Capitulo: Soy la puta del chulo de mí hijo.
Al final del primer relato, expliqué cómo mí hijo Mario me consoló de mí reciente viudez, follándome y dándome un placer que mí difunto marido nunca supo darme.
Desde que me folló por el culo, me he vuelto una madre muy guarra y caliente, queriendo recuperar con mí amado hijo el tiempo perdido, disfrutando al máximo al ser follada por el culo. Me he vuelto una adicta del sexo anal, además de una verdadera puta y sumisa, permitiéndome que mi hijo me chulee, llegando a permitir que el muy chulo y perverso, me prostituya en los cines de barrio, haciéndome que pajee a los abuelos, y obligándome a que le de todo el dinero a él, siendo así mí chulo además de mí Amo, cosa que debo reconocer para vergüenza mía, me gusta y me hace feliz, cómo me chulea y me somete cómo a su perra sumisa.
A la semana de haberme follado por el culo, mí hijo me propuso que le dejara dormir conmigo en mí cama, así según él no me sentiría tan abandonada y triste
—Mamá que te parecería si duermo contigo en tu cama, así no te sentirás tan triste y sola, quiero que no estés triste más tiempo, papá casi nunca te hacía caso últimamente.
—Tesoro sé que lo haces por mamá, pero me da algo de vergüenza que durmamos juntos, apenas hace seis meses de su muerte.
Reconozco que has sabido darme más placer, que el que tu padre me dio nunca, pero mí educación me hace que tenga remordimientos, me siento culpable de dejar que me hayas hecho tuya, de aquella manera, gozando cómo animales los dos… mientras le fui hablando me quité la chaqueta negra y la blusa, quedándome con un vaporoso body de color azul eléctrico, que mostraba mis menudos pechos casi del todo, apenas cubiertos los pezones por la blonda negra del borde.
La mirada de mí hijo se clavó en mis tetas, mientras yo le iba hablando, sintiendo cómo mí coño me traicionaba, humedeciéndose al sentir los ojos de mí hijo en mis pezones, que se mostraban henchidos y duros por la excitación que me provocaba su lasciva mirada.
Mi hijo me interrumpió, a la vez que me atrajo hacia él cogiéndome de la mano, haciendo me sentara en sus muslos, igual que hiciera el sábado pasado al volver del cementerio, al descubrirme mientras me pajeaba
—Mamá sabes de sobras que tu cuerpo necesita ser acariciado, que mis manos lo acaricien cómo sólo yo sé hacerlo, por eso tienes ya los pezones duros de excitación, así que no trates de engañarte a ti misma ni engañarme a mí.
Seguro tienes ya el chocho húmedo de deseo, eres una madre muy guarra y lo sabes. Mientras se atrevió hablarme así, subió su mano por mis muslos hasta mis bragas, agarrándole yo la mano, pero sin hacer nada por detenerlo, mientras le pretextaba sin ninguna convicción
—n-no… e-es… cierto hijo, no me acaricies así, haces qu-que me confun… da… mmm… ah. Su mano me acarició todo el coño por encima de la tela, sin que mí mano encima de la suya la detuviera, descubriendo rápidamente cómo tenía de húmedo el coño.
En ese instante Mario se sacó la polla, haciéndome que se la agarrara, a pesar de que intente resistirme.
—n-no Mario… no me hagas esto, soy tu madre, no…
En cuanto mí mano la agarró, los dedos se cerraron alrededor de aquella barra de carne dura y gruesa, quedando hipnotizada por lo dura y gruesa que se mostraba, con aquella cabeza tan gruesa y amoratada que parecía amenazarme con follarme.
Mis dedos se cerraron solos, de forma morbosa y obscena, sintiendo cómo latía aquella verga a cada caricia mía, parecía que mí mano no me obedecía, notando cómo empapaba los dedos de mí hijo con mis jugos, que no dejaba de soltar a cada instante, mientras yo le decía que no me tocara así.
—no me acaricies así nene… ah… ah… no metas tus dedos así… ah. Excitándonos los dos por el lascivo chapoteo de sus dedos en mí chocho, haciendo que me corriera de placer, y mi cara se cubriera de un intenso rubor violáceo hasta las orejas, por la intensa excitación y vergüenza que sentía a la vez, ocultando mí cara en su hombro, mientras gemía y sollozaba de placer.
—Oh mamá tu coño no para de chapotear jugos…córrete así, Oh tu mano agarra muy fuerte la polla, córrete así so guarra, que chocho tan jugoso tienes… oh sí, cómo me tironeas la polla mamá.
