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Una fantasía hecha realidad (Parte 2)
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Tiempo de lectura: 10 minutos

Paula volvió de la Universidad a su casa por la tarde. Comió cualquier cosa y apenas cruzó unas pocas palabras con su madre: “Me voy a mi cuarto, tengo que estudiar”. La verdad es que llevaba todo el día rememorando el alucinante fin de semana que había pasado en Mallorca con Félix, hacía 15 días ya, y notaba un agradable cosquilleo en el vientre que reclamaba su atención. Se encerró en su dormitorio, se quitó los vaqueros y se tumbó sobre la cama. Cerró los ojos y mientras se imaginaba estirada en la cama del hotel junto a su maduro amante, empezó a acariciar sus inflamados labios vaginales por encima de las braguitas. Deslizando su dedo medio por debajo de la fina tela, comprobó que su coñito estaba húmedo. De hecho, llevaba así varias horas, desde que en medio de la clase de estadística le vino a la mente un flash de Félix acariciándole las tetas. Como hacía a menudo, se llevó el dedo pringado hasta la boca y tras husmearlo lo chupó para comprobar el sabor salado de sus flujos. Eso la excitó aún más y volvió a deslizar su mano hasta la entrepierna para acariciar su clit que pronto empezó a abultarse. Mientras con la otra mano se acariciaba las tetas por encima de la camiseta, su dedo estimulaba su cada vez más sensible clítoris. Ya cachonda perdida, detuvo sus caricias para desnudarse del todo. Separó sus piernas y hundió dos dedos en su coñito empapado, mientras se amasaba las tetas y pellizcaba los pezones tiesos. Sus dedos entraban y salían frotando el clítoris y la pared superior de su vagina, buscando presionar sobre la zona que más placer le producía. Sacó los dos dedos totalmente empapados de flujos para embadurnar sus pezones con ellos. Sonrojada por la excitación, se mordió el labio inferior para ahogar un gemido de placer cuando volvió a hundir sus dedos dentro de su coñito y empezó a follarse con ellos a ritmo creciente. Se concentró en la imagen de Félix follándola en la playa, ella con las manos apoyadas en una roca, su culito alzado y las piernas separadas. Los dedos empezaron a chapotear dentro del coñito ya totalmente encharcado hasta que ya no pudo contenerse y se corrió dejando un lamparón de flujo sobre la sábana bajera.

Aún se estaba recuperando del delicioso orgasmo, acariciándose con suavidad las tetas, cuando sonó su móvil. Su corazón se aceleró cuando vio que era Félix quien llamaba:

– Hola Félix, ¡qué sorpresa que me llames!

– Hola Paula, encanto. ¿Qué tal todo? No he sabido nada de ti desde el finde en Mallorca.

– Bueno, todo bien, sin novedades. De vuelta a la rutina, ir a las clases de la Uni, estudiar en casa…

– La verdad es que me lo pasé muy bien contigo ese fin de semana y no me lo puedo quitar de la cabeza.

– Yo también me lo pasé muy bien, la verdad y continuamente lo recuerdo. Hace un momento lo hacía, sin ir más lejos…

– Ah sí? ¿Y qué haces cuando lo recuerdas?, jeje.

– Pues, ufff, me da vergüenza decirlo… me hago una pajita, jijiji – respondió Paula de nuevo sonrojada.

– Mmmm, como me gusta saber que te masturbas pensando en nosotros.

– Jeje, la verdad es que me acabo de correr muy rico hace un momento pensando en como me follabas en la playa.

– Paula… sé que aquello fue una locura y que dijimos que no se repetiría, pero yo deseo volver a verte, más después de lo que me acabas de contar.

– Ufff, no quiero ni pensar en la que se armaría si mis padres se enteraran de lo nuestro… pero, la verdad, a mi también me encantaría volver a estar contigo.

– Pues…este fin de semana estoy sólo en casa. Mi mujer y la niña estarán fuera. Pensaba que podríamos pasarlo juntos, si puedes arreglarlo, claro.

– Jijiji, este finde? Ufff – respondió Paula con voz temblorosa, en parte por lo sorpresivo de la propuesta y en parte por la excitación que le producía – suuu… pongo que puedo arreglarlo…, puedo decir que pasaré el finde con mi amiga Anna.

