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Phuc de Vietnam (I)
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Tiempo de lectura: 26 minutos

El jefe me acompañó a mi puesto. Era un espacio abierto con tres mesas largas en las que a cada lado se sentaban tres personas. Al llegar a la segunda mesa según entramos, me dirigió hacia una silla desocupada en el medio mientras me presentaba en voz alta. La mayoría me miró y saludó con una sonrisa o un “bienvenido” en voz alta, menos algunos que estaban en una llamada con los cascos puestos. Había un par de calvos de mediana edad, dos tíos de más o menos mi edad aproximándonos a los 30, unos cuantos viejos y cuatro chicas de entre veintitantos y treinta y pocos. Me fijé de inmediato en una rubia de unos treinta y pocos y en una chica de rasgos asiáticos de veintimuchos.

Era mi primer día de trabajo en la empresa. Me senté y encendí el ordenador. La chica de rasgos asiáticos se sentaba en la parte de enfrente, a mi izquierda. Desde mi posición no la tapaba ni el monitor ni ninguna barrera de separación por lo que veía su cara perfectamente, y ella a mí.

Pasaron los primeros días muy ocupado aprendiendo el trabajo, pero de vez en cuando me sorprendía mirando a la chica asiática, que se llamaba Phuc.

Era bastante graciosa pero tímida. Había nacido en España, pero su familia venía de Vietnam. Era la séptima de un total de 8 hermanos, sus padres no perdieron el tiempo. Se reía de su nombre y de los problemas que le había causado pero ya estaba acostumbrada. Además su nombre escondía otro secreto que acabó contando con el tiempo. Phuc en Vietnam es nombre de hombre y como sus padres esperaban que fuera niño, cuando salió niña mantuvieron el nombre que habían pensado. Sus padres no estaban muy bien de la cabeza. No se habían adaptado durante los años a la vida occidental, a diferencia de Phuc que nació ya aquí. Esto le causaría a ella problemas en su vida.

Volviendo al principio, a las dos semanas de empezar a trabajar apareció un chaval algunos años menor que yo. Había pasado un par de semanas de vacaciones y se reincorporaba. Se sentaba en la mesa de detrás. Era el junior casi recién salido de la universidad, estaba gordo y era un bocazas muy sarcástico. Me cayó muy bien desde el principio y nos hicimos amigos.

Mientras tanto lo que inicialmente me pareció una chica exótica y guapilla pero nada más, empezó a interesarme más. Miraba de reojo cada vez más a menudo a Phuc con cuidado de que no me pillase. Ella parecía siempre concentrada en la pantalla, a veces seria, otras veces sonriendo. Me encandiló un detalle de su sonrisa, se le veían un poco los colmillos, algo que me atraía mucho.

Phuc no era baja aunque sin llegar a 1,70 metros. Ojos algo rasgados obviamente, una frente ligeramente amplia, melena muy morena de pelo muy liso hasta la mitad de la espalda. Una nariz bonita de puente delicado típicamente asiática. Una boca amplia, pómulos ligeramente marcados. Era delgada pero de piernas largas y finas. Los vaqueros le quedaban espectaculares. No tenía un culo estilo dominicano pero para mí tenía un culazo, de dimensiones perfectas ajustadas a sus largas piernas. No tenía muchas tetas, como muchas asiáticas, pero la cara y el culo junto con su personalidad introvertida pero juguetona y bromista lo compensaba más que de sobra.

Todo eso daba igual porque yo tenía novia, de físico muy diferente a Phuc. Tetas grandes, más contundente, estaba muy buena. Y Phuc también tenía novio así que lo único que hacía era observarla silenciosamente y hacerme alguna paja de vez en cuando pensando en ella. Aunque me atraía Phuc, mi relación con mi novia iba bien así que en ningún momento se convirtió en obsesión.

Phuc, la rubia buenorra de nombre Olivia, el chaval gordo de nombre Nico y otra chica del departamento formamos un grupo unido, siempre íbamos juntos a comer. Todos teníamos pareja. Y con los meses empezamos a salir de vez en cuando en el fin de semana.

Pronto me di cuenta de que Olivia estaba muy buena pero no me atraía nada. Una de esas cosas que pasan. Y de que Nico era un tío genial. Era un bocazas y un cerdo y tenía una personalidad brutal. No es fácil encontrarse a un chaval gordo (tampoco era tan gordo, solo que le gustaba mucho la cerveza) con esa autoestima tan al alcance de pocos.

Phuc era una pasada, bailaba como una loca, sobre todo cuando bebía y se desinhibía. Me encantaba su sonrisa. Y su culo.

Con el paso de los meses noté que Nico y Phuc pasaban demasiado tiempo juntos. Y como un año después de llegar yo a la empresa, él dejó a su novia y ella a su novio casi a la vez. No era coincidencia. Nico tenía 25 años y Phuc 29 pero supongo que la edad no era una barrera. Más que la diferencia de edad chocaba que era una pareja que a primera vista no pegaba nada. Él alto como yo, unos 1,83 metros, grande y no especialmente atractivo. Ella delgada y de apariencia delicada, guapa y sensual. Pero cuando les conocías te dabas cuenta de que sus personalidades se compenetraban, o eso parecía.

Nico y yo salíamos a veces a tomar cervezas después del trabajo. Como he comentado, era un bocazas y la primera vez que salimos después de anunciar que eran pareja me contó con detalles su primera noche de sexo. Phuc estaba depilada al completo, un buen detalle. Esa misma noche al volver a casa, mientras mi novia ya dormía, me hice un pajote pensando en Phuc con un nuevo toque de realismo.

Phuc era muy reservada sobre su vida privada pero al salir con Nico, éste me contó algunos detalles de ella. Su familia era extremadamente tradicional y disciplinada. Phuc, que creció en una sociedad más abierta y relajada, tenía que equilibrar dos mundos completamente opuestos lo cual le traía muchos disgustos y pequeñas depresiones.

Era muy lista, un genio con los números. Idiotamente lo achaqué a la típica concepción de que los asiáticos son buenos en matemáticas pero Nico me contó que de los ocho hermanos, ella y otra hermana se habían llevado toda la inteligencia porque el resto eran unos zoquetes.

