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Compartiendo a Brenda, mi esposa
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Tiempo de lectura: 11 minutos

Cuando conocí a mi esposa, siempre supe que tendría que aguantar que le dijeran piropos por la calle. Brenda trabajaba como edecán y por obvias razones, tenía que usar ropa ajustada y a veces, faldas muy cortas. Y mis amigos no paraban de caerme saber lo buena que está. “Hey, vimos a Brenda y ese culo está para chuparse los dedos” siempre haciéndome ver que al primer descuido, saltarían sobre ella. Y aunque a mi me causaba risa y me alagaba que envidiaran mi suerte, a mi cuñado Pedro le molestaba todo eso.

El hermano de Brenda estaba molesto, no solo con sus comentarios. También el que ella fuera mi novia lo ponía como loco. Cuando supo que nos casaríamos incluso lloro, y no de tristeza. El coraje era evidente. Yo bromeaba con Brenda “¿no será que tu hermano está enamorado de ti?”. Jamás lo acepto, pero seguro que muy en el fondo sabía que la actitud de su hermano no era normal. Por supuesto durante el primer año, tratábamos de tener hijos. Fue hasta el segundo año que decidimos hacernos estudios.

Aunque Brenda se disculpaba de sobremanera, pensando que era ella la que no podía darme hijos, los estudios revelaron que mi esperma no fecundaba. Soy yo el que no sirve. Me sentía frustrado, tratamos mil maneras naturales de hacer que funcionara, incluso pensamos en la adopción. Pero a mi esposa solo le ilusionaba el tener en su vientre a su hijo. Cuando buscamos alternativas de inseminacion, aunque efectivas, el costo nos era imposible de pagar. Brenda ofreció volver a su empleo como edecán. Pero sabía que jamás aceptaría. Una cosa es que a mi novia le vean las nalgas, pero ahora es mi esposa y no podría soportarlo.

Después de mucho platicarlo, Brenda me dijo que la mejor opción sería buscar a alguien que nos ayudara. Es decir… que tuviera sexo con ella y lograra embarazarla. Y aunque los nombres de amigos y conocidos rondaron por nuestra cabeza, la única opción discreta y confiable era Pedro, su hermano. Con los años,

—Lo que te vamos a pedir es algo muy personal—se acomodó en la sala y nos miró con una gran sonrisa.

—Bueno, me estás espantando Ramón. ¿A quien hay que matar?

— es enserio Pedro—intervino Brenda y todo que do en silencio.

—Ok hermanita, díganme—cambio su tono burlón por la cara seria que yo conocía.

—Mira, tu hermana y yo llevamos tiempo intentando tener un hijo, pero yo no puedo. Es decir, mi esperma…

—¡Ya se me hacía raro! Mírala, esta hermosa ¿como que no puedes?

Brenda se sonrojó y trató de decir algo, pero la interrumpí.

—Es complicado, mis espermas no sirven. Y queremos que tu…

—Claro, díganme en donde hay que ir a donar y con gusto…

—No Pedro, no nos alcanza para un tratamiento. Es muy costoso.

—¿Entonces…? -a Pedro le cambió la expresión, ahora tragaba saliva y se frotaba las manos con nerviosismo.

—Será de manera tradicional, por eso no se lo podemos pedir a nadie más, ¿entiendes?

—Pero… creen que al primer intento pueda…

—No cuñado. Sabemos que es poco probable, esperábamos que pasarás un fin de semana en casa. Y así tratar de agotar probabilidades.

—Y necesitamos que seas discreto, mis papás no deben saber nada.

—¿Me estas pidiendo que tenga sexo con mi hermana?

—Eres nuestra última oportunidad de ser padres, pero si no quieres…

—¡POR SUPUESTO!

No podía ocultar que la propuesta le ponía contento. Y al mismo tiempo, Brenda estaba más nerviosa. Ahora yo tenía mis dudas. Pero no podía negar,e a mi esposa el deseo de convertirse en madre y no quería perderla. Así que quedamos de acuerdo y el fin de semana mi cuñado se instalaría en casa.

