Me considero un promiscuo, siempre estoy en busca de la siguiente chica que me he de follar, pero en todo caso siempre he tenido parámetros y no solamente busco una escoba con faldas, más bien busco una chica bella y a quien complacer sexualmente.
Debo de admitir que no siempre he sido así: me casé a los 19 años con una linda mujer persa y que me dio dos hijos. Infortunadamente murió junto a mi hija menor en un accidente de tráfico y me quedé viudo hace 20 años y desde entonces nunca volví a casarme.
Con mi esposa siempre tuve un buen sexo, quizá de los pocos que pueden decir, que tienen por lo menos una relación sexual diaria con su mujer sino es que más. Quizá el único receso era en ese tiempo de cinco días de su menstruación, pero aun así recuerdo que ni en esos días teníamos dieta. Recuerdo en varias ocasiones ver mi pene saturado de la sangre de mi mujer, porque simplemente no nos podíamos aguantar las ganas.
Este es el tiempo que le he sido fiel a una mujer. Ocho años que estuvimos casados y que a pesar que siempre me salían excusas para otras aventuras, mi mujer siempre tenía la aventura para mantenerme ocupado. Mi madre que era psicóloga siempre me dijo que teníamos una relación muy sana y ella nos pilló follando en medio de la cocina o sala. Es que con Nadia no había tiempos especiales, ella hacía cada tiempo de la vida especial y siempre me coqueteaba y se me insinuaba en una provocación constante. Inclusive cuando me alejaba por un par de días, ella tenía sexo telefónico conmigo. Ocupó todos los pensamientos y los tiempos. En esos 8 años no me dio tiempo de pensar en otra mujer, pues ella era la sumisa, la que llevaba el control, la sofisticada y la sencilla, la extraña y la vecina, la puta y la monja, que decir, si de vez en cuando me salía con su velo musulmán, aunque ella era cristiana.
Recuerdo en ese tiempo se me arrojaba una mujer de nombre Jacqueline, una mujer hermosa que a cualquiera pone en tentación. Yo tenía unos 25 años y ella unos 20 y ese día prácticamente me tiró sus pantis a la cara, pero esa mañana mi mujer me había llamado y me contaba de la lencería que había comprado para desfilarla ante mí esa noche. Si, Jacqueline me gustaba, pero mi mujer era linda, que digo, era bellísima y a pesar de haberme dado ya dos hijos, se mataba diariamente haciendo ejercicios para lucir lo más bella posible. Siempre me decía al oído o por teléfono lo que me quería hacer y lo que deseaba que hiciera yo con ella. Tenía muchas erecciones diarias, pensando en las cosas que me decía esa chica que conocía desde la infancia de nombre Nadia.
Creo que en eso consistía el secreto, en que desde novios siempre me mantuvo en la sorpresa, llenándome de adrenalina a cada instante. Recuerdo que el día que íbamos a acampar en nuestra primera casa rodante. Íbamos con la familia de mi hermana y también iba mi madre. Yo manejaba a horas de la madrugada y Nadia sabía que estaba cansado y todos dormitaban. Me bajó el zipper del pantalón y me hizo un sexo oral mientras los demás dormían y yo manejaba. Eyaculé en su boca, e hizo que me olvidara del sueño.
Recuerdo el día que uno de sus admiradores le llevó rosas y que por pura casualidad yo me encontraba en su bufe de abogada. Recuerdo le dijo algo que hasta el día de hoy me excita: – siento no poder aceptar tus rosas, pues tú sabes que soy casada. En realidad es que ya tengo un amante y si vez este hermoso tallo que me has traído de tus rosas, el tiene uno así de grande que me tiene feliz.
La fidelidad es un proceso constante de seguir conquistando a ese ser a quien amamos. Quizá esa sea la razón el por qué nunca me volví a casar. No le podría decir a otra mujer que le sería fiel hasta que la muerte nos separe, pues se lo dije a la mujer de mi vida y la muerte nos separó. Nadia quizá habrá pensado esto algún día, que si ella muriese tendría a la mujer que yo quisiese en mi cama, y de alguna manera han pasado más de 150 mujeres pero a ninguna le juré fidelidad hasta que la muerte nos separara.
