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Nohemí, dejando atrás la piel
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Tiempo de lectura: 4 minutos

Nohemí seguía visitándome en la oficina, los besos y los toqueteos eran cada vez más intensos, los mensajes, las llamadas y a partir de nuestro primer encuentro la insistencia de salir de nuevo era mayor, ella trataba de buscar el espacio para salir, pero como siempre había un imprevisto, su hermana, que trabajaba cerca de ahí y curiosamente a últimas fechas ya quería regresar junto a Nohemí, algo que nos apretaba el horario y la posibilidad de escaparnos.

Aun así, tratamos de huir de su hermana y encontramos un sábado en la tarde un par de semanas después de nuestro primer encuentro, regresamos al mismo hotel y la diferencia a la vez anterior, nos empezamos a besar desde el elevador, me sobaba la verga dura y yo le apretaba las nalgas que me encantaban.

Al llegar a la habitación la aventé a la cama y bajándole el pantalón de mezclilla le hice de lado la micro tanga blanca que traía y sin darle oportunidad de algo le metí la lengua en su conchita, soltó un gemido largo y mientras la mamaba le fui bajando el pantalón, subió sus piernas pasándolas por mi cabeza apretándome a su conchita, cabe señalar que tiene unas piernas grandes, bien torneadas, me tomo de la cabeza y me pegaba más a ella, mis manos subían abriéndole la blusa y levantando el bra para jugar con sus pezones.

Levante más sus piernas para poder mamar su culo que por momentos no sabía Nohemí que hacer que de algún modo se entendía porque era la primera vez que le hacían sexo oral, subí besando su abdomen y empecé a mamar sus pezones, en ese punto los mordía y chupaba fuerte, veía su cara de dolor pero no había expresión de detenerme ante tal manjar, me puse de lado de ella y me empezó a mamar la verga, al principio solo jugaba con la lengua pero al meterla a su boca me mordía o se ahogaba algo que la sonrojaba mucho pero le comentaba que no teníamos prisa, que se tomara su tiempo, mientras yo metía mis dedos en su conchita, una vez más quiso acostarse a lo que le dije… aquí no es así… y sentándome yo en la orilla de la cama, le pedí que se volteara, y se fue sentando poco a poco sobre mi verga, le levante una pierna, puse atrás de mi cabeza su brazo y le pedí que moviera sus caderas en círculo, así podía mamarle una teta y masturbarla, con su pierna de apoyo podía sentir como temblaba, su respiración agita pero aun muda.

Me acose en la cama y le pedí hacer un 69 que también pude ver un momento de confusión al no saber cómo acomodarse sobre mi así que fue divertido la parte didáctica que vivimos, amaba ver sus enormes nalgas, su culo y concha rosa, sin vello, su piel blanca y sentir como e lamia la verga, hasta que eyacule en su boca, en ese instante pensé que posiblemente le daría asco y vomitaría o mínimo le debí haber avisado pero pude ver como su culo y conchita se contraían, metí mi lengua y sentía como me apretaba y ella no dejaba de mamarme.

Hasta que sintió mi verga flácida se paró y recostó de lado, me puse junto a ella y la abrace, le pregunte qué había pasado respecto haber eyaculado en su boca y me contó que había tenía una plática con una compañera de ella referente a sexo y quería tener esa sensación del semen salado en su boca, entre otros temas que se podía practicar sexo menstruando, entre otras cosas más, incluyendo sexo anal, que en ese momento no se sentía preparada para practicarlo y lógico las posiciones, pero según ella se sentía torpe ya que no podía visualizar como moverse ya sea yo sobre ella o ella sobre mí.

Reí mientras ella se seguía sonrojando por la situación, pero ya no se escuchaba triste ni frustrada, sonaba impetuosa por seguir probando y molesta porque su esposo no le había dado la oportunidad de satisfacerse.

Le pregunté que, si era tan “cerrado” él y más ella por no buscar su propia satisfacción, como usaba esas micro tangas, a lo que muy seria me dijo… todas (ella, su hermana la molesta y otra más) usamos tangas en casa…, a lo que reí mucho más ya que no entendía si usaba ese tipo de ropa no le interesaba satisfacerse a ella.

En fin empecé a besarla por la espalda y acariciar sus nalgas, le dije que me encantaban que porque siempre iba tan tapada, a lo que su respuesta fue el nombre del compañero que la molestaba que para esas alturas él sabía que ella y yo salíamos y menos la molestaba así que por fin podía vestirse como quisiera, me comento que su esposo como yo y como quien la viera le gustaban sus nalgas, cabe señala que sus hermanas están igual de nalgonas que ella, pero que su esposo era muy celoso y si alguien la veía lo quería golpear, a lo que pensé… si supiera donde estamos en este momento… pero que se sentía complacida conmigo.

Ella seguía hablando y yo no paraba de besarla, me puse entre sus piernas, tomándola de los talones y de un golpe hice para atrás sus piernas, llevando sus rodillas hasta sus orejas encorvando su columna abriendo grandes sus ojos y metiendo mi verga de un golpe a lo que comenté mientras le daba duro… quien te viera, ves cómo eres más flexible de lo que crees… tenía una sonrisa en su boca y yo le seguía dando. La volteaba y al tenerla en cuatro le pregunte… su tu esposo es admirador de tus nalgas, ¿Por qué nunca te puso en cuatro?… a lo cual pude ver su rostro invadido por la duda que desapareció al momento al dejarse llevar por el placer.

Nos metimos a la ducha, caía el agua caliente y yo frente a ella, la tomé por sus nalgas, levantándole una pierna y metiendo mi verga de golpe, mamando sus tetas y ella arañando mi espalda, la quise cargar, pero no me lo permitió argumentando que era muy pesada, seguimos hasta que eyaculé en su conchita, sentía como mi verga se desahogaba dentro de ella y no paraba de besarme.

Salimos de la ducha y nos tumbamos en la cama, platicamos un rato mientras yo la seguía tocando, metía mis dedos en su conchita y empecé a explorar su culo, sacaba mi dedo para chuparlo y solo cerraba los ojos de nervios, se nos había terminado el tiempo, que era hora de partir, pero ese día había sido un gran paso para ella y seria los primeros de los muchos que dimos.

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