Hace ya un año que me cambié de trabajo y todo es genial. Suelo olvidar por completo relaciones o vínculos creados en un trabajo anterior, por la razón que sea, dejo de hablar con quienes compartí un trabajo. Por ende, si llego a hablar con algún viejo conocido es porque este me mandó un mensaje o me marcó por teléfono.
Era un 19 de diciembre cuando estaba en la oficina y me marcó un viejo amigo de mi trabajo anterior. Después de la alegría de volver a charlar y saludarnos, me confesó que había una chica que quería hablar conmigo, que si le aceptaba la llamada. No tuve problema y me pasó a la chica.
Tímida al inicio, me confesó que nos habíamos visto en contadas ocasiones antes de que me cambiara de trabajo, y que simplemente tenía curiosidad por mi presente sentimental, estaba saliendo de una tormentosa relación y, al parecer, mi amigo le había hablado maravillas de mi como persona. La plática fue muy divertida y quedamos en vernos esa misma noche para conocernos mejor.
La cita fue a las 9 de la noche. Ella pasó en su carro por mí a mi trabajo y nos fuimos a un puesto de cervezas que tiene un amigo suyo cerca de su departamento. En el camino confirmamos que nos llevábamos genial, había muchísima química y no parábamos de reír. Me confesó, entre otras cosas, que no podía tener hijos y que hacía ya un año que no tenía relaciones. Inmediatamente me di cuenta que esa noche iba a terminar genial.
Salimos de ahí pasadas las 12 de la noche sin ningún plan previamente dicho, solamente salimos y nos subimos a su carro, como sabiendo perfectamente a donde ir. En el camino me preguntó “¿Quieres que te deje en algún lado? ¿dormirás en un hotel? ¿o quieres que te presuma mi nuevo departamento?”. Le respondí “¡Muero de ganas de conocer tu departamento!”. El camino hacia su departamento era como de 15 minutos aproximadamente, así que tuvimos algo de tiempo en su carro, y ahí fue donde me di cuenta que estaba muy caliente y estaba decidida a cogerme.
Antes de llegar al departamento, me dijo “Una disculpa si ves muy desordenado mi cuarto… Veras por ahí un par de vibradores, pero no les hagas caso… Una debe aprender a saciar sus ganas…”. En ese momento volteó hacia mí y dirigió su vista a mi entrepierna mientras se mordía el labio inferior.
“¿Te masturbas mucho?” le pregunté mientras suspiraba y la recorría con la mirada. Me tomó por sorpresa el que decidiera tocarme la entrepierna por encima del pantalón mientras me decía con una voz muy sexy “Me masturbo demasiado… Es que me gusta mucho sentirla dentro de mí, ¿sabes?”.
Lo que consiguió fue que se me pusiera super dura con siquiera escucharla decir aquello mientras me frotaba la verga, aunque fuese por encima de la ropa. En cuanto sintió la firmeza de mi miembro, me dijo “¡Ay que rica!”.
Por fin llegamos a su departamento. En la entrada vimos a un par de sus vecinos, amigos de ella, con los que tuvimos unos cuantos minutos de relajo y platica. Era claro que la calentura se controló bastante.
Entramos a su departamento y fue directamente al baño… “¡Ponte cómodo! En mi cama tengo un par de calzones que me compré en la semana, a ver cuál te gusta más”. Me dirigí a su cuarto para darme cuenta que, en efecto, tenía bastante ropa interior a la vista… Eso, junto con todo lo que me estaba imaginando, me excitó bastante. Y vaya que me atreví… Tomé un par de bragas que tenía en el suelo y apresuré a olerlas. Olían riquísimo.
Mientras me paseaba ansioso por todo el cuarto, escuché la puerta del baño abrirse. Me giré, y ahí estaba ella, la camisa que llevaba puesta estaba apenas abotonada, lo suficiente como para dejar claro que no tenía brasier. Se había quitado el pantalón y se había dejado únicamente las bragas.
Se me acercó con un caminar tan sexy que no lo podía creer… Su figura era delgada, de piernas y abdomen bastantes trabajados por el ejercicio, tenía unas nalgas exquisitas, y un par de tetas que no eran voluminosas, pero vaya que eran preciosas. Se me acercó, lo suficiente como para empezarnos a besar de una manera tan apasionada, como si no hubiésemos besado en toda una vida. Se detuvo y me dijo que me acostara en la cama…
–”¡Quiero que me veas masturbarme!”
–”¡Ay que rico!” -le decía mientras yo mismo me frotaba la entrepierna.
Comenzó a bailar de una manera muy sensual, como si el mismo baile le provocara excitación. Mientras bailaba y se tocaba las tetas y la entrepierna me dijo:
–”Sácate la verga”.
Me encontraba semi acostado sobre su cama, así que me quite los pantalones y el calzón y quede con la polla al descubierto, totalmente erecta y comencé a masturbarme mientras la veía menearse y tocarse.
–”¡¡Uy, que rica se ve!!” -se subió a la cama de rodillas y me montó sin quitarse las bragas. Comenzó a mover las caderas para masturbarse con mi verga totalmente dura rozando su vagina. Me comenzó a besar, enseguida la tomé de la cadera y comencé a dirigir aquella montada erótica que ambos estábamos disfrutando.
–”¡Estás muy mojada, que rica estas!”