Se podría pensar que me dieron celos de que estuvieran juntos, pero todo lo contrario. Yo estaba todavía bien con mi novia y el hecho de que Phuc fuera la novia de un buen amigo hicieron que perdiera algo de interés emocional por ella, no así físico, de vez en cuando me pajeaba pensando en ella pero con menos frecuencia. Esto hizo que nos acercásemos más de forma amistosa y se cortase la pequeña tensión sexual que me pareció captar alguna vez entre ella y yo. Sin ser algo muy obvio, me pareció que Phuc se sonrojaba un poco y esbozaba una tímida sonrisa cuando me dirigía a ella. Esto cambió al empezar a salir con Nico y se volvió mucho más espontánea conmigo. Nos hicimos amigos, si algo así puede existir entre hombre y mujer.

A los dos años cambié de empresa. Seguí en contacto con ellos pero ya algo menos. Un año después se casaron lo cual me sorprendió por lo joven que era Nico (28 en ese momento), pero parece que Phuc tenía prisa. Fuimos invitados a su boda. Y me quedé embobado al verlos por dos motivos.

Hacía cuatro meses que no veía a Nico, el cabrón había perdido 30 kilos en ese tiempo. No me había dicho nada, lo mantuvo en secreto. Y Phuc estaba tremenda en el vestido. El maquillaje y peinado le resaltaba su belleza vietnamita natural. Mostraba su atractiva sonrisa continuamente, era el día más feliz de su vida hasta la fecha. Conocí por primera vez a su familia, y sí, eran muy raros. Phuc era lo más normal de la familia. Me pregunto cómo podía haber salido un ángel así de ese sitio.

Un año después nació su primera hija, una niña muy bonita mezcla occidental y asiática. En 4 años habían empezado a salir, se habían casado y habían tenido una niña.

Yo mientras seguía igual, con mi novia y mi perro. Mi novia no parecía tener prisa en tener niños pero dentro de mí se había despertado cierto instinto paternal. El mundo al revés. La monotonía estaba empezando a hacer que mi novia y yo nos empezásemos a distanciar. La rutina mata las parejas aunque seguíamos queriéndonos.

La vida de Nico también cambió mucho. Era un fiestero y de repente era padre y no había cumplido 30 todavía. Me pregunto si realmente su vida estaba yendo por el camino que él quería o era Phuc que a la chita callando iba dirigiendo los pasos.

Y parece ser que era así. A los 6 meses de nacer su hija, Nico obtuvo permiso para salir a tomar algo un viernes conmigo. Nos emborrachamos y se sinceró. No era todo tan bonito como pintaba y efectivamente Nico, de personalidad abrumadora, con una confianza que desbordaría a cualquiera, se había plegado totalmente a Phuc que desde la boda había cambiado. Creo que su familia tenía algo que ver en todo esto. Ella le quería con locura, estaba muy enamorada, simplemente entendía la vida familiar de otra manera más cerrada y conservadora. Es lo que había vivido en su casa a pesar de haber crecido fuera en otro ambiente. Él también la quería y por eso no quería tener problemas. Pero no estaba a gusto.

Aunque seguimos en contacto más a menudo, no volví a ver a Nico hasta un año después. En otra noche en la que obtuvo permiso salimos esta vez él y un par de amigos suyos que yo ya conocía, todos muy locos.

Fue una noche loca, mucho alcohol y algún porro aunque yo no fumaba. Sus amigos eran muy salvajes. Ya con unas cuantas copas encima la conversación derivó hacia el sexo, cómo no. Sus amigos hablaban de sus novias y cómo les ponían los cuernos con putas y amigas. Yo contaba mi aburrida vida y nos reíamos todos. Nico reía también pero no contaba nada. Al final le tocó. Un poco avergonzado pero animado por el alcohol nos contó que antes de la boda Phuc casi no quería follar, y siempre con condón. Después de la boda cambió, empezó a querer follar más y sin condón hasta que se quedó embarazada y desde entonces habían follado muy poco y solo con condón. Y nos dio otro detalle sorprendente: Phuc no quería hacerle mamadas, no le gustaba. Lo había intentado un par de veces pero siempre se acababa echando atrás. Para mí fue una sorpresa que Nico contase estos detalles tan personales, pero si lo hizo fue primero por el alcohol y segundo porque necesitaba sacarlos de dentro.

Los cabrones de sus amigos no entendieron la sensibilidad del momento y se despollaron de él y él también rio como si no le importara nada, pero me di cuenta de que por dentro no era así. Yo no reí tanto porque mi novia solo me dejaba follarla sin condón muy de vez en cuando, aunque sí me hacía mamadas más a menudo.

Esa noche me dio la impresión de que Nico y Phuc no estarían juntos el resto de su vida. No por ella, que le amaba con locura, sino por él que estaba enjaulado. Pero no intuí jamás que acabase tan pronto.

Nos vimos alguna vez más pero en tono más tranquilo y le noté cada vez más sarcástico y sombrío. Nico no se deprimía. Nico se hacía más bocazas y agrio ante la situación adversa.

Pocos meses después me llegó un mensaje suyo. Phuc le había echado de casa. Le había pillado intercambiando fotos por teléfono con su antigua novia. Sinceramente no me extrañaba, Nico necesitaba algo más de lo que Phuc le estaba dando a pesar de estar todavía enamorado de ella. Quiso disculparse, arreglarlo, eran solo fotos. Pero para ella era más. Le había roto el corazón.

Quedamos al día siguiente. Phuc no quería ni verle. Me pidió que fuese a su casa a recoger sus pertenencias mientras él esperaría abajo. No se lo pidió a ninguno de sus amigos ya que estaban locos y odiaban a Phuc. Su familia no estaba contenta con ella tampoco, desde la boda la relación había cambiado. Yo era el único amigo suyo que conocía a Phuc y era más o menos amigable con ella.

Seguía teniendo su número así que la escribí para ir a recoger las cosas el jueves. La conversación por Whatsapp con ella fue algo fría, muy corta. Llegué a su casa y Nico estaba ya esperando allí. Subiría solo mientras él esperaría abajo.

Hacía tiempo que no veía a Phuc, desde que fuimos a visitarlos cuando nació su hija y ya habían pasado aquellos días tan lejanos en los que me pajeaba tanto pensando en ella.

Llamé al portal y abrió. Cuando llegué a su puerta, estaba abierta. Se oía a la niña corretear por alguna habitación. En el salón al lado de la entrada estaban todas las cosas de Nico. Era muchísimo, no iba a caber todo en nuestros coches. Nico había calculado mal o su cabeza no estaba funcionando bien.

