Bueno esto sucedió el año pasado 2021, tengo 29 años, y trabajo como vigilante de banco, desde hace unos años, un día como cualquier otro me crucé con una señora de nacionalidad extranjera, que vendía sándwiches, café, entre otros.
Pasaba por mi trabajo casi a diario a la misma hora de siempre, hasta que nos hicimos amigos, casi siempre que ella podía se quedaba un rato a conversar conmigo, me contaba acerca de su familia que estaba en su país, así como también me contaba que su esposo trabajaba todos los días, pero que últimamente la estaba pasando un poco mal ya que su esposo estaba fuera de la cuidad muy seguido, incluso algunas veces no venía en 3 días.
Era una señora de 48 años, 1,67 cm de estatura, tenía ojos claros, labios delgados, su piel era mucho más clara que la mía, tenía senos pequeños pero muy bien formados, tenía cintura pequeña aunque tenía un poquito de pancita (no mucho, claro, solo un poco), tenía caderas anchas, un muy buen trasero y unas piernas muy gruesas, me contaba que aparte de caminar para vender, hacía ejercicios en su casa para mantenerse en forma.
Su rostro de era pequeño y con un poco de arrugas y líneas de expresión que trataba de disimular con mucho maquillaje.
Al cabo de unos meses, al salir de mi trabajo, la encontraba a unas pocas cuadras cerca de allí descansando cuando ya había terminado de vender, cada vez que la encontraba caminábamos un poco mientras conversábamos, yo le contaba algunas de mis cosas, cómo que yo ya tenía esposa y una hija, y siempre era honesto con ella ya que en ningún momento se me pasó por la cabeza tener algo con ella, sobre todo porque nunca había estado con una señora mayor que yo, a pesar de ya haberle sido infiel algunas veces a mi esposa, pero jamás con una mujer mayor. Cierto día ya cuando nos teníamos mucha más confianza nos contamos cosas íntimas, le conté que yo había sido infiel a mi esposa en algunas ocasiones pero que nunca había estado con una mujer mayor, como ya antes lo había mencionado, y también le dije las cosas malas que estaban sucediendo en mi relación, ella me contó qué no le había sido infiel a su esposo nunca, la verdad yo no le creí, pero ella aseguraba que no era de esas personas.
Cierto día la encontré pero a diferencia de los otros días, esta vez estaba muy triste y obviamente había llorado, me contó que su esposo había llegado al extremo de levantarle la mano, todo porque ella descubrió que su esposo tenía otra mujer, e incluso tenía un hijo de recién nacido, cuando ella le reclamó, el tipo se puso furioso y la golpeó, ella puso la denuncia respectiva y que su esposo se había ido de la casa con todas sus cosas, la abracé y sé que sus lágrimas, mientras la abrazaba aproveché para tocar algunas partes de su cuerpo como sus piernas su cintura, e incluso logré tocar un poco su trasero, me miró fijamente a los ojos y me dijo que ya no quería estar en ninguna relación, me dijo que todos los hombres somos iguales, qué cuando apenas vemos a una mujer vamos detrás de ella, la verdad no sabía que decirle ya que al ser hombre sé que eso es verdad, la acompañe unas cuadras pero no a su casa, cuándo nos despedimos me dio un fuerte abrazo me acarició el rostro, y me dio un pico.
Mi emocioné mucho, y no sabía cómo reaccionar en ese momento solo tomé el bus y regresé a casa pensando… Al día siguiente era sábado, y yo trabajaba solamente hasta la 1 de la tarde, llame a su celular y me contestó me dijo que aún no había almorzado y que no tenía hambre, estaba demasiado triste y sola, me ofrecí a llevarle algo de comer, sorprendentemente me dio la dirección exacta dónde estaba, compré una pizza pequeña, y dos refrescos, cuándo logré llegar ella salió a abrirme la puerta ya que alquilaba un cuarto, es decir no era casa propia obviamente. Estaba con un vestido guinda que le quedaba hasta las rodillas, el cabello suelto, la verdad se le veía muy sexy.
Entramos a su cuarto, algo pequeño, pero muy ordenado y limpio, tenía una pequeña cocina, un horno microondas, un refrigerador mediano, un ropero, televisor, y su cama de tan solo plaza y media.
