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Micaela y sus sobrinos (III): Seducción y cocina
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Tiempo de lectura: 5 minutos

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Micaela tiene recuerdos de lo que vio, sintió y probó en la pileta. Interrumpida por la llamada de la madre de sus sobrinos, ella va a hablar con su esposo.

No presta atención a nada de lo que él le cuenta, sino que en lugar de eso recuerda e imagina situaciones que la llevan a masturbarse de manera sucia, perversa como nunca antes.

Luego de unos minutos desnuda, transpirada y agitada, decide levantarse de la alfombra que la había recibido tras el poderoso orgasmo que tuvo.

Se reincorpora tratando de pensar que todo lo que hizo fue producto de una fantasía simplemente, pero que lejos de la realidad se encuentra, como para justificarse y no sentirse perversa.

Se para frente al cajón de ropa interior y mientras elige alguna prenda se dice a sí misma que debería bañarse antes de ponerse alguna prenda íntima.

Por alguna razón piensa eso mientras tiene una diminuta tanga de encaje rojo en su mano, sus ojos brillan grandes mientras mira al espejo y al verse a sí misma a los ojos sonríe.

Deja la prenda en la cama y va en busca de una bata, y al sostenerla con sus manos ve que es muy grande, parece una sábana blanca.

Va entonces al cajón especial que tiene para su esposo, y allí saca una bata con transparencias, que es más corta que las tradicionales, solo se puede ceñir con su cinto y queda bastante suelto y abierto a la vez que se entalla en su cintura.

Es de color bordó, de raso, con puntillas de un bordó mas intenso. Decide que esa es la única prenda que usará esa noche.

Se la prueba y duda en salir así hacia el comedor, es corto, no se pueden hacer muchos movimientos por el vuelo y claramente no es una bata de dormir estándar.

Al acercarse a la puerta duda y al tomar el picaporte se queda quieta un segundo de más, transpira, se agita, tiembla y algo la empuja a salir hacia su comedor.

Allí se encuentra con la escena de sus dos sobrinos esperando en la cocina parados, ya entraron las cosas que estaban afuera y la miran como si hubieran estado allí esperando todo el tiempo que Micaela estuvo encerrada en su cuarto.

Marcos, el mayor, rompe el silencio diciendo de que ya se hizo muy tarde y que se pedirían un uber para regresar a su casa.

Agustín hace un paneo de arriba a abajo de su tía y no dice nada.

Micaela les dice que ya es tan tarde que convendría que se queden esa noche, ya que al otro día podrían aprovechar nuevamente la pileta desde temprano.

Lo dice mientras pasa desfilando entre medio de ellos y se dirige a la cocina propiamente dicha para ver qué puede preparar para comer.

Agustín le pregunta si se puede dar una ducha, a lo que Micaela asiente diciéndole que vaya tranquilo, que cuando salga tendría algo para comer.

El hermano menor entonces se va hacia el baño y Marcos se queda junto a Micaela para ayudar a preparar algo para comer.

Ella saca las verduras necesarias y la tabla para cortarlas. Al cortarlas produce un movimiento tal que la bata se abre en cada corte, dejando a la vista de costado sus tetas escondidas.

Marcos Ayuda lavando algunas verduras y no puede evitar mirar hacia el costado, puede ver como debajo de esa suave tela bordo estan esas tetas de su tía, puede ver el pezón desde el costado

Ella sabe que intenta de mirar de reojo, que inventa movimientos para poder ver algo más. Es más alto que ella y por eso puede ver desde ese ángulo la redondez de los senos de su tía.

Ella en medio de su tarea le pide a Marcos que busque una sartén que está en un cajón inferior.

Marcos obedece y corre la puerta corrediza que guarda los bártulos de la cocina, agachado busca lo que pidió Micaela teniendo las piernas de su tía muy cerca, al sacar una de las sartenes le pregunta a su tía si es la indicada, ella le indica que no lo es, que es otra que está en el fondo.

Desde esa posición Marcos pudo ver hacia arriba el recorrido de las piernas de su tía, pudo ver la redondez de las nalgas como en la pileta, seguía buscando y Micaela que sin mirar notaba la mirada de su sobrino decide darle libertad girando un poco dándole la espalda, o la cola, con la excusa de lavar un cuchillo.

Se toma el tiempo para lavarlo, ella no sabe si estará su sobrino mirando o no, pero el solo hecho de imaginarselo la hace estremecer. Escucha ruidos de ollas y sartenes y ansía que tarde un poco más en hallar la indicada.

Micaela se inclina un poco más como si necesitara lavar el cuchillo más profundo en la bacha, así su bata de raso se levanta enseñandole no solo las nalgas sino que se puede notar que entre ellas no hay ropa interior.

