El señor K se había sorprendido mucho al ver los vídeos de mi novia en el apartamento de la playa. Ciertamente era él quien lo había preparado todo para que ella estuviera allí con sus mejores socios y con un poco de suerte aceptara satisfacer alguno de ellos, quizá incluso a los cuatro, pero nunca hubiera imaginado lo que mostraban las imágenes. El jefe de mi novia no podía dejar de ver una y otra vez los videos y, aunque le molestara aceptarlo, le excitaban mucho. La esposa del señor K se sorprendía al ver como su marido había recuperado su apetito sexual y cada noche le hacía el amor. Estuvo planteándose despedir a Lena del estudio de arquitectura porque, aunque había demostrado ser una gran arquitecta, no veía bien tener a una mujer tan descocada y caliente como empleada. Pero en realidad era él quien la había empujado a comportarse así. Además, los socios le habían hablado maravillas de ella y aun viendo lo poco recatada y muy fresca que era, explicaban al señor K que en realidad se trataba de una chica educada y elegante, aparte de guapa y cariñosa. Ciertamente el señor K, aunque les costara reconocerlo, no quería dejar de tener a mi novia cerca. Aparte de alegrarle la vista y gustarle y excitarle como nunca nadie antes, ella era una arquitecta brillante y además le estaba sirviendo muy bien para sus fines menos confesables, como son los de contentar a sus socios o facilitarle buenos negocios. Así que decidió seguir con Lena en el estudio. Y no sé arrepintió.
Mi novia volvió de la playa muy feliz y contenta. Me dijo que le fueron muy bien esos días de desconexión. Aunque estuvo amable y cariñosa conmigo, no quiso tener relaciones sexuales en una semana o más. Me extrañó porque pensaba que después de días sin estar conmigo, se moriría de ganas, como me pasaba a mí, pero claro, respeté sus negativas. Ella estuvo saciada de sexo durante días, aparte de escocida y sensible. No dejaba de preocuparle que yo me enterara o que los socios del señor K le contaran lo que pasó en el apartamento, pero se fue tranquilizando al ver que él no parecía saber nada de eso y que ellos cumplían su palabra. Lena ignoraba la existencia de los videos y que su jefe los miraba una y otra vez. Mi novia, algo avergonzada y arrepentida, y quizá para compensar, se mostró muy educada, discreta y elegante en el estudio, en parte queriendo olvidar lo que hizo esos días, aunque sólo recordarlo, la excitaba. Cuando se cruzaba con el señor K, se ruborizaba sin poderlo evitar. Pero ella pensaba que él nunca sabría lo que había ocurrido esos días en la playa y eso la tranquilizaba.
El señor K, aunque había estado con muchas de sus empleadas y con otras mujeres de lo más guapas, se daba cuenta de que con ninguna había disfrutado tanto como con mi novia. Él quería a su esposa, pero eso nunca le había impedido tener relaciones con otras chicas. Saber que mi novia había protagonizado esas escenas tan fuertes en su apartamento de la playa por un lado le daba algo de reparo, pero sobre todo le calentaba y no dejaba de pensar en ello. Casi era una obsesión. Quería estar con ella y ser también él el protagonista de lo que veía en las imágenes una y otra vez. Pero no podía plantearle de montar una fiesta sexual porque ella nunca reconocería que le gustaba estar con varios hombres y no podía saber que él lo sabía todo. Por otro lado, ella estaba algo distante y fría con él, muy educada y recatada. Lena, aun reconociendo que se lo había pasado muy bien con tantos machos, se avergonzaba de haber actuado peor que una cualquiera y sabía que si el señor K se enterara, dejaría de respetarla como arquitecta y como mujer decente. Además de que nunca volvería a querer estar con ella, con alguien así. Pero en eso se equivocaba. Precisamente anhelaba estar con ella por saberla tan capaz y deseosa de dar y de obtener tanto placer y de ser una extraordinaria bomba sexual.
– Hola, Lena! Hace días que no hablamos. Desde que llegaste de tus pequeñas vacaciones en la playa. Es que acaso no estuviste bien allí?
– Sí, sí, quiero decir… no, no, sí, sí, ya sabe que se lo agradecí, sí, me gustaron esos días de descanso, sí, señor K. Gracias! – muy ruborizada.
– Ya, ya, pero no sé, te veo distinta, como más distante.
– Yo… bueno, me centro en mi trabajo.
– Sí, sí, y esto está bien. La verdad es que reconozco que eres muy buena arquitecta. Todos en el estudio hablan maravillas de ti. Eres de las mejores. Precisamente de esto quería hablarte. Habrá un congreso de arquitectura en Bilbao y estoy pensando con qué arquitectos voy a ir. Tú creo que serías una buena opción. Aparte de una gran profesional, eres joven y guapa. Das muy buena imagen al estudio.
