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Tiempo de lectura: 12 minutos

Recién recibí una recomendación laboral, pasé de un área laboral que manejaba a conformidad, para incursionar en una nueva empresa, que se dedicaba a algo totalmente diferente a mi anterior trabajo y a realizar una labor gerencial que era un total reto para mí.

Tenía más o menos 28 años de edad, cuando llegue a la empresa y en la presentación de los pocos empleados administrativos con lo que compartía las oficinas que quedaban en una casa grande de dos pisos, no me percate mucho de cada uno de ellos, pues mi cabeza estaba aplicada en mil cosas que tenía que aprender a hacer y sobre todo “en lidiar con las finanzas de la empresa” siendo yo un profesional de talento humano.

Durante los primeros días, me concentre solo en aprender a hacer lo que debía hacer. Luego de unos días una de las asistentes, del área comercial, se empezó a hacer visible para mí, pues de alguna manera llamo mi atención. En parte era su mal carácter, o tal vez, el hecho que su novio cuando llegaba a recogerla, siempre me mirara con odio, o tal vez fue el hecho que la gerente comercial siempre fue muy amable y se me hizo curioso, el cómo una persona tan amable, podía entenderse en su trabajo con una asistente de tan mal carácter. En fin… esta chica despertó mi curiosidad y entre el tiempo de trabajo hacia lugar para observarla disimuladamente y saber más de ella.

Como una historia de algo que en un principio jamás pasaría, con 0 probabilidades, las tareas empezaron a coincidir con dicha asistente, y mi atención empezó a detallarla un poco más “la verdad con el tiempo se me hizo irritante también, el hecho de que su novio siempre me mirara feo, como acusándome malos tratos o abusos, porque según yo, no la merecía, es decir, no merecía que me tomara si quiera en cuenta, ya que mi trato con ella era apenas cordial y nada más”

En pocos días, la asistente de temperamento fuerte empezó a vestir algo más escotada, a lucir según yo, más atractiva o sensual, o tal vez siempre lo hizo, pero yo empecé a notarla más. Esos escotes cuando se combinaban con el color negro realmente me llamaban la atención. Esta chica era más joven, tal vez tenía unos 23 años de edad en ese tiempo (Soy malo con las edades), su estatura estaba por encima del 1.70 cm, con una silueta atlética, pero lo que realmente me llamaba la atención, eran sus perfectos pechos, realmente me llamaban, exigían mi atención, siempre fui muy cuidadoso de no verlos demasiado, pero para mí eran de una medida apropiada, justa y deliciosa con un punto de firmeza que realmente cautivaban mi atención.

La combinación del blanco de su piel y el negro de sus blusas, con algunas transparencias y el visualizar de manera intempestiva su figura firme, realmente me atrapo. Siempre que nos cruzábamos, trataba de ser cordial y no mirarla en exceso, por su carácter no quería caer en una trampa de ser llamado “acosador” o “mirón” así que me cuidaba mucho de ello, aun cuando realmente deseaba verlos fijamente.

Un día cualquiera, luego de un par de meses de trabajo, Nía me escribió al chat interno de la empresa, algo que me sorprendió de sobre manera; en algunas ocasiones la vi hablar y siempre fue ruda con aires de inconformidad hacia las figuras de autoridad “incluyéndome” de la empresa.

El caso es, que empezó a comentarme situaciones de su cotidianidad, inconformidades con algunos compañeros a quienes tenía que revisarles el trabajo, al parecer decidió saltarse el conducto regular y no quiso discutir más sus inconformidades con la gerente de su área; Al principio la leí atentamente y fui muy amable en darle alguna recomendación, sin ser invasivo o desautorizar a la gerente de esa área, situación que si bien respeto, no la satisfago al 100% así que todos los días tenía mensajes de ella comentándome cualquier situación del día, al punto de hacer las conversaciones un poco casuales; la verdad nunca he sido de llevar conversaciones formales por mucho tiempo, entonces abrí la puerta a hablar de manera más cordial y cercana con ocasionales bromas que al parecer disfrutaba.

