Durante el jueves, un día después de lo ocurrido con Sergio, estuve conversando en el celular con Mari, al parecer aún no había enfrentado a Sergio, solo me comentó que esperaría al viernes para hablar con él, por lo que me pidió que ese día me hiciera cargo de Betsy, no quería que estuviese presente, por lo que le dije que con gusto me haría cargo de ella. Así transcurrió el jueves, llegado el viernes estuve mensajeando con Betsy, le propuse pasar por ella después del trabajo e ir al cine, a ella le pareció bien la propuesta.
Llegó la hora de la salida del trabajo, me dispuse a recoger mis cosas y salí volando de la oficina. Se me ocurrió pasar a una florería y comprar algo para Betsy, era algo que no se me había ocurrido darle, así que escogí un ramo de flores esperando que fuese del agrado de ella, pero lo que tuve que dejar guardado en la cajuela, quería que fuera sorpresa y sobre todo que no lo viera Mari.
Arribé a casa de Mari, donde después de ser recibido por ella hizo acto de presencia Betsy, su atuendo era estupendo, llevaba puesto una blusa blanca, una chamarra de mezclilla, una falda de color vino con tablones y unos tenis blancos, su cabello lo llevaba suelto, con un maquillaje perfecto para la ocasión. También llevaba consigo una pequeña maleta, con la que la ayudé a cargarla para guardarla en la cajuela, nos despedimos de Mari y partimos al cine.
Durante el trayecto platicamos de varias cosas, sin tocar el tema de sus padres, me sentía soñado al tener a mi lado a una jovencita hermosa como ella, por lo que el recorrido se hizo ameno, hasta que llegamos al estacionamiento, aparqué el vehículo y me dispuse a abrirle la puerta, ayudándola a salir del auto para después encaminarnos al cine, avanzamos pocos metros hasta que, de manera espontánea, se me hizo fácil tomar de la mano a Betsy, ella giró su rostro hacia mí con gesto de sorpresa, para después esbozar una sonrisa, sonrojándose. A mi no me importaba si algún conocido nos veía, al fin de cuentas bastaría con decir que se trataba de mi sobrina.
Llegamos al área de venta, pedimos nuestras palomitas y bebidas para después ingresa a la sala, había comprado las entradas por internet, escogiendo los asientos de hasta arriba, en la última fila, para poder disfrutar de la pantalla completa. Nos acomodamos en nuestros asientos, esperando a que iniciara la película, eran pocas las personas que estaban en la sala, se podía notar los espacios disponibles en varias filas y en la nuestra solo éramos nosotros dos y otra pareja más hasta el otro extremo, así que no habría problemas con algún tipo de bullicio.
La sala se puso oscura, señal de que daría inicio la película, así que nos acomodamos consumiendo nuestras palomitas y bebidas, el tiempo había avanzado casi una hora, percatándome que Betsy se frotaba constantemente las manos, por lo que me acerqué a su oído y le pregunte si le pasaba algo, a lo que me contestó que tenía frío, por lo que la tomé de las manos y, en efecto, estaban frías, para después ella decirme que sentía más frío en sus piernas, entonces le pedí que se quitara su chamarra y se la colocara en sus piernas, que yo me encargaría de abrazarla para que no tuviera más frío, y como buena niña así lo hizo, mientras que yo despejé el área quitando las charolas de las palomitas y bebidas para tener más espacio para nosotros.
Seguimos viendo la película, podía sentir la calidez de los brazos de Betsy, sin embargo llegado un momento mi sobrina se acomodó de tal modo que su cuerpo quedó recargado por un costado de mi pecho, por lo que coloqué mi brazo por detrás de su espalda para así poder tomarla de la cintura, pero mi mano no se quedaría quieta, poco a poco fui metiéndola por debajo de su blusa, para después subir percatándome que no llevaba sostén, por lo que con mis dedos me hice de su su pezón derecho, estaba totalmente erecto, así que lo apreté, dando Betsy un pequeño brinquito, seguí con mi labor hasta que sentí cómo Betsy apoyaba su mano izquierda, en mi pene, por encima del pantalón, atreviéndose a bajar el cierre e intentar sacar mi verga, pero la posición no se lo permitía así que le ayudé hasta tenerla de fuera.
Betsy no tardó en apoderarse de mi verga con su mano, para después comenzar a masturbarme, me estaba calentando mucho la situación, deseaba que la sala estuviera vacía para poder cogerla pero no era posible, aún teníamos a la pareja en el otro extremo de la fila, lo que imposibilitaba llegar al siguiente nivel.