– Entonces? quedamos el sábado por la mañana? Tú llámame cuando llegues a la estación del tren y paso a buscarte.

– Bueno… pues sí, vale, jijiji – respondió Paula con la voz aún trémula por la emoción.

El resto de la semana Paula se lo pasó sin poder concentrarse en otra cosa que no fueran los preparatorios del finde, distraída en las clases e incapaz de estudiar. La logística de la escapada se resolvió con una llamada a Anna. Anna era la mejor amiga de Paula y entre ellas no había secretos. Y por tanto ya conocía con detalle lo ocurrido aquel inesperado fin de semana en Mallorca con Félix. De hecho Anna sentía una insana envidia hacia su amiga puesto que compartía con ella la atracción hacia los hombres maduros. En todo caso, no dudó en ser cómplice en el engaño y cubrirla en caso de que los padres de Paula la llamaran. La única condición fue que pasado el finde quería que Paula le contara con todos los detalles, especialmente los más morbosos, todo lo ocurrido.

Félix vivía en un lujoso chalet en una urbanización a las afueras de la ciudad. El sábado por la mañana pasó a recoger a Paula en la estación del tren de cercanías. Se besaron castamente las mejillas al encontrarse, no fuera que alguien conocido los viera saludarse de forma demasiado afectuosa. Pero cuando llegaron al chalet y lejos de posibles miradas indiscretas, se besaron apasionadamente, fundiendo sus bocas con un morreo jugoso. Paula se hubiera dejado follar ahí mismo, en el recibidor de la casa, pero Félix prefirió tomarse las cosas con calma. Tenían todo el fin de semana por delante y deseaba disfrutar de su joven diosa sin precipitación.

– ¿Salimos a la terraza? Hace un día espléndido aunque sea marzo. Incluso podemos nadar si te apetece. El agua de la piscina está climatizada – propuso Félix observando a la hermosa criatura que tanto había deseado en las últimas semanas – ve saliendo, yo traeré algo para brindar.

Paula salió a la terraza y efectivamente brillaba un sol extrañamente intenso para comienzos de marzo. Se quitó la chaqueta y se estiró sobre una tumbona a disfrutar del agradable calor. Al rato salió Félix con dos copas y una botella de cava.

– Uhhh!, cava a estas horas, ¿me quieres emborrachar? jajaja!

– Que menos que brindar con cava nuestro reencuentro. ¿No te parece?

– Jajaja, eso sí, me recuerda a cómo nos recibieron en el hotel de Mallorca.

Paula cogió la copa que le ofreció Félix y brindaron por el fin de semana. Él se sentó en una silla a observar a la chica que estirada en la tumbona tomaba leves sorbos de su copa. Estaba preciosa. Llevaba puesto un vestido verde con tirantes que le llegaba a medio muslo, con botones en el escote. Había desabrochado un par de ellos dejando a la vista el canalillo de sus preciosos y firmes pechos apenas cubiertos por un sujetador de encaje negro. Ella era consciente de la intensa mirada del hombre y le encantaba sentirse observada, de hecho la excitaba y de repente se sintió sofocada.

– Ufff, ¡qué calor hace! Si hubiera traído el bikini me tiraría a la piscina.

– ¿Para qué quieres bañador? Nadie puede verte excepto yo…y estaré encantado de verte desnuda, la verdad – le respondió Félix con sonrisa pícara

– Bueno, nado si tu también te tiras – le desafió Paula

– Acepto el reto – dijo Félix incorporándose y empezando a desabrocharse la camisa.

