El relato anterior fue de los sucesos con Perla Natalia en otoño, a la mañana siguiente con la cruda por el alcohol ingerido y el sexo que tuvimos no nos podíamos mirar a la cara, la chica estaba realmente apenada, como se quedó a dormir en mi casita estuve pendiente de ella y temprano cuando se despertó y tomó conciencia de lo pasado entre nosotros me miró afligida y le serví un café bien cargado ¡Anda toma te va a hacer bien! ¡Mara!… ¿Qué pasó? Pues que nos dimos cariño mi niña, estamos solos tu y yo, tal vez lo que te pasó con tu ex disparó entre nosotras eso que pasó ¿No creerás que soy una puta? No, nena, para nada, fue hermoso. Me voy por favor no me busques.
Se fue apenada y por lo que me percaté se sentía sucia por dentro y por fuera y, es que con la cogida que le di la llevé al cielo, se mojó como pocas mujeres había visto, también creo que se debía a que es muy joven. Dejé pasar unos días para buscarla. Los días transcurrieron entre mi rutina con papá, la casa, el trabajo en el bar y todas esas cosas que hacen la vida diaria. Le envíe varios mensajes y no me respondió ninguno, entonces opté con cierto pesar no buscarla más. De todas maneras en el bar nunca falta un tipo que al verme me pide sexo y yo feliz los meto a la parte de atrás cuando hay poca gente y les mamó la verga y a veces hasta me piden metérmelo por el culo y si estoy limpia me dejo solo por el gusto de ser usada como una mujer. Por diciembre bajan las ventas en el bar, la gente cuando comienza el día de la virgencita de Guadalupe empieza en México la época decembrina que termina el 6 de enero, la gente busca a sus familiares y se vuelven hogareños por lo que el bar se mantiene con pocos clientes, el 15 de diciembre llegó un tipo de unos 65 años a tomarse unos tequilas al bar como a las 9 de la noche, nada más estábamos él y yo, el dueño del bar se fue a su casa a descansar, ese día me puse un pantalón entallado de licra con un pantaloncillo de franela abajo y mis choninos, mi brasier y una sudadera ajustada blanca, me recogí el cabello en una coleta y me puse mis aros de oro bajo.
Así el fulano se sentó en la barra y me hizo plática ¿Cómo te convertiste en una dama? Te ves muy guapa ¡Gracias! Pues así, se dio solito, me gustaba verme muy nenaza desde niña y pues ya está. Hoy hay tantas mujeres en las calles, guapas, bonitas que uno se pone cachondo nada más que ellas buscan jóvenes, guapos y ricos y, pues con la edad que tengo pues, no es fácil. Me gustaría saber si te puedo tener un ratito. Pues ahorita estoy sola y no puedo, pero si… ¿A qué hora sales? ¿Hoy? a las 2 de la mañana ¿Por? ¿Puedo venir por ti? ¡Claro y por ahí traes a Santa Claus! Bueno, regreso a esa hora… ¡Ánda a ver si te acuerdas!
Era un tipo alto, recio, fuerte, musculoso y que se notaba que siempre había trabajado a la intemperie ¿Qué sería? ¿Campesino, electricista? En fin, la noche estuvo floja solo un par de borrachos que se fueron a la 1 y media, cerré exactamente a las 2 y… Ahí estaba el sujeto en un viejo Volkswagen oloroso a mugre y gasolina ¿A dónde te llevo mi reina? ¡Hola! Pues ¿A dónde quieres llevarme? A un motel. Bueno vamos! Me metí al coche y para saber que había en este rudo sujeto le sobé el paquete… ¡Unos huevos grandes y un pene enorme fue lo que sentí encima de sus vaqueros gastados y mugrosos! Los estrujé, rico y detuvo el auto en la solitaria calle, me arrimé a él y le acaricié el pene bajo los pantalones, se estiró aún más y gimió ahh ¡Qué rico! Le desabroché el cinturón de hebilla enorme y bajé el cierre liberando un pene gigantesco, venoso y peludo. Lo tomé en mi manita subiéndolo y bajándolo, la gotita de lubricante rápidamente salió, me recosté en sus rodillas y me lo llevé golosa a la boca, sabia a verga de macho, salada, con un ligero olor a pescado, lo lamí y este muy rico pulsaba, latía como un ser vivo que anhelaba soltar su carga de leche ¡Para, para!, vamos al motel y te lo meto, déjame disfrutar lo más que se pueda.