Estaba tan absorto en el pensamiento de cómo gestionar todo aquello que no escuché venir a Phuc. Me dio un susto cuando apareció a mi lado. El susto se me pasó inmediatamente al verla. Qué guapa era la condenada a pesar de no estar pasando por su mejor momento. Los años no pasaban por ella. Tenía unos 35 años ya pero seguía aparentando estar al final de la veintena. Iba vestida con ropa de andar por casa, de mudanza. Unos vaqueros con algún agujero algo descoloridos pero que le quedaban como un guante, una camiseta gris algo suelta y una cinta en la cabeza para sujetar el pelo y que no le cayese en la cara. Había estado sacando todas las cosas de Nico y poniéndolas en el salón.

No sonreía, nos cruzamos solo un par de palabras. Pero me ayudó a ir sacando las cosas hasta el ascensor. Y ahí es donde perdí la cabeza. Mi relación con mi novia, Clara, era ya una mera rutina, no sé qué seguíamos haciendo juntos. Ninguno se atrevía a dar el paso, supongo. Casi no follábamos y yo tenía mis necesidades.

Mientras sacábamos las cosas Phuc se inclinaba una y otra vez para ir recogiéndolas. No era mi intención observarla pero la situación se desarrolló así y me fue imposible no irme fijando cada vez más en ella. Cuando se inclinaba los pantalones se ajustaban aún más a su perfecto culo. La primera vez aparté la mirada pero no la segunda. La tentación estaba llegando en un momento de necesidad. Y lo peor vino después…o lo mejor. La camiseta no tenía escote pero sí era muy suelta. Estando frente a mí y distraída con la mudanza, se inclinó para recoger una maleta y la camiseta se le separó del cuerpo. Se me congeló el pecho. Como dije, Phuc no tenía tetas grandes pero nunca le había visto el sujetador ni en bikini por lo que me puso las revoluciones a mil. Seguimos moviendo cosas, yo me iba colocando de forma estratégica pero sin llamar la atención para observarla lo más posible. Otra vez detrás mientras se agachaba y me entraban ganas de agarrarla de las caderas y follármela por detrás. Otro vistazo de nuevo a su sujetador blanco sosteniendo sus pequeñas tetas mientras temblaban con el movimiento. Así pasé el tiempo que estuvimos sacando cosas fuera. Se me estaba poniendo la polla como una porra y el pantalón me iba a reventar. Decidí entonces bajar las primeras cosas en ascensor y esperar un momento en el portal antes de salir para que se me bajase el calentón. Estaba sudando y no solo por el ejercicio. Mi corazón latía rápido. Me avergoncé un poco, Phuc me había puesto como un toro y su todavía marido estaba fuera. Era mi amigo, no tendría que haberla observado. Cuando me calmé, salí y empezamos a meter las cosas en el coche de Nico. Hice un par de viajes más hasta que se cargó su coche y el mío. Quedamos en reunirnos en su casa y se fue. Quedaban todavía cosas arriba, tendría que volver. Subí una última vez para decirle a Phuc que volvería al día siguiente a por lo último, hoy ya era tarde.

Me estaba esperando en la puerta de su casa. Le dije que volvería al día siguiente a mediodía ya que era verano y los viernes salía antes. Ella también. Se despidió de mí con una sonrisa, la primera que veía en la tarde. No era la sonrisa fantástica que mostraba en el pasado pero era auténtica y sincera. Mientras me sonrió y agradeció la ayuda fijó sus ojos en los míos de una forma que me hizo saltar el corazón. Sólo pude aguantar la mirada un segundo y apartarla mientras sonreí vergonzosamente. Me di la vuelta y me marché.

Qué había sido eso? Lo había hecho sin ninguna intención o era algo más? O era mi mente queriendo ver cosas que no eran? Se habría dado cuenta del repaso que le había dado a su cuerpo? Fuera lo que fuera me desconcertó y me hizo sentir vergüenza.

Llegué a casa comiéndome todavía la cabeza. Aunque no tan fuerte como en el rato que estuve en casa de Phuc, seguía teniendo un calentón considerable. Había sido una semana dura de trabajo y llevaba un par de días sin pajearme por lo que el depósito estaba lleno.

Con suerte Clara estaba ya dormida y podía hacerme un pajote en el baño.

No fue así, estaba en la cama pero no dormía todavía. No podía pajearme en el baño, que estaba al lado de la habitación. Aunque la relación era muy monótona todavía no nos habíamos perdido el respeto de esa forma.

Me preparé para ir a la cama pensando que quizá Clara podría hacerme un favor. Con la idea en la cabeza y la imagen de Phuc en mi mente se me había puesto la polla como un mástil otra vez. Me acosté y puse mi polla contra su culo. Lo notó enseguida y dio un pequeño respingo.

– Qué tienes ahí?

– Un regalo – dije probando suerte

– Estoy muy cansada, tengo que dormir, otro día mejor – dijo de forma algo pasota

Las mujeres no entienden que cuando nuestra polla está como un rifle de francotirador no existe otro día. Insistí un poco, y no le gustó. Sin embargo finalmente pareció acceder. Se giró para ponerse cara a cara conmigo y sin mediar palabra metió la mano en mi pantalón y me empezó a pajear.

– Joder cómo estás. Hacía mucho que no la notaba tan dura y grande, qué has hecho hoy! – dijo sorprendida

Mejor no te lo digo, pensé

– Trabajar mucho, como siempre – dije inocentemente

Entonces sucedió una de las peores pesadillas de un hombre. Después de pajearme durante 10 segundos paró, se dio la vuelta y dijo “de verdad estoy muy cansada, buenas noches”.

Hija de la gran puta. Me había dejado a medias en uno de los mayores calentones de los últimos años. Me cabreé de tal manera que la mandé a tomar por culo y me giré. Conseguí dormirme después de que se me bajara la polla, con mucho sufrimiento.

Al día siguiente me marché al trabajo sin siquiera decir adiós.

Era viernes, verano, calor. Al menos los viernes nos dejaban ir a la oficina vestidos casual. Tras el trabajo me dirigí a casa de Phuc para terminar de recoger las cosas. A pesar de todo lo que sucedió el día anterior en su casa, hoy mi mente estaba más distraída con lo que había pasado la noche anterior con Clara. Estaba cabreadísimo, harto, maldecía su nombre. Por lo que fui a casa de Phuc sin pensar en ninguna fantasía o angustia, mi mente estaba ocupada con resentimiento y, por qué no decirlo, ligero odio hacia mi novia, dándole vueltas a la cantidad de situaciones y desencuentros de los últimos tiempos.