—Bueno, pues ustedes me dicen como. ¿Va a dormir conmigo? ¿Vas a estar tu en casa?

—No tengo planeado ir a ningún lado-le dije con un tono severo. Y Brenda suspiro un poco por envíos y por miedo a lo que pudiera resultar.

—¿Les parece si cenamos y ya después vemos los detalles?

Así que cebamos en silencio, pero a mi cuñado nada le borraba la sonrisa.

—Bueno, me voy a dar una ducha. Y te espero en mi habitación hermanita.

—Si, ella te alcanza-se fue y Brenda me abrazo.

—Es por nosotros mi amor.

—Claro, te amo hermosa.

—Y yo a ti-luego fue a cambiarse y entro en la habitación de huéspedes a encontrarse con su hermano.

—Pensé que te habías arrepentido. Mira lo que te traje.

—Ese vestido es cuando tenia quince años.

—Si y se te veía muy bien, ahora se te verá espectacular. Anda póntelo.

—No, esto es una locura-con ese vestido había perdido mi virginidad y pensé que lo había perdido. Lo busque por todos lados. ¿Porque lo tiene mi hermano?

—Anda, tenemos que hacer que esto sea divertido-mi hermano se acercó y me comenzó a desnudar. Luego de pasar sus manos por todo mi cuerpo. Me coloco el vestido, en efecto me quedaba muy pequeño. Mis tetas apenas y cabían y mis nalgas se asomaban casi por completo.

—Bueno hermanita a divertirnos-durante años fantaseaba con cogerme a mi hermana, la vi crecer y desarrollarse. Esta hermosa, casi como las que ahora conducen programas deportivos en la televisión. Cuando salía con alguien me ponía furioso. Pero sabía que jamás la tendría para mi.

—Solo hagámoslo y ya… -Me cerró la boca de un beso y me llevo hasta la pared ahí me dio vuelta y sujeto mis manos en mi espalda, me besaba el cuello y sus dedos hicieron de lado mi tanga para entrar en mi sexo.

—Tranquila que de esto no se come a diario-antes de cogermela bien duro. Perdón, de embarazarla. Quería probarla por completo. Lamerle cada parte de su cuerpo. Sentir sus nalgas y tocar sus pechos hasta hartarme.

Desde la sala, mientras en la tele pasaba una película, yo no podía con la rabia. Los gemidos de Brenda resonaban por toda la casa y apenas tenía cinco minutos con Pedro. ¡PUTA MADRE!

—Abre bien esas piernas hermanita, quiero que entre todo lo que quiera por ahí -tenia tres dedos dentro de mi el dedo gordo luchaba por entrar en mi cola. Por absurdo que parezca, estaba gozando. Al principio sentí culpa. Pero hacía tiempo que no me sentía una puta. Me gustaba sentirme así cuando trabajaba y sentía las miradas de los pervertidos sobre mi. Nunca pensé que mi hermano… haaaaa que rico.

—Así me gusta, que hagas ruido, que sepa que la estás pasando bien. Vamos a ver a qué sabe esto-se arrodillo y pude sentir su lengua en mi panochita, parecía que me quería devora y no tarde en tener un orgasmo. Luego se levantó y me beso.

—Mira que sabes delicioso hermanita, ven y prueba a tu hermanito-la arrodille y me baje el pantalón, parecía espantada. Pero su boca no lo estaba. Comenzó a mamar y poco a poco sentía que me venia. Pero logré contenerme.

—¡¿TODO ESTA BIEN AHÍ DENTRO?!

No pude evitarlo y traté de frenar esa locura, ¿en que pensaba? Yo sabia que mi cuñado se moría por Brenda y yo, se la entregué en charola de plata.

—¡Si cuñado, y disculpa que tu mujercita no responda. Es que tiene la boca ocupada!

