back to top
InicioInfidelidadMe lo hice con la madre de la amiga de mi hijo

Me lo hice con la madre de la amiga de mi hijo
M

el

|

visitas

y

comentarios

Apoya a los autores/as con likes y comentarios. No cuestan nada.
Tiempo de lectura: 5 minutos

Soy un hombre de 35 años, padre separado, el cual cuida de su hijo de 10 años. Su madre y yo estuvimos cinco años casados, pero lo nuestro no llegó a buen término. Total, que hace 2 años nos separamos y ahora tengo yo la custodia compartida de nuestro hijo.

La separación no ha sido tan traumática como al principio pensaba y todo se ha desarrollado más o menos bien. Mi hijo se ha adaptado a la situación y ahora como os dije, está viviendo conmigo.

El curso ha vuelto a empezar de nuevo y toca madrugar para llevarle al colegio. Aunque yo trabajo por la tarde, no me ha costado mucho acostumbrarme a madrugar.

Cogemos el autobús. El colegio está cerca, pero no hay mucho sitio para aparcar, por lo que he decidido ir en transporte público.

Estamos de pie, con la mochila de José en el suelo, porque no hay sitio para sentarse. Le he cedido un sitio libre a una señora mayor. Total, en un par de paradas nos bajamos.

Cuando bajamos, me he fijado que en la parte de delante iba una mujer de más o menos mi misma edad, con una niña de unos 9 o 10 años.

-¡Luisa! le grita mi hijo.

-Oye, no grites tanto, que la gente todavía va dormida. Le regaño.

Resulta que la niña es compañera de clase de mi hijo. Se ponen a hablar mientras llegamos al colegio.

-Hola, le digo a su madre. Me llamo Antonio.

-Hola, soy Natalia, encantada, y me da la mano.

-Parece que nuestros hijos van a la misma clase.

-Pues sí. ¿Eres nuevo por el barrio? Nunca te había visto.

-Mi mujer y yo nos separamos y ahora tengo la custodia compartida, por lo que es la primera vez que le llevo al colegio.

-Pues lo siento.

-No pasa nada.

-Yo estoy felizmente casada, pero mi marido trabaja por la mañana y yo ahora estoy libre, por lo que la llevo yo al colegio.

Tras despedirnos de nuestros hijos, nos despedimos Natalia y yo.

-Hasta mañana entonces. Encantado de haberte conocido.

-Igualmente. Chao.

Cuando se gira para irse, me quedo mirándola. Lleva unos vaqueros ajustados y me fijo en que tiene un buen culo. Los tíos siempre pensamos en lo mismo, ¿eh?

Llega el día siguiente y volvemos a encontrarnos en el autobús. Natalia me saluda muy simpática. Hoy lleva unos leggins ajustadísimos, bueno, como son los leggins, súper-ajustados. Se le marca todo, hasta diría que se le nota el chocho.

Se inclina para coger la mochila de su hija y su culo en pompa se marca de manera escandalosa. La verdad, tiene un culo de impresión. Giro la cabeza para que no me pille mirándola.

Llegamos al colegio y dejamos a nuestros hijos. Otra vez un apretón de mano y nos despedimos. Me paro en un banco, para hacer que me ato los zapatos y así poder mirarla el culo cuando se va.

Llego a casa un poco azorado. Me mojo la cara con agua fría, pero estoy demasiado caliente. Me bajo el pantalón y el calzoncillo y me masturbo con fuerza. El culo de Natalia me ha puesto muy cachondo.

En un par de minutos me corro. El semen salpica el espejo del lavabo. Cuando termino de convulsionarme, recupero la respiración y limpio el espejo de los goterones de semen. Me siento en la taza.

-Buf, que buena esta mi nueva amiga, pienso.

Ya olvidado de todo, me pongo a comer para luego irme a trabajar.

En el trabajo me paso toda la tarde pensando en Natalia y en su maravilloso culo que tiene bajo sus leggins.

Hace mucho que no hago el amor, desde que me separé de mi mujer y ahora solo me alivio con pajas, pero ya sabéis que no es lo mismo que el sexo.

Antes de salir del trabajo me voy al lavabo y cae otra paja pensando en mi amiga. Creo que me he obsesionado. Pero está casada, así que tengo que andarme con cuidado.

El despertador no ha sonado hoy y José me despierta.

-Papá, despierta, que llegamos tarde.

-Buf, no me había despertado. ¿Qué hora es? le pregunto.

Me levanto rápido, me lavo la cara con agua fría y desayunamos corriendo.

-¿Llevas todo?

-Sí, papá. Vámonos.

Salimos un poco más tarde y cogemos un autobús después. Temo no ver a Natalia hoy.

No va en el bus y cuando llegamos al colegio está despidiendo a su hija.

-Creí que no veníais hoy. Me dice Natalia.

-Me dormí. No sonó el despertador y me ha llamado José.

-Pues nada, ya estáis aquí, habéis llegado justo a tiempo.

-Sí, eso sí. Por cierto ¿tienes tiempo para tomar un café?

-Sí, claro. Ahora tengo unos días libres y no tengo prisa.

Vamos a un café que hay a un par de calles del colegio de nuestros hijos y nos sentamos a una mesa. Pedimos dos cafés y yo un croissant.

-¿No quieres nada con el café? Le pregunto a Natalia.

-No, gracias. Nada de bollería. Intento cuidarme mucho.

Con ese cuerpazo no me extraña que te cuides, pienso.