– ¿Te encanta lo que estamos haciendo, tío? –
– Cómo no tienes idea corazón, de no ser porque hay personas en este mismo momento te cogería
– Ni modo tío, tendrás que conformarte con mi mano amiga
Betsy jugaba con la punta de mi verga, esparciendo el líquido seminal, sin embargo no era lo suficiente así que de vez en cuando se lamía su mano para después volverla a poner en mi verga, así siguió hasta poder tenerla completamente mojada, me estaba llevando al cielo con solo su mano, pero no podía hacer más ya que sería muy notorio y no quería verme involucrado en problemas, pero tal parecía que la suerte estaba de mi parte, la pareja en el otro extremo se paró y comenzó a bajar las escaleras para salir de la sala, así que sin pensarlo le agarré la mano e hice que se parara de espaldas a mi, para solo levantarle la falda y hacer a un lado su tanga, y después sentarla en mi verga, la humedad de su vagina me permitió poder meterle mi verga, para después comenzar Betsy a moverse
– Rápido tío… alguien puede vernos
La tomaba de la cintura y dirigía los movimientos, tratando de hacer el menor ruido posible, pero la suerte no duraría por mucho tiempo, a lo lejos pude ver que, la pareja que se encontraba en nuestra fila, regresaba para continuar viendo la película así que detuve los movimientos de cintura de Betsy e hice que volviera a su asiento.
– Es una pena que no pudiéramos continuar, tío – me dijo Betsy al oído
Se acomodó su ropa, al igual que yo, y continuamos mirando la película, haciendo como si no hubiera pasado nada. Al término de la película, salimos de la sala y cada quien pasó al sanitario, eso de quedarse a medio palo no era nada bueno para ambos. Ya en el estacionamiento le propuse llevarla a cenar a un restaurante, y ella bien emocionada aceptó, así que arranqué el auto en dirección a nuestro siguiente destino.
– Tío, estabas bien duro en el cine, tal parece que te gustó hacerlo teniendo personas ahí presentes
– La verdad es que me tenías con unas ganas
– Pero que pena, no pudimos terminar lo que empezamos, de no ser por esa otra pareja a lo mejor me hubieras llenado de lechita
– Ni que lo digas corazón
– Pero no te preocupes tío, tenemos toda la noche para nosotros
Llegamos al restaurante y nos dispusimos a cenar, nos encontrábamos en una mesa apartada de los demás así que podíamos platicar tranquilamente, saliendo a flote el tema de Betsy y Adriana, había escuchado la versión de Mari, pero me intrigaba lo que tenía por decirme Betsy, así que le pregunté por lo sucedido.
– Y a todo esto Betsy, ¿qué fue lo que pasó entre tu tía y tú?
– Oh, vaya… eso… pues… supongo que mi mamá ya te puso al tanto de lo sucedido, ¿verdad?
– Sí, ya me contó lo que con sus propios ojos vio
– Le tocó un buen espectáculo
– La verdad es que sí, pero dime, ¿cómo fue que te atreviste a hacer algo como eso?
– Pues la situación se dio, en un principio mi sincera intención era darle confort a mi tía, nunca la había visto así, por lo que quise estar con ella para que sintiera que tenía mi apoyo, pero después vino a mi mente mis aventuras con mi prima y mi mamá, y pues comencé a calentarme
– Pero lo que hiciste fue muy atrevido, ¿no crees?
– Si, aunque no te negaré que al principio tenía pavor de que todo saliera mal, pero aun así no quise quedarme con las ganas y me dije: ¡Más vale pedir perdón, que pedir permiso!, y fue así como me poco a poco fui tentando el camino hasta darme cuenta que mi cabeza estaba en medio de las piernas de mi tía, fue ahí que me entró el remordimiento pero viendo hasta dónde había llegado no quise detenerme, al final llegué más lejos de lo pensado, pero mi tía creo que si le afectó, por lo que ya no tuve la oportunidad de hablar con ella
– Pues no sabría decirte cómo es que lo tomó tu tía, no he tenido mucha comunicación con ella ahora que está en su curso, pero ya tendré tiempo de averiguarlo
– Por favor tío, no la culpes ni te enojes con ella, quien inició todo fui yo, así que de haber un culpable, esa sería yo
– No te preocupes corazón, te prometo que no me enojaré con ella, ni contigo, aunque es algo que no sabía que sería capaz de hacer Adriana, pero me alegro que haya sido contigo. Anda, terminemos de cenar, por cierto, ¿quieres que vayamos a otro lugar terminando la cena o nos vamos a mi casa?