Me hervía la sangre, pensaba en tumbar la puerta y partirle la madre a ese imbecil. En lugar de eso salí y encendí un cigarro. Aunque no terminaba de entender lo que había echo.

—¡Esggpegga! ¡Nogh caggbee todaaaggggh! -mi garganta me dolía, mi hermano empujaba su venga hasta el fondo y no me daba respiro. Nunca tuve una verga tan grande en mi boca. Y aunque escuchaba la voz de mi marido, no entendía lo que decía.

—Ahora levanta la cara, quiero que me mires mientras me la chupas-seguramente mi cuñado me va a echar a patadas, así que voy a disfrutar hasta el último momento. Nunca pensé ver los ojos de mi hermana con lágrimas en los ojos, y que mi verga en su garganta fuera la causa me excitaba aún más.

De pronto me vino la idea, si subía a la azotea, podría ver que mierda estaba pasando en esa habitación. Sin dudarlo solté la colilla del cigarro y salí corriendo. Al llegar, me tumbe y me acomode a ver por una rendija y aunque no se veía muy bien, pude ver como mi mujer se colocaba en cuatro sobre la cama. Traía puesto un vestido que no le conocía y que no le quedaba. Sus nalgas se asomaban y la tanga apenas y le cubría. Mi cuñado se agachó hasta tener su lengua en ella. Pensé en gritarle que parara, pero algo curioso pasó. Mi Brenda movió su tanga a un costado para que su hermano pudiera disfrutar por completo de su panochita. Brenda… lo estaba… disfrutando?

—¿Te está gustando? ¿Que tal probar a tu hermano?-podía sentir por completo la cara de mi hermano entre mis nalgas, su aliento en Me provocaba espasmos y su legua me tenía loca de placer.

—Por favor no pares… sigue así! Así! ASÍ!

El hijo de puta solo tenía que poner su semen. Solo eso. Y ahora tenía su puta cabeza hundida en las nalgas de Brenda. Y creo que había olvidado lo buena que está, empinada y con las piernas abiertas se le ve un culo inmenso, redondo, delicioso. Se me está parando la verga.

—Por favor… ya metemela! Ya no aguanto -Tenia años que no sentía un orgasmo, Ramón siempre estaba cansado y cuando teníamos sexo, solo se montaba en mi y terminaba de inmediato. Había olvidado que rico es que te traten como una puta.

—Trae acá esas piernas hermanita. Hagamos un bebé.

Volteo a Brenda y se montó las piernas en sus hombros, le escupió en la panocha y se dejó ir hasta el fondo, los quejidos de mi esposa eran algo que desconocía. Y ahora me culpaba, teniendo a mi lado a tremenda hembra, apenas y la toco. Hace un rato que tengo la verga en la mano. Me estoy masturbando mientras miro como se clavo cogen… mierda!

Jamás me imaginé que tendría la oportunidad de sentir a mi hermana, es verdad que en algunas ocasiones mientras dormía yo entraba a su cuarto y la miraba desnuda, incluso algunas veces recargaba mi verga en su cuerpo o en su cara. Pero tenerla dentro de ella es diferente. Que suerte la de este hijo de perra que la tiene diario a su disposición.

—Es mi sueño echo realidad, siempre quise cogerte. Hacerte mi puta-sentía como se le erizaba la piel con mis palabras y ataque. —Siempre me mataba a pensando en ti, y tomaba tu ropa para sentir tu olor.

—¡¿EN SERIO?!

—Me gustaba ir a verte trabajar y ver la cara de todos esos cabrones babear por el movimiento de tus nalgas. Que seguro tenían la verga tan dura como yo.

—¡QUEEERICO!

—Estoy seguro de que tú también lo disfrutabas-aunque ya no emitía más que gemidos, sabía que era una puta, que le gustaba exhibirse. Lo disfrutaba.

