Odio extrañarte
Odio tu sonrisa al recibirme
Odio escuchar tu voz en mis noches de deseo
Odio sentir tus manos a través de las mías
Odio oírte gemir al unísono
Odio saborearte en la imaginación
Odio tu sublime penetración a través de mis dedos
Odio imaginar ese clímax galopante montada en ti
Odio tus bromas
Pero lo que en realidad odio es saberte firme y entregado a otros labios, a otra voz
Odio imaginarte estremecer a través de las líneas no escritas por mí
Te odio tanto que me imagino esperándote con una Sonrisa en los labios, la humedad entre mis piernas y el deseo en la piel… esperando sin esperanza para que ese pequeño paso que separa al odio del amor sea invisible y dejar correr ese río de pasión que nos hace navegar magistralmente moviéndonos al compás del deseo y la imaginación.
Porque el odio se hizo para quitar el dolor… Odio todo eso que dejaste vertido en mí en cada instante de pertenecernos…