La situación traspaso la jornada laboral y empezamos a sostener conversaciones fuera del horario laboral, siempre teniendo cuidado de no hacerlo mientras estábamos con nuestras respectivas parejas, existía ese código no hablado de “si no contesto es porque no estoy solo” pues para esa época tanto ella como yo teníamos pareja.

Un día, en la media jornada de un sábado, después de llevar unas semanas hablando causalmente y con mucha más confianza, al punto de confesarme que no estaba bien con su novio y hablarme de toda su familia, Nia dijo que tenía que contarme algo personal, algo que había soñado y que no sabía si confesarlo o no…

Cuando leí eso, inmediatamente me imagine que lo que había soñado era algo sexual, y me agite tremendamente; vinieron a mi mente mil teorías de deseo, de pasión, y se abrió la posibilidad de que podía pasar algo físico entre los dos y realmente me excite sin que ella siquiera me contara una parte de su sueño. Durante varios minutos estuvimos hablando de los sueños, y sus significados, siendo estrictamente cuidadoso para no darle mucha responsabilidad a que, si soñó algo sexual es porque sentía algo por mí, sino que ocasionalmente la mente “te juega bromas”… estrategia muy barata para que me contara que había pasado, dejando de lado todo lo que tenía que hacer, para concentrarme solo en convencerla de que me relatara lo que había pasado en su sueño.

Después de una larga conversación su frase fue “es que si te cuento tal vez no suceda” y ese fue el punto de partida de un juego de seducción mientras fingíamos trabajar, inmediatamente me excite, me trataba de controlar porque no sabía aun lo que había pasado en su sueño, pero estaba volando en un mundo de posibilidades que hacían nido en mente enferma de deseo, y claro que había una imagen que no podía borrar de mi mente, sus senos, me daban motivo para realmente volverme loco.

Mi respuesta fue, mira Nia, la verdad si no me dices, no voy a saber que paso y difícilmente podría ayudar para que se cumpliera, pero si por el contrario me cuentas, puedo ayudar a que eso que paso en tu sueño, pase más rápido de lo que podría pasar si es que acaso decides no contarme, eres una chica linda, difícilmente pueda resistirme a tus encantos, sea lo que sea que me pidas. Y para mi esa fue un salto al vacío, realmente sentí adrenalina salpicando por todos los rincones de mi cuerpo, tal vez me excedí, tal vez no debía hacerlo, soy un directivo hablándole a una asistente que apenas conoce, de sus sueños y cumplir sus deseos… Dios… Era mi primer cargo de dirección y me estaba arriesgando, pero el deseo no me hacía racional, temblaba esperando su respuesta…

Sentí que se tardó horas en contestar “mi mente jugaba conmigo”… para finalmente acceder a contarme su sueño, pero quiero que no te vayas temprano, porque te lo diré al finalizar nuestra jornada laboral y que estemos solos en la oficina. Yo inmediatamente mire el reloj, y pensé, esta chica está jugando conmigo y me tiene a su entera merced, el decirme que me quede y esperar a que estemos solos, solo pinta imágenes sexuales en imaginación.

Después de unas horas eternas, me escribió diciéndome “ya estamos solos, y la verdad te quiero contar. Espero que se pueda cumplir lo que te digo, porque de verdad lo necesito”

“Mierda!”, pensaba yo me tiene al borde de la silla esta mujer, como alguien puede jugar tan bien a esto de seducir en un chat, tal vez el alto valor sexual que le doy, me está poniendo en desventaja.

Me relato un sueño totalmente normal, que finalizó con un sentido abrazo, y un… me sentí muy bien en tus brazos, tenía algunos problemas personales, en la universidad y los que tú ya sabes aquí en el trabajo…

Puff realmente me desarmo, pensé que había pasado algo mucho mayor, pero en mi cordialidad le dije “Nia, un abrazo no es lio, si quieres puedo bajar, y en la cocina darte un fuerte abrazo para que te sientas mejor” a lo que ella contesto con un simple “bueno y te espero”

Bajando sentí como la sangre se acumulaba en mi entre pierna, la idea de tenerla cerca era demasiado excitante y fantasear en lo que me tardé apagando el pc y lo demás de la oficina y bajando por la escalera, pensaba en esa posibilidad de tener sexo en la oficina, que no era tan novedosa para mí, pero que se hacía demasiado emocionante por ese par de senos que realmente me apetecían.

