Después de digerir el delicioso desayuno familiar, comencé a reparar algunas cosas de la casa. Por lo general, sólo el fin de semana lo tengo libre para ocuparme en ello. Así fue como inicié el día, en total libertad de prendas de vestir, únicamente con zapatos deportivos como seguridad aislante, pues me encontraba reparando un apagador y no quería tener un accidente. Me dediqué al trabajo casero de reparación durante un buen tiempo.
Casi al terminar, ya recogiendo la herramienta. Pasaron mis hermanitas, llevaban una bolsa de aguacates para la comida, habían ido a la despensa que teníamos en un cuarto arriba, en el cual madurábamos las frutas o verduras que comprábamos inmaduras, pues aprovechábamos los precios más bajos en ese estado.
Se notaban decididas, y ¿por qué razón?, el ingrediente principal del guacamole de la familia era el caldo de panocha, pero sólo podía ser elaborado por uno que tuviera la consistencia y sabor adecuado.
-Mami quiere que la ayudes con la preparación.
-No te tardes y no olvides lavarte perfectamente.
-Ahorita voy.
Tras recoger todo mi tiradero de herramientas y dejar las cosas lo más decentemente posible, fui a lavarme para ayudar en la cocina.
Justo a tiempo, llegué cuando mami terminaba de moler los aguacates e iniciaba la cata de los flujos de mis adoradas hermanitas.
-No… no, para nada, necesitas madurar más, ya casi estás en tu punto, pero aún te falta Sandra, a ver si con tu primer parto aceleras tu sabor. Veamos tú preciosa… ay no, no puede ser cariño, no estas para nada ni cerca, algo estás haciendo que te desbalancea el sabor. Así ¿cómo vas a prepararle a tu hermano buena comida? Niñas, acuérdense que al corazón de un hombre se le llega por el estómago, y más su hermano. No crean que porque las tiene bien atendidas ahorita, las va a tener como prioridad siempre, cualquier suripanta allá afuera les puede quitar la verga de las panochas. Entiendan niñas.
-Ya ma, no nos trates como unas escuinclas (niñas en lengua nahuatl).
-Entonces, pónganse las pilas mamacitas, aquí tienen que tener bien atendido al señor de la casa, no importa que sea su hermano, tienen que tenerlo bien comido y bien cogido. ¿A poco creen que únicamente teniendo la panocha bien mojada y abierta siempre que quiera él, con eso es suficiente?, no mis reinas, o se ponen a machetearle duro a la cocina o se abstienen de cipote hasta que puedan hacer un plato de comida decente. Vean que diferencia en el sabor, esto es de Sandra, esto de Roxana y esto es mío, esa es la diferencia. Se tienen que corregir, algo de lo que hacen les está afectando el sabor.
-Vamos mami, no las regañes, si ya saben que siempre las voy a tener bien rellenas de verga como mis mujercitas de la casa. No me voy a cansar nunca de ustedes.
-Ni digas mijo, en esta casa se come bien, nada de comer en la calle. Para eso tienes a tres mujeres. Las panochas de aquí bastan y sobran para tenerte bien atendido mijito, de por sí, toda la semana partiéndote el lomo trabajando y estas flojas sin saber cómo calentar un pocillo de leche, se les quema el agua por no ponerse a lo suyo y encima todavía, con el sabrosísimo caldo de panocha familiar completamente natural y lo echan a perder con sus excesos.
Tuve que cambiar el tema antes de que la reprimenda siguiera, cogí a mi mami de sus nalgotas y la deposité en la mesa, la abrí de piernas y comencé a abrirle el chiquito con las manos, en tanto que con señas, apuraba a las regañadas princesas a verter el aguacate en su sabroso anito de reina putona e incestuosa. Una vez vaciados todos los ingredientes, la halé lo suficiente para que quedara volando desde la cintura para abajo, sólo apoyada en los riñones sobre la tabla, la endilgue de una sola estocada, enculándonla furiosamente y revolviendo la salsa de guacamole. Por lo general, se mezclaba en su almeja, pero por su gravidez, debíamos tener cuidado de alguna infección vaginal que pusiera en peligro a nuestro adorado e incestuoso bebé.
Tras una rigurosa preparación, mami terminó orgasmando analmente, su puchita expelía sabrosísimos juguitos que eran recogidos en un recipiente por mis princesitas. Una vez terminado el trance orgásmico, la volví a depositar completamente en la mesa, donde al desenchufarme de su culito, la salsa verde de aguacate salía liquida y bien mezclada con todos sus demás ingredientes. Mismos que eran depositados en el recipiente con los caldos de amor de mi mami.
-¿Ven?, par de huevonas (flojas), así les debe de quedar un sabroso guacamole casero. Pobre de la que no mejore, porque le quito todos los derechos cogederos. Y no la dejo quitarse las ganas, así se les pudra la panocha por abstinencia.
Nota del autor: Quiero agradecer a todos los que leyeron y sobre todo a quienes valoraron el relato anterior. Me disculpo por lo breve del relato, pero me encuentro cansado por el trabajo, sin embargo no quería dejar pasar tanto tiempo entre uno y otro relato. Trataré de ir mejorando y de desarrollar más la trama.