—haaaa! HAAAA! HAAAAA! -sentir su verga entrando en mi me estaba provocando un nuevo orgasmo, y que me hablara como a una perra me encantaba. Cuando trabajaba de edecán, llegaba mojada a casa. El que se murmurarán cosas sobre mis nalgas o mis tetas me calentaba. Y al principio fue lo que me atrajo de Ramón. Siempre tenia una frase cachonda para mi. Creo que mi hermano ya se va a venir.

Mi cuñado se tiro boca arriba y Brenda sin dudar un solo segundo se montó en su verga, cuando por fin llegó al tope comenzó a cabalgar sobre Pedro. Sus tetas aunque habían pasado unos años, seguían siendo hermosas. Podía escuchar el ruido que hacían cada que chocaban en su cuerpo. Aunque me era imposible escuchar, sabía que algo estaban diciéndose.

—¿Así que siempre te guste hermanito?

—Siempre, desde niña.

—¿Y porque no me dijiste? Nos hubiésemos divertido mucho.

—No pensé que…

—Claro que no… haaaa! Eres mi hermano. Pero… huuuuy! Te hubiera ayudado con un par de chaquetas… ¡HAYQUERICO!

—Jajaja yo no quería eso, para masturbarme, me masturbo solo.

—…y acabar en mis nalgas o en mi boca… haaaaa!!!

—¡¿EN SERIO ME ABRÍAS DEJADO…?!

—Nunca me lo pediste, sabía que entrabas a mi habitación haaa haaaaa! Me maaasturbaba cuando salías, después de que ponías tu verga en mi mejillaaay! ¡Quericavergatienees!

Ya no podía más, entre la excitación de estarme cogiendo a Brenda y el saber que pude disfrutar de esto desde hacía años, estaba por terminar. Pero quería ver ese par de nalgas bien levantadas. Así que la empine y me deje ir con todas mis fuerzas.

—Ahora siiii haaaa! Le vamos a poner pedrito-Mi hermano me empinó al borde de la cama y desde que entro su verga, supe que estaba por venirse, mis nalgas recibían el impacto de su deseó. Y yo no paraba de gemir.

—No te detengaaas! Sigue! Sigue haaaa! No pares!

—Me vengo, me vengo, me vengo haaaa!

Mi semen escurría por la pared, aunque un chorro fue a dar hasta el patio. Dios mío como disfrute y al mismo tiempo los odie con todo mi corazón. Estaba claro que mi cuñado había terminado, pero seguía entrando y saliendo de Brenda. ¿Y quien no? Yo hacía tiempo que ya no… ¡diablos!

Cuando sentí el semen de mi hermano en mis entrañas tuve un nuevo orgasmo, me sentí mujer. Me gustaba sentirme una puta y aunque sentía que su verga dentro de mi poco a poco se ponía flácida, el seguía y yo estaba a tope. Podía estar ahí por horas. Pero… mi marido. ¿Nos escuchó? Ahora sentía vergüenza. Todo ese escándalo y Ramón a unos pasos, escuchándolo todo.

—¿Te gusto?

—No se trata de que me guste-Me levante y busque mi ropa. Todavía tenía puesto el vestido o bueno, seguía enrollado en mi cintura. Tenía que bañarme, el semen de mi hermano me escurría por las piernas y además tenía que ver a mi marido y hacerle entender que esto es para un bien común.

Cuando salí de la ducha, los encontré frente al televisor. El fútbol está entretenido, pero se sentía la tensión en el aire. Ni siquiera se volteaban a ver. Me senté en las piernas de Ramón y le di un beso que despreció. Tenía razones para estar enojado. Mi hermano tenía esa risa burlona que lo caracteriza. Cenamos en silencio y cuando estuvimos a solas traté de explicarle que solo fue para que tengamos un hijo. Nada más.

—¿Y para que tengamos un hijo le mamaste la verga y el te mamo la panocha como un animal?

—¿Nos estabas espiando?-trate de defender lo indefendible, si nos vio, sabe que disfrute muchísimo. Pero debo ser la ofendida o esto se va a salir de control.

—No… pero se escuchaba, seguro hasta los vecinos se dieron cuenta.

