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Mi primo postizo
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Tiempo de lectura: 7 minutos

¡Holis bolis mis amores! aunque creen que los olvido, yo aquí sigo escribiendo mis vivencias, soy Alexa de ya 28 añitos, 100% mexicana. Ya soy Master en Contabilidad en Playa del Carmen. Soy una hermosa morenita clara, cabello largo negro, tengo unos senos medianos tirando a grandes pero bien duritos, apetecibles en su lugar, medio acinturada ya le estoy tirando a gordibuena, y lo que más me gusta y me chulean son las nalgas y las piernas que ahora que subí un par de kilos me siento y veo más sabrosa. Hoy por hoy me siento muy atractiva y mis 1.75 m de altura más unos lindos tacones pues de verdad sobresalgo a donde me paro, practico Voleibol, medio marcadita y soy coquetona.

Esto que les voy a contar paso apenas este año quizás en octubre o principios de noviembre, es mi primo postizo. Nos conocimos cuando éramos niños, yo tenía 6, ellos 9 y 10 años. En mi familia soy hija única y en su familia son 2 hermanos, así que nos convertimos en el complemento perfecto una familia de otra, y yo tuve 2 celosos guaruras.

Al cumplir 13 o 14 años comenzamos a sentir curiosidad por el sexo, nos contábamos nuestras inquietudes y platicábamos sobre lo bien que debía sentirse, sin embargo, jamás insinuamos nada entre nosotros. Jamás me besé con alguno de ellos y mucho menos tocarnos.

A los 22 años Alex comenzó a trabajar en turismo, estuvo en la Riviera Maya, en La Riviera Nayarit, en Los Cabos. Yo a los 18 decidí mudarme a Playa del Carmen entonces nos dejamos de ver por 9 años. Y cuando ambos regresábamos a la Ciudad prácticamente nunca coincidimos, pero nunca de los nunca perdimos el contacto, al menos Alex y yo.

Y caray la magia de Playa del Carmen une al mundo y coincidimos aquí, suena mi celular:

Alexa, mi cielo, te extraño a montones, te acabo de ver en la 5ta aquí en Playa, ¿estarás ocupada para tu viejo amigo?

Alex, mi amor ¡qué sorpresa! Entonces estas aquí en Playa ahora mismo, estoy mil ocupada, pero cancelo ahora mismo todo, muero por verte corazón, nos vemos en un par de horas en La Bella Italia a las 6 pm.

Ahí te veo, bonita.

Sentí esa especie de nervios que no había sentido nunca con él. Salí de la oficina y corrí a casa, me bañe rapidísimo y me depile completamente como siempre solo detalle un poco, me arregle un poquito más de lo normal. Me puse una tanga blanca y pequeña como me gustan, un vestidito rosa coquetón strapless que recuerdo que de niña tenía uno y a él le gustaba mucho. Unos zapatitos bajitos porque con tacones rebasaba su estatura. Tenía casi 10 años sin verlo y realmente sentía una ansiedad extremadamente difícil de describir.

Al llegar al restaurante, lo vi sentado en las mesas de la entrada, una bermuda caqui, una camisita rayada entreabierta coquetona, su cabello impecable y su perfume… ese embriagador perfume que sólo a él le quedaba de maravilla. Me recibió poniéndose de pie y dándome un largo y apretado abrazo, sentí como mis senos se presionaban fuerte sobre su pecho durísimo, yo encantada de embarrarme a él. Sus brazos me rodearon por la cintura y me levantó en el aire, me dio un tierno beso en la mejilla y me regreso al suelo lentamente, disfruté cada segundo. Tocó mi nariz con su anular y me dijo:

– Alexa, mírate. Estás hermosa, preciosa y estas buenísima.

– ¡Cálmate! No he cambiado nada. No sabes cuánto te extraño- yo toda sonrojada.

– Y yo a ti, amiguita, como no tienes idea. Siéntate, ya te pedí una cerveza, según yo es tu favorita.

– Dudo que en algún momento no sepas qué es lo que me gusta, cuando te cuento todo de todo.

– Amorshito, aún hay mil cosas que no sé cómo te gustan- Dijo guiñándome un ojo de una forma encantadoramente seductora. Me moje tantito en ese instante.

Platicamos por horas, sobre sus viajes, sus aventuras, sus relaciones, sus logros, las mías, mi trabajo, mis novios, mis aventuras, mi Master, mi familia, la suya. No sé cuánto bebimos, pero de pronto estábamos sentados muy cerquita el uno del otro.

– Me causa muchísima curiosidad imaginarte cogiendo, Alexa. Vaya que eres una mujer muy sensual y jamás creí verte como te estoy viendo hoy.