Llegué al portal, entré, subí en ascensor y caminé hacia la puerta para llamar. Antes de que pudiese tocar el timbre la puerta se abrió y ahí estaba Phuc. Casi me caigo de espaldas. Vestía unos shorts blancos como de tenis o de correr y una camiseta de tirantes de color rosa claro. Iba descalza y llevaba la melena suelta que le llegaba a media espalda.

– No hagas ruido! He acostado a la niña ahora mismo para dormir la siesta, menos mal que no se ha despertado cuando has llamado abajo – dijo aceleradamente.

Se dio la vuelta y se dirigió al salón. Entré y cerré la puerta con cuidado de no hacer ruido. Aunque tenía aire acondicionado, hacía demasiado calor fuera y no era suficiente para enfriar bien la casa por lo que hacía un poco de calor dentro también. Nada apetecible para hacer mudanza. Se dejó caer en un sillón resoplando y me indicó que las cosas estaban en el dormitorio.

– Hace mucho calor, coge una cerveza si quieres de la nevera – dijo

– Ok, quieres tú una también? – pregunté

– Por qué no – dijo encogiendo los hombros

Fui a la cocina, abrí la nevera pero no vi ninguna cerveza. Solo había “Desperados”, si a esto se le puede llamar cerveza. Cogí dos, las abrí y las llevé al salón.

– Esto no es realmente cerveza, pero me gusta – dije

– Ni idea, nunca bebo alcohol. Son de Nico – dijo parando en brusco al decir su nombre

Teníamos un acuerdo no escrito ni hablado en el que no íbamos a mencionar nada del espinoso tema y esa fue la última vez que se mencionó su nombre en aquel día. Nico me había dicho el día anterior que estaba arrepentido y quería volver con ella pero no le respondía a los mensajes. Personalmente pienso que Phuc reaccionó muy fuerte al tema de las fotos, lo podría haber hablado con él, sobre todo si todavía le quería tanto como parecía. Pero esta Phuc era diferente a la que había conocido. Más seria, disciplinada, cerrada de mente.

Las ¨Desperados¨ tienen algo más de alcohol que una cerveza normal y sumado a que Phuc no bebía y que cuando lo hacía su genética asiática poco resistente al alcohol entraba en acción, hizo que se alegrase ya al terminase la primera.

– Vamos a recoger? – dijo sonriendo a la vez que se levantaba

Su humor cambió repentinamente. Esta chica era como el día y la noche. Era la primera vez que la veía sonreír en estos dos días. Sonreír de verdad, esa sonrisa que dejaba ver un poco sus colmillos y que tanto me gustaba.

Pasó a mi lado a buen ritmo agarrándome del brazo para levantarme. Un escalofrío me recorrió el cuerpo. Me levanté inmediatamente y la seguí. Mi mente había olvidado súbitamente el tema Clara, no despegué la mirada de su culo, del movimiento de sus caderas al caminar. Intenté captar si se transparentaba algo en sus shorts pero no era así. No importaba, la visión de sus largas piernas al aire era un espectáculo. Qué mujer. Noté que a mí también me había afectado un poco la bebida y me estaba poniendo algo cachondo. Tenía los huevos llenos.

Solo era necesario bajar un par de cosas, sería suficiente dos viajes al coche. Estaba tan absorto mirando su culo que me pilló por sorpresa cuando paró en seco y se agachó para recoger una caja. Frené justo a tiempo pero quedé a escasos centímetros de su culo. No sé cómo me pude contener porque me dieron ganas de follármela ahí mismo. Otra vez como el día anterior. Me aparté y recogí una caja rápidamente para tapar la incipiente erección que se empezaba a notar en mi pantalón. Se dio la vuelta y se dirigió hacia la entrada no sin antes dedicarme una medio sonrisa y una mirada que me pareció algo pícara durante medio segundo. Se había dado cuenta de que me había quedado a unos centímetros de su culo? Había visto mi paquete antes de que yo lo pudiera tapar? O era mi mente jugándome otra vez una mala pasada? Me preocupé otra vez un poco. Mi mente era una confusión constante.

Caminé detrás de ella, dejó su caja en el suelo y sin mirarme dijo que iba a tomarse otra cerveza. Aproveché para dejar la caja en el suelo y sentarme en el sofá del salón para disimular mi medio erección. Vino con dos “Desperados”.

– Toma, acompáñame – dijo mientras me la daba

No iba a poder soportarlo. Yo era humano al fin y al cabo. Iba a follarme su cuerpo con los ojos, cada curva, cada detalle. Me avergonzaba pensar en Nico, mi buen amigo que me estaba esperando en su casa a que le trajera las cosas. Y en Clara también a pesar de todo. Pero mi voluntad no era lo suficiente fuerte. No en ese momento, no después de lo que había pasado la noche anterior. Llevaba tres días sin pajearme, Clara me había dejado a medio acabar, tenía los huevos llenos y me pedían a gritos que los vaciase. Mi relación llevaba medio muerta mucho tiempo.

Me estaba tomando la segunda “Desperados”. Phuc vestía extremadamente sensual, el simple contacto de antes al agarrarme el brazo para levantarme ya me había excitado. Mi polla conocía todos estos detalles y se había puesto el uniforme militar.

Creo que ella necesitaba también una válvula de escape. Había echado a su marido de casa hacía unos días. La bebida la cambiaba. Así fue siempre, pasaba de ser una chica introvertida a la más bailona del bar. Le ayudaba a olvidarse de sus demonios internos, de la batalla entre su vida y la influencia de su familia. Ahora no bailaba, pero se había convertido en una tigresa. Llevaba la iniciativa, sonreía confidentemente e incluso me estaba dando la sensación de que estaba…jugando conmigo? O era mi calentón que me hacía ver cosas?

– Vamos a por lo último – dijo levantándose al acabarse la bebida

Otra vez llevaba la iniciativa. Me levanté tras ella y otra vez fijé mis ojos en su culo. Caminaba sensualmente, moviendo las caderas y balanceando los brazos. Qué estilo tenía, me encantaba.

