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De nuevo con ese machazo vergudo que me saca lágrimas
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Tiempo de lectura: 3 minutos

Después de la tremenda verga que me metió el enorme tipo que me folló hacía diciembre el tipo ese enorme del que les platiqué la otra vez, me percaté con el correr de los días que el hombrón no aparecía más por el bar seguramente para que nadie se diera cuenta de que me folló a mí una “traviata”, ni siquiera me quiso decir su nombre, yo tenía curiosidad, de quién sería y a pesar del dolor que me provocó semejante culeada con su enorme animal también debo reconocer que me gustó después cuando me lo hizo más suave. De hecho, muchos hombres nunca reconocen haberse acostado conmigo, en fin, los días pasaron a mi no me gusta mucho esa época del año porque el frío, las bajas ventas en el bar, me provocan mucha nostalgia, cené sola con mi padre en navidad, Lora mi hermana, se fue a Playa del Carmen con su esposo y sus hijos a pasar allá la navidad y me acosté temprano.

La serie de explosiones producidas por los cohetones no me dejaban dormir y tampoco tenía sueño, me bajé a la cocina a buscar una botella de brandy que guardaba allí y me serví un poco, decidí salir a caminar un rato por las calles cercanas, me puse una blusa, vaqueros, botas con peluche, un suéter azul y mi abrigo, solo me retoqué los labios, me puse un gorro de peluche y Salí a la calle después de cerciorarme que papá estaba bien dormido. La gente deambulaba de un lado a otro pese al intenso frío, me senté en el parque solitario a ver a las personas pasar, un rato después me puse en camino a casa, me di cuenta que necesitaba sexo, un hombre que calmara mis ansias. Al no hallar a nadie en la calle me tuve que meter mi consolador, ahhh, así enculada por ese pene falso me dormí más calmadita.

Abrí el bar el martes, aunque hubo poco movimiento yo esperaba que llegara el hombrón aquel del pene de 20 centímetros pero, no, no llegó. Los habituales clientes de muchos años desfilaron ese día por el bar. Una que otra plática caliente con algunos de ellos y ya. Dos noches después cerré y me fui a casa ¡Ahí estaba el viejo Volkswagen esperando con su dueño! ¡Hola nena! ¡Hola grandulón! ¿Qué haces por aquí? ¡Pues ya ves! Vine por ti ¿Nos vamos? Me trepé al autito cochambroso y nos fuimos al motelito ¿Cómo te llamas? Dime Peter ¿Y tú? Mara. Bonito nombre. Pronto legamos al motel de paso de carretera, la verdad es que yo me sentía feliz, había logrado calentar a un verdadero macho quien pese a su edad se veía bastante bien.

Nada más entrar y ya estábamos besuqueándonos y tocándonos por todas partes, él estrujaba mis nalgas y mis tetas a su gusto encima de la ropa. Por el frío llevaba unos vaqueros y abajo una licra y mis pantis de putita. Brasier y una blusa debajo de una zamarra negra de piel y botas. Rápidamente me desnudé para este semental al tiempo que él se bajó los pantalones y los calzoncillos, brotó su enorme arma, negra, venosa, brillante, cabezona… mhhh, se me hizo agua la boca y no pude contenerme más lo besé y me lo metí a la boca, él estaba parado recargado en el mueble del lavabo, tomó mi cabeza entre sus manos y acariciando mi pelo me empujaba suave pero insistentemente hacia él. Gemí de gusto por mamar tan rica verga. Me alcé el brasier para que viera mis tetas y me senté encima de él de frente ambos sobre la cama, me las mamó goloso. Se siente tan bien le dije… Sigue. Así encimada apunte su enorme verga a mi culo el cual estaba relleno de vaselina para que se pudiera deslizar en él ese vergón pulsante. Separé mis piernas lo más que pude y me senté en su miembro, poco a poco y con esfuerzo y paciencia me entró la cabezota, ahhh, un poco más y entró la mitad, un poco más y me metí tres cuartas partes, supe que no me entraría más, así que empecé a cabalgar encima de mi macho apretaba el culo para que el disfrutara más, sentía la enorme presión dentro de mí.

Un rato después mientras yo me miraba en el espejo de la cabecera de la cama me pidió que me diera vuelta y quedara encima de él pero de espaldas, lo hice con el pito adentro, me giré y quedé enculada dándole mis nalgas encima de su panza. Comencé a moverme de nuevo, sentía por momentos que me cagaría pero sabía que no era posible porque estaba limpia, era el tremendo esfuerzo de culo por dilatarse y empujar hacia afuera ese pedazo de carne dura que tiraba de adentro hacia afuera y así de nuevo otra vez, mi culo ardía de calor, él me tomó de las caderas empujándome hacia arriba para ver cómo me entraba esa madrezota. Yo quedé bien ensartada, como nunca en mi vida ¡Lo tenía todo adentro! Lo cual se me hizo increíble pero delicioso.

Él se incorporó un poco y se puso de rodillas con su verga dentro de mí, yo quedé empalada con mis piernas abrazando su cintura y nos venimos al mismo tiempo, chorreando semen mi culo pedía a gritos que ya se saliera de mi porque estaba a punto de dolerme. Pero aguante como toda mujer a su macho hasta que este quede satisfecho. ¡AHHHH! Gimió el cabrón y se vino por segunda vez. ¡Hijo de puta, que aguante tiene pensé! Luego se relajó y pude desenchufarme suavemente, él se asomó a mi culo bien abierto y metió dos dedos, mientras yo me masturbé con sus dedotes hurgando en mis entrañas. Nos fuimos a la calle y nos despedimos. Ahora tenía un hombre para mí.

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