Paula hizo lo mismo, desnudándose provocativa ante la mirada del hombre. Sus mejillas estaban totalmente sonrojadas por una mezcla de vergüenza y excitación que la hacían aún más deseable para Félix. Se quitó el vestido, desabrochó el sujetador y se quitó las braguitas, de encaje negro como el suje. Sin esperar a que Félix acabara de desnudarse, se lanzó de cabeza a la piscina, comprobando que efectivamente el agua estaba a una agradable temperatura. Tras ella se tiró Félix, que tras dar un par de brazadas, se apoyó de espaldas al borde de la piscina sentado sobre un escalón sumergido para contemplar de nuevo a Paula que chapoteaba divertida. Al cabo de un rato se acercó a él con una sonrisa pícara. Aquella situación, que le recordaba el polvo salvaje en la playa que habían disfrutado los dos hacía unas semanas, la había puesto a cien. Pegándose a él, juntó su boca a la del hombre. Se besaron con parsimonia, deleitándose en el intercambio de salivas perfumadas de cava, entrelazando sus lenguas juguetonas. Paula rozaba sus pezones erectos contra el pecho velludo de Félix. Él estiró las manos para agarrar el culito respingón de la chica y la atrajo hacia él. Al pegar su vientre contra el de él, Paula comprobó que entre ambos se interponía una verga totalmente erecta. Meneando sus caderas, frotó el falo primero con el vientre y luego, deslizándose hacia arriba, con la entrepierna. Félix pasó a acariciar los firmes pechos que desafiaban la ley de la gravedad frente a sus ojos y a chupar los pezones deliciosamente erectos. Eso acabó de excitar del todo a Paula, que sujetando la polla con una mano la guió hacia su entrepierna, sujetándose del borde de la piscina, movió las caderas hacia abajo para penetrarse con la verga endurecida. Ambos jadearon de placer al acoplarse. Paula empezó a menearse sobre él para follarse con aquel falo que tan placenteramente entraba y salía de su ardiente coñito. Estiró la espalda hacia atrás, mientras Félix le amasaba las tetas. El polvo acuático era divertido, pero un poco incómodo, por lo que al cabo de un rato él detuvo las contorsiones de Paula agarrándola entre sus brazos y sin dejar de penetrarla, la alzó para salir de la piscina y tumbarse sobre el césped, ella boca arriba, él entre sus piernas, empezó a follarla con ritmo creciente. Paula arqueaba la espalda y gemía de placer cada vez que sentía la polla penetrándola hasta lo más hondo de su vagina. Había perdido la cuenta de las veces que se había masturbado las últimas semanas deseando aquello que ahora disfrutaba de nuevo. No pudo contenerse más y se corrió mientras Félix no paraba de entrar y salir de ella prolongando el delicioso orgasmo. Cuando Félix notó que los espasmos de la vagina se detenían, dejó de follarla pero manteniendo su polla aun erecta dentro de ella, acariciando el joven cuerpo aún mojado, besando y chupando sus turgentes pechos. Paula estaba totalmente relajada después de su intenso orgasmo, pero le encantaba notarse aun penetrada. Se besaron dulcemente, mientras Félix volvía a deslizar con suavidad su verga dentro de la vagina inundada de flujos. Aquello volvió a excitar a Paula, que tomó la iniciativa para cambiar de postura. Se giró para colocarse a 4 patas y alzar el culo ofreciendo su sexo abierto y brillante de humedad. Félix se arrodilló y agarrándola de las caderas la penetró desde atrás. Ni que decir tiene que en aquel momento su erección era brutal. La forma en que aquella chica se ofrecía después de correrse le excitaron aún más de lo que estaba y empezó a follarla con contundentes golpes de cadera que arrancaban aullidos de placer de Paula. Contemplar el estrecho agujerito del culo de la chica también excitaba sobremanera a Félix, que hubiera deseado penetrarlo pero imaginando que aún era virgen por esa vía, se conformó con acariciarlo con el dedo gordo mientras intensificaba aún más sus embestidas. Al cabo de un par de minutos los dos se corrieron al unísono.