—¿No estás celoso o si?

—¿Celoso yo?¿De ese perdedor?

—¡Oye!–sabía que el que se sentía perdedor era el, así que tenía que quitarle las telarañas de la cabeza. Me perdí entre las sábanas hasta toparme con su verga y comencé a mamar. Se resistió un poco, poco pero en cuanto se le puso dura, se dejo llevar. Pensé en montarlo como a mi hermano, pero se vino enseguida. ¡Mierda sigo caliente!

Me mamo la verga de una manera maravillosa, tenía mucho que no se tragaba mi semen. Luego nos dormimos abrazados. A la mañana siguiente, cuando desperté, ella ya no estaba en la cama. Salí a la sala y escuché los mismos ruidos en la habitación de al lado. Yo tengo la culpa de lo que me está pasando.

—Solo será esta vez y ya, no quiero echar a perder mi matrimonio por uña estupideces -Muy temprano me llegó un mensaje de mi hermano “ven rápido” salí aún en bata y cuando entre, tenía en la mano un “bodie” que usaba para una compañía de cerveza y me quedaba muy ajustado.

—Claro, solo que este siempre fue mi favorito.

—No creo que me siga quedando… espera-ya sin el menor respeto me quito la bata e hizo que metiera mis pies, la Licea se estiraba por mis piernas, mi culo se fue ajustando y la cintura no fue problema. Metí mis brazos y se dispuso a subir el cierre por la espalda. Aunque le costó trabajo, por fin subió, me llevo frente al espejo y pude ver mi figura. Es cierto que ya no soy la misma chiquilla, pero sigo estando en forma y también era mi atuendo favorito. Mi hermano me manoseaba, aunque trate de separarme, sus besos en mi cuello me derritieron. Por instinto lleve mi mano a su verga, que ya estaba como una roca.

—Sigues estando igual de buena hermanita-Parecía que el traje reventaría en cualquier momento, pero que deliciosa se ve mi hermana, ya quería tener mi verga dentro de ella. Recorría su cuerpo, como siempre quise hacerlo. Tocar sus nalgas, apretar sus chichotas y sentir esa panochita que se marcaba con ese atuendo. La acomode en el borde de la cama y en cuanto me baje el pantalón su boca busco mi verga. Su culo levantado era el más hermoso espectáculo que podía tener, incluso se tomaba el cabello, para que pudiera ver como se metía toda verga en la boca.

—Así me gustas más hermanita, esa es la puta que quiero-mi hermano me miraba fijamente, y yo le correspondía chupando desde la punta de la verga y hasta lamiéndole las pelotas. Sentía sus dedos frotándome la vagina.

En cuanto sentí la saliva de mi hermana en mi verga, volví a sentirme en el cielo. No soporte que un pedazo de tela elástica me impidiera tocar su panochita, que ya estaba húmeda. Así que de un jalón rompí un poco para poder sentir su piel y hundir un par de dedos en ella. Sentía como su respiración se agitaba mientras metía con más fuerza mis dedos, su boca se aferraba a mi miembro con más pasión.

—¿Brenda?-pronuncie su nombre mientras corroboraba que estuviera en el baño, aunque ese vacío que sentía en mi interior sabía muy bien que los gemidos al otro lado del pasillo eran de ellos. Ni siquiera tenía ánimo de verlos desde la azotea. Ahora quería llorar.

—¡Siéntate sobre mi, quiero ver tus nalgas rebotando en mi verga!

Me senté sobre su verga dándole la espalda, seguía con el conjunto de libra puesto. Solo un agujero permitía que su verga me penetrara. Esta manera de hacerme sentir tan sucia, tan puta, tan… me encanta.

—Ayúdame Haaaaa! con tu panochaa!-Le puse su mano sobre su sexo y sin dudar comenzó a estimularse y a balancear sus caderas con más ritmo. Podía sentir como su orgasmo se acercaba. El ruido que liberaba su boca seguro ya despertó a Ramón. Me prende saber que ese hijo de puta me escuche darle verga a su mujer, a mi hermana. ¡QUE PINCHE CULOTE TAN RICO!