Está en la oscuridad, no se puede ver bien, pero claro está que no lleva nada. Micaela lava una y otra vez el mismo cuchillo hasta que Marcos le toca el hombro mostrándole la sartén.

No sabe bien si pudo ver su desnudez así que al tomar la sartén aprovecha a mirar el short aún húmedo de su sobrino, está con un bulto prominente, no sabe si es por mera juventud o porque pudo apreciar a su tía en lugares prohibidos.

Siguen cocinando y hay roces de manera disimulada entre Marcos y Micaela hasta que se escucha el grito de Agustín desde el baño, diciendo que no tenía toalla para secarse, ya que la que usaron en la pileta estaba toda mojada.

Micaela no lo piensa dos veces y deja la cocina en manos de Marcos mientras se dirige a buscar una toalla para Agustín.

Al buscarla va al baño contoneándose como si alguien la estuviera observando. Al llegar al baño cuando está por tocar la puerta, Agustín la abre sin saber que su tía estaba allí.

El juvenil musculoso y dorado cuerpo de su sobrino se le aparece a Micaela que lo observa de arriba a abajo de forma delicada.

Le alcanza la toalla y antes que logre tomarla la suelta para que caiga al suelo.

Así Agustín desnudo se agacha a buscar la toalla y en ese recorrido también puede ver el largo de las piernas de su tía hasta el punto donde se unen, y allí en esa oscuridad prohibida de la unión de sus piernas parece divisar que no hay ropa interior, que hay una silueta de labios maduros que se traslucen por la posición.

Micaela da media vuelta y desfila para que su sobrino más joven pueda apreciar esas nalgas desnudas.

En el camino se encuentra con Marcos que dice que él se daría una ducha también para aprovechar antes de que esté lista la cena.

Cuando Marcos le pide una toalla, ella dice que se la alcanzará después, porque Agustín estaría en el cuarto de ella cambiandose

Pasan unos minutos y Agustín sale del cuarto ya limpio, con una remera y un pantalón seco. Micaela recuerda la toalla para Marcos y va en busca de ella.

En el cuarto encuentra la toalla que usó Agustín y encima de ella su short, ese que ella tocó por dentro.

Allí se detiene a observar con detalle la parte que calzaba su miembro y sus bolas, ve esa tela de toalla que absorbe la humedad de sus partes nobles.

Pasa su dedo índice nuevamente por esa zona del short de Agustín como esperando encontrar algún resto de lo que había probado al borde de la pileta. No puede distinguir si es agua o sus fluidos masculinos por lo que se lleva la prenda a su nariz para olerlo, y entre el cloro parece distinguir ese olor amoníaco masculino provocando que sus pezones se pongan en punta.

Deja la prenda y se va hacia el baño para dar la toalla a Marcos, allí iba a dejarlo en el piso pero decide hacer algo más peligroso.

Abre la puerta del baño con suavidad y allí se encuentra con la mampara transparente empañada mostrando igualmente la figura de Marcos.

Esta enjabonándose y ella lo puede ver clarito, puede ver su cuerpo desnudo aún a pesar de los vapores y el vidrio empañado.

Se detiene Marcos a enjabonarse su miembro que parece estar creciente.

Micaela puede ver la silueta de un pedazo de carne bastante grande, mucho más que la de su esposo, este es más ancho, grande y se bambolea amenazante.

Sus bolas grandes también se mueven como cencerros y más cuando Marcos con su mano comienza a lavarse con detenimiento y subiendo y bajando por su tronco.

Micaela observa y ve como su sobrino hace lo que todo joven que está caliente hace. Ella quisiera verlo de frente, en forma nítida, pero es lo que le permite ver de incógnito y sabe que eso la está erotizando.

Su sobrino se chasquea con fuerza su poderoso mástil y mientras se apoya en la mampara se siente un bramido y la poderosa eyaculación de un joven brioso lleno de esperma.

Micaela ve como chorros salen y se deslizan por la mampara.

Deja la toalla dentro y cierra la puerta esta vez con fuerza, para que su sobrino sepa que ella ha estado presente en ese momento de éxtasis.

Micaela vuelve a la cocina y Agustín espera para servir la comida a la orden de ella.

Se escucha la puerta del baño abrirse, es Marcos con su toalla ceñida a la cintura que va raudamente al cuarto para cambiarse.

Tras unos minutos se sientan a la mesa los sobrinos y Micaela va en busca de un vino para beber juntos.

Ella misma lo descorcha en frente de sus sobrinos que ya están sentados y les sirve a cada uno sin preguntarles si quieren, ellos en ese gesto ven los senos desnudos de su tía por el movimiento de la sexy bata de raso bordó.

Ella sigue caminando alrededor de la mesa como una chica de cartel de un ring de box y una vez sentados comienzan a comer.

Micaela entonces comienza la cena con un:

"Coman, pero no se llenen, porque después hay postre".

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