– Pues, aún es temprano, ¿por qué no vamos a un antro?, tengo ganas de bailar un poco ¿cómo ves?
– Ok, está bien
Seguimos consumiendo nuestros alimentos, donde una vez terminado, nos dirigimos al antro donde bailamos y disfrutamos de unas bebidas, nuestros cuerpos se tallaban de forma caliente con cada baile, eso y en combinación con el alcohol solo provocó que nos pusiéramos más cachondos, hasta que me decidí decírselo a Betsy
– Ya no aguanto mi amor, vayamos a casa que tengo muchas ganas de cogerte
– Está bien tío
Y sin pensarlo dos veces, salimos del antro, pero Betsy creo que estaba más ansiosa de coger porque en vez de dirigirnos al sitio donde estaba aparcado el auto, me tomó de la mano, siguiendo un camino distinto
– Oye, el auto está del otro lado
– Lo siento, pero no creo poder aguantarme hasta llegar a tu casa, así que ven
Llegamos a un sitio solitario y oscuro, donde solo bastó que Betsy se quitara su tanga para después bajar el cierre de mi pantalón y sacar mi verga, y así de frente solo se puso de puntas para después encaminar mi verga a su vagina, entrando de un solo movimiento
– Cógeme – dijo ella con desesperación, por lo que la tomé de ambas piernas, cargándola y comenzando la faena, mientras que Betsy no se contuvo con sus gemidos, los cuales fácil podían llamar la atención de quien pasara por el lugar, pero eso no nos importó, ambos traíamos unas ganas que pensar en eso era lo de menos.
Mi calentura no me permitiría aguantar mucho, así que bastaron pocos minutos para comenzar a venirme dentro de Betsy, sentía cómo su panochita aprisionaba mi verga tratando de exprimirla por completo.
– ¡Qué rico, tío!
Por la entrepierna de Betsy comenzaba a escurrir mi semen, el cual ella limpió con su tanga para después comenzar a limpiar mi verga, dejándola completamente sin rastro alguno de lo sucedido.
– Bueno tío, creo que ahora si ya podemos ir a tu casa
Llegando a mi casa, Betsy pidió ser la primera en bañarse, por lo que le di las llaves para que abriera en lo que yo me encargaba de bajar nuestras cosas y el ramo de flores que le había comprado. Al entrar Betsy ya estaba en la ducha, así que acomodé las cosas y esperé a que saliera del baño para darle su sorpresa.
– Betsy, ahorita que salgas del baño podrías cerrar los ojos de favor, te tengo una sorpresa
– ¿Una sorpresa? ¿en serio?
– Sí
– Perfecto, ya salgo entonces
Y así como se lo había pedido, salió del baño con los ojos cerrados, mientras que yo estaba al frente de ella
– Ya los puedes abrir – momento en que le extendía mi mano con el ramo de flores. Los ojos de Betsy se llenaron de brillo, su entusiasmo no pudo ser escondido por su rostro, para después lanzarme a mi dándome besos en la boca
– Gracias tío, son hermosas, no me esperaba algo así… muchas gracias
– Que bueno que te haya gustado tu obsequio
– No tienes idea, tío… pero anda, es tu turno de darte un baño, yo te espero en tu habitación
– Ok, por cierto, en la cocina puedes encontrar un recipiente para poner las flores
Me metí a la ducha, tomándome mi tiempo, no había prisa por salir, total la noche sería larga. Al terminar, me fui a mi habitación, llevaba solo una toalla cubriendo mi cintura hacia abajo, el entrar ahí estaba Betsy, desnuda, sentada en el taburete que mi esposa ocupaba para maquillarse, podía ver cómo revisaba las cosas, que en realidad eran muchas ya que si algo tenía Adriana era que le gustaba mantener su cuerpo bien, ya ni se diga el maquillaje
– Vaya, sí que mi tía tiene muchas cosas, muchas cremas, muchas pinturas de uñas, varias paletas de maquillaje, por eso está así de hermosa
– Y eso que no has visto su clóset
– Wuao – dijo ella al ver el set de ropa de su tía – prácticamente es un clóset para ella – comenzando a revisar la ropa ahí colgada, también comenzó a abrir los cajones en los que se encontraba la ropa interior de Adriana – mi tía se ve que es bien coqueta, mira su lencería, está muy bonita, el gusto que te ha de dar tío verla en ropa interior
– Ni que lo digas
– Mmm, se me ocurre algo – dijo Betsy
– ¿algo?, ¿Como qué?