– Ah, señor K, usted me halaga. Pero, bueno, supongo que usted irá con sus socios, verdad? – se ruboriza más al pensar en ellos.
– Bueno, no sé. Estoy pensando que la prioridad sería ir contigo. Si tú prefirieras ir también con ellos, bien. Y si no, tú y yo solos. Quizá te gustaría ir con todos nosotros, verdad?
Mi novia se humedeció al imaginarse otra vez con los cuatro socios del señor K y esta vez además con él. Pero enseguida pensó que nunca estaría con ellos delante de su jefe, que pensaría que es una cerda y nunca más la valoraría ni como arquitecta ni como mujer respetable. Mejor que fueran ellos dos solos y quizá así tendría oportunidad de que, por fin, se fijara más en ella y le llegara a enamorar y a quererla.
– Bueno, no sé, señor K, como usted desee, quizá mejor ir usted y yo solos, no?
– Seguro que no te gustaría conocer mejor a mis socios? Son muy amables y simpáticos. Y seguro que tú les encantarías!
– Ay, no sé, como a usted le parezca mejor. – le arden las mejillas- Usted sabe que… bueno, ya sabe que yo… que usted…
– Ya, sí, bueno, pero será un viaje profesional, eh? Yo estoy casado y…
– Y yo tengo novio!
– Sí, sí, por eso. Sé que eres una chica educada y fina.
– La verdad es que sí. Gracias, señor K. Mejor usted y yo solos, si le parece bien. Sí, mejor! -y nota que siente un cosquilleo y humedece las braguitas
Durante el viaje en avión a Bilbao, el señor K y Lena se muestran amables y educados. Al llegar al hotel, Lena se lleva una pequeña decepción al ver que tienen reservadas dos habitaciones, una para cada uno. La verdad es que se había hecho ilusiones y había pensado que el viaje era en realidad una excusa que se había montado su jefe para estar unos días con ella. Pero no era el caso. Después de ducharse, mi novia se vistió muy elegante, aunque muy sexy, y se dirigió al comedor para la cena con el señor K. Llevaba una falda azul claro muy corta con unas medias negras muy finas que llegaban a medio muslo donde terminaban con una bonita liga de encaje. Vestía una blusa blanca semitransparente y una chaquetita corta del mismo color que la faldita. Y zapatos con un buen tacón. Y debajo, unas minúsculas braguitas blancas y un sostén de encaje que aún realzaba más su bonito pecho.
En realidad, no se quería dar por vencida y trataría de asombrar al señor K con su belleza y que él no pudiera resistirse a querer pasar la noche con ella. Sólo de pensarlo, notaba que ya empapaba las bragas. Pero la cena discurrió sin que el jefe de mi novia pareciera fijarse en lo guapa que estaba. Hablaron de temas profesionales. Aunque el Señor K se mostró agradable con ella, no dejó de parecerle muy frío, más que en el viaje en avión. Decidió desabrochar otro botón de su blusita, para mostrar mejor su escote, pero él no pareció bajar la vista para mirar su pecho en ningún momento. Le vino a la cabeza lo que ella hizo esos días en la playa y temió que el jefe supiera lo que había pasado en el apartamento y pensara que era una puerca y que por eso ya no la miraba con ningún deseo. No sabía que precisamente saber lo que ella había hecho allí es lo que obsesionaba y excitaba al señor K. Se despidieron enseguida después de la cena, sin ni un beso en la mejilla, y el señor K se alejó a su habitación, a la otra ala de la planta.
– Buenas noches, que descanses bien! – dijo fríamente el señor K. – Mañana tenemos que madrugar.
– Sí, cierto. –apenada- Buenas noches, señor K!
Sin ni siquiera un beso en la mejilla, mi novia entra triste y decepcionada en la habitación y se tumba en la cama. Sus ilusiones se ven frustradas. Quizá debería haber pedido al señor K si quería estar con ella, o al menos habérsele insinuado. Pero eso sólo habría servido para que él pensara que era una chica fácil y ella había decidido que ya nunca más se permitiría mostrarse así ante él. Quería que la respetara. Aun sin desvestirse, duda de si masturbarse y a ver si así le pasa un poco el disgusto. Se tumba en la cama, se sube la falda hasta la cintura y aprovechando que las medias le llegan sólo a la mitad del muslo, se quita las braguitas, ya transparentes de tan mojadas, y empieza a introducirse un par de dedos en la vagina mientras se acaricia el clítoris. Enseguida se excita y empapa sus dedos de flujo mientras susurra “señor k, señor k”. En eso que llaman a la puerta:
– Señorita Sala?
– Sí, sí, un momento! – Lena se levanta de la cama de un salto, estira al máximo la faldita hacia abajo y abre la puerta – Sí?
