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Primera vez con la empleada doméstica
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Tiempo de lectura: 2 minutos

Después de mi divorcio la soledad me acompañaba, mis hijas eran muy pequeñas por lo cual me apoyaba una empleada interna que trabajaba desde hacía unos pocos años con nosotros, esta historia empezó una mañana en que me alistaba para ir a mi trabajo, mis hijas ya habían salido para el cole, solo estábamos la empleada y yo.

Hablamos sobre el oficio que haría durante el día, era momento de salir y me despedí.

-Bueno Junis, te veo en la tarde,

-Sí señor, que le vaya bien.

-No me vas a dar un abrazo de despedida. Le dije sin saber de dónde salió esa idea.

Ni se lo pensó, se acercó y nos abrazamos muy fuerte, esta era la primera vez que teníamos contacto

-Huele muy rico, me dijo.

Me puso su nariz en mi cuello, nos miramos y sin cruzar palabras nos dimos un beso apasionado, fue algo no planeado y nos sorprendimos mutuamente, simplemente salí para mi trabajo sin dejar de pensar en lo que había sucedido.

En la noche al regresar no hablamos del tema, simplemente seguimos la rutina y cada uno se fue a dormir, al poco rato de estar en mi cuarto me envió un mensaje de texto.

-Puedo ir a su habitación, quiero hablar de lo que paso.

-Si claro Junis, ven.

Entro a la habitación, se cubría con una sábana corta.

-Quiero saber si se molestó por el beso.

-No, Junis. Al contrario, me pareció muy lindo y delicioso.

No cruzamos más palabras, nos volvimos a besar, mientras ella dejaba caer la sabana, descubrí que venía en una bata casi transparente que me permitía ver su cuerpo, fuimos a la cama y la seguí besando mientras la desnudaba, me ayudo a quitar la pijama mientras me acariciaba el pene, Junis es bajita y delgada con un cuerpo bien formado, de tetas pequeñas y un culo bien parado, no la había detallado antes.

Se sentó al borde de la cama y me empezó a chupar de una forma loca, se acostó al borde y le empecé a lamer las tetas mientras tocaba con mis dedos su clítoris, se sentía muy mojado y erecto. No resistí más y me puse entre sus piernas para penetrarla lentamente, movía su cadera de una manera que me ponía más caliente a cada momento, me pidió que me acostara y se puso encima, se penetro y empezó a batir su cadera de una manera increíble, mientras gemía suavemente, tratando de no hacer mucho ruido para no despertar a mis hijas que dormían en la habitación contigua.

Con su mano se acariciaba el clítoris mientras con su movimiento me excitaba cada vez más, sentí su húmeda y el calor interno mientras le dejaba toda mi leche en el fondo de su vagina. Termino encima y se recostó un momento en mi pecho mientras se recuperaba de aquel momento.

Se recostó al lado por unos minutos, me beso y sin cruzar palabras se marchó a su habitación, esta fue la primera vez de una aventura secreta que apenas empezaba.

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