– Necesito que vayas a la sala y esperes unos minutos ahí en lo que preparo mi idea
– Ok, solo espero que no sea algo descabellado
– No te preocupes, te aseguro que te encantará, yo te digo cuando ya puedas entrar
Decidido a ello, me fui a la sala, encendí la TV en lo que esperaba la señal de Betsy, fácil había pasado media hora hasta que escuché su grito que indicaba que era el momento de entrar para darme una gran sorpresa. Parada, junto a la cama se encontraba Betsy, su vestimenta se me hacía conocida, se trataba de un vestido color blanco con tirantes que le llegaba a media pierna, abierto por sus lados desde la cintura, de la parte de atrás estaba totalmente escotado pudiéndose ver por completo la espalda de Betsy, en sus pies se había puesto unas zapatillas plateadas que, junto con su maquillaje y labial rojo, la hacían ver perfecta, todo esto me impresionaba hasta que recordé dónde haber visto ese vestido, se trataba de un conjunto de mi esposa y que en el cuerpo de Betsy le quedaba a la perfección de su figura, completita era una delicia
– Betsy, ¿acaso es un vestido de tu tía?
– Así es, hasta las zapatillas, pensé que no que me quedarían pero veo que somos del mismo número de calzado
– Pues te ves fabulosa
– ¿En serio?, gracias, lo que si me quedó un poco justo fue la tanguita, como mi tía tiene un poco más de cadera y nalga que yo, me ajusta más su lencería
– ¿Cómo?, ¿hasta su ropa interior estás usando?
– Si, ¿por qué? ¿te molesta?
– No, es que recuerda que ella llega el domingo
– Ah, por eso, no hay de qué preocuparse, mañana me encargo de lavar todo, pero bueno, dejémonos de tanta charla y mejor pongámonos en acción
Terminando de decir eso, Betsy se acercó a mí, su andar era de lo más sensual, se vea divina, hasta que se puso frente a mí para decirme:
– Esta noche no seré Betsy, ni tu sobrina, ni la nena. Esta noche seré tu esposa Adriana, así que más vale que me trates como tratarías a tu esposa, quien después de una semana de un curso intensivo, quiere des estresarse
– Si así lo quieres
Dicho eso, comencé a besar a Adriana para después decirle que se hincara, quitándome la toalla y darle mi verga para que empezara a mamarla. Con el tiempo había mejorado su técnica, sabía mover su lengua, jugar con su boca, lamer y chupar mis huevos, era una delicia haciendo eso. Después de un rato de gozo, hice que se parara de espaldas a mí, para después hacerle a un lado su tanga y comenzar a cogerla.
– Mmm, Adriana, que rica vagina tienes, se siente diferente, ¿acaso estás excitada por cómo te cojo?
– Si, mi amor, estoy bien caliente, así me pones después de varios días de no cogerme
– Con este vestido te ves bien puta… me encantas
– Si, mi cielo, es que me gusta ser bien puta contigo… soy tu putiesposa… mmm, así, así… cógeme fuerte… métemela bien adentro…
Adriana me estaba llevando al cielo, su vagina se sentía exquisita, tantos jugos me estaban provocando querer eyacular, hasta que no pude más y comencé a venirme, podía sentir lo caliente de mi semen combinado con lo caliente de la vagina de mi amada esposa.
– Que rico mi vida… mira cuanta leche me escurre por mis piernas… anda, vamos al baño a limpiarnos
Llegando al baño, mi esposa se quitó su vestido y su tanga, para después sentarse en la taza del baño, mientras que yo pretendía meterme a la ducha pero ella me detuvo
– Hey, espera, a donde vas, ven aquí que quiero comerte esa verga
Me puse frente a ella y me agarró la verga para después comenzar a limpiarla con su lene. Mi pene estaba semiflácido y aún con rastros de semen y fluidos de la vagina de Adriana, por lo que ella se encargó de no dejar rastro alguno, atreviéndose a mamármela aun cuando no estaba siquiera erecta, haciéndose tener esa sensación que solo uno como hombre siente cuando te la maman recién que has eyaculado, por más que intentaba apartar mi verga ella más se aferraba, tanto que tuvo que agarrarme del trasero con tal de que no le quitara mi verga, podía sentir su lengua y boca succionando mi miembro, hasta que logró hacerme venir, sentí que mis piernas se me doblaban del placer, algo que no había experimentado con anterioridad. Adriana se bebió hasta la última gota y solo así sacó mi verga de su boca, esbozando una sonrisa de niña traviesa.