Metí la pizza en el horno mientras me contaba todo lo que le había hecho el idiota de su marido, y le dije que ya no quería hablar de eso porque mientras más me lo mencionaba más molesta se le veía, miramos televisión mientras estábamos comiendo, cuándo se me queda mirando, y le dije que por favor deje de hacerlo ya que me estaba poniendo nervioso, se rió, y con una mirada pícara me preguntó: ¿Te pongo nervioso? Le dije que la verdad sí, quién no estaría nervioso al estar con una mujer tan hermosa, me agradeció el cumplido riéndose, y me dijo que no esperaba el cumplido de un niño, nos quedamos mirando mientras nos miramos a los ojos, se me acerco lentamente y me dijo demuéstrame que no eres un niño, y mi besó, fue el beso más espectacular que nadie me había dado en toda mi vida, sus labios eran tan suaves y húmedos, acariciaba su lengua con la mía, me mordía los labios una y otra vez, se echó en la cama y me jaló de la camisa, yo iba besando sus labios poco a poco bajaba su cuello mientras acariciaba sus piernas, me quitó la camisa y me beso por todo el cuerpo como nadie nunca lo había hecho, ni siquiera mi esposa. Me bajó el pantalón, comenzó a masturbarme, mi pene estaba muy duro y húmedo, luego se lo metió a la boca y comenzó chupármela muy lentamente, pasaba su lengua desde la base hasta la punta, luego me lo chupa va mucho más rápido, se echó en la cama, y se abrió de piernas, tenía la vagina rasurada y muy húmeda, pasé mi lengua por sus labios y le chupé el clítoris, mientras lo hacía gemía sin importarle que nos estuvieran escuchando sus vecinos de los otros cuartos, tenía un sabor muy delicioso, mientras mucho más lo hacía más intensos eran sus gemidos, hasta que me agarra del cabello muy fuerte y me empuja hacia dentro, yo le pasaba mucho más rápido ni lengua por su clítoris, hasta que salió un líquido de su vagina disparando directamente al rostro, mi pene estaba más erecto que nunca, se la metí, estaba muy húmeda y muy caliente, se la metí muy despacio, lentamente mientras le besaba los senos, me di cuenta que lo que más le excitaba era que yo le pase la lengua por el cuello así que lo hacía una y otra vez, me agarró el rostro y me comenzó a besar muy desesperadamente, hasta que se vino por segunda vez, se puso totalmente roja, cerró los ojos, y me arañó la espalda, me dijo que me echara en la cama, "ahora me toca".
Me eché boca arriba, se puso cómo si fuera a orinar, es decir los pies en la cama, las rodillas arriba, se metió mi pene el su vagina y comenzó a dar sentones una y otra y otra vez, muy fuerte, con cada sentón que se daba me hacía doler los testículos, pero lo soportaba por su rostro, ya que estaba tan excitada, mientras lo hacíamos no paraba de mirarme a los ojos, y acariciarme el rostro y el cabello diciéndome: "Ay dios, que rica verga, que bueno que te conocí mi amor, que rico", la verdad es que nunca nadie me había dicho eso y me sentí más excitado que antes, mientras se estaba dando sentones, le estimulaba muy rápido el clítoris con mis dedos, hasta que se vino por tercera vez.
Estaba tan cansada qué se acostó encima mío, los dos estamos sudando como nunca, y me dijo ya es hora de que me botes esa leche, se puso en cuatro, que enorme culo! Y esas piernas! Le metí el pene mientras acariciaba con mi dedo pulgar su ano, me repetía y otra vez, “ya vente, mi amor, vente…”.
Se lo metía casa vez más rápido, acariciaba sus piernas y sus nalgas, de pronto sentí que apretaba mucho mas su vagina, ella gemía mucho más fuerte, ya no nos importaba que nos escuchen, yo le daba nalgadas muy fuertes, y ella daba un gemido entre labios, hasta que sentí que me iba a venir, hasta que sorprendentemente me dijo “ay dios otra vez, que rico, otra vez, otra vez”, se echó en la cama, me jaló fuerte del cuello, le metí más rápido el pene, mucho más y más rápido, hasta que por fin nos venimos juntos, sentí un líquido muy caliente , mientras yo depositaba toda mi leche dentro de su vagina, nos miramos a los ojos y con una sonrisa cómplice nos besamos, estábamos sudando tanto, que parecía que habíamos salido recién de la ducha.
Mientras yo me volvía a poner mi ropa, y ya me abrazaba y besaba, una y otra vez, le dije que era la primera vez que lo había hecho con una mujer de verdad, cuándo fue la hora de despedirnos ella estaba muy cansada me pidió disculpas por no acompañarme a la puerta de la calle, le dije que no importaba, me despedí con un beso, y me dijo “gracias por aparecer en mi vida es la primera vez que me han hecho sentir esto”.
Cuando salí de su cuarto las señoras de al costado me miraban de una forma muy extraña y se les veía molestas a la vez, pero no importaba, ya me había sacado la leche de los huevos.
A partir de ese entonces no puedo dejar de sentir atracción por mujeres mucho mayores, y aunque ella ya perdonó a su marido, nos seguimos viendo de vez en cuando en un hotel muy lejos. Me dice que sospecha estar embarazada, pero que por cualquier cosa yo no me preocupe, su marido se siente tal culpable que se creería que sea de él, con sólo decirle, esa sería su venganza contra él.