Creo que es una historia interesante esta que me animo a compartir hoy, a petición de la perrita que la compartió conmigo, y será protagonista de futuras experiencias, pero esta, que ha sido nuestra primera sesión es el objeto de este relato.
Aunque soy un hombre dominante, no lo llevo al extremo de otros autores que he leído, que se jactan de un dominio a diario, ni me va el cuero, no me gusta ponerme máscaras, menos aún la máscara de cuero que llevan algunos en los vídeos sado, de hecho, no disfruto el sado extremo, no hay placer para mí en torturar y provocar gratuito dolor, en resumen, dentro de mi experiencia, la dominación, para mi, es un ejercicio de confianza, dónde es la sumisa quien tiene la parte más importante bajo control, si ella no confía absolutamente en el amo, no habrá obediencia y entrega. Si el amo quebranta la confianza, la sumisa se irá, se rozan los límites, se elevan los niveles, pero no se irrespeta la confianza.
Después de esta introducción te cuento que paso…
Siendo un dominante con experiencia, he estado algunos años dedicado a la familia, trabajo, vida normal, pero esa “venilla” seguía por allí latente, una comezón en un rincón de la mente, para calmarlo, me reactive en un foro especializado en este tipo de encuentros, con una foto de mi rostro en un día de americana, y un perfil breve, directo y claro.
Entre las personas que me contactan, hay muchas curiosas, o profesionales en busca de dinero por sus servicios, apareció una con rostro tierno y angelical, divertidísima, madre de dos hijos, residente en otra provincia, habría que hacer kilómetros si las conversaciones avanzan, tal como hicieron, dejé claro que sería una relación de sumisión, y ella tuvo que revisar qué coño había pasado, dónde se había metido… no tenía ni idea, por lo visto algún amigo muy liberal le había pasado el dato de la web, ella entró, vio la foto de un hombre guapo (o eso dice ella) y quiso conocerlo, de hecho volvió a entrar en la web para leer mi perfil, como NO había hecho, y entonces sí que comprendió que la esperaba, pero había buen rollo entre los dos, y ella deseaba nuevas experiencias, así que avanzamos.
Vía chat empecé a dominarla, con órdenes sencillas, como saludar y despedirse, asumir que sería llamada perrita, puta, esclava, que se dirigiría a mí como señor o amo, que habría de enviarme las fotos que fui demandando y asumiendo las posiciones que exigí… desde el comienzo hemos tenido dos vertientes claras, leales amigos cuando hablamos fuera del rol, amo firme y perra obediente, cuando empiezan los juegos.
De piel clara, rolliza, sonrisa fácil y un extraordinario coraje personal, ganó mi confianza, obedeció mis peticiones, y mereció el desplazamiento de su amo. Así que improvisadamente me metí 150 km en cuanto se levantaron restricciones y se permitió el movimiento, y me planté en su local, un espacio de restauración en un local que otros habían dejado por imposible, y ella, trabajadora como pocos, levantó y hace crecer cada día.
Solo era un acercamiento, una Coca Cola, en una mesa desde la que observé sus movimientos, su cuerpo, pechos grandes, cadera generosa, un culo que sería un placer azotar… aunque tuvimos breves momentos para conversar, fue una charla amable, discreta, educada… ella tiene pareja, vecino de la zona, no había por que alterar su vida diaria, esto era su deseo secreto…
Como amigo me invitó a conocer la cocina, los rincones interiores, el personal que se movía por allí, hacía imposible cualquier intento de nada, sin embargo, entre la cocina y la barra había un pasillo, solo usado por el personal, que no era mucho aquella tarde, así que en el momento exacto en que lo atravesaba para salir, me giré la sujeté de la nuca y la hale hacia mí para comer su boca, que respondió hambrienta, y deslizar mis manos palpando, apretando con firmeza sus buenos pechos, una delantera potente, tenéis mi palabra. Fue solo el abrebocas, marche sabiendo que la perra había disfrutado el pasabocas, hambrienta esperaba más.
Unas semanas después regresé, me senté en el local, esperé paciente, ella estaba intranquila, nerviosa, la veía rematar pendientes, era el día que vendría a un habitación de hotel para ser mi sumisa… salimos, subimos a su coche, es de Europa del Este, así que mientras conducía me concentré en ver sus facciones… y apretar sus pechos…
Menudo corte le dio llegar al hotel discreto, y encontrar a una paisana atendiendo la recepción, dudo, de nuevo nos tomamos una Coca Cola, y nos sentamos fuera por un momento mientras ella superaba la vergüenza, mientras estábamos allí sentados (me lo ha contado luego), me observaba llena de nervios, tenía miedo de una experiencia que no conocía, tenía miedo que mi vena dominante la atropellará, incluso tuvo miedo de no satisfacerme, pero el deseo fue más fuerte, nos registramos, así que subimos, y se rindió a su amo.
Lo primero que hice fue orientarla contra la pared, sometiéndola, mientras mis manos recorrían su cuerpo, despojándola de su ropa, su cara se torcía por encima de su hombro derecho para corresponder mi boca, mis labios, mi lengua juguetona, mi cuerpo hacía el resto, siendo más alto, y ancho de espalda, la presión de mi cuerpo la mantenía en su sitio sin escapatoria, solo sentir, retorcerse, besar y susurrar: sí amo, cuando yo mismo soltaba en sus oídos: has venido hasta aquí para ser perra y esclava.