Se quedaron un buen rato abrazados, tendidos sobre el césped. Paula notaba con perverso placer como la mezcla de semen y de sus propios flujos brotaba de entre sus labios vaginales y resbalaba por sus muslos. Félix se incorporó para servir sendas copas de cava y brindar de nuevo por ellos. Se pasaron la mañana junto a la piscina, disfrutando del espléndido día. Paula estuvo encantada por las atenciones de su maduro amante que resultó ser un avezado cocinitas que le preparó todo tipo de suculentos manjares. Por la tarde, después de la exquisita comida regada con más cava y vino, se echaron a tomar la siesta en el dormitorio de matrimonio de Félix. Como era de esperar, acabaron follando de nuevo, otra vez ella a 4 patas, postura que complacía enormemente a los dos. Paula se corrió primero cuando Félix acarició con su dedo gordo el esfínter virgen de la chica. Aquella era una sensación nueva tremendamente placentera combinada con la sensación del falo erecto deslizándose dentro de su lubricada vagina. Félix sacó su verga totalmente empapada por los flujos del orgasmo de ella y le susurró al oído que deseaba follarle el culo. Ella respondió que nunca lo había hecho por ahí y que tenía miedo de que le doliera. Él la tranquilizó y le dijo que si no podía soportar el dolor lo dijera y él pararía. Acto seguido, frotó su empapada polla sobre el ojete que Paula mantenía alzado, para embadurnarlo. También echó mano de un tubo de lubricante que aplicó en la entrada del ano, primero con un dedo y después con dos, acariciando suavemente el esfínter hasta que se relajó y los dedos pudieron entrar con facilidad. Paula se mantenía expectante, algo asustada por el dolor que pudiera provocarle aquella penetración, aunque hasta el momento los prolegómenos resultaban de lo más placenteros. Notó que Félix colocaba el glande sobre su agujerito trasero y que empujaba lentamente. A medida que el glande avanzaba empezó a notar un dolor intenso que le hizo aullar. Él detuvo el avance aunque no retrocedió, esperando a que el esfínter se acostumbrara a la dilatación forzada. Al cabo de un rato empujó de nuevo provocando en la chica nuevos gemidos de dolor, aunque ella quiso seguir. Un nuevo empujón permitió que la verga se abriera paso del todo en el estrecho agujero trasero por primera vez profanado. Félix combinó el lento vaivén de su polla dentro del ano con la estimulación del botón del clítoris de Paula que volvió a abultarse. Aquello hizo que descubriera la estimulante combinación de dolor y placer, de forma que sus quejidos fueron mutando a lúbricos gemidos pidiendo que siguiera. Con delicadeza Félix fue incrementando la intensidad de sus embestidas. Su polla totalmente lubricada entraba y salía con cierta facilidad del estrecho agujerito. Paula se retorcía bajo él con aquella combinación de dolor y placer. Cuando notó los chorros calientes de semen dentro de su ano, también se corrió. Después de aquel polvo salvaje si que tomaron una larga siesta, los dos desnudos y abrazados sobre la cama. Paula notaba que su culito dilatado le escocía, pero el intenso orgasmo que había experimentado compensaba las molestias.

La despertó el sonido de su móvil anunciando un nuevo whatsapp. Su amiga Anna, cómplice del furtivo encuentro, le preguntaba cómo iba todo.

– Quién es? Algún problema? – le preguntó Félix

– No, que va. Sólo es Anna que me pregunta si todo va bien. En teoría estoy con ella de acampada el finde, jeje.

– Pues dile que todo perfectamente por mi parte.

– Jajaja, ok…Ahora me dice que le encantaría conocerte…

– Pues que se venga a cenar si quiere…

– Dice que sí, que encantada.

Anna acudió a la hora de cenar vestida con un atrevido y ajustado vestido que remarcaba sus espectaculares curvas. Era morena, algo más baja que Paula, pero sus generosos pechos y su agraciado pandero compensaban la poca estatura. Paula fue a abrirle la puerta y la acompañó a la cocina donde Félix preparaba la cena. Las dos estaban emocionadas por el inesperado encuentro. Anna era la única persona que conocía su relación con Félix y el hecho de presentarlos sellaba la complicidad. Durante la cena hablaron básicamente Anna y Paula, animadas por el abundante y excelente vino que Félix les servía. Hablaban de sus estudios, de sus aficiones y sus amistades, de sus novios y cuando el alcohol ya había desatado de todo sus lenguas, de sus experiencias sexuales. Félix las escuchaba atento y encantado de estar acompañado por aquellas dos preciosas jovencitas. Acabada la cena, las dos chicas se sentaron juntas en el sofá del salón, junto a la chimenea encendida (aunque de día la temperatura era más que agradable, de noche refrescaba mucho). Mientras Félix iba a por otra botella de cava para acabar de brindar, las dos chicas se miraron:

– La verdad Paula, te tengo una envidia malsana por tu rollo con Félix. Si podía te lo robaba, jeje.- le dijo por lo bajinis Anna a su amiga.