– Eres un mujeriego, Alex. No creo saber hacer algo más que no te hayan hecho, quizás un par de cosas, no creo tener nada extraordinario.

– Eso dices tú, linda. Realmente quisiera comprobarlo- Dijo mientras me daba un ligero beso en el hombro el cual me derritió completamente.

Mi cuerpo se estremeció en un segundo. Sentí como esa descarga eléctrica por todo mi cuerpo poniéndome la piel chinita, donde me beso en el hombro, mi espalda desnuda y culminó en mi entrepierna, me moje en ese instante. Algo me dijo que las cosas estaban saliéndose de control, así que tomé torpemente mis cosas, le di un beso entre boca y mejilla, me despedí y me fui como pinche loquita.

Me subí a mi coche con la respiración descontrolada, al sentarme pude sentir que ya estaba empapada y a pesar de que intenté calmarme no podía olvidar su boca sobre mi hombro, su manera de acercarse, el roce de su rodilla con la mía y su olor, ese olor que me estaba taladrando mi ser.

Al llegar al departamento tenía en mi celular un mensaje suyo: “Alexa, tienes un rico y delicioso andar, no sé porqué te fuiste así. Una disculpa si te hice sentir incómoda. De verdad no puedo dejar de pensar en ti. Si quieres que hablemos sobre esto dime donde vives y voy a tu casa, dime que si por favor”.

Volví a excitarme sólo con ver ese mensaje. Por mi mente pasaban mil historias que nos habíamos contado y que nos reíamos como cómplices y que alargábamos si nos interesaba lo que pasaba, nuestra infancia juntos, nuestra adolescencia, todo lo que sé sobre él y sus aventuras, todo lo que él sabe de mí y mis mil aventuras, su mamá cepillando mi cabello, las vacaciones en familia, las travesuras a su hermano, la forma en que a escondidas idolatraba a Alex… Toda nuestra vida que podría irse al carajo por una calentura, por una cogida monumental. Respondí su mensaje: “Eres una enorme y sexy tentación, pero no quiero tirar a la mierda nuestra amistad. Te adoro, no sabes lo que me hiciste sentir. Descansa”

No tardé ni un minuto en obtener su respuesta: “Nada se tirara ¿Recuerdas cuando me decías que era mejor pedir perdón que permiso y quedarse con las ganas?”.

Alex sabía perfectamente cómo retarme, cómo hacerme pensar. Usó mis palabras en mi contra y en ese momento, lo decidí.

“Esta es mi ubicación, depto. F5, ya avisé en caseta que vienes”.

Me quité mi vestido, me puse bóxer de seda y un topcito, y sobre eso una batita coqueta rosa, apague todas las luces y solo deje una luz de noche en mi salita y recamara, lo escuche estacionarse. Sentí los peores nervios de mi vida, esos que se confunden con frío, me temblaba absolutamente todo el cuerpo, pero me paré frente a la puerta y la abrí.

Al abrir la puerta ahí estaba él subiendo el último escalón, sólo pude decir:

Alex, llegaste… -Lo besé profunda y apasionadamente sin dejarlo terminar, estuvimos así tal vez un par de minutos.

No quiero hablar, cabrón, quiero hacer lo que siempre nos contamos.

Perdimos mi bata en un momento, encontró mi pequeña pero sexy sorpresa y esa hermosa sonrisa de lado que terminó por derretirme, me admiró unos instantes, me tomó por la cintura y besó el cuello, mis tetas, mis hombros… El calor de su cuerpo desapareció el frío que sentí antes de su llegada. Estábamos embarrados uno al otro. Su animal era imposible de ignorar, la sentía contra mí, la tallaba sobre mi pubis. Mi top fue fácil presa de su deseo, se detuvo a observar mis senos, me dijo que eran perfectos y comenzó a besarlos con toda la lujuria que un ser humano podría guardar, primero uno y luego el otro, los besaba, los mordía, los apretujaba, yo me retorcía de placer, su saliva caliente humedecía no sólo mis pezones, sino mi vagina y mi cuerpo entero. Mi respiración estaba cada vez más agitada y ya no podía ahogar los gemidos que sus caricias me provocaban.

Me levantó de la cintura con mucha facilidad y me subió a la barra de mi cocina, separó mis piernas y mi bóxer no fue impedimento para hundir su rostro entre mis piernas, pasando su lengua caliente y desesperada por mis ingles y finalmente lamiendo lenta y pausadamente mi vagina, movimientos cortos y luego más largos. Sus manos pasaban por todo mi cuerpo, mientras su nariz acariciaba mi pubis recién depilado y su boca hacía maravillas succionando mi clítoris y lamiéndolo como el más delicioso de los manjares

– Alexa, estas deliciosa, estas riquísima. No sabes cuántas veces te soñé, imaginé tu cuerpo, tu olor, tu sabor… Eres mucho mejor de lo que esperaba.