– Qué rica leche, no pensé que te pudieras venir sin que tuvieras una erección
– Adriana… pero… uff… acabas de hacer volar mi cabeza…
– Anda, ya puedes irte a bañar, te espero en la habitación
Ocupé la ducha para reponerme, la verdad es que lo hecho por Adriana era algo nuevo y atrevido de su parte, pocas veces había sido así y la verdad me había gustado.
Salí del baño y me dirigí a la habitación, no sin antes mirar la hora, estaba a punto de dar las 2 de la mañana, y nosotros seguíamos ahí, cogiendo, tomándonos en serio lo de disfrutar toda la noche. Al entrar a la habitación Adriana estaba recostada en la cama, ahora llevaba puesto un baby doll, medias con liguero y una tanga, todas de color negro, abría y cerraba las piernas, estaba tentándome a arrojarme entre sus piernas y lamerle su conchita, logrando su cometido.
Le hice a un lado su tanga, comenzando a lamer su conchita mientras que a la vez jugaba con su clítoris y metía un dedo con tal de darle placer a mi querida esposa. Ella, se retorcía por lo que le estaba haciendo, sus gemidos se iban intensificando más y más, mientras yo bebía todo su néctar.
Decidí meterle mi verga, así que tomé sus piernas y las coloqué una en cada lado de mi cuello, para después perfilar mi pene en su vagina, poco a poco la fui metiendo hasta tenerla toda dentro y así comencé a moverme, Adriana se masajeaba sus tetas, pellizcaba sus pezones y metía un dedo en su boca, la imagen de mi esposa era una delicia, su cara totalmente roja delataban su placer, así que continué con mi acometido, ahora las piernas de Adriana las había doblado hacia su pecho, la sensación de la penetración era totalmente sabrosa, podía sentir cómo las paredes de su vagina aprisionaban mi verga.
Cambié de posición, coloqué a mi esposa en posición de perrito y de nueva cuenta metí mi verga, seguía y seguía dándole con todo a Adriana.
– Así, así papi… así… cógeme como a una perra… ah, ah, ah…
– ¿Eres mi perrita?
– Sí, tu puta perra esposa…
Comencé a darle de nalgadas a Adriana, con una y con otra mano, tanto que su culo estaba poniéndose colorado, y con cada nalgada ella se quejaba
– No… mmm… duele… ah, ah… no, papi, no… me duele
– ¿En serio te duele?
– Si papi… ya no… ya no me nalguees…
– Pero mira lo mojada que estás… tu cuerpo dice otra cosa
– No… ya no…
– ¡Cállate perra!
Dicho eso último, empujé a Adriana sobre la cama, cayendo ambos al mismo tiempo y sin sacarle mi verga, pegando ella un grito fuerte ya que por el movimiento llegó más profundo mi verga, pero no me importó, estaba realmente excitado por lo que tomé del pelo a Adriana y jalándola hacia mi, hice que su espalda se arqueara, logrando apoderarme de su boca por un momento para después continuar con mis metidas, mientras Adriana tenía su rostro en una almohada, en la cual ahogaba sus gemidos, pero yo seguía con lo mío sin tomar importancia si le dolía o no a mi esposa, tanto que ahora la aplastaba de su espalda contra la cama hasta que comencé a venirme, donde una vez terminado saqué mi verga de su vagina, recostándome a un lado de ella. Adriana no decía nada, mantenía su rostro escondido en la almohada.
– Adriana, ¿estás bien?, hey, contéstame
– Ya puedes dejar de jugar a que soy tu esposa, por favor – diciéndolo sin mostrar su rostro
– Betsy, ¿qué te sucede?
– ¡Eres un tonto! – al decirlo, Betsy me mostró su cara, sus ojos estaban rojos a punto de soltar las lágrimas
– Betsy, perdón, creo que me pasé de la raya… perdóname en serio, no creí que fuera a dolerte tanto, me dejé llevar por mis instintos – Betsy no dijo nada, solo se me quedó mirando para después espetar
– Sí, me dolió, como no tienes idea, pero… aunque me cueste decirlo, también me gustó
– Uff… no sabes qué alivio siento al escuchar eso de ti, entonces ¿me perdonas?
– Si, por supuesto que sí
La atraje hacia mí, la abracé y así abrazados nos quedamos dormidos, ya tendríamos toda la mañana para arreglar nuestro desastre.