Desnuda, bajo el contraluz de tu cocina, el desorden reinaba en cada uno de los rincones de tu cueva…
Solo sillones y una mesa donde ordenar tus más íntimas cosas…
Te fascinaba masturbarme con todos tus elementos de higiene, solo podía ver tus ojos distintos y tus manos de arte…
Abrías con tu lengua mis labios enrojecidos por tu barba, me lamias como un gato lame sus heridas… buscabas olvidarte del mundo en mi vagina.
Todo entraba en mi… lograbas dilatarme como se dilataba tu alma cuando yo te cogía…
Me fascina recordar cómo cada dedo me estimulaba, como combina en la memoria el olvido de ti y el recuerdo de tus tatuajes…
Cómo si pudiera sacar de un mapa los países y solo queda océano…vacío y silencio de mar planchado…
Mis acabadas eran tu océano… tu sal… y el condimento esencial para futuros maridajes.
Ostras, conchas… conchas como estímulo de lo salvaje del fruto perdido… molusco… gruta y eyaculaciones explosivas como un acantilado excitado por los golpes de las olas…
Tus manos… color y leche… leche que hacía brillar tus colores y el reflejo de tus jadeos guturales hundiéndose entre mis piernas….
No pasaba el tiempo entre tus desprolijas mamadas y mi euforia de sentirte adentro…
Toda tu mano podía colarse entre mi sexo… y tus colores no se apagaban en cada una de tus pajas ardidas…
Oscuridad… gemidos.
Tanta lengua que el trance de tu historia quedó tan lejos de tu nombre y tan cerca de ser memoria viva cuando te convocó en un buen polvo y cuento cómo tus colores se bañaban de mi goce…
La memoria del sexo es el caudal de lo que siempre te calienta… te da pista y fuerza de garche fantástico en el cuerpo de otros…
Cuando cojo, me cojo al universo… pero en el mío existe un solo SOL…
Que goza mis recuerdos eróticos y le entrego esas memorias tan calientes que queman…
Te seguiré recordando junto a tus fetiches sobre mi vulva…