmigo. Seguramente me tendría que haber llevado algunos minutos más comiéndoselo.

El tío no cambió de posición en todo el polvo, pero esta vez tardo algo más en correrse. Ella tras el orgasmo se quedó con la cabeza apoyada en la cama, casi inerte. El tío se corrió quedándose apoyado en el cuerpo de ella.

Al rato nos vestimos. Tiré este condón de nuevo por el inodoro y nos despedimos.

Yo me fui para el coche… con temblores en las piernas.

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