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Mi mujer, una travesti y yo
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Tiempo de lectura: 2 minutos

Era sábado por la tarde, luego de mirar unas películas porno con mi mujer, empezó el cachondeo, estábamos realmente muy calientes, las películas que habíamos visto eran de tríos, eso a mi mujer la encendía como una perra en celo. De repente se levantó del sofá, donde habíamos mirado las pelis, y volvió con una micro tanga, color blanca, bien entangada, sus hermosas tetas al aire; se arrodillo frente a mí, empezó a pajearme mi verga y se la fue tragando despacito, la sacaba y me chupaba los huevos, y volvía a metérsela toda, era una golosa… mientras me la seguía mamando, comienza a decirme que me imagine que detrás de ella había un negro con una pija enorme apoyándosela sobre su culito, eso me ponía a mil, ella ponía más cara de puta tragona, y comenzó a meterse los dedos en su culo, mientras seguía chupando… y me decía “imagínate papito, como me mete la verga el negro a tu mujercita y me rompe el culo”, me recalentó y explote en su boca llenándosela de leche, que trago como si fuera un jugo de naranjas… Se recostó sobre el sillón de enfrente, y empezó a pajearse y a decirme, “imagínate papi como me coge otra verga, mira como acabo… Ahí, ay, ay sí sí!!!” Y se vino con un chorro infernal.

Le pregunto si realmente le gustaría hacer un trío, y me dice

-sí papi, me encantaría que vos y otro tipo me cogieran, quiero sentir dos vergas al mismo tiempo.

Yo me quede helado, pero el morbo estaba comenzando a calentarme, le dije:

– no sé si me banco que otro tipo te coja, pero se me ocurre una idea.

– cual -dijo ella.

– qué te parece si invitamos un travesti, para vos será un tipo, con una buena pija, y para mí la veré como una mina, con un gran culo y buen par de tetas.

A mi mujer se le encendió su cara de puta, y me dijo que sí, pero que el traba debería ser negro o mulatona, quería una verga grande, y decidimos que esa noche saldríamos a la zona roja a buscar nuestra presa.

Por la noche salimos, mi mujer con un vestido rojo muy cortito, que le marcaban un culo hermoso, y su escote dejaba ver la mitad de sus tetas. Llegamos a la zona roja, dimos unas vueltas, y me pidió que paráramos a ver a las travestis, ella miraba y empezó a calentarse, corrió su vestido y comenzó a acariciar su concha, y con su otra mano se sobaba las tetas, luego se metió un dedo y luego dos, y me decía papi…

– quiero ya, quiero una pija ya, elegí la mulatona que quieras, quiero que veas como le chupo la pija a una negra, una verga grande…

Continuará.

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