—ah… ah… nene no toques así mí coño… ah me corrooo… ah… ah… no me los metas así… ah me corrooo… me confundes, oh tu polla… ah.
Mientras me corría intensamente, me agarré al cuello de Mario con fuerza, facilitando así que el muy aprovechado no perdiera la ocasión de besarme y lamerme la oreja y el cuello, excitándome cómo una adolescente, hablándome muy caliente, diciendo cosas muy guarras y excitantes, haciendo que le agarrara la polla cada vez con más deseo.
—oh mamá… no paras de correrte so cachonda… cada vez me agarras la polla con más deseo pedazo guarra, voy a dormir contigo cada noche, y follarte, estás deseando te vuelva a dar por culo… puta incestuosa, cómo te chorrea jugos el chocho, mamá guarra…
—Al oírle hablarme así, me excite más a la vez que le negaba que quisiera me follara por el culo, ni que iba a permitirle dormir en mí cama, cómo él quería.
—n-no es cierto… aaahhh, te aprovechas de tu débil madre… aaahhh no toques así mí chocho, haces que me confunda… aaahhh me corrooo sin parar… no voy a dejar duermas conmigo… so golfo… aaahhh.
Mi hijo sabía lo excitada que estaba, pese a mis protestas, sintiendo cómo yo le tironeaba y acariciaba la polla con más deseo a cada instante, con un morbo y una lascivia, dignas de una perra en celo, y no de una madre.
Al escuchar mis protestas pese a que estaba deseando me follara por el culo, me echó en sus muslos, subiéndome la falda y bajándome las bragas hasta medio muslo.
En esta vergonzosa pose, me nalgueó varias veces, separándome los muslos con sus piernas, mientras me mantenía inmovilizada sosteniéndome un brazo en la espalda, al verme así tratada proteste gritándole cómo una loca, pataleando, consiguiendo que me azotara más intensamente cuanto más gritaba yo. Para más vergüenza y desconcierto mío, me descubrí empapando mis muslos de jugos, cosa que no le pasó por alto a mí hijo, haciéndomelo saber, diciéndome lo guarra y lo puta que era.
—Te voy azotar hasta que aceptes que duerma contigo a partir de hoy mamá, tu coño no para de soltar jugos cómo un grifo mal cerrado, so perra, que te arda bien el culo, mira cómo tienes el chocho, so cachonda, estás deseando te folle el culo cómo papá no te lo quiso follar nunca, que chocho tan guarro y jugoso tienes mamá, está hambriento de mis caricias… puta.
Mario me acarició todo el chocho y el culo cómo quiso sin prisa ninguna, metiéndome dos dedos lentamente en el coño, y el pulgar en mí ofrecido ano, arrancándome gemidos y sollozos cómo nunca nadie había logrado hacerlo nadie, por lo bien que el muy golfo estaba sabiendo tocarme, haciendo que me corriese sin parar en una cadena de orgasmos, a pesar de mis gritos, insultos y protestas, sabiendo él que no vivía nadie cerca de nosotros, no preocupándole que nadie pudiera oírnos.
— oh mamá… ufff que chocho tan húmedo y abierto tienes, estás deseando te lo acaricie así todo… mmm, ¡¡qué chocho!! Cómo me aprietas los dedos de rico así… toma mis dedos so guarra, no paras de correrte… y tu culo tan hambriento oh que bien te meto todo el dedo, so cachonda… no paras de correrte mamá que puta eres… ufff.
—ah… ah… ah… ¡¡chulo!! no me acaricies así el chocho… ah me corrooo… mmm… no me metas así los dedos… ooohhh… ooohhh… mi coño, no es verdad so golfo… ah… te aprovechas de tu madre viuda… aaahhh… aaahhh… aaahhh… no metas tu dedo así en mí culo… ah… Mario… ooohhh… me corrooo… ¡¡cabrón!!… me matas de placer, ¡¡so chulo!!
Mi cuerpo para darle la razón a mí pequeño, iba por libre, mi mano izquierda que estaba libre de sujeción alguna, apoyada en su cadera, en el momento que me corría con más intensidad, por el mete saca de los dedos de mí hijo, agarró el paquete de mí hijo, que parecía iba a reventar el pantalón de deporte que llevaba puesto.
Al sentir la caricia mí hijo, me echó así cómo me tenía encima de mí cama, atándome ambas manos a la espalda, dejando mis piernas fuera de la cama.
En ese instante se subió en la cama, enfrente mío de rodillas, cogiéndome por el pelo y haciendo me tragara toda la polla hasta producirme alguna arcada, follándome la boca cómo nunca me lo hizo nadie. Mí coño más excitado, lo sentía palpitar a cada embestida de la polla de mí hijo en la boca, sintiendo cómo me metía el cipote hasta la garganta.