–”Tu verga está muy dura, así es como me gustan”
Puso sus manos sobre mi pecho para poder levantar las nalgas y poder quitarse las bragas. Se las quitó, mientras bajaba nuevamente su cadera para que su vagina estuviese en contacto con mi verga totalmente dura. Así nos besamos por un buen rato, cachondeándonos con movimientos de cadera sin penetrarla. Yo ya ansiaba metérsela, cuando se levantó y se sentó en mi cara, dejando su vagina sobre mi boca y mi nariz apenas tocándole el clítoris. Me comí su panocha de una manera brutal, lamía, besaba y succionaba mientras podía masajearla los muslos y las nalgas. No paré hasta sentir sus fluidos recorrer mi cara y escucharla gemir de placer me volvía loco.
No lo pensó dos veces, me quito la sudadera que llevaba, recorrió con su lengua mis pezones y bajó hasta mi entrepierna para después tomar mi verga entre sus manos. Empezó a mamármela.
–”¡Me gusta que estén bien duras, y la tienes super rica!” -me decía mientras la oía mamar como desquiciada-
–”Es toda tuya, corazón, haz con ella lo que quieras” -le decía, mientras estallaba en éxtasis por la tremenda mamada que me estaba acomodando– “¡¡Que rico la mamas!!”
–”La quiero dentro de mí, una y otra vez, ¿puedes hacer eso por mí?” -me dijo con una voz tierna y ligeramente infantil-
Enseguida se puso en cuclillas, sus palmas de la mano las apoyó sobre mi pecho y comenzó a introducir mi pene en su vagina de manera muy suave y lenta. Subía y bajaba lentamente, era claro que estábamos disfrutando hasta el más mínimo detalle. Pasaron escasos minutos cuando se sentó por completo y pude tener más control en la cabalgada. Ella se conocía perfectamente y sabia como sentir más placer y comenzó a mover sus caderas de atrás hacia adelante y comenzó a gemir aún más.
La cargué por la parte posterior de los muslos y me puse de pie mientras seguía penetrándola, se sostenía de mi nuca con ambos brazos. Aproveché su ligereza para balancearla y penetrarla. “¡¡Soy tu perra, que rico coges a tu perra!!”.
La termine acostando en la cama para poder penetrarla y ver sus ricas tetas rebotar mientras lo hacía. Le volví a comer el coño antes de penetrarla, ella estaba tan mojada y tan excitada que me pidió que le pegara mientras la penetrara.
–”¡¡Pégame papi, pégame que soy tu puta!!”
–”Quieres más verga?”
–”¡¡Sii, dámela toda, quiero tu leche!!”
Antes de penetrarla, golpeaba su clítoris con mi verga totalmente dura. Su respiración me indicaba que eso le excitaba bastante, y de inmediato la penetré como un loco. Algo se apoderó de mí, no sé si la sensación de tenerla tomada por el cuello, ella jadeante y sudorosamente extasiada gemía sin control, las cachetadas que me pedía liberaba más placer en ella y en mí y comencé a penetrarla más y más rápido hasta que se vino de manera descomunal.
–”Así, así, así, ¡¡no pares… Diooos!!”
Mientras se retorcía y vivía plenamente su orgasmo, la volteé para poder penetrarla viéndole las nalgas. Tan pronto al vi de espaldas, comencé a besarle el cuello y la espalda, acompañando sus últimos espasmos de placer. Enseguida le acomode un par de nalgadas y me imploró que la penetrara.
–”Que rico culo, corazón… ¿¿Todo esto es mío??”
–”Soy tuya, este culito es tuyo… ¿Te gusta como se ve?”
Le respondí de manera práctica introduciendo de una mi verga, y supe de inmediato que esa posición era, sino una de sus favoritas, una con la que disfrutaba bastante recostada mientras era penetrada. Los dos gemíamos al unísono y de repente empezó a masturbarse con una mano, al tiempo que me decía -Dame tu leche papi, quiero tu lechita calientita–. Fue todo el cuadro que veía y lo que imploraba que me invadieron unas ganas increíbles de venirme.
–”¡Oh por Dios… Voy a venirme!”
–”Si amor, dámela, dámela, ¡¡dámela!!”
¡Fue un boom! ¡Fue una explosión de placer! ¡¡Acabamos al mismo tiempo!! Mientras eyaculaba podía sentir sus espasmos y fue el mejor orgasmo de mi vida.
Terminamos extasiados, recostados uno a lado del otro mientras nos reponíamos. Dulcemente se acercó a mí y se recostó en mi pecho. Pasamos un par de minutos cuando por fin le pude decir “Nunca imaginé que quisieras cogerme”, ella me respondió “Nunca imaginé que me dejarías…”. Nos besamos y dormimos plácidamente.
Al despertar, no solo nos besamos, sino que pude penetrarla nuevamente, ahora de cucharita… ¡¡un mañanero!!
Aquella mañana desperté tan lleno de vida que no quería dejarla, quería besarla y tocarla todo el día, pero los compromisos que teníamos no nos permitieron coincidir ese día más que la cachonda mañana. Nos despedimos muy cariñosamente antes de que me abriera su puerta, fue un beso que selló aquel encuentro lleno de lujuria. Me despedí de ella y nos prometimos repetir cada que nuestros tiempos coincidieran, o cada que su vibrador se quedara sin baterías.