Sus palabras me excitaron aún más, su respiración entre cortada, las palabras que apenas podía pronunciar y saber que me había soñado y deseado antes me volvieron loca, mi espalda se arqueó y sentí el primer orgasmo de esa noche, en su boca, en su lengua caliente que devoraba la humedad de mi vagina. Me bajé de la barra de la forma que pude, me temblaban las piernas, pero lo besé con fuerza, el sabor de mi vagina permanecía aún en sus labios y lo bebí, lo bebí completo combinado con la dulzura de su saliva. Lo llevé hasta el sillón y lo senté, me hinqué frente a él y bajé de una su bermuda y bóxer, su erección surgió enorme frente a mi cara, firme y caliente, sentí magia. No podía aguantarme las ganas de sentirlo en mi boca. Me hice en el cabello una cola y me incliné un poco y pasé mi lengua desde la base pasando por sus testículos hasta la punta de su verga, hice círculos alrededor de la cabeza, seguí pasando mi lengua desde la base hasta la punta, mojándolo todo para meterlo en mi boca. Lo veía disfrutar cada mamada y lo vi dejar caer su cabeza sobre el respaldo del sillón y escuché sus gemidos que me pusieron mas cachonda.

– Alexa, para, detente por favor no quiero terminar aún, por favor levántate.

Sonreí ligeramente, me puse sobre él. Hice a un lado mi bóxer y acomodé su pito con una erección descomunal en el centro de mi vagina, yo estaba empapada y no me fue muy difícil meterlo, dejé caer el peso de mi cuerpo en él… Sentí llenar ese espacio entre mis piernas y se me escapó un gemido que por más que quise ahogar no pude. Empecé a cabalgar a placer sobre su animal, era yo quien se lo estaba cogiendo, era yo quien dominaba a mi mejor amigo. Sus ojos me recorrían de arriba a abajo, era obvio que nadie creería que estuviera ahí sobre él, cogiéndomelo como jamás imaginamos. Lo besé, le mordí los labios, invadí su boca con mi lengua y le consumí la energía a sentones. Con movimientos suaves y giratorios, de pronto rápidos y violentos.

Me embarré a su cuerpo y tuve un segundo orgasmo. Le arañé la espalda mientras sentía su pecho estremecerse, se acercó a mi oído y me dijo que terminaría dentro de mí, asentí con la cabeza y era el momento de estar sobre mí, yo seguí moviéndome mi cadera debajo de él mientras él empezaba a embestir con más fuerza, sentí como su erección era más fuerte, más erguida y me bombeaba sin detenerse hasta sentir cómo se venía dentro de mí, sentí cada chorro de semen alojarse en lo más profundo de mi vagina, ese líquido caliente y delicioso que me invadía, le pedí que no se quitara mientras lo besaba, le daba piquitos y perdía su erección. Se quedó sobre mí unos minutos mientras nuestra respiración se regulaba. Le seguí dando piquitos tiernos en la boca mientras podía pronunciar alguna palabra.

– Mi Alexa, no tienes idea de las ganas que tenía de sentirte así. Todas las veces que me la jale pensando en ti, desde que platicábamos nuestras inquietudes.

Después de mi ex profe y de mi bby de aquí, no había cogido tan rico e intenso en mucho tiempo, platicamos un rato en mi salita y una cosa nos llevó a otra y de ahí a mi cama, probo nuestros jugos ja me hizo un oral delicioso, termino en mi las siguientes 4 ocasiones. No hubo dudas que era solo pasajero, que sabíamos que teníamos que disfrutar el momento y sonreí como no lo había hecho en mucho tiempo. De pronto ya era de día, nos bañamos juntos, me vistió con la tanga más pequeña que encontró, una blusa de tirante sin bra y un overol de short de mezclilla con tenis. Desayunamos juntos y me llevo al trabajo despidiéndose en la entrada con un beso largo como marcando territorio justo cuando muchos iban llegando a la oficina. Ahí me dejó con mil dudas y con mil respuestas en mi cabeza, una sonrisa enorme en los labios, una vagina nueva y completamente mojada, cuerpo satisfecho. Nos vimos por la tarde, pero esa ya es otra historia.

Espero sus comentarios para mejorar mis relatos de mis vivencias.

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