Arrastrada por el placer que me provocaba el muy golfo, cerré los labios alrededor de la barra de carne, succionándole así con fuerza toda la polla, provocando más su excitación.
— mmm… oh… mamá… que rico me comes la polla ¡¡so perra!! tómala toda así… mmm, hasta dentro así trágatela toda, mamá cachonda.
Mi pequeño me agarró del pelo con fuerza sin dejar que respirara, con toda la polla metida en mí garganta, consiguiendo que tuviera arcadas al no poder respirar, hasta que me la sacó unos instantes, y después de tomar una bocanada de aire, me la volvió a meter toda otra vez.
— cof… cof… me… aho… gas… cof… cof…
— eso te pasa por guarra, ¡¡trágatela toda venga!!
Esto me lo ordenó teniéndome cogida del pelo, pero sin tironearme hacia su polla, sino que yo cómo una perra sumisa, de ver cómo mi hijo me dominaba con esa seguridad, me la tragué toda pasándole lentamente la lengua a lo largo de toda la polla, saboreándola con autentico vicio y lujuria, provocando la perversidad de él, haciendo me nalgueara intensamente, mientras me hablaba cómo a su perra.
— mmm… oh… oh… ¡¡perra!! Así saborea bien toda mí polla, pedazo guarra, te voy hacer mí perra sumisa mamá… ah… ah… sí… lámeme así toda la polla… voy a nalguearte bien duro, hasta que me supliques que te folle, ¡¡puta!! Que rico me comes la polla mamá… no pares… aaahhh… aaahhh…
Mario al ver cómo mí boca rozaba sus huevos, y me tragaba toda la polla se excitó cómo un animal.
— ufff me voy a correr si me la comes así toda… oh mamá… párate o me correré en el fondo de tu garganta… oh… que boca tienes.
Al oír a mí hijo le obedecí, mientras siguió azotándome el culo y dándome palmadas también en mí chocho, lo que provocó me corriera empapándole los dedos, a la vez que le supliqué con voz cargada de lascivia y deseo mal disimulado.
— mmm… ah… me corro otra vez… ¡¡fóllame ya!!… mmm.
Mario al verme así de excitada, sin perder tiempo se colocó detrás de mí, pasándome la lengua por todo el chocho y el ano, cómo si le fuera la vida en ello, haciéndome gemir de placer.
— mmm… ah… ah… mmm neneee…
Su perversa lengua se introdujo en mí culo, lamiendo mí esfínter hasta conseguir que se le abriera todo ofrecido, en ese instante escupió en mí ano y enfilo la gruesa cabeza de su polla en mí ofrecido culo, a la vez que me daba una fuerte nalgada mientras me ordenaba — empuja tu culo hacia mí cipote mamá, ¡¡SO PERRA!!
— ah… ah… ¡¡nene!! tienes la polla muy gruesa… ah… me vas a romper el culo… ah.
Pese a mis pobres protestas, le obedecí sintiendo cómo su grueso cipote me penetraba, excitándome cómo una guarra de sentir el cipote de mí hijo en mí culo, mientras no dejaba de azotarme las nalgas y tironearme del pelo.
—AH así guarra, ¿Sientes cómo te entra el cipote, perra? Voy a soltarte las manos, espero no me tenga que arrepentir, quiero que te abras las nalgas con ambas manos, y me pidas que te folle el culo, ¿Entendido mamá? Toma mí polla… oh… que culo tienes GUARRA.
Mientras me decía esto último, metió la mitad de la polla de una embestida, sin miramiento ninguno, tratándome cómo si fuera mí chulo y yo su puta, excitándome cómo un animal de verme tratada así por la sangre de mí sangre.
— ooohhh… ooohhh… sí folla así el culo de tu madre… ¿así quieres que te abra las nalgas, so golfo…?
Al ver Mario cómo le abría las nalgas, y pedía me follara el culo cómo una guarra en celo, me agarró fuerte de las caderas y me empaló toda la polla, hasta que sentí sus huevos chocar contra los labios de mí coño, arrancándome unos gritos y gemidos cómo si me matara, sin importarme que mi hijo viera lo puta y viciosa que era su madre, loca de placer y arrastrada por el morbo y la excitación que mí nene, había conseguido provocarme.