Cuando estuve en la planta baja, pase, y ella estaba en su sitio de trabajo, la mire y le indique luego de cerrar la puerta principal que iría rumbo a la cocina, me apoye a un mesón dando la cara a la puerta por donde ella ingresaría, y escuchaba como ella acomodaba sus cosas en su puesto de trabajo para ir a mi encuentro… yo estaba tan nervioso como ella, cada que escuchaba que chocaba o tumbaba algo, yo temblaba pensando, que le diré, como será, hasta dónde llegaremos?

La vi entrar y la veía con su mirada al suelo, nerviosa, temblando, algo meditabunda, le tome una mano y la acerque a mí, sin que levantara su mirada.

Tomo algo de aire profundamente y me dijo “no sé, no pensé estar tan nerviosa, no sé si es buena idea”… por lo que no le tiempo de pensar siquiera en retirarse la tome de la cintura y la acerque a mi subiendo mis manos por los costados de su cuerpo, levantando sus manos para que me rodeara por la espalda, y luego presionarla contra mi pecho, posando su cabeza cerca de mi hombro y cuello; el hecho de que ella midiera más de 1.70 y yo 1.80, encajaba perfectamente.

Dios, no podía resistir el sentir su pecho sobre mi pecho, me estaba casi volviendo loco, mientras le decía bajando mi cabeza cera a su oído, “¿te sientes mejor?” a lo que me contestaba con simples pujidos de afirmación, ahogada en nervios, reacción que me enloquecía aún más.

Yo acariciaba gentilmente su espalda sin separarla de mí, y cada vez que rozaba su brasier por detrás decía, “mierda como deseo enloquecer y meter mis manos dentro de su ropa para palparla directamente en su piel”. Me tuve que contener en quitarle su ropa, definitivamente se podía sentir esa sensación de querer desnudarla y hacerla mía, pero debía ser racional, pues era nuestro primer contacto físico, y temía que se espantara, por lo que no hacía sino pensar en cómo tocarla, para incitarla a querer algo más, que un abrazo; así que decidí apretarla contra mí, acariciando fuerte su espada para que sintiera mis manos bien abiertas detrás de ella, mientras acercaba mi cara a su cara poniendo mis labios cerca de los suyos, rozando su cara pasando a su cuello, luchando por respirar despacio y lo suficiente para no desmayarme por la excitación; lo cual funciono demasiado bien, al punto de sentir como ella no podía ocultar pequeños gemidos que se escapaban por la emoción de y movimientos permisivos que indicaban claramente que estaba lista para besarme locamente y desatar el caos en esa cocina; en esa batalla había ya un claro perdedor pues era imposible controlar la erección que al momento sostenía y es que al sentir sus pechos aplastándose contra mí, mi mente se perdió y tuve una erección extremadamente muerte, que luchaba por disimular, realmente mi pene quería salir y tomar sus propias decisiones, su respiración, movimientos permisivos de roce con sus labios, esos pequeños gemidos, no me daban descanso, así que luchaba por apartar esa pierda de ella y sinceramente no sé si ella lo pudo sentir o se percató de eso, la verdad era difícil no querer pegarme totalmente a ella y rozarla.

Estaba loco por saber que más pasaría, así que subí mis manos a su cara y la posicione frente a la mía, besándola directamente en sus labios, lo cual ella respondió al principio muy tímida, pero ya después más fogosamente, haciéndome olvidar el ocultar mi erección, pues sentía su agitación, su forma de temblar y como me tomaba por la cintura acercándome a ella. Era una locura, y no podía culparme por querer traspasarlo todo.

