Siempre está el mito del novio liándose con su cuñada, del yerno con su suegra. Son mitos que no se pasaban por mi mente, lo veía como algo alejado y fruto de la imaginación de relatos y películas.
Con mi novia me va de maravilla, nunca hemos tenido grandes problemas, y sexualmente nos va bastante bien. Como ya he dicho esos mitos, yo los veía lejanos, ya que no tenía cuñadas y mi suegra, muy familiar, y enamorada de su marido, tampoco era una mujer de portada de revista, tiene 44 años, 1,60, morena, es guapetona, y delgada, entra dentro de lo que yo llamo normalidad. Pero lo que no es normal, es lo que me ocurrió en la playa.
Estábamos en nuestra casita en la playa, toda la familia reunida como de costumbre. Todos se iban a la playa antes de comer a darse un chapuzón, yo me había levantado un poco enfermo y decidí no ir, me pegaría una ducha para quitarme el calor y haría la comida.
Cuando salieron todos, fui a meterme en la ducha; Fina, mi suegra, se le había olvidado las gafas y subió a cogerlas. Yo no la había escuchado entrar y salí del cuarto de baño, pues como mi madre me trajo al mundo, he de decir, que la naturaleza fue generosa conmigo y me donó un pene espectacular, un gran trozo de carne que era el postre habitual de mi novia.
Pues bien cuando salí, mi suegra estaba allí frente a mí, los dos nos sorprendimos. Yo, porque no me esperaba a nadie en la casa, y ella… ella no me estaba mirando a los ojos, era más abajo:
—perdona… venía a por las gafas. —Me dijo sin quitarle los ojos a mi verga.
Salió corriendo de la casa, en su cara había visto algo más que sorpresa, podría haber sido placer, no sé, esa era mi intuición. A mi, no sé porque, el momento me pareció excitante, me metí en el cuarto de baño, y me hice un pajote de los que pasarán a la historia.
Sin más dilación me dediqué hacer la comida. Cuando llegaron todos de la playa, yo ya casi me había olvidado del incidente con mi suegra, pero ella creo que no. Durante la comida y el resto de la tarde estaba como ausente, me miraba con una cara distinta, estaba como avergonzada al hablarme, ella había visto desnudo a su yerno, pero no era para ponerse así.
Así pasó todo el día hasta que llegó la noche, después de la cena, mi suegro insistió en que fuéramos a dar una vuelta y a comernos unos helados. Mi novia, su padre y sus hermanos con sus respectivas parejas accedieron, yo estaba todavía un poco enfermo y decidí quedarme viendo la tele, pero lo sorprendente es que Fina, mi suegra, también decidió quedarse, le había sentado mal la comida y no tenía muchas ganas de moverse. Yo eso no me lo creí, sabía que tenía algo que ver con lo de esta mañana, pero no sabía hasta donde podía llegar.
Nada más irse, hablé con Fina:
—Oye, perdona por lo de esta mañana, es que no sabía que hubiera nadie.
—No, perdona tú, no pude evitar sorprenderme, no pude reaccionar. —me contestó ella.
—Bueno olvidado queda ya.
—No, no puedo olvidarlo, tengo una extraña sensación, no puedo quitármelo de la cabeza. —Dijo ella.
—El que no puedes olvidar Fina?
—Tu cuerpo, y… polla, no he podido evitarlo y me has excitado un montón, vas a tener que arreglarlo.
No me podía creer lo que mi suegra me estaba diciendo que quería echar un polvo conmigo. No me lo esperaba, pero a mi me entró un subidón, que accedí a lo que ella quisiera.
—Vamos, enseñármela otra vez. —Dicho y hecho, me puse de pie y me bajé los pantalones, mi polla, todavía en reposo pero grande, se presentó a menos de diez centímetros de sus ojos.— Que barbaridad, mi hija tiene que disfrutar un montón.
—Basta de cuentos, y comienza la faena.
Esto, en vez de coaccionarla, le encantó y se puso manos a la obra. Cogió mi polla con sus manos y empezó a pajearme, que excitación más grande, no tarde ni dos minutos y ya estaba corriéndome en su cara, ella trató de llevárselo todo a la boca, mi succionó todo la polla hasta quedar sequita.
Jamás me imaginé que mi suegra fuera capaza de hacerme eso, ni siquiera que supiera hacerlo, pero vaya si sabía. La noche no había hecho más que empezar, después de esa gran mamada. Fina se quedó sentada en el sofá y yo me puse de rodillas en el suelo, le quite las braguitas y la abrí de piernas:
—Lo que me vas hacer ahora no me lo han hecho nunca.
Me dijo mi suegra, sabiendo que lo que se le venía encima era una comilona de coño espectacular. No fui dulce ni suave, fui directamente a su coñito, que por cierto olía muy bien y estaba muy bien cuidado, se notaba que se cortaba pelo del monte.
No sabía si le había hecho daño pero sus gritos eran espectaculares:
—aaah… siii ¡joder qué bueno!
Mi ritmo de lengüetazos iba en aumento a medida que escuchaba esos gemidos, era un orgasmo detrás de otro, no quise cansarla demasiado porque mi verga volvía a estar firme y había que emplearse a fondo.
En la misma postura, coloqué sus piernas sobre mis hombros y apunté con la polla hacia su raja sonrosada:
—despacio, que es muy grande y mi coño no está acostumbrada a eso… aaaahhh, joder, que polla, siii, métemela hasta el fondo, aaah.
No le hice caso y de una tacada, se la metí toda entera, el bombeo fue desde el principio rápido y con brusquedad, eso era lo que le gustaba a las mujeres, y ella no iba a ser menos.
—Ahora, fóllame a cuatro patas, que hace mucho tiempo que no lo hago así.
Sus deseos eran órdenes, la coloqué y empecé otra vez con el bombeo de mi verga, en ese momento me entró el deseo de abrirle el culo, se notaba que era virgen por ahí, pero quise hacerlo con cuidado. Mientras ella disfrutaba de mi polla, yo comencé acariciarle el ano y al meterle el dedo, ella se daba cuenta pero creo que le estaba dando más placer.
—Ahora vas a disfrutar de otra cosa nueva.
—No, por el culo no, por favor. —Hice caso omiso a sus súplicas, y apunté mi glande hacia su ano, ahora si había que ser más suave, se la fui metiendo sin prisa pero sin pausa, ella gritó de dolor pero no fue un alarido fuerte, ni brusco. Aguantó el tirón, cuando ya toda dentro, comenzó la fiesta de mi polla— dios, que rico, nunca creía que me fuera a gustar, aaaahhh, que burro eres, como has podido meterme todo eso por mi ano, que me gusta cabronazo, fóllame, hasta reventar.
Eso que me dijo, me excitó una barbaridad y produjo que me corriera por segunda vez, esta vez en el culo de mi suegra.
Aun no podía creérmelo, la espectacular follada que había tenido con mi suegra. Estaba ya acostado, junto a mi novia, eran las cinco de la mañana, hora perfecta para ir al baño y hacerme una paja recordando lo sucedido.