Dos amigas desde la secundaria se encuentran en su treintena, una acaba de cumplir 34 y la otra tiene 33. Ninguna tiene hijos y ambas se ven muy bien. Una se disfrazó de la Mujer Maravilla para el Halloween pasado y la otra no deja de pensar en lo bien que se veía su amiga con ese traje.
Una de ellas vive en Melbourne, Australia y la otra vive en París, Francia. Ellas intentan verse en la temporada de verano. En Australia esta estación llega en diciembre y termina en febrero, así que para Lourdes son los meses perfectos para huir del invierno europeo.
Lourdes tiene el cabello negro y sus facciones son similares a las de Gal Gadot, justo por eso decidió disfrazarse de Mujer Maravilla. Mientras que Angie siempre recibe halagos por parecerse a Anne Hathaway y hasta le han preguntado si trabaja como doble de la bella actriz.
Lourdes escuchaba con obsesión a The Smith y Angie a The Cure, a una le encantaba Michael y la otra era fan de Prince, su amor por los sonidos de los años 80 las unió en el colegio y jamás las separó. En la vida adulta comparten su interés por los viajes, la buena mesa, el vino y los hombres guapos.
Angie siempre ha visto a Lourdes como una diosa, una mujer con mucho sex appeal y carisma, mientras que Lourdes ve a Angie como la amiga nerd, con una inteligencia sagaz y un sentido del humor negro. Ambas han tenido novios extraordinarios, pero en este momento están solteras.
En la víspera de Año Nuevo Lourdes le pidió tímidamente un beso a Angie, ambas estaban ebrias y riendo. Angie se acercó al rostro de Lourdes, esperando un pequeño pico, incluso un breve y suave beso si se sentían más atrevidas durante el besito.
En lugar de eso, la boca de Lourdes se encontró con la de ella y la hizo caer en otra dimensión. Sus labios eran dulces, flexibles, trabajando contra los de ella. Cuando introdujo su lengua, Angie la absorbió en su boca, disfrutando cada pequeño movimiento. Las manos de Angie se deslizaron para acariciar las tetas de Lourdes, algo que había imaginado desde que la vio vestida de Mujer Maravilla en las fotos que publicó en Instagram.
Angie podría escribir una sinfonía entera sobre las tetas de su mejor amiga. Su piel sensible, su olor a vainilla y sus pezones, pequeños y de color rosa.
—Oye —dijo Lourdes.
Al escucharla, Angie levantó la cabeza, desorientada, mirando su cara en forma de corazón. Lourdes lanzó una mirada burlona y le preguntó:
—¿Dónde está tu vibrador?
Angie respondió:
—Está en mi cajón de la ropa interior.
Lourdes va por él y dice:
—Mientras me esperas, quítate la ropa interior.
Angie se muerde el labio y sonríe. Lourdes se pavonea hacia ella, con los pechos moviéndose lo suficiente como para hacerla mojar más. La besa suavemente en la boca y acaricia el espacio entre sus tetas desnudas, baja hasta ponerse de rodillas y muerde suavemente un lado del bikini de Angie mientras lo baja lentamente hasta el suelo.
—Date la vuelta —ordena Lourdes…
Y Angie no tiene más remedio que obedecer.
—No te toques hasta que vuelva —Lourdes dice.
Unos suaves sonidos atraviesan la lujuria de Angie: un cajón que se abre y se cierra, el arrastre de unos pies con los dedos pintados de color rojo y, finalmente, el zumbido del vibrador. Ahora, por primera vez en toda su vida sexual, siente que se ensancha con anticipación mientras su clítoris se pone rígido, anhelando un dulce alivio.
—Inclínate — ordena Lourdes… antes de volver a besarla.
Angie siente que va a correrse en cualquier momento, gracias a la mano fuerte de Lourdes en la parte baja de la espalda, que la guía a una posición particular. Angie solo apoya las manos en el edredón mientras el vibrador zumba.
—Abre las piernas, Angie —murmura Lourdes.
Y Angie lo hace, con los pies firmemente plantados en el suelo, con el olor de su deseo y el de Lourdes mezclándose en el aire fresco que entraba por la ventana de la habitación.
—Ohhh, justo ahí, justo ahí —dice Angie mordiéndose el labio.
—¿Puedo aumentar la potencia del vibrador? —pregunta Lourdes.
Angie asiente frenéticamente, abriendo aún más las piernas e inclinándose hacia delante, deseando lo que sabe que será un final muy intenso para esta sorprendente sesión de sexo.
Pronto froto su clítoris contra la cabeza del vibrador. No puede evitarlo: la acción le da placer de la forma más exquisita y, al mismo tiempo, la hace desear una sensación más fuerte, más rápida, simplemente quiere más. El zumbido la rodea y la sensación la recorre de pies a cabeza, pero sobre todo siente el máximo placer en su interior, las paredes de su vagina se contraen de una manera rítmica y deliciosa.
Empieza a oír gemidos fuertes y profundos intercalados con gemidos agudos y suplicantes; al principio cree que vienen de Lourdes, detrás de ella, pero luego oye murmullos tranquilizadores: así es Angie, sí, recibe lo que necesitas y se da cuenta de que los ruidos resonantes, orgullosos y exigentes, vienen de ella misma.
Y entonces todo estalla en estrellas a su alrededor mientras Lourdes maniobra la cabeza del vibrador en el punto exacto. Angie mueve sus caderas con una concentración singular y el objetivo de Lourdes es aguantar el vibrador en esa posición tanto tiempo como Angie se lo permita.
Los gemidos de Angie son salvajes, sus sentidos se despiertan y cada célula hormiguea mientras grita su llegada al clímax, el zumbido se amplifica en sus oídos hasta que solloza de placer y se calma en un suave ronroneo.
Así recibieron el año nuevo y minutos después decidieron escuchar a todo volumen la canción que dice “las amigas que se besan son la mejor compañía”.