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El tío de mi novio
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Tiempo de lectura: 5 minutos

Todo empezó aquella noche cuando me fije como el tío de mi pareja me detallaba mi blusa straple a pesar de que llevaba puesto un buzo. Hacia frio y mis pezones duros se marcaban por encima de la blusa. Para confirmar su interés y demostrarle lo perra que soy espere el momento adecuado (nos quedamos atrás separados del resto) para quitarme el buzo y ponerle a su lujuriosa mirada mi par de tetas apretadas por la blusa.

Todo empezó esa noche con ayuda de mi pareja como en veces anteriores tuvo que pedirle el favor a su tío que en su camioneta me dejara en mi casa al finalizar la reunión familiar. Y así fue, pero esta vez fue diferente, la tensión sexual iba y venía entre nuestras miradas y las sonrisas de mi parte respondían con travesura. No dude empezar a tocarle su muslo derecho mientras conducía. El guardaba la compostura pero cuando podía volteaba y me miraba mis tetotas como dos premios que estaba por devorarse, atrás iban sus dos hijas. O sea las primas de mi novio. Sin embargo empecé a subir mi mano en busca de su miembro.

– ¿Nos dejas primero papa? – Interrumpió Gabriela, la hija mayor con tono de sorpresa.

– Así es Gaby… Luego tengo que a la casa del norte a recoger lo del arriendo. – Zanjo determinante la conversación.

Mientras yo llegaba a mi premio poco a poco… Un abultado bulto, una reverenda verga tenía ese señor ahí guardada, se sentía ancha, muy ancha y me lo saboreaba en mi cabeza.

Tasss!! (Portazo) Se bajan sus hijas del carro.

Emilio me voltea mirar y me devora desde mis pechos hasta mi boca mientras se acerca y me da un beso con lengua mientras busca mis pezones con sus manos, un poco afanado sin disfrutar de nuestro beso, se abalanzo sobre mis pechos para morder mis pezones delicadamente brusco, mis ojos perdían orbita mientras el rodeaba con su lengua la aureola del pezón.

La hija mayor tocaba la puerta, en un rápido movimiento nos separamos.

Mi cara de perra sedienta de sexo era evidente y a pesar de que no hacíamos como si nada pasara… Pasaba de todo hasta que reaccionamos y Emilio bajo la ventana.

En la mirada de Gabriela me di cuenta que se enteró de la situación, pero la verdad no me importo, esos coqueteos con el tío de mi novio son evidentes, tal vez cuando esta mi pareja todo se vuelve un poco más morrongo, pero no era un secreto de que Emilio le llamaba la atención, es un hombre de unos 40 y tantos pasado, que se conserva muy bien, tuvo una relación fallida que le dejo dos hijas, es un hombre con poder y dinero, quiere mucho a mi novio, pero en cuestión de mujeres no le respeta, desde el primer día que le conocí sus miradas lujuriosas fueron evidentes, nunca oculto su deseo, como haciéndome saber que me había escogido, yo hacía caso omiso al frente de mi pareja, pero cuando este no estaba al tanto, le buscaba y le provocaba, salía con blusas escotadas cuando estábamos con el tío, me arreglaba más y no me importaba lo que pensara mi pareja. Así empezó todo, de las miradas empezaron las tocaditas, las manos en la cintura, y pum… El manoseo morboso sin que los demás se dieron cuenta, los dos sabíamos que era cuestión de tiempo. Siempre lo supimos desde nuestras primeras miradas a solas.

Emilio se baja y me deja sola en la camioneta mientras va hablar con su hija…

Estaba muy arrecha, me sentía caliente, mi falta de sexo era evidente, y mi vagina ya estaba húmeda y yo inquieta… Jummm. La situación me prendía más pero al mismo tiempo tenia ansiedad, quería que algo sucediera…

Sonido de puerta abrirse…

Se monta Emilio, enciende el auto y acelera sin determinarme.

– Que te dijo Gaby? – le pregunte misteriosamente.

– Me dijo que me pusiera condón, que no quería un hermanito con una mama tan perra.

Inmediatamente sonreí…

– Ni que la mama de ella fuera una santa -dije pícaramente.

Emilio me volteo a mirar un poco serio, pero su seriedad se fue transformando en lujuria y se me acerco a mis tetas.

– Eres una zorra deliciosa, lo es desde el primer día que te conocí… seguido a eso se acercó a mis pechos y me olio y al final los lamio deliciosamente.

Simplemente lo deje que se deleitara y cuando el semáforo cambio de color y se concentró en conducir, su verga de nuevo se hizo notar sobre su pantalón, yo no podía esperar…

– Señorita, me dice mientras me agarra por el cuello con firmeza y se desabrocha el pantalón y sale un pedazo ancho de carne en forma de pene. – Que rico seria que me lo chupara mientras llegamos a donde los inquilinos- decía mientras me conducía la cabeza hacia su vergisima.