– Ni se te ocurra, zorrita, Félix es mío y solo mío. Jajaja.

– Y no lo compartirías, aunque sólo sea un poquito.

– ¿Qué dices tía? ¿Estás proponiendo un trío? jijiji – dijo Paula aun riendo pero con la voz algo temblorosa pues la propuesta le hacía sentir un agradable cosquilleo en el vientre.

– ¿Qué tal si lo provocamos un poco a ver qué ocurre?

Anna no le dio tiempo a responder a Paula pues se pegó a ella y empezó a besarla y a acariciarle las tetas justo cuando Félix entraba en el salón. Paula vio de reojo cómo él las contemplaba sonriente y como no le pareció que le disgustara, continuó con la escenita. Anna era la que llevaba la iniciativa, así que empujó a su amiga para que se recostara sobre el sofá y sin dejar de besarla, deslizó su mano para explorar su entrepierna. No era la primera vez que se besaban. Las dos estaban abiertas a nuevas experiencias y ya habían comprobado más de una vez que se podían dar placer mutuo de forma muy satisfactoria. Si además eso suponía provocar a un atractivo maduro, mejor aún. Anna le subió el vestido a Paula hasta las caderas y coló la mano bajo las braguitas para acariciar su clítoris sin dejar de morrearla. Paula separó sus piernas para dar acceso a su sexo que empezaba a inundarse, y también para resultar más provocativa ante su espectador. Después de desprenderse ambas de sus vestidos y quedar en ropa interior, invitaron a Félix a unirse al juego. Él se sentó en el sofá entre las dos chicas, mientras Paula lo besaba Anna le desabrochó el pantalón y saco la verga ya morcillona. Las dos se agacharon para lamerla hasta que tomó consistencia. Entonces se turnaron para mamarla. Para gran satisfacción del hombre, las chicas parecían competir en cuál de las dos la chupaba con más eficacia y arrancaba los gemidos más placenteros del afortunado maduro.

– ¿A cuál de las dos quieres follar? – le preguntó al cabo de un rato Anna a Félix mientras era Paula la que mamaba.

– Mmmm, os quiero follar a las dos – gruñó Félix entre gemidos de placer.

Atentas a los deseos del hombre, las dos amigas se arrodillaron a 4 patas sobre el sofá una al lado del otro ofreciendo sus lozanos culos alzados y las piernas separadas. Félix se incorporó y empezó follando el chochito de Anna, un precioso coñito de labios oscuros perfectamente depilado que brillaba de humedad, al tiempo que con la mano comprobaba que la vulva de Paula estaba igualmente empapada, más aún después de que sus dedos expertos estimularan su clítoris. Haciendo gala de su resistencia, Felix pudo cambiar de posición varias veces follando alternativamente a Anna y a Paula. Al cabo de un rato, Anna tomó de nuevo la iniciativa e hizo que Félix se tumbara sobre el sofá para cabalgar su polla mientras Paula, también arrodillada de horcajadas colocaba su chorreante chochito sobre la boca del hombre. El mágico triángulo se completó con la unión de las bocas de ambas chicas con un suave y húmedo morreo al tiempo que se magreaban mutuamente las tetas. Casi al unísono los tres vértices del triángulo estallaron de placer. Primero fue Paula quien se corrió en la boca de su amado, a continuación la vagina de Anna empezó a contraerse espasmódicamente prodigando la eyaculación de Félix. Los gemidos de ambas chicas dieron fe del intenso orgasmo que ambas estaban disfrutando.

Al día siguiente, los tres se despertaron desnudos tendidos sobre la amplia cama matrimonial de Félix. Las chicas, poco acostumbradas al abuso del alcohol, resacosas, agradecieron las atenciones de Félix que les preparó un reconstituyente desayuno. Un chapuzón en la piscina acabó de despejar las nubladas mentes de las chicas, y propició un nuevo encuentro entre los tres, que sirvió como colofón al provechoso fin de semana.

Hasta aquí la segunda entrega del relato. Agradeceré comentarios o sugerencias de cómo podría seguir. Podéis comentar aquí mismo o escribir a mi correo [email protected].

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