Relatos eróticos

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Relatos eróticos » Pag. 1717

Esperanza y Caridad

Esperanza y Caridad, dos bellezas rurales, cursaban último año de recogida de guisantes. Pensaban dejar la aldea para ir a servir a la ciudad. Aquel lugar para ellas era como una cárcel en la que cumplían una condena con trabajos forzados los siete...
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Cincuentona desvirga a su hijo

Hola a todos, me llamo Ana y tengo 53 años, vivo con mis dos hijos en Madrid, ya que mi marido nos dejó abandonados hace tres años para irse con una compañera de trabajo. Desde que me divorcié pasé un año con una depresi&oac...
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Silvina y el portero

Silvina es una chica muy bonita y a sus 18 años tiene un físico que despierta miradas tanto de hombres como de mujeres, sobre todo por su manera sexy de vestir con remeritas y shorcitos o faldas cortitas que dejan ver sus lindas piernas. Vive con su madrastra y ...
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Chantaje (IV): Un paso a lo prohibido

Ese día me disponía a continuar con aquella rutina, eran como eso de las 10 de la mañana cuando decidí levantarme, la casa era un total silencio era viernes y para que la casa estuviera así era un milagro. Le grite a mi hermano pero nadie re...
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El coño pelirrojo

Quise levantarme de la cama después de toda aquella noche entre las sabanas de aquella joven pelirroja de ojos claros que me hipnotizó la noche anterior, aquella sonrisa y la suave voz que salía de algún profundo rincón de su alma me cautiv&...
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¡Que gusto me da mamá!

El médico me había recetado una tanda de inyecciones para los nervios, ya que me estaban destrozando a mis 40 años, de los cuales llevaba 18 casada. Como mi hijo Rosendo se cuidaba del botiquín de su club, donde ponía inyecciones a sus compa...
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La tía Albina

Albina era una mujer de 38 años, morena, muy guapa. Medía sobre un metro setenta y andaría en los ochenta kilos. Tenía unas tetas fenomenales y un enorme trasero. Era una mujerona, una jamona... un polvazo con preciosas patas. Paso a contar en p...
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El padre Ángel y yo (final)

Bueno, al final ganaron mi calentura y mis ganas y me desvestí mirando al piso… -Vamos, Jorge… ¡Vamos!... –me apuraba el cura y yo temblaba todo mientras me iba sacando la ropa… Por fin estuve sin nada, con el padre Ángel a...
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