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Rosalba: Un viaje de placer con mi primo
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Tiempo de lectura: 4 minutos

Cuando tenía 19 años, planee junto con mi primo Antonio, un viaje a Guanajuato, queríamos ir al Festival Cultural que se lleva ahí año tras año. Durante mucho tiempo, ahorramos dinero, para poder llevarlo a cabo. Con anticipación compramos los boletos del autobús, los boletos a ciertos eventos y por supuesto reservamos un hotel.

Aquí tengo que hacer mención, que, desde pequeños, mi primo Antonio y yo, nos llevamos súper bien, él es apenas un año mayor que yo, y durante los últimos cinco años, en sus vacaciones de verano, se va a vivir con mi familia, pues el equipo de americano al que pertenece, tenía su campo de entrenamiento, mucho más cerca de nuestra casa, que de la suya. Durante esta época, siempre aprovechábamos para pasar tiempo juntos, platicar, pasear, etc. Teníamos una amistad sincera, jamás criticábamos ni cuestionábamos sobre los temas que tratábamos, cuando llego la época de tener novios, también se volvían tema de nuestras conversaciones y hasta nos aconsejábamos al respecto, hasta en ocasiones, cuando íbamos al cine, nos besábamos y acariciábamos tímidamente, sin pasar jamás a mayores.

Cuando les mencionamos a nuestros padres, al respecto del viaje y nuestra decisión de hacerlo solo nosotros dos, no encontramos ningún problema en obtener su consentimiento, es más, mi tío (el papa de Antonio) hasta nos ayudó con algo de dinero.

Así paso el tiempo y llego el día de partir, Antonio llego por mí a la casa y juntos nos fuimos a la estación de autobuses, para un viaje de tan solo unas cuatro o cinco horas, al llegar, lo primero que hicimos fue ir al hotel, para registrarnos y dejar nuestras cosas, pues los eventos a los que teníamos planeado asistir, iniciaban esa misma tarde-noche. Ahí encontramos un primer problema, ambos creíamos, que la reservación había quedado para una habitación con dos camas individuales, cual sería nuestra sorpresa al entrar a esta y ver solamente una cama gigante (king size), en medio de risas, pensamos primeramente no decir nada y compartir la cama, la habitación estaba cerca del área de piscina, y de muy fácil acceso, pero después de pensarlo, decidimos bajar a la administración y ver la posibilidad de cambiar la habitación. La chica de la recepción, entendió perfectamente la situación, pero nos dijo que solamente tenían habitaciones con una cama matrimonial y otra individual y que el costo era un poco más alto, aun así, decidimos tomarla, desafortunadamente, esta se encontraba hasta el último piso y lo más lejos del elevador, había que caminar por dos corredores antes de llegar a esta, pero aun así, cuando la vimos nos encantó, la vista desde el balcón era magnifica, toda la ciudad se veía desde ahí, así que acomodamos nuestras cosas y nos salimos a callejonear.

La tarde noche paso de maravillas, entre los espectáculos, el alcohol y un poco de hierba que Antonio traía, llego la hora, en la madrugada, de regresar al hotel, para descansar un rato, aprovechar la alberca en la mañana y por la tarde reiniciar de nuevo la fiesta en el festival.

Llegamos, más que “alegres” al hotel, subimos al elevador y nos encaminamos rumbo a la habitación, casi a mitad del primer pasillo, se escuchaban los gemidos de una pareja, que por lo que se oía, se la estaban pasando de lo más rico, la curiosidad y el morbo, nos llevó a quedarnos pegados a la puerta, sabíamos que a esa hora, nadie se iba a dar cuenta de eso. Oyendo e imaginando lo que pasaba ahí dentro, empecé a sentirme verdaderamente excitada y por lo que noté en mi primo, el también empezaba a animarse, por lo que le pedí a Antonio, siguiéramos caminando rumbo a la habitación.

Al llegar, inmediatamente me metí al baño, para cambiarme y aprovechar para bajarme la calentura del momento. Cuando salí, mi primo ya estaba acostado en la cama más pequeña y me había dejado para mi la cama matrimonial, al darle las buenas noches, noté que su abrazo pedía que me acercara más a él, y no soltaba mi brazo, es más, me jalaba hacia él, fue un momento difícil, no les voy a negar que mi primo, era un forro de hombre, guapo y con un cuerpo de campeonato, ya en algunas ocasiones había sido el estímulo de algunas de mis fantasías, pero en ese momento no creí buena idea hacer realidad aquellos sueños, así que, como pude me zafé y me metí bajo las cobijas de mi cama.

No había terminado de hacerlo, cuando se empezaron a escuchar gemidos y gritos de la habitación contigua, nuestros vecinos también estaban gozando la noche, sus suspiros eran alucinantes, no había forma de no alucinar con ellos, volteé a ver a mi primo y solamente pudimos sonreírnos seductoramente, en minutos, yo estaba totalmente encendida, sin darme cuenta y a pesar de saber que estaba Antonio en la cama de junto, empecé a darme una buena sobada en mis partes íntimas, que en ese momento ya estaban totalmente húmedas, gire la cabeza para observar a mi primo y vi con sorpresa, que había aventado las cobijas a un lado y totalmente desnudo, estaba observándome fijamente y sobando su viril miembro. No podía más, lo llame y le dije que se acostara conmigo, que necesitaba su verga dentro, pues estaba sumamente caliente, no termine de decirlo, cuando ya estaba parado junto a mí, más tarde en desnudarme, que el en meterse a la cama y aun antes de acomodarme siquiera, inserto su herramienta dentro de mi húmeda vagina, que para entonces no pedía, exigía tener un palo adentro.

Fue maravilloso, una apoteosis de placer, jamás pensé, que Antonio, tuviera ese pedazo de tronco caliente, capaz de enardecerme al límite, que entraba y salía de mi cuerpo una tras otra vez y en cada una de esas intrusiones, me llevaba a la cúspide de mi excitación. Si los vecinos nos habían sorprendido con sus gritos, seguro ahora, mis gemidos y mis suplicas a Antonio, para que cada vez metiera con más fuerza y profundidad, aquella verga que me llenaba del todo, los tendría atentos a la culminación de nuestro acto. Pero aquel toro que tenía encima, tenía otros planes, por más que me encajaba aquel fierro, este no daba de si, no se cansaba ni siquiera tantito, después de que yo termine por primera vez, me acomodo en cuatro patas, para darme como animal en celo, así hasta que poco después de mi segundo orgasmo, retirarse rápidamente de mi vagina, para descargar toda su leche sobre mi espalda y nalgas.

Y aquello apenas empezaba, en lo que mi pareja, se tomaba un tiempo para reponer fuerzas e iniciar otra acometida, nuestros vecinos, se oían totalmente absortos en otra buena cogida, el duelo de parejas, apenas empezaba… ya veríamos quien aguantaba más. Y yo confiaba que Antonio, me complaciera el resto de la noche y aún más.

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