Fue un domingo, del mes de noviembre por la tarde, mi madre solía ir cada domingo a misa de 6 y como siempre, se llevó con ella a mis tías que nunca faltaban las muy hipócritas, solo quedé yo y mi hermana y sobrinos, eran pequeños y estaban jugando en el patio que daba a la calle, y pues aproveche para meterme a bañar, pensando en que mi hermano estaba dormido. Él se llama Damián y en ese entonces contaba con 35 años y yo solo con 18, él descansaba porque saldría de viaje, es trailero.
Todo comienza cuando me estaba terminando de bañar y en eso tocaron a la puerta, respondí “está ocupado” pero él insistió hasta que logro abrir la puerta, y me halló ahí cubierta, con una toalla, se acercó a mí y mirándome a los ojos me dijo que yo le gustaba, que me deseaba pero le dije que no podía ser, que éramos hermanos, me dijo que no le importaba me llevo hasta su cuarto, y ahí me quitó la toalla, me dijo que era perfecta y así era pues a mis 18 tenía un cuerpazo.
Me tiró sobre la cama, y empezó a besarme en el cuello, detrás de mis oídos, y sobre la nuca, de ahí fue bajando lentamente lamiendo todo mi cuerpo, sentía algo extraordinario, hasta que llego a mi panochita como se le dice por acá, al sentir toda su lengua dentro de mí, me estremecí como loca que hasta grite de placer pues soñaba todas las noches de cómo se sentiría que te chuparan ahí, y pues obvio que demasiado rico, mientras me chupaba, con su mano me tocaba mis pechos, los cuales apretaba con tal desesperación, me dijo que se la mamara, lo hice y sin tener experiencia le gusto. No sé cómo, pero me cupo toda dentro de mi boca, a él le fascinaba ver cómo me la metía y me la sacaba, duré un rato así hasta que me volvió a recostar sobre la cama, y me dijo “ahora si viene lo que tanto he soñado”, le dije que no quería, y me respondió “pero si no será la primera vez que te la meten”. Su sorpresa fue que cuando le dije que aún era virgen, no cabía de la felicidad pues su hermana adorada, a la que tanto había soñado cogerla aún era virgen, fue entonces que me dijo que me lo haría despacio, y así fue, poco a poco me la fue metiendo, me pidió que me subiera encima de él, y que me moviera lentamente, así lo hice y créanme que me gusto, él me quitó y me puso en la posición de perrito, esa era más deliciosa, sentir como me jalaba del pelo hacia él y me embestía toda, era súper caliente…
El muy canijo no se quedó conforme, también me la metió por mi culito, ahí si me agarró descuidada, y me la ensartó toda, que no me pude aguantar, y se me salieron las lágrimas, él me las secó y me dijo que ya había pasado, y si poco a poco el dolor se me fue quitando, pero me gustó. Terminamos cansados, rendidos sobre su cama, me abrazó fuerte, mientras me besaba, y me decía que estaba enamorado de mí, que soñaba con esto desde hace tiempo, pero como eran muy joven no me decía nada, pero que ahora ya entendía bien las cosas y que pues por eso se animó.
Le confesé que me sentía bien porque a mi también me gustaba y fantaseaba con él, pero que a la vez esto estaba mal, me dijo que lo sabía pero que no podía ir en contra de lo que sentía, nos levantamos porque se acercaba la hora de que mi mama regresaba de misa, y pues teníamos que aparentar que ahí no había pasado nada. Él quitó las sabanas manchadas de sangre y las echo a su maleta, al salir de su cuarto me tomo del brazo y me dijo que fue lo más bonito, que le ha pasado, le respondí que sentía lo mismo, y salí de ahí, me dirigí de nueva cuenta al baño a ducharme, salí y me arregle. A las 2 horas fue a despedirse con un beso a mi cuarto y me dijo al odio “te veo a mi regreso”.