Sentí un empujón en la entrepierna. Mi polla, que se había calmado un poco al estar sentado, volvió a crecer, esta vez más. Iba a agujerear el vaquero, no podía dejar que me viera. Mientras caminábamos hizo un amago de girarse y yo me di la vuelta como un rayo para que no me viera el paquete. Qué vergüenza! De vez en cuando volvía en mis sentidos y me daba cuenta de la situación. Estaba en casa de la todavía mujer de uno de mis mejores amigos, con su hija durmiendo en la habitación de al lado y yo tenía una erección que perforaría muros.

– Qué haces? – dijo sin detenerse y sin llegar a girarse del todo. Capté una pequeña sonrisa antes de que siguiera caminando

Se estaba dando cuenta de que la estaba observando? Tan evidente era? Ayer también? No respondí. Era mejor no responder, no sé qué podría decir. Me apresuré a coger la última caja y taparme la erección antes de que me viera. Salió de la habitación y se dirigió a la entrada. Dejó su caja y se fue a la cocina, abriendo otra bebida. “Va a tomarse otra?” pensé incrédulo. Va a acabar como una cuba.

Pero descubrí que no era eso lo que quería. La cogió y la puso en la encimera para abrirla. Yo estaba en la entrada a escasos cinco pasos de ella, sin dejar la caja en el suelo, mirándola. Estaba hipnotizado con su cuerpo, sus piernas, sus delicadas manos y brazos, su bonita cara. No le pasó desapercibido.

– Me puedes ayudar a abrir la cerveza? No consigo abrirla – dijo mirándome – Deja la caja en el suelo de una vez y ven a ayudarme.

No podía hacer eso, estaba empalmado como un mástil.

– Qué escondes tanto detrás de la caja? – dijo fingiendo aire inocente y medio riendo

Sabía perfectamente lo que había detrás. Estaba jugando conmigo. No podía más. Ella había pasado al ataque frontal. Esos shorts marcando ese culo de infarto, la camiseta sexy de tirantes, su larga melena, esas piernas estiladas, sus sensuales manos sujetando la bebida de forma delicada fingiendo no poder abrirla. En mi mente se libraba una batalla feroz entre el bien y el mal. Ganó el mal, igual que también había ganado la mente de Phuc. Dejé la caja en el suelo mostrando completamente el bulto que se había formado en mi pantalón. Phuc posó sus ojos en mi paquete inmediatamente sin ninguna vergüenza ni miramiento. Dos “Desperados” habían sido suficiente para librarse de sus cadenas, frustraciones y olvidarse de su corazón roto para convertirse en una tigresa dispuesta a comerse a lo primero que se cruzase. Y ahí estaba yo en frente como un indefenso cervatillo listo para ser devorado.

– No sabía que trabajabas para la policía – dijo sensual y burlonamente mientras se mordió ligeramente el labio inferior

Joder Phuc, quién eres. Nunca me hubiera esperado algo así de ella. Estaba desatada.

– Hubiera preferido ser bombero para apagar los fuegos de los pirómanos – dije ya entrando como un toro

No había vuelta atrás. Lo siento Clara. Lo siento Nico.

Me acerqué hacia ella mientras giraba su vista de vuelta a la bebida con una medio sonrisa en su boca. Me coloqué detrás de ella y pasé mis brazos alrededor de su cintura para agarrar la bebida que sostenía mientras mi cabeza se asomaba ligeramente sobre su hombro derecho. Cogí el abridor para abrir la botella. Acerqué mi pecho contra ella, rozándola ligeramente. Giró su cara levemente hacia la mía y susurró un “gracias” que me dejó helado. Mi respiración se había acelerado. Mantenía todavía mi polla empalmada alejada de su cuerpo pero mi pecho ya se había posado sobre ella. Yo era casi una cabeza más alto por lo que mi pecho quedaba a la altura casi de su nuca. Una vez abierta la bebida nos quedamos dos segundos parados, como sin saber qué hacer. Decidí avanzar un poco más y soltando la bebida cerré mis brazos un poco para ya tocar su cintura con ellos.

Entonces fue su turno. Echó su perfecto culo ligeramente hacia atrás y su cuerpo no tardó en encontrar el tremendo paquete que se había formado en mi pantalón. Entonces levantó los talones para ponerse de puntillas y su culo se restregó desde abajo a lo largo de mi polla. Soltamos un pequeño gemido los dos a la vez.

– No puedo más – le susurré al oído

Se dio la vuelta rápidamente y se abalanzó sobre mis labios a la vez que rodeó mi cuello con sus brazos. Me empezó a besar locamente…y acercó su cadera contra mi polla. Sin perder tiempo puse mis manos en su tremendo culo y la levanté para sentarla en la encimera. Tenía un culo bien entrenado, fuerte. Ahora estábamos a la misma altura. Mis manos en su culo todavía, sus brazos rodeando mi cuello, nuestros labios rodando unos contra otros sin control. Levantó sus bonitas piernas y me rodeó la cadera con ellas atrayéndome con fuerza sobre su cuerpo. Tenía una fuerza inesperada.

Nico me había dicho hacía relativamente poco que ella siempre había hecho yoga o pilates, siempre los confundo. Otro de los secretos de Phuc. A su vez yo, sin ser animal de gimnasio, iba dos o tres veces por semana a entrenar por lo que estaba en forma. Nico a pesar de haber perdido peso, no lo estaba. La verdad, Phuc y yo pegábamos más físicamente que Nico y ella. Nunca entendí qué veía Phuc en Nico ni por qué le quería tanto.

Sus piernas me atrajeron con fuerza hacia ella e hicieron que ella se deslizara hacia el borde. Los escasos centímetros que nos separaban en la entrepierna desaparecieron y mi paquete chocó en seco contra su coño. Joder qué sensación. Qué placer. Nos besábamos como locos, nuestras lenguas se entremezclaban mientras ella restregaba su coño contra mi polla. Mi pecho estaba pegado a sus pequeñas tetas. Éramos uno. En la cocina no había aire acondicionado y empezamos a sudar ligeramente.

Ninguno de los dos se podía contener más pero fue ella la que tomó la iniciativa, como había sucedido toda la tarde.

Dejó de besarme repentinamente lo que me desconcertó. Se estaba arrepintiendo? Tardé medio milisegundo en darme cuenta de que era todo lo contrario. Como he dicho antes, esta Phuc era una desconocida. Se bajó de la encimera con su vista fijada en mi paquete, se arrodilló. No me lo podía creer. No podía ser verdad, esto no estaba sucediendo. En mi cabeza resonó la conversación de aquella noche loca en la que Nico confesó que a Phuc no le gustaba hacer mamadas.