— oh mamá que puta eres… oh sí toma toda mí polla así… todaaa, cacho perra… oh cómo te follo tu estrecho culo… toma toda la polla… ¡¡guarra!! aaahhh… aaahhh
— ¡¡que polla!!… oh nene sí… follate mí culo así… cabrón… aaahhh… aaahhh… aaahhh… méteme toda la polla en el culo… me matas de placer hijo puta… follate a tu puta así…
Mario arrastrado por mí excitación, y la lujuria que había en el aire de la alcoba, se estiró encima de mí espalda, cogiéndome todo el chocho con una mano, y las tetas con la otra, clavándome la polla en el fondo de mí culo, con un mete saca rápido y profundo, como si fuera un perro rabioso, sabiendo acariciarme el muy golfo mi hinchado clítoris, haciendo que me corriera loca de placer, encadenando orgasmos uno tras otro, mientras me rompía el culo clavándome el cipote en el fondo de mí culo igual que un animal, a la vez me mordía el cuello y la oreja con su cara oculta en mí melena, mientras me hablaba cómo un chulo habla a su puta sumisa.
— oh… oh mamá… voy a follarte por tres sitios a la vez, cacho guarra, sí toma toda mí polla puta cachonda… así, mira cómo te cojo todo el chocho, so perra, y las tetas… aaahhh, que bien te clavo así toda la polla… toma mí cipote… oh que culo… tienes la pipa muy hinchada… toma mí cipote…
—ah… ah… ah… sí cabrón… ah… me la estás clavando todaaa… ¡¡so chulo!!… nadie me ha follado así… sí coge mí chocho así hijo puta, me matas de gusto, me corro sin parar… follate mí culo así cariño… dame por el culo cabrón, no sé ni que te digo, me matas de placer, no pares de follarme.
El chulo de mi hijo, para hacerme ver que estaba decidido a hacerme su perra, además de su sumisa y su puta, se subió encima de mí grupa cómo si fuera realmente un perro.
En esa postura me clavó toda la polla, sacándola casi en su totalidad en cada embestida, rompiéndome el culo, y haciéndome sentir una autentica guarra y una perra así con mayúsculas, mientras me hablaba de forma soez y perversa, consiguiendo que me corriera cómo nunca lo he hecho antes, haciendo que perdiera prácticamente la consciencia por el placer que sentí, viéndome arrastrada por la lujuria y la perversidad de mí hijo.
— Ahora sí que te voy a follar bien follado este culo tan guarro que tienes… so guarra… así toma la polla de tu nene, bien clavada… oh que culo tienes mamá… toma polla.
—ayyy… ayyy… ayyy… ¡¡cabrón!! cómo me fo… llas así el culo… ayyy.
— ¿ayyy…? ¿Así te entra bien, so perra?, ¿así quieres que te folle el culo, verdad puta viciosa?
—ayyy… ayyy… ¡¡chulo!! me estás rompiendo el culo… sí follate mí culo así hijo puta, dame así por el culo hijo… ayyy… ayyy que polla me clavas, me voy a desmayar de gusto… aaahhh me corro por el culo, sí follate a tu madre por el culo así… ayyy cabrón me corrooo…
—aaahhh puta sí… que rico mueves el culo… toma polla así… me corro, te voy a llenar el culo de polla y leche… tomala toda hasta el fondo, me corro contigo, así hasta el fondooo…
—ayyy… ayyy… sí córrete conmigo… aaahhh cómo me la metes todaaa hijo, llena mí culo de leche así… ayyy… ayyy… me quemas cabrón… ayyy me corrooo yaaa… me voy a desmayar… ayyy… ¡¡que polla!!…
—sí toma la leche so guarra… aaahhh me corro en tu culo mamá… así toda la polla hasta el fondo…
Al cabo de unos minutos cuando desperté, mi hijo me había tapado con las sabanas y permanecía a mí lado, jugando con mí melena entre sus dedos.
Desde esa misma tarde, mi hijo durmió en mí cama, como si fuéramos amantes en vez de madre e hijo, aunque me trata en realidad más cómo a su perra sumisa y su puta.
La empresa donde yo trabajaba cerró, así que Mario decidió que los fines de semana hiciera de puta para él. Me hizo poner un anuncio en un conocido diario de Génova, donde me ofrecía a tener contacto con Sres. maduros en un cine de barrio, en el que exhibían películas eróticas.
A cambio de 20 euros dejaba que los abuelos me manosearan el coño y las tetas, hasta que los hacía correrse. Esto al principio me pareció una atrocidad, dejarme chulear así por mí propio hijo en un lugar público.
Con el pasar de las semanas, le fui cogiendo el placer, sobre todo por lo caliente y cachonda que acababa después de cada jornada, de sentirme manoseada por extraños en la oscuridad de la sala, sacarles la leche a uno tras otro. Si la tarde era buena, conseguía pajear a tres o cuatro maduros, o incluso a cinco alguna vez, sacando de 80 a 100 euros para mí chulo.
