No soy lesbiana; me gustan los hombres. Tuve mis novios y ahora soy casada; pero hubo una ocasión que aún recuerdo y que me moja.
Estaba en la universidad. Tenía muchas amigas y amigos; me gustaban las fiestas y los bailes y a veces pedía permiso para no llegar a mi casa.
Fui a una fiesta con muchos de mis amigos y amigas. Cómo sabía que no iba a regresar a mi casa, pedí permiso para quedarme con una de ellas.
La fiesta terminó tarde. Estábamos con algunas copas en la cabeza. La muchacha que me iba a dar asilo, se fue con un tipo que conoció y ahí me dejó.
Otra compañera que yo conocía solo de vista, me ofreció darme asilo. No la conocía bien; pocos compañeros le hablaban. Era bonita sin exagerar.
Yo más cansada que suspicaz, acepté. Me llevo en su auto y la platica era amena.
Llegamos a su departamento y me ofreció un trago antes de irnos a dormir. Mientras tomábamos, me dijo que si nunca había probado con una mujer. Le dije que no y que no tenía curiosidad.
La bebida me hizo sentir adormilada; pero estaba consiente.
Ella se me acercó y me empezó a desabotonar la blusa. Mi brasserie quedó al descubierto; pude ver sus ojos que me miraban con lujuria.
Bajó la copa un poco y descubrió el pezón, sin quitármelo. Mamaba y chupaba con maestría y me estaba excitando; no se apresuraba, se tomaba su tiempo, era mujer sabia lo que yo necesitaba para mojarme. Mientras me chupaba un pezón, me acariciaba la otra de manera deliciosa. Yo gemía de placer. Me estaba llevando al orgasmo, ningún hombre hizo lo que ella estaba logrando.
Se estaba quitando el pantalón y la panty. Cuando estaba a punto de venirme, ella se quitó.
– Chúpame… hazme venir con tu boca.- me dijo mientras acercaba sus labios vaginales a mi boca.
Un olor enloquecedor llenó mi nariz; un instinto animal me invadió; necesitaba mamar ese líquido.
Su vagina manaba chorros de ese jugo; comencé a chuparlo con desesperación; era delicioso, mi boca y mi mente se deleitaban con su sabor. Me tomó de la cabeza y me empujaba hacia ella. Restregaba su clítoris en mi boca; ella gemía con placer.
– Me estoy viniendo… me estoy viniendo en tu boca… chupa todo lo que sale…- me decía mientras empujaba mi cabeza hacia sus labios vaginales y temblaba por el orgasmo.
Un líquido blanco más espeso salió de ella; nunca había probado algo tan delicioso. Libe cada gota que salía de ella con fruición; me excitaba sentir el temblor de su cuerpo durante su orgasmo.
Me sentía muy mojada; quería terminar necesitaba venirme…
Ella se alejó y momentos después, regresó con un strapon enorme.
– Ahora te toca a ti…- me decía mientras me bajaba el pantalón…