Entonces qué estaba haciendo? Qué era esto? No iba a poder soportar un segundo día seguido dejándome con las pelotas azules. Otra vez no.

Y no fue así, por suerte. Phuc me desabrochó el cinturón y abrió el pantalón con cuidado de no romperme el palo. Tiró de mi pantalón hacia abajo hasta que quedó en mis tobillos. Mi boxer apenas podía contener mi brutal herramienta. Me había pajeado muchas veces pensando en Phuc pero creo que nunca había fantaseado con ella de rodillas bajándome el pantalón a escasos centímetros de mi paquete. Qué poca imaginación tenía.

Phuc seguía bajo los efectos del alcohol que la habían puesto muy “contenta”. Pero al alzar la cabeza y ver mi boxer a punto de explotar, su cara quedó petrificada. Desconozco el tamaño de la polla de Nico pero por su reacción creo que yo calzo algún número más.

“Chúpamela ya! No aguanto! No me dejes a la mitad hijadeputa!” pensé atropelladamente ya sin ninguna reserva. Había soltado el freno de mano.

Phuc reaccionó y con cautela agarró la cinta a los lados de mi boxer con ambas manos y empezó a tirar hacia abajo con cuidado. Desde hacía años me afeitaba el pecho, la ingle y los huevos. Me sentía mejor. Y a Phuc le sorprendió y a la vez le gustó según iba bajando los boxer y descubriendo que mi ingle no tenía apenas pelo.

Mi sudorosa polla estaba enganchada contra la cinta del boxer de lo erecta que estaba. Phuc levantó la cinta con cuidado y bajó el boxer de una vez, liberándola y haciendo que cayera hacia adelante como un resorte quedando a unos centímetros de su cara. Phuc dio un pequeño respingo pero al recomponerse se quedó mirándola como embrujada mientras terminó de bajar mi boxer también hasta mis tobillos.

– Joder qué grande es – dijo con un hilo de voz – Cómo…? – empezó a decir pero cortó abruptamente

Creo que lo primero que se le vino a la cabeza es como iba a meterse en la boca y quien sabe si después en otro sitio ese monstruo. Pero enseguida cortó para no quedar en una posición de inferioridad conmigo. Ya era tarde. Siempre me sentí orgulloso de mi polla pero sé que no es especialmente grande. Un poco por encima de la media pero ya está. Mis dudas sobre el tamaño de la polla de Nico quedaron despejadas. Más valor había que dar entonces a su fuerte personalidad en una cultura donde el tamaño de tu herramienta importa. Y quizá, solo quizá, también explicaba por qué una persona así se dejó dominar por Phuc de forma tan fácil. Era su carácter todo fachada y en realidad buscaba la seguridad de alguien que no le juzgara a pesar de que le dominara?

Eran reflexiones para otro momento puesto que lo que estaba sucediendo ahora es que Phuc había salido de su trance para agarrar con su delicada y fina mano el grueso de mi polla y empezar a pajearme mientras levantaba su mirada hacia mis ojos. Una pequeña gota de sudor se deslizaba desde su frente hasta su mejilla. Su boca estaba abierta, como deseándome mientras no apartaba sus algo achinados ojos de los míos. Su mano movía con delicadeza la piel de mi polla atrás y adelante a un ritmo cada vez más alto. Estaba en la gloria. Tres días sin pajearme y nosecuantos sin que me hicieran una paja en condiciones. Cerré los ojos del placer. Sentía su caliente mano sin parar de moverse a lo largo de mi polla. Y entonces el éxtasis. Noté un calor en toda la polla y un suave contacto casi en la base. Abrí mis ojos rápidamente y vi que se había metido la polla en la boca hasta el fondo. Sin miramientos. De cero a cien. Empezó a deslizar sus labios hasta llegar a la punta. No se la sacó del todo. Sus ojos estaban fijos en ella. Entonces volvió a deslizar sus labios por mi polla hasta llegar a donde más pudo. Con una mano me rodeaba la base mientras que con la otra me agarró con delicadeza los huevos. Siguió chupándomela así sin parar, a buen ritmo pero sin acelerarse demasiado, con tranquilidad.

Cómo es que a Nico apenas le había chupado la polla en los seis o siete años que llevaban juntos y a mí me estaba haciendo la mamada del siglo a la primera?

Mientras ella estaba ocupada en su tarea, yo me incliné ligeramente para levantarla la camiseta rosa desde la espalda. Entendió mi intención inmediatamente y sin sacarse la polla de la boca se levantó la camiseta desde abajo. Solo se la sacó de la boca para pasar la camiseta por la cabeza y tirarla al suelo, pero inmediatamente volvió a lo que estaba haciendo.

Como ya había visto, tenía tetas pequeñas pero apetecibles y un vientre plano. El yoga, o lo que fuera. El sujetador blanco era bastante bonito y el color resaltaba muy bien contra su piel. Le quedaba bastante bien y lo hubiera dejado por lo bien que le quedaba, pero quería verle y tocarle las tetas. Le bajé los tirantes de los hombros y también entendió lo que quería hacer de forma inmediata. Soltó la base de mi polla y mis huevos y echó ambas manos a la espalda para soltarse el sujetador. En esta ocasión siguió también con mi polla en su boca. Me seguía chupando delicadamente la polla hasta el fondo sin manos mientras se desabrochaba el sujetador. Qué morbo me estaba dando esta situación. Volví a cerrar los ojos mientras puse mis manos sobre su cabeza. Siguió igualmente.

Noté que cogió la base de mi polla y mis huevos otra vez con sus manos por lo que deduje que ya no llevaba el sujetador puesto. La sensación de su mano en mis huevos era brutal. Los acariciaba y sostenía con delicadeza, los apretaba ligeramente de vez en cuando lo que me producía un placer enorme que hacía que mi polla diera un pequeño espasmo. Creo que notaba mi polla dar ese pequeño respingo dentro de su boca y lo estaba haciendo a propósito para hacerlo coincidir cuando la tenía metida más al fondo. Lo que se había perdido Nico.