—Me voy a venir!

—Las veces que quieras hermanita -mis nalgas chocaban contra sus guevos y hacían un ruido estrepitoso, me daba miedo que Ramón despertara. Pero al mismo tiempo me excitaba el saber que estaba haciendo algo prohibido.

—Haaaay! Haaaaa! Siiii si siii!

Sentí sus fluidos sobre mis piernas y como se deshacía sobre mi, la empiné para ver ese mates tu oso majestuoso culo… la tela ajustada le macaba las curvas a la perfección. Aunque solo podía ver su panocha al aire, recordaba que cuando usaba ese atuendo yo me masticaba imaginándola así, como la tengo en este momento. Con la cabeza hundida en el colchón y su culo arriba, bien lavantadito. En cuanto sintió que mi verga entraba, comenzó a gemir como una puta de esas que salen en las películas porno. Solo faltaba que el pendejo de Ramón entrará y nos filmará. Estoy que me vengo… puta madre aguanta un poco más chinga.

Mientras los alaridos de Brenda me dejaban en claro, que hacer un bebé era solo un pretexto, intente distraerme e la cocina. Me prepare un café y un sándwich que no probé. Nunca en mi vida me había sentido tan miserable. No tenía ni las agallas para entrar y echar a patadas a ese hijo de la chingada. Solo podía estar ahí en silencio escuchando los gemidos de mi esposa y el golpeteo en cada metida de verga que le da su puto hermano.

—¡Ya casi acabó, hay cabrona que rica estás chingada madre!

—Sigueee por favor no pares no te detengaaas.

Sus manos fueron rompiendo poco a poco la tela y ahora sentía mi espalda descubierta, el traje me colgaba y por fin mis chichis tenían algo de movimiento. Mi hermano aceleraba cada vez más sus embestidas a mis caderas. Estaba por llenar de leche mi vagina. Aunque a estas alturas ya no si me importa queda4 embarazada. Me siento una mujer plena.

—haaaa! Queee riiicooo haaaa!

—Siiisiiisiiii siii así así… así… asi…!

Fuimos bajando la velocidad al mismo tiempo que terminábamos, aún empinada giré mi cabeza para verlo y esa gran sonrisa me indicaba la gran felicidad que sentía. Aunque ahora, me tocaba salir y ver mi marido a la cara, y se que será algo distinto.

Mi mujer salió con la cabeza abajo y se fue directo al baño, mientras mi cuñado salió así, con la Vega al aire y se paseo frente a mi. Mordió mi sándwich y dio media vuelta hasta desaparecer en la habitación. En cuanto salió, ya bañado y perfumado. Le dije que se fuera.

—¡Pero estamos haciendo un bebé! ¡Brenda! ¡Ven y dile que solo es para que la familia sea feliz y crezca!

—¡LÁRGATE!

Salió con una sonrisa enorme, jamás voy a borrar de mi mente su cara de felicidad.

—Me avisan si hace falta otro poco, no llamen a nadie más por favor.

Cuando escuche que la puerta se cerraba de golpe, me dio miedo quedarme a solas con mi marido. ¿Que le diría? ¿Que me va a decir el? Para mi sorpresa o mi pesar, no pronunció ni una palabra ese día. Dormimos abrazados pero nunca hubo un reclamo. Tal vez quería que gritara, que me dijera que soy una hija de la chingada. Pero nada de eso paso. Con el transcurso de los días todo volvió a la normalidad. El al trabajo, sexo una vez a la semana. Hasta que llegó un mensaje de texto a mi teléfono.

"Ya vi salir a Ramón, ábreme. Vamos a coger"

Se me erizo la piel y me quede inmóvil mientras los nudillos de mi hermano chocaban contra la puerta y el timbre no paraba de sonar.

@MmamaceandoO

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