Ese día se escuchó el llamado de su teléfono” al parecer el que tenía programado para su novio” y ella salto de mis brazos alejándose rápidamente, tropezando con todo, recogiendo sus cosas y saliendo casi que a través de escritorios sillas y puerta de entrada. ¡¡Mierda!! Quedé hecho polvo, a mitad de lo que había sido el precoito más delicioso de mi vida, y la duda de si me había equivocado o había acertado en hacer lo que hice.

Me fui a casa, con un lio enorme para controlar mi erección, no sabía que hacer o en que pensar para distraer mi mente de todo el deseo que se había desatado en esos pocos minutos, aun guardaba esa sensación de sus pechos firmes sobre mi pecho y agradecí mucho el hecho que su brasier no fuera de copa, porque sin mentir hasta pude sentir que la tela de esta prenda era bastante delgada… Mierda! todo eso me daba vueltas en la cabeza, y tenía que salir de la oficina, con una tremenda erección y el deseo más enorme que haya sentido por una mujer ajena.

Salí de mi oficina y fui por unos tragos, definitivamente no quería ver a mi novia ese día, tenía que olvidar lo ocurrido rápidamente, así que decidí irme a beber, el domingo en la noche recibí un mensaje de Nía, diciéndome “no he podido sacarme de mi mente, nuestro abrazo” y volví a sentir todo lo que sentí ese día, demonios!! Esta mujer se me había metido tanto en la cabeza que no sabía que hacer o que decir, pero a la vez sentí un enorme alivio al saber que a ella le había gustado lo ocurrido. De inmediato yo le respondí, “…para ser sincero me encanto sentirte tan cerca, y si necesitas un abrazo de nuevo, todo yo estoy disponible para ti…”

Después de eso nuestras conversaciones se hicieron más personales, mostrando interés en cosas que ya hablan de algo más que una simple relación laboral y pasamos a hablar de temas calientes, al punto de ya no querer reprimir más lo que ya era evidente y decidimos vernos después del trabajo, ella inventaría algo para no ver a su novio y de igual forma yo haría algo para ese día no ver a mi novia.

Decidimos ir a un lugar donde pudiéramos estar lejos de las miradas de alguien que nos pudiera reconocer, así que decidimos ir a un motel, ella me advirtió “no creo que pase nada, solo iremos a hablar, porque no quiero que pienses que tendremos sexo”. Yo me decía a mí mismo “no creo en lo absoluto que solo vamos a hablar, tengo que tenerla y fracasare en todo sentido si no le doy el mejor sexo de su vida”

Pase por ella, pero los dos estábamos con los nervios a dos mil por hora, pensaba yo en que alguien me reconociera y le dijera a mi novia, que su novio llegara, que alguien del trabajo nos viera juntos, esa adrenalina y miedo nos hizo omitir el saludo y solo marcharnos a toda velocidad a nuestro destino, emprendimos camino, y mientras íbamos en mi moto ella me acariciaba por todos lados sin tocar mis genitales, solo se pegaba a mí y pasaba sus manos por mi torso, a mis adentros decía “no creo que siquiera lleguemos totalmente vestidos al motel” huyendo de cualquier mirada, llegamos a nuestro destino, un motel a las afueras de la ciudad “el mejor motel de la cuidad”.

La verdad quería impresionarla. Este motel tenía una habitación enorme, con jacuzzi, sauna, una salita tipo bar, espacio para bailar, baño y una cama enorme, pero todo lo anterior paso a un último plano, los dos nos recostamos en la cama y sin medir palabra me lance a besarla posándome sobre ella como mis brazos doblados al lado y lado de su cara y con mis piernas encerrándola sin posar mi peso total encima.