Mi hijo permanecía en la fila de atrás, sin perderse detalle de cómo manoseaban a su mercancía, no fuera que algún salido fuera a pasarse de listo, cosa que en parte me tranquilizaba, aunque también me hacía sentirme más puta aún si cabe.
En alguna ocasión, mi hijo ha llegado a susurrarme obscenidades al oído— Te… excita… ser… acariciada… así… por… un… extraño… ¿verdad pedazo guarra? sabes… que… tu… hijo… está… detrás… de… ti… vigilándote… ¡¡PUTA!!…
Mientras el maduro estaba concentrado en correrse, no se enteraba de nada. Cuándo esto ocurría, yo me excitaba mucho más, aunque tratara de negarlo por pura decencia y coquetería femenina, aun sabiendo que no conseguía engañarle.
—Mmm… n-n… no pervertido… mmm… no es verdad… Aaahhh… me… estás pervirtiendo… hijo… vicioso… Aaahhh… lo… hago… porque… te gusta… chulearte… a… tu… propia… madre.
Esta… noche… te…romperé… el… culo… con… más… deseo… hasta… que… te corras… por… el… culo… mamá-cachonda… —. Al oírle hablarme así, le susurre toda ofendida y más excitada a mí pesar—mmm… ¡¡cabrón!!
Me gustó sentirme una autentica guarra, una pajillera de cine de barrio a la que su chulo —mí hijo— nada más llegábamos a casa, me hacía postrarme de rodillas ante él, cogiéndome del pelo, me hacía lamerle la polla sin prisas, dejándomela saborear con autentico deleite, comprobando lo dura y gruesa que se la ponía rápidamente, y me metía la polla en la garganta, no parando de follarme la boca, hasta que le sacaba la leche al chulo.
El muy cabrón sabe lo guarra que soy, cómo me calienta y excita verme tratada así por él. Nada más correrse me hacía poner a cuatro patas en nuestra cama, o reclinada en una silla, mientras me nalgueaba el culo o me flagelaba con una fusta de doma, comprobando cómo me excitaba al ser azotada así, por cómo soltaba jugos mí chocho, llegando a empapar mis muslos.
Con cada nalgada o golpe de la fusta, mi piel vibraba haciéndome gemir y sollozar a mí pesar, teniendo que reconocer que mi hijo tenía arte para azotar y flagelarme cómo lo hacía
— mmm… ufff… que rico me comes la polla mamá, cada día eres más puta y guarra, necesitas que te domine y someta duro así, que te ardan las nalgas al sentarte ¡¡so viciosa!! tienes el coño babeando jugos ¡¡perra!!, te voy a follar cómo nunca te lo hizo papá, que te corras de placer cómo una fuente.
Al descubrir cómo me tenía de cachonda, me metía la polla en el coño y el culo, con fuertes y profundas embestidas, cómo un animal en celo, sin olvidarse de estirar y retorcerme mis gruesos pezones, cosa que me ponía loca de cachonda, tironeándome del pelo sin dejar de azotarme, hasta que me hacía correrme varias veces, cómo una perra, arrastrándome con él en una atmósfera de lascivia y perversión, provocando que le hablara cómo a mí chulo y Amo, en vez de como a mí hijo.
—no me folles así de fuerte…haces de mí lo que quieres… ooohhh… siento tu polla en el fondo de mí culo… ¡¡chulo!!…me dominas y sometes cómo a tu perra sumisa sí… no pares de follarme así… te siento cómo a mí puto amo… rómpeme el culo así… ooohhh… ooohhh… que follada me siento por ti amo… me corrooo yaaa…
— ufff… perra que bien te follo así tu vicioso culo… ooohhh… que culo tan tragón tienes… sí córrete con tu amo mi perra sumisa… toma toda la polla y la leche… me corrooo yaaa ufff…
—aaahhh… aaahhh… sí dame toda tu leche yaaa… me rompes el culo cabrón… me corrooo amo mmm…
Después de medio año desde que me hiciera su puta, Mario me hizo contactar con hombres más jóvenes cada vez, pues comprobó que pagaban más que los maduros, ya que estos últimos estaban muy resabiados y les costaba soltar el dinero.
Los jóvenes estaban encantados de poder meterle mano en el cine, a una Sra. de buen ver y si encima les hacía correrse, se volvían locos de excitación. Además, yo misma descubrí, que me producía un mayor placer sentirme manoseada por chicos que podían ser mis hijos por la edad que tenían, excitándonos mucho más los dos, follando cómo dos animales nada más volver a casa.
