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Paro nacional (II): Boca abajo
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Tiempo de lectura: 4 minutos

Anteriormente por un paro nacional de trabajadores y por mi despiste me veo caminando en los bosques de Palermo. Allí un maduro se ofrece a acercarme a mi casa, charla va charla viene termine en su casa.

El hombre maduro se confiesa creyendo que yo era gay y que le gusto mi cola cuando se ofreció a llevarme. El miedo me llevo a dejar que saque fotos de mi culo desnudo para tener material para sus pajas.

Luego de eso huyo de esa casa desesperadamente, al llegar a la mía me doy con que me había olvidado el celular en donde hice mi espectáculo de desnudez.

Estaba por darlo por perdido, pero la situación económica no da para estar perdiendo teléfonos celulares. Solo debía volver como un adulto a la casa del maduro, pedirle que me dé el celular y listo.

Tome coraje y volví en otro taxi que andaba por ahí, luego de caminar varias cuadras. Ya no me quedaba más efectivo, me gaste fortunas en ese día de paro en taxis.

El dinero me alcanzó hasta unas 20 cuadras antes de la casa del maduro, Así que seguí caminando todo el trayecto. Eran ya pasadas la media tarde, Hacía mucho calor.

Yo estaba con unos bermudas y una musculosa. Al acercarme a la casa los nervios me invadían. Transpiraba por el calor y por los nervios.

Toco el timbre y unos segundos después sale el maduro sorprendido.

Le digo que vine a buscar el celular que me olvide, él amablemente me invita a pasar para buscarlo.

Entro y comienzo a buscar por donde estaría, en los sillones abajo de ellos. Mientras el maduro me sirve una gaseosa fresca.

Lo trato como si no hubiera pasado nada, le agradezco por la bebida. Él mismo comienza a buscar el teléfono perdido, me pide el número para llamarme.

No sabía qué hacer, él tendría mi número y yo no lo quería ver más. Pero más importante era mi teléfono.

Me llama y suena entre dos almohadones de un sillón. No recuerdo haberme sentado allí, sin duda era una treta para tener mi número.

"bueno ahí tenes mi número por si te interesa algo más" dijo el maduro.

Me retire sin decirle nada, mientras caminaba el largo trayecto a mi casa, me llegan whatsapp del maduro, diciéndome que me quede tranquilo, que era discreto y caballero.

Estaba a punto de bloquearlo pero me dio curiosidad que me seguiría diciendo. Le agradecí por su promesa de discreción, le aclare que era solo heterosexual.

En eso me envía las fotos que me sacó, nunca me había visto yo en fotos desnudo, me dio morbo ver mi propio culo morocho brillando por la humedad.

La forma redondeada de mis nalgas era armónica, hacían juego con mi cintura.

Siguió escribiendo loas a mi cola, y de cómo se encendió cuando pudo tocarla al colocarme el slip. Me describió los aromas de mi culo que percibió al estar a centímetros de mi hoyito.

Yo no lo bloqueaba, me estaba empalmando leyendo las cosas que decía de mi cola.

"me encantaría poder sacarte más fotos en mi cama" decía el último mensaje.

En ese instante me detuve, me quede mirando la pantalla, mis dedos transpiraban. Estaba temblando, tal vez por el morbo de ser objeto de atracción de otro.

"sólo unas fotos artísticas, son para mí, para tener aunque sea el recuerdo de lo que no voy a tener" siguió en su argumento.

En eso siento un auto frenar donde estaba yo, era el maduro.

"dale subí" me dijo sonriendo.

Unos instantes estuve paralizado, pero termine subiéndome al auto.

No dijimos nada, el solo manejo las cuadras de vuelta a su casa, bajamos y entramos a esa casa maldita.

Me invitó a su cuarto prolijamente ordenado. Me dijo que me ponga cómodo,

Me saque la bermuda, me saque la musculosa, y me baje el slip. Otra vez desnudo ante la mirada del maduro.

Me pidió que me ponga boca abajo en su cama, obedecí.

Empezaron los flashes. Me estaba sintiendo una puta.

Me pidió que suba una pierna y la otra la deje estirada, hago las poses que me va indicando, siento los flashes.

Se acerca, sus fotos son más cerca de mi cola, me pide que la levante un poco.

Me pregunta si puede sacar fotos con su mano en mi cola, antes de que le responda algo me dice que si no quería estaba bien, me respetaría. Con la cabeza asiento.

Sus manos grandes comienzan a rozar mis nalgas, una sensación extraña tengo. Me desagrada la situación pero no quiero que termine.

Se escuchan las repeticiones de los flashes ya retratando sus manos en mis nalgas.

Sus dedos comienzan a acercarse al centro, allí en la raya de mi culo. En la parte de arriba se detiene, como esperando mi aprobación. Al ver que no digo nada sigue su recorrido hacia abajo.

No me pide que levante la cola, pero yo la levanto igual, ese movimiento abre mis nalgas y facilita el descenso de su dedo índice en la raya.

Está húmedo, no tiene fricción, solo se desliza. Cuando llega a mi ano se detiene. Un segundo dedo llega en auxilio para separar mis nalgas.

Los flashes se intensifican al tener en primer plano mi cerrado y virgen agujerito.

Se me escapan pequeños jadeos, no quiero que se me note que estaba disfrutando ese momento.

Veo que deja su celular con el que sacaba fotos de lado, puedo percibir que se está inclinando. Siento su respiración en mi cola. Nuevamente estaba tratando de absorber los aromas que largaba mi culo.

Ambas manos ahora separaban mis nalgas, cada mano cubría la totalidad de mis pequeñas nalguitas morochas, su cara estaba casi pegada a la raya de mi culo, pero solo miraba y olía.

Sentía su respiración subiendo y bajando a lo largo de la raya de mi cola.

Evidentemente no iba a seguir de ahí, era hasta donde me pidió permiso, y yo no iba a decirle que siga.

Entonces mi cola como con vida propia sube unos centímetros más, haciendo contacto con su nariz y su boca.

No la separo, él tampoco se separa, están en ese constante roce. Él no se echa atrás, sino que aprovechando la situación saca su experimentada lengua y toma contacto con la raya.

Lo pasa de arriba hacia abajo, y vuelve a subir. Una y otra vez.

Se detiene en mi agujerito y allí su lengua me pierde. Me lleva a un éxtasis nunca vivido antes. Un placer que nunca sentí.

Esa lengua estaba metiéndose donde nada antes se había introducido.

Se me escaparon jadeos, ya no lo podía controlar.

No sé cuantos minutos pasaron pero estoy seguro que fue casi una hora de la lengua del maduro en mi joven y virgen cola.

Cuando se detiene, me doy vuelta respirando con agitación. El maduro necesita un respiro también, mis ojos se van hacia su paquete, estaba empalmado, su pantalón iba a explotar.

Sentí la necesidad de complacerlo, y gatee hasta donde estaba, desabroche su pantalón y allí saltó una gorda y grande pija.

Su vello púbico era colorado y entrecano. Tenía la punta ya lubricada con sus líquidos preseminales.

Mis manos por primera vez tocaron una pija ajena. Estaba caliente.

En esa posición con mis codos en la cama, mi cola parada mostrando un horizonte de la redondez de mis nalgas al maduro. Él estaba semi arrodillado en la cama, con su cola en sus antepiernas.

Yo miro a sus ojos de abajo hacia arriba, mi boca se abre y casi sin control va hacia una única dirección. Hacia el miembro del viril maduro.

Continuará.

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