Abrí los ojos y bajé la vista. La cabeza de Phuc con mi polla en su boca y su larga melena que le caía sobre el pecho no me dejaban ver del todo sus tetas. Me incliné un poco hacia un lado para al menos esquivar el obstáculo de su cabeza. Con ambas manos retiré el pelo por detrás de sus hombros y por fin pude verlas. Eran pequeñas pero preciosas. Unos pezones puntiagudos de color marrón claro. Tenían una pequeña forma respingona. Tremendas.

Se dio cuenta de lo que estaba mirando y se sacó la polla de la boca aunque siguió pajeándome y acariciando los huevos mientras levantó la vista y con una preciosa y excitante sonrisa y una mirada morbosa me preguntó:

– Te gusta lo que ves?

Esto era demasiado. Esa carita mirándome, su delicada mano se veía pequeña intentando rodear mi polla marcada por gruesas venas. Cerré los ojos sin responder, me incliné para apoyar las manos en la encimera y noté que se volvió a meter la polla. Pensé en correrme en su boca pero al abrir los ojos cambié de idea. Al estar algo inclinado hacia adelante veía su espalda desnuda con su larga melena de color noche cerrada que se movía acompañando al vaivén de su cabeza. En la parte baja de la espalda sus caderas empezaban a ensancharse ligeramente, al estar de rodillas e inclinada hacia delante su culo presionaba contra los shorts. Me encantaba su figura.

La agarré de las axilas y tiré hacia arriba haciendo que se sacase la polla de la boca repentinamente. Al ponerla de pie todavía tenía saliva goteándole de los labios. Sorprendida y sin dejarla tiempo a reponerse, agarré los shorts y panties que llevaba debajo y tiré de ellos hacia abajo hasta que le cayeron. Con un movimiento de los pies se los quitó y los lanzó a un lado. A su vez agarró mi polo y me lo levantó hasta sacármelo por completo.

Como esperaba tenía el coño depilado totalmente, ni un pelo. No sé por qué lo hacía, quizá igual que yo por comodidad. Pero me encantaba. Era una muñequita. Una figura más que atractiva a la vez que delicada y fina.

Me miraba a los ojos, una mirada como esperando que empezase la acción, expectante. Moví mi mano y la puse sobre su coño que estaba bastante mojado. Soltó un pequeño gemido y cerró un momento los ojos mientras sonrió placenteramente. Tenía un coño estrecho y yo una polla algo grande. Ahora entendí lo que pensó inicialmente cuando la vio. Pero su coño estaba ya muy lubricado y mi polla estaba empapada de su saliva por lo que no iba a ser problema.

En un movimiento rápido la agarré con ambas manos del culo y me acerqué a ella empujándola contra la encimera. Mi polla empalmada tocó su vientre. Alargó los brazos alrededor de mi cuello, dio un pequeño brinco y se sentó en el borde, abriendo a continuación las piernas para dejar paso a mi polla que apuntaba como una lanza hacia su coño.

Una memoria-reflejo de mi cerebro hizo que preguntase de repente:

– Tienes condón?

Estaba acostumbrado a que Clara me obligara a usarlo y recordaba lo que Nico dijo de Phuc y el condón

– No hace falta, vamos – dijo impacientemente

Joder. Me dejó de piedra por un momento. Quería que me la follase a pelo. Me dio un subidón que no iba a desaprovechar. Con mis manos sujetando su culo para que no se deslizase hacia atrás me acerqué hasta que la punta de mi polla tocó la entrada de su coño. Abrió aún más las piernas. Nos miramos. Sus ojos mostraban deseo, lujuria. Asintió levemente con la cabeza. Era una señal para decirme que continuase. Empecé a empujar la polla y sus labios fueron abriéndose poco a poco. No iba a hacer falta ayudarnos con la mano, su coño estaba bien lubricado y mi polla todavía húmeda. Entró la punta y Phuc soltó un suspiro mientras sus piernas temblaron. Cerró los ojos de placer. Seguí empujando y vi como mi polla iba desapareciendo poco a poco dentro de ella. A pesar de haber tenido una hija su coño se sentía más estrecho que el de Clara lo que me estaba produciendo más placer de lo normal. Y se la estaba metiendo sin condón. Empujé hasta el final mientras la sujetaba del culo. Phuc soltó un gemido esta vez más fuerte. Mis huevos habían llegado a la última parada. Estaba completamente dentro de ella. Con los ojos todavía cerrados dejó caer su cabeza sobre mi hombro para después empezar a besarme el cuello. Ahora solo había que seguir la rutina. Saqué mi polla de una vez mientras notaba el abrazo húmedo de su coño envolviendo mi bien más preciado. Me quedé con la punta dentro y esta vez metí la polla hasta el final de una vez. De nuevo soltó un gemido, esta vez algo más débil. Su boca me besaba el cuello sin parar, iba a dejar marca por lo que decidí soltar una mano de su culo para atraer su cara a la mía. Saqué mi polla y la volví a meter, fuera, dentro, habíamos comenzado un ritmo de crucero y me la estaba follando mientras nos besábamos con pasión. Decidí mover las manos y coger sus caderas para tener mejor agarre. Dejó de besarme y se reclinó hacia atrás poniendo las manos en la encimera. Con el mejor agarre y posición, aceleré mi ritmo y mi polla empezó a salir y entrar en su coño como una taladradora. Sus pequeñas tetas se movían con el trajín, Phuc miraba con lujuria cómo mi polla entraba y salía en su coño a toda velocidad a la vez que su boca se fruncía en señal de disfrute. Gemía ligeramente a cada embestida. Yo por mi parte solo miraba su cara mientras la follaba. Me encantaba, me alucinaba, me enamoraba. Sí, me enamoraba su cara. Era la mejor follada que había tenido en mucho tiempo…quizá en mi vida. No solo porque Phuc me encantaba, también por el morbo de la situación y el hecho de que me estaba dejando follármela sin condón cuando a su marido no le dejaba.

No quería pensar ni en Nico ni en Clara, este momento prohibido era entre Phuc y yo y lo iba a disfrutar hasta el último momento. A pesar de todo lo que había fantaseado con ella, ni en mis mejores sueños había podido imaginar que esto ocurriría. Estaba desatado y mi mente iba como un tren. Se me ocurrió pensar que quería follármela desde atrás para sentir ese culo que tanto tiempo me había fascinado.

Iba a correrme pronto y por lo que estaba notando, iba a ser brutal. Tenía que aprovechar a follármela desde atrás antes de que fuera tarde.