Dispuesto a someterme más cada día, Mario no hubo noche que no me follara en nuestra alcoba, después de haberme azotado y nalgueado previamente, hasta dejarme las nalgas bien marcadas de moretones. En realidad, más que madre-hijo, éramos desde hacía meses, amantes libidinosos, donde la lascivia y la lujuria, junto con el morbo y la mayor perversión, llenaban nuestros sentidos, sintiéndome a la vez, la perra de mi hijo, cosa que me hacía estar todo el día en celo, esperando ser dominada y follada por mi pequeño.
Conforme pasaban los meses, mi hijo se volvió más perverso, llegando a follarme en la calle cuándo ya se hacía oscuro, e incluso en el cine en una ocasión, después de que me manoseara un chico africano, al cual aún recuerdo por la polla que se gastaba, el mocoso.
Mi hijo al verme tan excitada y tan guarra, pues llegué a comerle la polla hasta que se corrió, lanzando unos chorretones de leche increíbles, me llevó a la última fila dado que, al ser una sala de barrio, un Viernes noche apenas habría más de una decena de personas.
Nada más tomar asiento él, me asió del pelo y me metió la polla hasta el fondo de la garganta, el muy vicioso, después de haberme puesto de rodillas en el suelo, entre sus piernas.
Le lamí la verga sin prisa alguna, gozando de cada centímetro de aquella barra de carne, corriéndome sin tocarme de sentirme tan puta con mi amado hijo. Cuando ya no pudo más, me hizo sentarme encima de él dándole la espalda, haciendo que yo misma me empalara su gruesa polla, arrancándome un gemido profundo en forma de susurro ─…mmm… follameee… ─al sentirme tan empalada, notando su grueso cipote en el fondo de mi coño, cómo pocas veces lo he sentido.
Loca de excitación, provoqué a mi pequeño para que me llenara de su leche, sabiendo cómo se excita cuando su madre le habla de forma soez, consiguiendo que se corriera a los pocos segundos.
Al cumplirse justo un año de la muerte de mi difunto esposo, Mario me sorprendió queriendo acompañarme esa tarde al cementerio. Yo no daba crédito a lo que oía, pero me alegró su decisión, sin pensar en las perversas intenciones que poco después descubrí.
Haciendo un alto en lo que aconteció esa tarde en el cementerio, desde que me folló en el cine, me impuso que no utilizara bragas jamás, salvo que tuviera la regla obviamente, por razones de higiene.
Al ser el mes de noviembre en esas fechas anochece a las cinco de la tarde por lo que, a esas horas, el campo santo no recibe ninguna visita, menos aún en un pueblo tan pequeño y tranquilo cómo es el nuestro.
Todos saben que el vigilante del cementerio es un hombre jubilado, que no cierra jamás las puertas en otoño, sino que se limita a dejarlas ajustadas nada más.
Nada más terminar de comer, mi hijo me estiró encima de la cama, con las piernas fuera a los pies de la cama, esa postura le encanta para azotarme y follarme, y me ató las manos a la espalda, utilizando una media.
En esa postura, me nalgueó todo lo que quiso, más de media hora, a la vez que me lamió todo el coño, sin olvidarse de mi culo, recorriéndome con la lengua toda la canaleta, del ano al coño.
Yo me corrí varias veces de una forma morbosa, sin parar de gritar y soltar jugos cómo una fuente del vicio. Cuando le pareció que tenía el ano bien lubricado, me dio por culo hasta que nos corrimos juntos, llenándomelo de su leche.
Así nos fuimos a ver la lápida de su padre, con la leche de mi hijo aun caliente, resbalando por mis muslos. El silencio era sobrecogedor, a pesar que no eran más de las cinco y media, al abrir la cancela los goznes chirriaron de una forma que me hizo sobresaltarme, provocando que Mario se sonriera a la vez que me soltó una fuerte nalgada.
Al llegar delante de la lápida, Mario se pegó a mi espalda, poniendo su cara oculta en mi negra melena, a la vez que me pasó las manos por las axilas, cogiéndome las tetas por e
Yo pretexté muy poco su atrevimiento, mientras le hablé a su padre cómo solía hacer siempre
─ Paolo te echo mucho de menos…me has dejado muy abandonada, me siento apenada por tu muerte, lo llevo mejor gracias a nuestro hijo…─ mientras hablaba con su padre, Mario me frotaba cada vez con más fuerza el enorme bulto de su polla, a la vez que me besaba por el cuello, lamiéndome la oreja, poniéndome muy cachonda de lo atrevido y perverso que era, por atreverse a tanto, delante de la tumba de su padre─. Mario hizo que me reclinara sobre la sepultura, doblada hacía adelante, en esa postura me metió la polla en el culo, sin prisa ninguna, haciéndome sentir bien cómo la gruesa cabeza de la polla me abría el ano, haciendo que se la mordiera fuerte con los esfínteres de mi recto, el muy perverso, a la vez que me daba alguna nalgada y me hablaba en susurros, cachondo perdido de follar a su madre, allí, delante de la sepultura de su padre.
