Al entrar en la habitación escuchó el sonido de la ducha y al cerrar la puerta gritó:
-¡Ya he vuelto, cariño!
-¡Bien! ¡Yo acabo de empezar, aun me queda un ratito! – respondió Sarah desde la ducha.
Matt colocó la chaqueta del traje en una percha y se quitó los zapatos. Se sirvió un vaso de ron y se sentó en el pequeño sillón que había junto a la cama. Se quedó observando la habitación mientras relajaba su mente. “Este hotel está bastante bien” se dijo para sí mismo tratando de llevar sus pensamientos hacia otro lado.
Apoyó los pies sobre la cama extra grande que tenía aquella habitación, cerró los ojos y suspiró. Trató de centrarse en los sonidos que entraban por la ventana, ruido del tráfico, conversaciones de personas… El bullicio típico del centro de una ciudad como esta, esos sonidos siempre habían conseguido relajarlo, al fin y al cabo se crio en una gran urbe, por tanto la “música de la ciudad” siempre le recordó a su hogar. “Está muy bien situado este hotel…” pensó, tratando otra vez de redirigir sus pensamientos.
Se levantó del sillón y dejó la copa en la mesita, apenas le había dado dos sorbos pero ya había bebido la mitad de lo que se sirvió, se quitó el pantalón, la camisa y los calcetines, se sentía incómodo cuando llevaba traje. Se dirigió al baño para refrescarse un poco.
-¿Cómo ha ido? – Cuestionó Sarah a través de la mampara empañada por el vaho.
-Debería haber ido mejor… -Respondió Matt desanimado.
-Bueno… seguro que puedo hacer algo para animarte… -dijo Sarah abriendo la mampara e invitándole a entrar.
A Matt se le cambió el ánimo al ver esa imagen, el cuerpo desnudo de Sarah estaba cubierto de espuma de tal manera que parecía a propósito, no dejaba ver nada pero podía apreciar ese cuerpo que tanto deseo levantaba en él. Sarah había conseguido una vez más borrar todas las sombras de su mente y solo le había costado unos segundos.
Se terminó de desnudar y entró en la ducha. El agua estaba ardiendo, justo como le gustaba a Sarah, así que se mantuvo pegado a un extremo al principio. La ducha era bastante amplia, cosa que agradecía siempre en los hoteles. Sarah se le acercó y empezó a besarle la comisura del labio. Sintió el calor que irradiaba y la rodeó con sus brazos. Entrelazados se metieron bajo el chorro de la ducha, que golpeaba sus cuerpos como una lluvia ardiente.
Comenzaron a besarse y acariciar sus cuerpos. Matt ya se había aclimatado a la temperatura y ya solo podía pensar en Sarah, en cada poro de su piel, en cada centímetro de ella, quería ser uno con ella y desaparecer del mundo por un instante.
Le dio la vuelta y puso la espalda de ella contra su pecho, rodeándola con los brazos, comenzó a besarle el cuello. Sus manos recorrían un circuito trazado en el cuerpo de Sarah, que iba desde las mejillas al bajo vientre haciendo una obligada parada en su pecho.
A Sarah le encantaba como la tocaba, siempre se sentía deseada. Pasó una mano por su espalda y bajó por el vientre de Matt. Lo acarició con cariño, suavemente, empezó a sentir como crecía, eso la excitaba muchísimo, le recordaba el poder que ejercía sobre él. Se giró y comenzó a besarle el cuello, poco a poco fue bajando acompañando los besos con caricias. Se colocó a la altura de su cintura y comenzó a darle placer.
Siempre que Sarah hacia eso a Matt le fallaban las piernas y tuvo que sujetarse a la pared. El agua caliente bajaba por su cuerpo pero solo podía sentir lo que Sarah le hacía. Una mano bajaba por su espalda y le agarraba el glúteo apretándolo contra ella. Matt gimió al sentir la profundidad de aquel movimiento, Sarah seguía con el vaivén de su cabeza y de vez en cuando miraba hacia arriba buscando el cruce de miradas que sabía que tanto excitaba a Matt.
Cada vez le temblaban más las piernas y tuvo que sujetarse con la otra mano a la parte superior de la mampara. Sarah sin embargo había agarrado otra cosa con la mano y empezó a acariciar suavemente de arriba abajo acompañando el movimiento de la boca. Matt estaba súper excitado, las piernas le fallaban con cada movimiento de Sarah.
-Voy a explotar. – dijo entre gemidos, tratando de avisar a Sarah para que se apartase.
Esta hizo caso omiso de las palabras de Matt y subió la velocidad, quería llegar hasta el final. Matt no pudo aguantar más al percatarse de las intenciones de Sarah y dejó que fluyera. Soltó un gemido enorme que siguió con una exhalación profunda, pareciese como si acabaran de sorberle todo el mal que había en su interior y una sonrisa se dibujó en su cara.
Sarah se puso de pie y se abrazaron otra vez bajo esa lluvia cálida. Al cabo de unos instantes Sarah salió de la ducha y se enrolló una toalla que le cubría del pecho hasta muy por encima de las rodillas. Matt se quedó bajo la ducha, aun disfrutando de ese momento.
Sarah estaba mirándose en el espejo apoyada sobre el lavabo. La toalla estaba tan en el límite de las piernas que Matt no pudo quitar la mirada de ahí cuando salió de la ducha.
Sin dudar ni un segundo se acercó a ella y la rodeó con los brazos. Sarah sintió como Matt se había vuelto a excitar.
-Veo que aún quieres más… -dijo con su voz pícara que tanto encendía a Matt.
Se giró y comenzaron a besarse, Sarah aún estaba excitada de la ducha y Matt no había tardado nada en reponerse. La cogió por la cintura y la subió sobre el mueble del lavabo, la toalla se desenroscó dejando ver el precioso cuerpo. Matt acariciaba su pecho mientras la besaba y una mano se deslizo por su vientre buscando devolverle el placer que había recibido. Le sorprendió como se mojaron sus dedos al llegar y decidió cambiarlos por otra cosa.
Sarah lo rodeo con sus piernas al tiempo que se le escapaba un gemido, lo sentía dentro, quería que se volvieran uno. Matt iba acelerando el ritmo y más la abrazaba contra él. La respiración se descontrolaba. Ella giró su cabeza hacia atrás dejando caer su pelo mojado por su espalda y descubriendo su cuello y su pecho. Matt le mordió el cuello, Sarah gimió y apretó las piernas, el calor le subía. Sintió como Matt palpitaba dentro de ella, iban a viajar por las nubes los dos juntos. Faltaron un par de embestidas más y se fundieron en un apretón eterno que los trasladó al lugar más recóndito del planeta. Juntos, como un solo individuo.