Metí mis manos bajo su cabeza y descubrí un lado de su cuello, a lo que ella reacciono inmediatamente cuando me dirigí a besarla allí, se giró votándome sobre la cama y subiéndose sobre mí, realmente me ataco con un beso y me dijo sollozando “que tienes aquí abajo, mientras me sacaba la camisa” con un eco de lujuria que realmente me hacía desearla, pero esa fue mi señal, para saber que definitivamente si iba a pasar y me desenfrene, empecé por pegar sus caderas a mi cintura y dejar que sintiera mi erección, dirigiéndola con mis manos hacia adelante y hacia atrás mientras respirábamos duro entre besos, mis manos dejaron que ella llevara su ritmo porque suplicaban por subir y liberarla de su blusa y brasier.

La idea de contener mis reales deseos de desenfreno me hacían casi explotar, así que metí mis manos suavemente pero marcando su piel por donde pasaba y la apretaba contra mí, llegando finalmente a su broche, liberándolo con una complicidad de suerte que casi salto al momento de siquiera tocarlo… con sus pechos libres mis manos querían sentir sus pezones, es por eso que le quite su blusa y retire su brasier mientras me senté y me separe para ver esos hermosos pechos blancos, erguidos mirándome con sus pezones negros prominentes, los roce con mis manos para luego apretarlos y poner sus pezones entre mis dedos mientras ella gemía y se balanceaba buscando el roce de su vagina y mi pene erecto con la ropa puesta.

No me contuve más quería besar esos lindos pezones, y empecé a pasarlos por mi cara, sin abrir mi boca, pegándolos a mí, sintiendo lo fuerte de sus pechos y lo rico de su piel, bese suavemente uno de sus pezones y ella se detuvo mientras gemía un “que rico se siente tu boca en mis senos” y pase a comerlos fieramente, rodeando con mi lengua su pezón, besando por un lado, por otro en medio y metiéndolos todos en mi boca, para finalmente morderlos suavemente a lo que ella reacción efervescentemente, cada vez que mordía su pezón, gemía con ansias, al punto que todo se descontrolo y se dirigió enloquecida por mi pantalón, diciendo “no aguanto más” te quiero dentro de mí..

Para esa instancia yo estaba casi por terminar, el deseo y la excitación era incontrolable, es por eso que tome el control y al desnudarla, me pose sobre ella, la sometí y abrí sus piernas, no quise pasar al sexo oral, realmente quería penetrarla, así que en medio de sus besos descontrolados que no importaba si nos besábamos mutuamente o luchábamos por respirar, tome mi pene con la mano y empecé a rozar superficialmente su vagina, con el cuidado de no entrar, solo quería provocar su lubricación, lo cual era absolutamente incensario, estaba tan mojada que en el primer roce, quede empapado de ella, tome precaución de entrar suavemente, no tanto por tener cuidado de lastimarla, sino porque estaba tan excitado que no quería terminar antes de tiempo y ella no paraba de gemir y apretarme en la espalda, arañando suavemente todo lo que recorría con sus dedos, y todo me indicaba que debía entrar más y más.

Empecé a penetrarla con una cadencia suave pero firme, mientras la besaba en los hombros, moviendo mi boca al ritmo de sus movimientos, detectando cuanto le gustaba mis besos por su cómo reaccionaba, a la vez seguía hundiéndome en ella, sintiendo su calor interno mientras le besaba; ella se acercó a mi oído y me dijo “hálame el cabello” uuuufff! Fue mi señal para ser más fuerte, más brusco, por lo que una de mis manos fue directamente a su cabello, por debajo de su cabeza y empecé a halarlo mientras la embestía con mis caderas, su respuesta fue inmediata, eran gemidos de placer casi al punto de gritos, mientras yo respiraba más fuerte clavado a su cuello, sintiendo todo su interior…

Me enloquecía escucharla pidiendo más, me enloquecía verla, sus movimientos y el cómo disfrutaba cada envestida, su respiración agitada, y pequeños gemidos tratando de expresar con palabras lo mucho que estaba disfrutando, mientras yo luchaba por respirar para tomar impulso y envestir cada vez más fuerte, y a la vez por no venirme, pues sentía que ya casi iba a explotar, estábamos en el clímax perfectamente sincronizados por la excitación, fue cuando ella exclamo “me estoy por venir!”