Pronto llegamos a un motel de carretera, entramos y de inmediato mi macho me sujetó por la espalda frotándose en mis nalgas y acariciando mis senos enfrente del espejo del tocador, ahí mismo me quitó los pantalones con todo y el de franela y pantaletas y hurgó entre mis nalgas buscando mi ano, de un chingadazo me metió un dedote mientras le dije ¿Traes condon? No mamacita te lo voy a meter a lo pelón. ¡Espérate, esa vergota no me va a entrar! ¡Claro que sí! ¡Se la meto a mi esposa y le cabe todita! ¡Sí, pero yo… no se si me aguante! Pinche puta, ahora te lo vas a comer perra. Separé mis piernas y ahí frente al tocador y lavabo me unté mucha cremita y el cabrón este me puso su cabezota de verga en mi ano, poco a poco me fue entrando, aunque solo la cabeza y ya sentía que me cagaba para dentro !ahh, ay! ¿Te duele? No, bueno si pero sigue, aguanto otro poco, y me empujó otro tanto que calculo era apenas la mitad de semejante vergón, sentía que me partía en dos, ni siquiera se me paró mi verguita por el miedo, otro poco y casi me desmayo, me ardía al rojo vivo pero aguanté aun con lágrimas en los ojos ¡No que muy nena, me he cogido mujeres por el culo que han aguantado más que tú! Así con la blusa levantada, los senos afuera del brasier, los pantalones abajo tirados en el suelo y este hombrón de 1, 85 atrás de mí, recibí lo que toda puta merece por caliente, se me fue hasta lo más profundo de mi cuerpo, me arrancó un grito de dolor al sentir como pegaba con algo mío.
Me dolió un chingo pero ya no podía hacer nada más que aflojarme y aguantar esas terribles embestidas, sin embargo él se compadeció de mí y me lo sacó hasta la mitad y de ahí en adelante me bombeo con más suavidad mientras me besaba las orejas, el cuello que logro que me fuera excitando, pronto el placer llegó, nos mirábamos en el espejo, aún tenía lágrimas en los ojos, ensartada por el culo recibía las embestidas una y otra vez, mi culo se dilató lo suficiente para soportar esos 20 centímetros de largo por unos 4.5 de ancho, así enculada me arrastró a la cama se puso encima y me bombeó una y otra vez ¡Puta, eres una puta! Me decía constantemente y eso me enardecía aún más, me calenté como una perra puta, ya anhelaba su semen en mi interior, el hombrón se corrió y me lo empujó hasta lo más profundo de mi ser.
Sentí un inmenso placer que hizo que alzara el culo lo más que pude para ofrecérselo a este macho peludo, me halaba hacía él de las caderas tanto que sus manotas se marcaron en mi carne ¡Me vengo puta, me vengo, ahhhhhh! Un rato después estábamos recostados en la cama yo le acaricié su pene con mi mano izquierda y logró una nueva erección ¡Mámalo puta! Y eso hice unos 10 minutos después se vino en mi boca y me tuve que tragar su semen ardiente. Platicamos un rato, me contó que le gustaría que entre los dos nos cogiéramos a una mujer, uno por atrás y otro por delante. Le dije: Voy a buscarte una chica que conozco a ver si se deja. Me dejó en una calle cercana a la casa. Casi no podía caminar, me temblaban las piernas y estaba toda mareada. Continuará