─ ah… Paolo… mira cómo cuida nuestro hijo de su pobre madre… ah… viuda… ah… cariño… sí… follame así… hijo puta… me corro ya…
─ oh… oh… oh… mamá… que bien te follo así… delante de tu marido… puta… me muerdes… el cipote… sí… me corro… ya puta… toma mi leche…
─ ah… ah… ah… sí llename todaaa… que vea tu padre cómo me cuidas… me corro cariño.
Nada más volver a casa, mi hijo me hizo sentir que desde ese instante, yo era totalmente suya, hablándome cómo un Amo habla a su sumisa, en vez de hablarme cómo a su madre.
─ Mamá ponte los tacones negros y las medias de cristal, las que tienen la costura detrás, y maquíllate cómo tú sabes que me gusta lo hagas, y espérame en el comedor, ¿Lo has entendido?
─Sí cariño, ahora mismo te complazco.
A los pocos minutos me llamó desde nuestra habitación, dejándome con la boca abierta por lo que vi al entrar. Estaba la alcoba iluminada con velones colocados de forma que la cama quedaba toda iluminada, el resto permanecía en penumbra, el aire olía a sexo y lujuria, a vicio incestuoso, pero también a incienso, creo que era selva madre, olía muy bien.
Su voz me sacó de mi ensimismamiento ─Ponte a cuatro patas en el centro de la cama mamá.
Su voz sonó segura, firme, yo le obedecí con sumo placer. Nada más tenerme cómo era su deseo, me ató de las muñecas y los tobillos, a las cuatro esquinas de la cama. Teniéndome así, me acarició con una fusta de doma que no había visto antes nunca, deteniéndose sobre todo en mis pezones, pasándomela por la canaleta del ano al coño, dándome con ella en el coño, haciéndome aullar de dolor y placer, al sentir cómo la lengüeta golpeaba mis labios, hinchados y abiertos, que comenzaban a soltar gotas de jugos.
Después de acariciarme toda la espalda, erizándome toda la piel, se ausentó un instante ordenándome antes─ ¡¡ no te muevas perra!! ─.
Al momento lo vi con un grueso cinturón de cuero en su mano derecha, antes de poder reaccionar, sentí cómo el cinturón se estrellaba en mi culo, haciéndome gritar de la quemazón que sentí, al contacto del cuero con mi piel─ aaahhh… Después de ese primer golpe hubo muchos más, consiguiendo el chulo de mi hijo, arrancarme mis primeras lagrimas cómo su madre-sumisa, sin que eso le frenara, hasta que me dejó ambas nalgas, marcadas igual que el diafragma de una partitura.
Me dejó descansar unos minutos, tras lo cual se colocó detrás de mí, realizándome un masaje por toda la espalda y mis nalgas, ungiéndome algo parecido a una crema que olía bien, y que al contacto con mi piel, hizo que se calentara una barbaridad, poniéndome esa sensación muy excitada y cachonda.
Recorrió con sus manos cada pliegue de mi piel, sin prisa alguna, deteniéndose sobre todo en mi poblado coño, ungiéndome esa pócima por toda la pelambrera y mis hinchados labios, que se abrieron dejando que los dedos me hurgaran todo el coño, dejándolo totalmente lubricado y brillante de aquel ungüento, chorreando jugos por cómo mi hijo supo acariciarme, con tanta pasión.
Después de dejarme toda cubierta de aquella poción, se sentó encima de la cama de rodillas enfrente mío, me cogió con cariño de la barbilla, mientras me miraba sonriente a la vez que sus ojos desprendían una lujuria que hizo se me erizara toda la piel, sintiendo cómo me ardía toda la piel, y el coño dejaba resbalar gotas de jugos por los muslos.
Me dio un bofetón intenso, haciendo que mi negra melena se me despeinara, cubriéndome el rostro, antes de darme tiempo a protestarle, me besó, dándome el mejor beso que nadie me ha dado jamás en mi vida.