… por lo que inmediatamente me detuve, y separé mi rostro del suyo, mientras ella abría sus ojos al máximo y me decía “porque paras…”

A la mitad de su frase sonreí de la manera más perversa y la penetré sin aviso, envistiéndola como lo hacía antes, sin que ella pudiera recriminar absolutamente, pues volvíamos a descontrolarnos en esa lujuria de sexo indebido y aguerrido, sentí cuando tomo una postura aún más rígida, con movimientos más fuertes, arañando mi espalda y respirando cada vez más fuerte, al punto de volver a escuchar, “me voy a venir” por lo que nuevamente, yo me detuve y saque mi pene de su interior…

Ella me tomo la cara con sus dos manos, con gran fuerza diciéndome “¿estás jugando conmigo verdad?” pero antes de terminar su frase, así como en la anterior ocasión, la penetré de nuevo y subí el ritmo pegándome a ella pues yo no resistía más, estaba por venirme a chorros y debía terminar el juego que había creado de "retener orgasmos” para disfrutar de varios en uno, ella empezó a gritar “déjame venir, por favor!”, mientras deliraban sus caderas y sentía todos sus líquidos salpicar la cama, para que una última ocasión yo la envistiera y así expulsar todo lo que venía reprimiendo desde el inicio, saque mi pene y me deje ir sobre ella, luchaba por sostenerme sobre ella y ella disfrutaba cada gota de semen esparciéndola por todo su cuerpo.

Luego que terminamos, luchábamos por recobrar algo de aire y cordura; Nía con sus manos en la cara, tratando de dejar de temblar, mientras yo recobraba el alimento, me decía “tu juego me provoco el orgasmo más largo de toda mi vida; jamás sentí algo más fuerte” dándome merito por un gran trabajo, por lo que yo le respondí, pues “tienes sobre ti unos 4 o tal vez 5 de mis orgasmos, estuve guerreando por resistir tanta pasión…”

Nos tomó algo así como 3 minutos recuperar el aire y ella empezó a besarme de nuevo… y mientras me besaba yo sentí que volvía a tener una erección, por lo que no di tiempo a limpiarnos, bañarnos, secarnos, sino que retomamos salvajemente sin cuidado alguno nuestro segundo round, esta vez ella sobre se posó sobre mí, y yo la hacía gemir mordiendo sus hermosos pechos, lo que le excitaba tanto que me dijo “muérdelos, son todos tuyos por el día de hoy”, apretaba sus nalgas y empecé a dirigirla hacia mi pene, haciéndola sentir que estaba listo para entrar en ella, esta vez con sus pechos a mi disposición, mi pene estaba aún más duro que la primera vez, así que mientras me comía sus tetas de forma desenfrenada, empecé a dirigir sus movimientos de cadera introduciendo mi pene en su interior, tratando de coordinar al encuentro de sus movimientos, queriendo llegar los más profundo posible, fue una locura nuevamente, y yo ya no quería ser gentil, yo quería terminarla completamente, nada me indicaba que debía ser amable, por el contrario, me exigía que fuera brusco, tosco, fuerte así que puse mis manos sobre su espalda y me deje caer sobre la cama, la apreté contra mí, y subí sus caderas, para luego, doblar mis rodillas y empezar a martillarla desde abajo, enfurecidamente, jadeando sin cesar, mientras clavaba su cabeza en mi hombro haciendo que tratara de morderme mientras gritaba y lográbamos rápidamente un orgasmo mutuo; esta vez no me di tiempo de salir de ella, así que me vine dentro mientras me estremecía al sentir como todo mi ser estallaba en su interior, a su vez ella me decía, casi sin aire mientras sentía sus contracciones involuntarias producto del orgasmo “esta es mi mayor locura, pero valió la pena” “quiero hacerlo de nuevo” “en todas partes, quiero que me hagas el amor todos los días”

Nos tuvieron que advertir del término del tiempo, porque la verdad eses día nos aprovechamos hasta el último minuto.

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