No sé, a pesar que me he acostado con muchas mujeres, al final sigo siéndole fiel a esa mujer que el día de hoy cumple 20 años de no estar conmigo, pues con todas esas mujeres solo fue sexo y no lo podría comparar con la pasión y deseo que Nadia y yo nos entregábamos.
Recuerdo esos ojos oscuros y su sonrisa de 11 años, los pantalones capri de la segundaria. Fue la valedictorian en nuestra clase y la vi desfilar a recibir su reconocimiento sin pensar que esa chica estaba enamorada de mi y que sería la madre de mis hijos. Recuerdo ese primer beso en la universidad, el día que lloraste por mí en nuestros pleitos de novio. Los celos que me provocaste cuando te vi caminando con tus amigos cuando por llegar a donde no debía de llegar, me dijiste que todo había terminado. El día que tu prima Kashira se hizo mi hermana, ese mismo día que decidiste ser mi mujer dejando a tus padres a un lado. Dejaste a tus padres y la riqueza que ellos tenían y te aventuraste por mí. Por eso, nunca dudé de tu amor, por eso siempre supe que tus besos eran deliciosos, que el tener sexo contigo era hacer el amor.
Nadia, recuerdo tu bello rostro en la cima de la pasión. Me ha tocado a mí vivir otras experiencias con otras mujeres, pero sé que el día en que yo me muera, ese lindo rostro alcanzando un orgasmo conmigo es el que llevaré siempre a la eternidad. Eras una chica linda y una chica muy dulce: lo niños y los viejos se enamoraban de ti y quizá nunca te lo dije… no recuerdo decírtelo, tu amigo Chuck quien siempre vivió enamorado de ti, el día que nos hicimos novios, él llegó a mi cuarto en la universidad y llevó una botella de whisky para celebrar su derrota ante quien le había ganado esa mujer idealizada para él. Lo dijo en cortas palabras: Cuídala, se que lo harás, Nadia es una linda y gran mujer. Y no lo invité a la boda porque todo se dio de un de repente y cuando llegó al funeral y vio de nuevo tu rostro inerte se lo expliqué. Lloró por ti al igual que yo lo hice y estuvo conmigo en esos momentos difíciles para mí y entendí la suerte que yo tuve contigo y tenerte como esposa y la madre de mis hijos, aunque ese mismo día, yo me quedé con Andrés, y tú te llevaste bajo tus alas a esa chiquilina que le pusimos tu mismo nombre. Eran dos, pero fue como perder un solo amor.
Sabes, me he movido en tres ocasiones desde esa casa que yo le llamaba casa. Recuerdo que un amigo me preguntó por ti al moverme de esa casa y le dije que nos habíamos divorciado. No podía aceptar que ya no existías en este mundo y preferí decirle a la gente que nos habíamos divorciado. La argentina Gaby no me lo creyó y me entendió tiempo después que yo no aceptaba tu muerte. En los estantes están tus vestidos, todavía mantengo toda tu lencería de esa época en mi tocador, y es por eso que no dejo a la sirvienta limpiar mi habitación, no quiero que nadie toque nada de ahí… tu foto está en mi cuarto y esas fotos de nuestra boda. Miro tu rostro y recuerdo tus suspiros y esos ricos momentos y hace una hora subió tu prima Kashira y me ha dicho lo siguiente: Tony, hoy es el aniversario de la muerte de Nadia, pero nunca te he dicho esto, siempre que llega este día, y no lo entiendo, siempre me recuerdo ese día cuando vivíamos en San Francisco en esa casa de huéspedes que rentábamos en nuestros años de universidad, lo que siempre me llega a esta loca memoria, ese día que me los encontré follando como locos.
En realidad me lo decía con esa simpleza, pues con Kashira vivimos juntos y ella es como la madre de mi hijo y nosotros nos tratamos como hermanos. Hoy este día, al igual que le prometí un día fidelidad a esa linda mujer, este día del aniversario 20 de su muerte, también prometo no volver a escribir nada mas en este sitio. Por los recuerdos de esa mujer, por el amor que nos tuvimos, hasta aquí llegan mis relatos, hasta aquí llegan los escritos.