─ Mamá quiero que desde hoy, además de ser mi madre seas mi pareja, mi mamá-sumisa, creo que yo puedo cuidar de ti, mejor de cómo te cuido papá, que te tubo abandonada casi siempre, te amo cómo un hombre ama a su mujer, ¿Estás de acuerdo o mis sentimientos te escandalizan quizás?
Yo me sentí emocionada de comprobar lo maduro que se mostraba mi pequeño, provocando que mi corazón pareciera el de un caballo de carreras, por cómo me latía de rápido y fuerte, pudiendo contar mis pulsaciones, sin necesidad de tocarme. Perversamente disfrute aquellos segundos de mi silencio, viendo en su mirada, seguridad, decisión, pero también miedo a cuál podría ser mi respuesta, ante su propuesta nada convencional, sino todo lo contrario, amoral, perversa y pervertida, no habiendo lugar para dar marcha atrás.
Le respondí balbuceando mi respuesta, cómo fingiendo estar algo sorprendida, pero la verdad era que yo deseaba y esperaba aquella propuesta inmoral, hacía varios días, deseándola tanto o más que Mario.
─ Y-yo… s-sí… estoy de acuerdo contigo cariño, realmente estos meses desde la muerte de tu padre, me has dado mucho más placer, y has sabido hacerme más feliz, de lo que él nunca supo hacerlo, yo también te amo hi…
Sin darme tiempo a acabar de hablar el muy golfo me dio un nuevo bofetón con más intensidad que el anterior, hablándome cómo a su perra, provocando que mi coño, se humedeciera más, de verme tratada así por mi hijo-Amo
─ ¡¡PUTA!! te voy a someter y follar cómo a mi guarra, que es lo que estás necesitando, so perra.
Mario se colocó detrás de mío, después de hacer que agachara mi cabeza, para ofrecerle mejor todo mi coño y mi culo, dedicándose a lamerme el chocho y el ano, sacándome los jugos a lametazos, metiéndome toda la lengua hasta el fondo del coño, cómo nadie me lo había hecho nadie, haciéndome solloza y gemir cómo si me matara de placer, gritándole de todo en voz alta, viendo por entre mis piernas, la terrible erección de mi pequeño, sin que yo le hubiera acariciado lo más mínimo, su lengua me lamió los hinchados labios, haciendo que le frotara el coño contra su boca, para que se lo comiera mejor
─ nene… sí… mmm… comete el chocho de tu madre así… oh… oh… sí mete toda la lengua hijo, me corro en tu boca… ooohhh… tom mis jugos ¡¡cabrón!! me matas de placer hijo… ooohhh… ooohhh… ¡¡follame!! lo necesito so golfo… ooohhh… no paro de correrme.
Loco de excitación por cómo me tenía de cachonda, me enfiló la gruesa cabeza de la polla en el ano, mientras me hablaba cómo a su puta.
─ oh mamá que puta eres… mmm, toma toda la polla así so guarra…
─aaahhh… hijo… la tines muy gorda… aaahhh… más despacio… aaahhh…
─ ah… que bien te la meto así puta… no paras de empujar tu culo, para que te folle más. Clavándome toda la polla de golpe, volviéndome loca de placer, de sentir su cipote en el fondo de mi culo, empujando yo mi culo para sentir más su polla, lo incite a que me follara cómo a su perra.
─ aaahhh… aaahhh… aaahhh… ¡¡que polla me das!! follame cómo a tu perra hijo… damela toda nene… me corro yaaa… mmm.
Mario se subió encima de mi grupa, cómo si imitará a un perro de verdad, apoyándose con sus manos en mi espalda, sin sacarme la polla del culo, en ningún instante, en esa postura se lio a encularme cómo un perro rabioso, clavándome la polla, hasta que sus huevos chocaron en mi coño, con un mete-saca muy rápido sacando y metiendo la polla casi en su totalidad en cada embestida─ haciendo que le gritara, fuera de control, por lo bien que me estaba follando, corriéndonos juntos, locos de lascivia y morbo, por la follada tan guarra y excitante que estábamos protagonizando, en total complicidad madre e hijo
─ ooohhh… ooohhh… ooohhh… así me la clavas más… ooohhh… cómo siento tu polla… aaahh… aaahhh… sí dame por culo así hijo… me corro cabrón… aaahhh… llenamelo de polla y leche… aaahhh… ¡¡cómo me follas!!
─oh mamá sí toma mi leche me corrooo contigo, así todaaa… aaahhh… puta… mmm.
─sí dale a mamá toda la leche… mmm.
Así es cómo mi hijo Mario y yo, vivimos desde que falleció mi marido. ─. Paolo, nuestro hijo Mario me lo da todo…
FIN
Azalais copyright2015©