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Mi tía se mudó a casa
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Tiempo de lectura: 5 minutos

Estaba por reiniciar la universidad, en las vacaciones de verano previas, para entonces vivía con mi padre, así que fuimos a pasar unos días al rancho de un tío a las afueras de la ciudad, rumbo a Puebla; la familia del tío era numerosa y los veíamos con bastante frecuencia; algunos pasaban o vernos o nosotros visitábamos el rancho, en una de esas visitas una de sus prima le pidió a mi padre vivir con nosotros, ya que entraba a trabajar a una empresa cerca de la casa, le dijo si cuando quiera puede mudarse.

La tía Gloria llegó un domingo a mediodía, salimos para ayudarla con sus cosas y se instaló en la tercera recámara; durante las semanas siguientes se iba a trabajar temprano, igual nosotros; yo llega a la casa antes, ella alrededor de las 5 y mi padre por la noche, así meses transcurrían, con el paso de las semanas platicábamos más, como era mayor la había trato muy poco; ella es una hermosa mujer, cuerpo bien contorneado, caderas bien firmes, busto buen tamaño cintura marcada, una figura excitante, bonita cara, cabello castaño obscuro, ojos cafés y labios algo carnosos, que se antojaban; tenía alrededor de 28 años.

En esos días acostumbramos a cenar los tres, pláticas entretenidas, con el tiempo aumento la confianza, me empezó a ver como un hermano menor, llegaba me tomaba del brazo, a veces ponía su cara en mi hombro, cuando estudiaba o trabajaba en mi restirador, -¿cómo vas?-, -¿está pesada la uni?- ¿y tú noviecita? -bien tía-; a veces llegaba de la uni con mi novia, estudiábamos o hacíamos trabajos, otras veces veíamos una película, claro con buenos y ricos manoseos; a veces mi tía nos veía solía decirme -cuídate, que te comen-, -claro tía- y nos reíamos.

Trabajaba de lunes a sábado mediodía, llegando el sábado se cambiaba y se iba al rancho, cuando regresaba siempre me decía, te manda saludos y besos Mica, su hermana menor, y siempre se ría, de seguro le había contado algún detalle.

Un sábado se quedó y vi que estaba arreglando la recamara, el viernes había llegado con varias cajas de zapatos y bolsas, así que el clóset tenía toda su atención, -ven a ayudarme por favor-, estaba tratando poner una caja en la repisa superior, me puse atrás de ella para empujar la caja el clsey era estrecho y quede pegado a su espalda así que empuje la caja y quedó en su lugar, pero la sensación que tuve fue increíble al recargarme en ella, que tenía puesto su camisón de flojera, pude sentir sus bien marcadas nalgas, claro que el roce al ponerme de puntas y empujar hacía arriba su cuerpo, para colocar la caja, me dejó maravillado -gracias- me dijo, te ayudo con algo más, -si- terminé por subir otras cajas y cuando podía volteaba a ver esas deliciosas nalgas, quede bien prendido a ellas, cuando acabamos de arreglar el closet, nos sentamos en la cama recargados a la pared, -quieres agua-, -si, gracias-, trajo dos vasos y ahí estuvimos un buen rato platicando, con sus piernas estiradas, podía observar sus muslos torneados, pantorrillas y sus delicados pies; recargaba su cabeza en mi hombro, la quitaba, la volvía poner, le pase el brazo y quedamos un rato así, se le subía el camisón un poco y sus muslos aparecían maravillosos; me daban unas ganas enormes de besarla, de tocarla, pero no me atrevía a dar ese paso, finalmente dijo -me voy a bañar- y se paró; así que me fui a mi cuarto, la vi salir envuelta en su toalla blanca como otras tantas veces, pero ese día era la mujer más sensual que había visto.

Después de trabajar unos meses en la empresa, se hizo de un novio él la venía a dejar todos los días; unas semanas después ya entraba a la casa, platicaban y luego se iba; a veces iban a su cuarto y seguían platicando sin cerrar la puerto, pero seguramente se entretenían rico; un día que llegué de la escuela, su cuarto cerrado, pero al pasar escuche voces y tal vez gemidos, me acosté en mi cama, más tarde los vi salir, ella al verme, se asomó -llegaste temprano-, -hace un rato-, salió a dejar a su novio y luego entró a mi cuarto, -¿y por qué tan temprano?-, -no llegó un profesor- le dije, -ok- respondió, -oye un favor, -no le comentes a tú papá lo de mi novio-, -ok- respondí.