Hoy lleva un escote bastante considerable y hago lo que puedo por no mirarle las tetas. Como me dijo que su marido trabaja por la mañana no podrá vernos y espero que nadie del colegio se fije en nosotros.

Terminamos de desayunar y nos despedimos. Espero que no hay notado la tensión sexual entre nosotros. Bueno, entre mí solamente.

-Hasta mañana entonces. Ah, espera te voy a dar mi número de móvil. Mañana no puedo llevar a Luisa al cole porque me hacen unos análisis temprano y he pensado si podías llevarla tú.

-Pues claro. No me cuesta nada.

-Te mando un whatsapp esta tarde con mi dirección y mañana la recoges. Ahora tengo un poco de prisa, se me ha hecho tarde, me dijo mirando el reloj. Lo siento.

-Adiós.

-¡Luego te escribo!

A eso de las cinco me mandó un mensaje con su dirección. Quedábamos a las 8 para que recogiera a Luisa. Ella me la dejaba y se iba a los análisis.

No pensé en nada raro hasta el día siguiente.

Llegué a su casa a las 8 menos 5 y me abrió el portal. Cuando subí a su casa me la encuentro en la puerta con un camisón rosa y de la mano de Luisa.

-Hola, ¿puedes llevarla entonces?

-Sí, claro, no hay problema, le respondo.

Cuando bajamos al portal, me suena el móvil. Pip, pip. Voy con los niños de la mano y no puedo mirar el teléfono, por lo que lo dejo para luego. Si es algo urgente, que me llamen, pienso.

Dejo a los niños en el colegio y me siento en el banco del otro día para mirar el teléfono.

Es un mensaje de Natalia. Me dice que a las nueve estará en casa. Uy que raro, pienso. Esta quiere algo.

Decido no contestarla y presentarme en su casa.

Voy al bar donde quedamos ese día y desayuno. Por un momento pienso en su marido, pero me dijo que estaba trabajando por la mañana. Pero luego pienso en su maravilloso culo y decido arriesgarme.

Antes de las nueve estoy en el portal, de pie, esperando. Una señora sale y me sujeta la puerta, pero yo decido no entrar aun. La mujer me mira raro y supongo que pensará ¿qué hace este tío esperando en el portal a esta hora? La ignoro y veo como se marcha moviendo las caderas. La verdad tiene un buen culo para su edad. Me he levantado un poco salido hoy.

A las nueve en punto tocó el portero y me abre. Subo corriendo y toco la puerta con el puño. Me abre, pero no está detrás de la puerta.

-¿Se puede? Pero no oigo respuesta.

Decido entrar y cerrar la puerta.

Miro alrededor y no veo a nadie. Sigo andando y no sé qué hacer. No quiero entrar más dentro. No tengo confianza para eso.

-Ven a la cocina, oigo que me dice a lo lejos.

Sigo andando, no sé dónde puede estar la cocina.

-Vamos, por aquí.

Su casa no es tan grande pero no encontraba la cocina.

Entro y allí esta ella con el camisón de antes. Lleva puesto un esparadrapo en el brazo con lo que confirmo que si se ha hecho los análisis.

-¿Me deseas? me pregunta. ¿A que si?

Me quedo mudo, no puedo hablar.

-Te he mentido, en realidad mi marido y yo nos hemos dado un tiempo. Cuando te vi en el autobús me gustaste enseguida. Como estamos libres he pensado que podíamos…

Antes de que termine la frase, me acerco a ella y le beso la boca. Nos besamos apasionadamente y dejo caer su camisón al suelo.

Acaricio su culo a través de las bragas y me pongo muy cachondo. Una erección empieza a crecer. Ella lo adivina y desabrocha un poco mi pantalón y me masturba un poco. Le quito el sujetador y le como los pezones. Son preciosos.

Ella sigue masturbándome. Decido bajar sus bragas y frotarme contra su coño con el pantalón aun puesto.

Finalmente me lo baja y el calzoncillo también. Mi pene apunta alto hacía ella.

-No tengo condones, me dice.

-No importa, estoy sano. Me correré fuera.

Es una locura, pero estoy tan caliente que no puedo perder tiempo en bajar a la farmacia a por condones y perder esta oportunidad.

Se la meto a pulso apoyada contra el fregadero. Le subo un poco la pierna derecha para una mejor penetración y la bombeo a gusto.

Seguimos un rato dándole y me pide que me la folle de espaldas. No pensaba pedírselo, pero así la visión de su culo hará el polvo más excitante.

La giro y se lo hago así. Para entonces ya estoy a punto de correrme. Tengo que concentrarme y no correrme dentro, aunque me apetezca un montón.

Sigo un poco más, un poco más y saco mi pene y me masturbo y eyaculo en su espalda. Después de correrme, limpio su espalda y mi polla. Nos sentamos en el suelo de la cocina.

-Ha sido increíble. Follas muy bien, me dice.

-No he perdido práctica.

-Quedamos mañana si quieres.

-Por supuesto. Mañana traeré condones.

Me doy una ducha y nos despedimos hasta mañana. Veremos donde lo hacemos mañana.

Compartir relato
Autor

Comparte y síguenos en redes

Populares

Novedades

Comentarios

DEJA UN COMENTARIO

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Los comentarios que contengan palabras que puedan ofender a otros, serán eliminados automáticamente.
También serán eliminados los comentarios con datos personales: enlaces a páginas o sitios web, correos electrónicos, números de teléfono, WhatsApp, direcciones, etc. Este tipo de datos puede ser utilizado para perjudicar a terceros.