Saqué la polla violentamente de su coño, bajé a Phuc de la encimera y la dio la vuelta bruscamente. Su cara mostraba algo de confusión pero estaba demasiado en éxtasis como para decir nada. Estábamos los dos sudando, gotas corrían por nuestros cuerpos. La empujé contra la encimera y abrí sus piernas con las manos. No hizo falta mucha fuerza porque ella misma las abrió en cuanto sintió mis manos. Probablemente no sabía cuál era mi intención pero no oponía resistencia. Creo firmemente que si mi intención hubiera sido darla por el culo, me hubiera dejado. En ese estado de excitación estaba.

Dirigí mi polla con la mano contra la entrada de su coño. Phuc pasó la mano por debajo para sujetarla y terminar dirigiéndola hacia la entrada de su coño. Con la punta ya dentro, nuestras manos quedaron libres. Ella se apoyó en la encimera y yo la agarré de las caderas. Qué culo tenía la desgraciada. Qué preciosidad. Empujé la polla con decisión y solo paré cuando su culo detuvo el avance de mi cuerpo con un golpe seco. Phuc no gimió, gritó de placer. Solo esperaba que su hija no se despertara, nadie podía arruinarme este momento. Saqué la polla y volví a embestirla. Mi ingle chocaba con su culo, que temblaba cada vez que lo golpeaba. Al igual que hacía un momento, gané velocidad de crucero y el sonido seco al golpear mi cuerpo con su culo pasó a convertirse en algo rítmico. Siempre acompañado de un ligero gemido suyo ya no tan fuerte como el primero.

Me iba a correr en un momento. Mierda! quería seguir follándomela otro rato. Aproveché un par de embestidas más hasta que decidí que no podía esperar más. Saqué la polla y Phuc volteó la cara agotada para preguntarme por qué paraba.

– Me voy a correr – dije, esperando que lo terminase ella

Dubitativamente se dio la vuelta y se arrodilló delante de mí

– No importa, te podías haber corrido dentro – dijo

Cómo!! Pensé. Me está diciendo que me hubiera dejado correrme dentro de ella??

– Estoy tomando la píldora pero ya da igual – continuó

Está tomando la píldora? Para qué? Y entonces por qué obligaba a Nico a follársela con condón? No tenía sentido. Dejé de hacerme preguntas en el momento en el que agarró el tronco con su pequeña mano y empezó a lamer con la lengua el largo de mi polla. Con la otra mano se está tocando el coño! No me lo podía creer.

Lamió compulsivamente mi polla unos segundos hasta que solté un gemido. Era la señal, estaba a punto de correrme. Entonces subió la mano que tenía en el coño para agarrarme el tronco también. Estaba con ambas delicadas manos agarrándome la base de la polla mientras empezó a hacer una mamada bestial. Hacía un ruido enorme al chuparme la polla, sus mejillas se contraían hacia dentro por la succión. No iba a parar hasta sacarme todo lo que llevaba dentro. “Oh Phuc, no creo que vayas a poder con todo” pensé. Estaba ya, noté el inicio. Mis huevos se contrajeron, mi polla se calentó aún más, una sensación tibia todo a lo largo. Y llegó el espasmo, mi polla hizo un repentino movimiento de disparo y noté el primer lefazo salir disparado en la boca de Phuc. Ella siguió mamando como si nada pero escuché cómo su respiración cambiaba para acompasar los movimientos de su garganta al tragar. Sí al tragar. Se estaba tragando toda mi corrida mientras seguía mamando. Y qué corrida, tres días sin vaciar, la noche anterior a medias y dos días empalmado por su culpa.

Tuve que apoyarme en la encimera para mantener el equilibrio, mi cuerpo estaba sacudiéndose. Un lefazo, dos, tres y cuatro. El quinto ya no pudo y tuvo que sacarse la polla de la boca. Una catarata de semen cayó por su barbilla hacia sus piernas mientras se intentaba tapar la boca con la mano. Tragó lo que le quedaba dentro y levantó la mirada hacia mí. Era distinta, la lujuria había desaparecido y ahora mostraba algo diferente. Me pareció algo avergonzada, quizá arrepentimiento. Tras el éxtasis del momento supongo que se vio de repente desnuda de rodillas, sudorosa delante de un buen amigo de su marido con la polla fuera y ella cubierta de semen por todos lados. La realidad impactó como un misil. Se había bajado hasta el efecto de las “Desperados”.

O al menos así era como me sentía yo. Entiendo que les pasa a todos los hombres. Cuando tienes los huevos llenos desde hace días tu mente no atiende a la lógica de la misma manera y minimiza las consecuencias de los actos, pero en el momento en el que descargas, tu cerebro vuelve a tomar el control.

Qué había hecho. Lo primero en lo que pensé fue en Clara. Un puñal al corazón. No se merecía algo así a pesar del momento de nuestra relación. Y luego en Nico, quien confiaba en mí como única persona que le podía ayudar en esta situación. Y así se lo pagaba, follándome a su mujer en su casa mientras su hija dormía y él me esperaba.

Phuc se levantó sin mediar palabra y todavía desnuda se dirigió hacia el baño contiguo a su habitación. Oí correr el grifo de agua, se estaba limpiando los rastros de semen que tenía por la cara, manos, piernas. Yo tenía todavía el pantalón y boxer por los tobillos. Los subí y abroché, me puse el polo. Mi cuerpo estaba todo sudoroso pero me dio igual. Saqué un momento el móvil del bolsillo y me encontré un mensaje de Nico de hacía casi 10 minutos. “A qué hora vas a pasar por aquí?” me preguntaba. En ese momento me estaba follando ferozmente a su mujer en la encimera por lo que no lo habíamos oído. Más leña en el fuego de mi arrepentimiento. Me tenía que ir enseguida de esa casa, tenía que salir. Cogí a toda prisa la última caja que quedaba en la entrada y me dispuse a salir. Entonces escuché a Phuc hablándome desde atrás:

– A dónde vas?

Me di la vuelta. Seguía totalmente desnuda ya con el cuerpo limpio de semen.

– Te vas a ir así sin ni siquiera ducharte? Estás sudando y sucio. Es mejor que te des una ducha rápida antes de irte. Ven – dijo

Según dijo estas palabras se dio la vuelta y desapareció en dirección a su habitación. Qué culazo tenía la desgraciada…

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