Unos días después me sorprendió al llegar, con mi novia en la sala, estábamos consintiéndonos, le sobaba su conchita y ella me tenía bien agarrado, al oír que entraba rápidamente nos acomodamos y cuando nos vio, se dio cuenta que estabamos muy calientes, olía a sexo, -hola- nos saludo y se fue al cuarto; más tarde fui dejarla a su casa, al regresar mi tía estaba en la cocina, con su camisón puesto, -hola, que estás preparando, huele rico, ¿te ayudo?-, se volteo -cuídate, ya te he dicho- -si, tía- -¿lo hiciste?-, -no tía-, -seguro-, -si, sólo nos tocábamos-, -mira, cómo estás-, mirando mi pantalón -bueno tía, está muy buena-, -le traigo muchas ganas, con lo caliente que estaba aún, no podía dejar de mirarla, sus senos, sus muslos, -¡ya!, no me veas, no soy tu novia!

Se fue a su cuarto, más tarde, toque su puerta y entré; estaba en su cama, -si- me dijo, -perdón tía, no te molestes- me disculpe, -siéntate- me puse junto a ella bastante tiempo, nos veíamos, platicabamos, cruzábamos miradas, entonces sucedió, me acerque más y nos dimos un beso, recibí ansioso sus labios, esos deliciosos labios, su boca exquisita, su lengua buscó la mía, fueron momentos eternos, no parábamos de besarnos, le tomaba su cabello, no quería que dejará de besarme, que reaccionará; su miel en mi boca, me sabía tan rica; nos acariciabamos, tocaba su pecho, sus manos exploraban, tocaban, poco a poco llegaron más abajo y empezó a tocarme por encima del pantalón, ya lo tenía bien parado, sus manos, sobaban mi pene, buscó el cierre y lo bajo.

Cuando sentí su mano entrando, me retorcí de placer, ella, mi deliciosa tía agarrándome, hizo que la erección aumentará; mientras esto sucedía, empecé a tocar fuerte sus senos, los apretaba, acariciaba, me puse un poco de lado, busque su vientre, estaba mojada, -si-, se jalo el camisón y por primera vez, vi esa hermosa tanga azul, mojada con sus líquidos, me acerque, lo besé, lamí, chupe sin parar, sentía sus labios, su clítoris hinchado, deseando ser disfrutado; en tanto su mano me tenía bien agarrado, me masturbaba, jalaba y apretaba duro mi pene, sus dedos envolvían la cabeza, la acariciaban deliciosamente; jale su tanga, levantó su cuerpo, la baje por sus muslos, acariciándolos, besando cada uno de ellos, levante la mirada y se veía tan hermosa, tan sensual, tan ardiente, tan dispuesta; flexionó sus piernas, las abrió un poco, me invitaba a tenerla, a ser suyo, así que hundí mi cara entre sus piernas hasta perderme, comiendo, saboreando su vientre, sus vagina, sus labios, su clítoris, que en este momento eran todos míos; seguí lamiendo, no podía parar, hasta que ella, levantó mi cara con sus manos, se recostó y puso su cara, su boca frente a mi pene, lo tomó y estuve lo más cercano al paraíso, de lo que se puede estar, ella lo hacía tan delicioso, gemí y gemí de gozo, un placer interminable me daba con su deliciosa boca, con su lengua, sus labios se aferraban a disfrutar de mi miembro, -hay tía- repetía una y otra vez, -aguántate, no te vayas a venir- dijo, sólo pude gemir muy fuerte.

Se levantó, abrí un cajón y tomó un condón, lo abrió y me ayudó a ponérmelo, -siéntate- me recargué en la pared, se arrodillo entre mis piernas y el cielo me cubrió, se sentó muy despacio, tomó mi pene, para colocarlo en la entrada de su deliciosa vagina, entró un poco, un poco más y se dejó caer toda, nos miramos, mientras sentía como me apretaba, empezó a moverse lentamente circularmente, subía, bajaba, despacio, rápido, me daba un placer infinito, tomaba sus senos, los apretaba, los sobaba, ponía sus manos con las mías evitando que las quitará, se tocaba el clitoris lo hacía fuertemente, tomó mi mano la puso ahí, -hazlo, no pares- se movía más y más, a veces lento o rápido; me veía y seguía, sus movimientos me tenían perdido de placer, gemia a cada momento, la besaba, lamia sus senos, la abrazaba para sentir su cuerpo, ese delicioso y maravilloso cuerpo, que me hacia gozar como nunca lo habia sentido.

No sé cuánto tiempo me tuvo dentro de ella, cuánto tiempo estuve dentro de ella, varios minutos, pero los suficientes -tía, tía, huuuum- -vamos- me susurro sensualmente, mientras mordía y lamía mi oreja, solté todo, todo dentro de ella, la abrace, deseaba fundirme con ella, siguió moviéndose y unos instantes después gemía fuerte conmigo; se recargó, un momento, se levantó, me quitó el condón, acarició mi miembro, ve a tu cuarto rápido, -tía- -ya veremos otro día-, -anda, que no tarda tú papá.

Se metió al baño, tomé mi ropa y me fui a mi cuarto; la vi pasar con su toalla blanca cuando salió.

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