Desnuda y rendida la lleve con firmeza hasta la cama, dónde se puso a 4 patas, altura justa para azotar sus nalgas abundantes, y penetrar su sexo, empotrándola sin miramientos, recuerdo que su rostro estaba enterrado en las sábanas y su manos apretaban tanto como podía abarcar, mientras tanto yo disfrutaba empotrar, retiraba mi cadera y volvía de nuevo a la carga, haciéndola clamar: ¡¡Ah!! Cada vez que empujaba con fuerza la cadera hacia delante.
Me retiré, agarrándola del pelo hacía mí para que girará y se pusiera de rodillas junto a la cama, era el turno de enseñar cómo agradece el miembro de su amo, forcé un poco su boca, dejé que disfrutará la mamada, también retiré mi miembro venoso por momentos para ponerlo entre sus pechos, enormes, se perdía en medio de ellos, pero tenía ante mí una perra entregada, apretándola con sus pechos, iba de arriba – abajo con dedicación, y quitaba los pechos cuando ponía la mano en su cabeza, no hicieron falta palabras para que entendiera que era cuando le tocaba tragársela hasta el fondo de su garganta.
La subí a la cama, boca arriba tendida de lado, de modo que mi mano izquierda llegaba a su sexo, húmedo, excitado, mi mano jugaba mientras yo seguía de pie ante la cama y ella, de medio lado, hacía su mejor esfuerzo por seguir comiéndomela: ensalivara bien, le ordené. Buena perra, se esmeró a consciencia.
Lento me retiré, me dirigí a tenderme sobre ella, penetrándola a misionero, estaba encantada, en la gloria, gemía, sudaba, explotó aún más cuando me puse de rodillas ante ella y sujeté sus piernas hacía su pecho, sujetando con fuerza bajo sus rodillas y empujando sin delicadeza en su vagina… aunque solo era un pasatiempo; me retiré, dirigí la cabeza de mi pene a la entrada de su ano, se sobresaltó, no lo había experimentado muchas veces… Aquí es muy importante indicar que un buen amo es observador, si no sabes interpretar su cuerpo y sus señales puedes perderla… noté sus nervios, pero también su excitación, así que volví a penetrar su coñito para recoger más humedad y lubricación, entonces sin ternura, pero sin vacilación, puse mi pene en la entrada de su culo, y empujé sin ceder un ápice… hasta que su anillo cedió y mi polla entró despacio, sin prisa, enterrando cada centímetro de carne en su apretado culo, follándolo, empujando mientras sus gemidos y su humedad en la vagina mostraban como lo estaba disfrutando.
Ahora fue diferente, pierna izquierda en alto sujeta por el tobillo con mi mano, mi mano derecha masajeando su clítoris, mi polla en su culo, dilatándolo, su pierna derecha extendida en la cama, aumentado su apertura y su disposición al máximo, allí estuvimos hasta que su orgasmo llegó, el mío se aproximaba, y fue cuando confirmé mis siguientes pedidos: a partir de ahora este culo es solo mío, y lo usaré cuando me dé la gana… a tu pareja nunca más… – Conforme, amo. (fue su respuesta)
Con su aceptación y entrega de “propiedad” ya no aguante más, mi orgasmo explotó, llenando su culo de mi corrida, espesa y abundante, agh, como lo disfruté… Ella quedó rendida y yo me tumbé a su lado para recuperar el aliento.
La verdad es que me recupero rápido, así que ambos tomamos una ducha, listos para el segundo asalto, ya no habría sumisión, era el momento de los mimos, así que regresamos a la cama, a besarnos, mientras yo acariciaba sus pechos abundantes, sus muslos, su coñito, recorría su cuerpo y ella mi espalda, mis nalgas, mis brazos, de nuevo a misionero.
Ahora la penetre por el coño, poco a poco, acoplándonos, disfrutándonos, mimándola y acompañando sus caderas que empujaban hacía abajo al compás de mis empujes hacia delante, estaba excitada, mojada, tuvimos momentos en que costaba mantenerla dentro ante su humedad, este era un segundo asalto tierno, delicado, aunque su ardor no bajaba, así que empecé a penetrar con más fuerza, más intensidad, con empuje hasta explotar en su orgasmo fuerte… que terminó de echarme de su cuerpo con tanta humedad, a la vez que el placer que veía en su rostro confirmaba su deleite…
Llegaba el momento de volver a la realidad, nos vestimos, regresamos, ella entró a su local, donde su familia llegó por sorpresa a celebrar su cumpleaños, a mí ella me había “soplado la vela” que daba gusto… yo seguí caminando hacía mi coche, de vuelta a casa, sin que nadie supiera quién era yo, ni que ella venía con una sonrisa de haber sido mi puta y mi perra de culo abierto…
PD. He compartido este relato con su coprotagonista, cumplía mi promesa, recordar aquellos detalles ha sido especialmente valioso: se ha sentido respetada, valorada, a la par que sometida, ansiosa espera por nuevos encuentros y experiencias más intensas, ya habrá tiempo para juguetes y quizás una mujer más en la sesión.
Espero que os guste y dejar algún comentario… es gratis.