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Tiempo de lectura: 2 minutos

Uno de mis sitios favoritos es estar entre tus piernas. Y no como piensas, no follándote. Me encanta estar entre tus piernas con mi lengua.

La lengua es increíblemente sensible, mucho más que mi polla tiesa. Cuando me dejas entre tus piernas y la punta de mi lengua toca tus suaves labios vaginales, no hay nada mejor.

Aún no estás mojada, lo que significa que hay trabajo para mí, mmmh, delicioso.

La punta de mi lengua abre cuidadosamente tu coño y se abre camino hasta tu clítoris.

Una vez que llego a esta bola mágica, empiezo a lamerte con toda la anchura de mi lengua, quiero que todo ahí abajo se moje.

Luego me ocuparé de tu clítoris. Mis labios se apoderan de ella. Cierro los labios y empiezo a chupar, noto que tu clítoris está cada vez más grande y caliente. Empiezas a gemir. Mientras tengo tu clítoris completamente en la boca, lo trabajo al mismo tiempo con la lengua. Empujas mi cabeza entre tus piernas y me encanta.

Ahora puedo recoger los frutos de mi trabajo. Con el masaje de la boca y de la lengua te has puesto muy húmeda y quiero probar tu dulce jugo. Vuelvo a lamerte el coño con la lengua de arriba abajo, un poco de tu dulce culo también, y saboreó el gusto de tus fluidos.

Ahora empiezo a masajear el coño desde dentro mientras sigo chupándole el clítoris

Con mis dedos, noto cómo tus músculos vaginales se contraen cada vez más, todo entre tus piernas está húmedo.

Un temblor recorre tu cuerpo. Tu clítoris es grande y rojo, casi tan grande como la punta de un dedo, y no puedo dejar de acariciarlo.

Gimes cada vez más fuerte y, mientras mi dedo sigue estimulándose por dentro, me doy cuenta de que estás a punto de explotar.

Segundos después, te corres y todos tus fluidos corporales, el sudor, los jugos de tu coño, corren hacia mi boca, que lo absorbe y traga todo con avidez.

Tu cuerpo sigue retorciéndose mientras sacas mi cabeza de entre tus piernas. Es una pena, porque podría quedarme aquí para siempre y seguir lamiendo…

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