Yo no puse oposición alguna, se veía muy ancha, no había probado algo así, era robusta, estaba peluda, estaba olorosa, pero su olor me atraía como si necesitara de mi mantenimiento, un olor fuerte, no estaba limpio, pero despertaba de todo en mí, me acerque hasta tenerlo al borde de mis labios y empecé a oler su verga, olía a macho, era obvio que no se bañaba desde temprano y eso a mí me excitaba más. Mi vagina se mojaba emanando mi particular olor a perra, lo metí en mis pechos y lo busque hasta que mis labios se apoderaron de su glande, con esfuerzo y pasión inicie a saborear su miembro, un sabor agrio algo saladito, era un manjar para mí, además estaba muy mojadito, mi lengua la pasaba por cada parte de su penesote, limpiaba ese sabor y buscaba que me llenara de jalea mi boca. Estiraba mi boca por ancho que era, empecé a ponerle ritmo y buscar sus guevas peludas con mi lengua. Él conducía muy lento mientras gemía cuando redondeaba su cabeza.

– Que perra empedernida sos -me susurraba- para chupar sos una diosa… Mamacita.

Mientras no podía parar de mamárselo, el me empezó a manosear dándose cuenta lo mojada que estaba.

– te la voy a meter en cualquier esquina que encuentre.

Sentía como su verga respondía con latidos. Se volvía más ancha y empezaba a soltar un saborcito muy particular. Que simplemente me ponía más cachonda cada vez.

– Cómeme donde se te antoje, hoy soy tu perrita. Y proseguí chupándole su verga.

– me vas a hacer venir en tu boquita… Jummm

Empecé a sentir como mi boca se llenaba de su jalea espesa. Sentía las contracciones de su verga seguido de un chorro denso de semen. Sabia simplemente delicioso, lo que me hacía sentir me hizo tomarlo como miel que no se podía desperdiciar y mirarle con ganas de más…

Sentí como Emilio giro a la derecha y se parqueaba por un parque en un barrio de la ciudad, yo seguía dedicada a su verga y terminaba de saborear mientras sentía como mantenía la erección…

De un momento a otro me levanta con fuerza y me dice con brusquedad:

– bájate que te voy a dar como la perrita que sos -sus palabras simplemente me hacían palpitar más mi clítoris que estaba húmedo más o menos desde que me subí al carro.

De un momento a otro apareció por mis espaldas y me hizo inclinarme. Estábamos con la puerta del copiloto abierta. El a mis espaldas mientras mis manos estaban en la ventana.

Me subió mi pequeña falda y me bajo mis tangas. Mi chocho estaba mojadito, no estaba rasurado, esta también oloroso y mojadito, llevaba todo el día por fuera, llevaba todo el día mojada.

-Preparada para ver las estrellas? -susurro al oído mientras sentía como acomodaba semejante pedazo de verga en mi chochito.

-cógeme como tu perrita… Le suplique mientras inclinaba aún más mi cola quedando prácticamente en 4.

Mientras empezó a abrirse campo entre mis labios vaginales con su estaca ancha y olorosa… “Ay siiii”. Empecé a gemirle, mientras mi vaginita facilitaba todo con su humedad. Hasta que empezó un ritmo frenético y embestidas sin piedad. Sin amor. Solo llenas de lujuria y poder. La unión de nuestros olores desencadeno un aroma sexual juntos a la noche calurosa. Los impactos no eran secos. Eran húmedos y sonoros. Disfrutaba como me poseía ese señor a su antojo. Su verga se hinchaba, se sentía más gruesa. Se acomodaba perfectamente hacerme sentir llena, para hacerme sentir que merecía más castigo por parte de esa verga.

-sigue… Así… Cógeme como tú quieras.

Emilio me empezó a agarrar con fuera el cabello y a decirme cochinadas al oído… Me hacía sentir sucia… Me hacía sentir lo perra que soy… Y me hacía gemir con sus embestidas de cuarentón.

– Mira cómo te miran al otro lado del parque. Te miran y eso te excita zorrita. Eres adicta a la verga te voy a dar tu lechita.

Emilio se había dado cuenta que empecé a gemir más fuerte en sus últimas embestidas. Todo porque simplemente quería llamar la atención de otros chicos que estaban ahí. Sentir que nos espiaban me hacía entregarme más a la situación.

– Préñame papacito, dame toda tu lechita -le decía mientras acentuaba el movimiento hacia su verga. Le miraba con cara desafiante, le miraba seria pero arrecha.

Su verga se empezó a hinchar. Me hizo estremecer con su ritmo y mis ojos perdían orbita con cada sensación. Estallo. Estallo mi chocha de jalea caliente espesa, sentía como bombeaba el fondo de mi vagina junto a su alarido de placer. Poco a poco fue perdiendo el ritmo, sin embargo yo le ayude, me movía de atrás hacia adelante y sentía como su verga se deslizaba sobre la unión de fluidos de los dos, olía delicioso, se sentía orgásmico…

– te voy a empezar a recoger más seguido perrita. Me decía mientras me seguía moviendo en su trofeo.

– Bueno don Emilio, cuando quiera -le dije mientras paraba de moverme y su verga salía dejándome llena de ese líquido espeso. Inevitablemente me pase la mano por mi sexo para saborear los líquidos que emanaban de mí.

Continuará.

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