– Señorita Sala – un empleado del hotel alto y guapo – me han pedido que le de esta nota.
– Ah, vale, gracias! Adiós!
– Adiós, señorita. – abre los ojos como platos ante el escote y los muslos de mi novia.
– Oh! Es del señor K! “Señorita Lena, te invito a una pequeña fiesta íntima que organizo en mi suite, para usted. Espero que le agrade esta sorpresa que le he preparado. Por favor, si lo desea, venga enseguida!”. Oh, bestial! Que callado se lo tenía!
Lena sale de su habitación sin pensárselo dos veces y casi corre por el largo pasillo. Ni se da cuenta que dejó sus braguitas encima de la cama. Se cruza con una pareja algo mayor y el hombre se gira a mirarle el culo que casi ve en su totalidad apenas cubierto por la breve falda. Llega a la suite Emperatriz, la habitación de su jefe, y llama a la puerta.
– Entra, entra, Lena. Que bien que viniste! – la abraza y la besa en la boca. Le mete la lengua hasta el fondo. Ella le corresponde y durante unos segundos juegan con sus lenguas. Ella se excita sobremanera y entonces recuerda que no lleva bragas. También nota la erección bajo el pantalón del señor K. Éste le agarra las nalgas y se las masajea.
– Señor K, qué cariñoso!
– Ya echaba en falta tu culo, Lena!
– Oh, señor K! No sea usted…
– Veo que no llevas bragas! Vaya cerdita estás hecha!
– No, no, ha sido sólo que…
– No quieres perder tiempo, verdad?
– No… es que…, yo… me tumbé en la cama y… oh, señor K! – él le mete un dedo en la vagina.
– Estás mojada como lo guarrita que eres!
– No, señor K, es que usted me gusta! Y yo… oh, ah! – él no para de mover su dedo dentro de ella y además ya le mete un dedo en el ano muy caliente – Ay!
– Te gusta, eh? A ver, toma, huele y lame mis dedos! Así, bien limpios de tu culo y tu chocho. Quítate la chaquetita. Que blusa más bonita!
– Gracias, señor K! Me la puse para usted!
– Me gusta, muy fina! Lástima que no quedará nada de ella dentro de un rato.
– Señor K!
– Eso te excita, verdad?
– Bueno, algo sí, sí. Oh! –él le mete ahora dos dedos en el sexo y otro en el culo mientras con la otra mano le acaricia los pechos.
– Señor K! Hmmm! Oh!
– Estás muy mojada, marranita!
– No diga usted eso!
– Es en plan cariñoso, mujer! Ya sé que eres educada y elegante. – sin parar de penetrarle vagina y ano con sus dedos juguetones empapados.
– Sí, soy una buena chica. Es solo que usted… hmmm!
– Espera un momento. A ver. Mira, brindemos con champán.
– Oh, señor K, qué detalle! Chin, chin, je, je, je! -cubriéndose como puede estirando la falda.
– Chin chin, guapa! Y ahora, mira, deja que te vende los ojos.
– Oh, señor K, para qué?
– Bueno, verás cómo te gusta!
– Me da morbo! Que pillín que es usted!
– Ya, ya! Sé que te van estos jueguecitos! Mira, siéntate en la cama. Así. Ves algo?
– No, señor K! nada de nada!
– Vale, perfecto. A ver, súbete un poco la falda, sí, sí, así, muy bien, por encima de las ligas. Qué sexy estás así, sabiendo que no llevas braguitas.
– Es que me las dejé en la habitación, así, con las prisas!
– No, no, si está muy bien. A ver, desabróchate un par de botones más de la blusita. No creas que no me di cuenta de que en la cena te soltaste algún botón para exhibirte.
– No, señor K! De verdad que… bueno, quizá sí, pero sólo para usted!
– Ya, ya. Oh, qué escote! Estás para comerte! – le besa el pecho aún con el sostén.
– Hmmm, gracias señor K! Que cariñoso es usted! -nota que se le endurecen los pezones.
– Es que estás muy buena, Lena! Que bien hueles!
– Bueno, es que antes de la cena me puse un perfume que…
– Hueles a hembra en celo!
– Señor K!
– A ver, espera un momento! Date la vuelta un momento. Arremángate la falda! Oh, qué culo! A ver, así, inclínate un poco más! Me encanta! Verás… espera…
– Señor K! Oh! Ay! Qué…? Uy!
– Es el tapón anal rosa que ya conoces, para preparar tu agujerito, que sabes que tu culo caliente y abierto enamora!
– Ay, señor K, despacio, oh! Ay! No entra, ay!
– Espera, que te lubrico bien el culo con tus propios jugos! – le unta bien el ano con su flujo, que no cesa de fluir. – Sé que te entrará fácil, abre, abre más tu culo para mí!
– Ay, sí, señor K, hmmm! Para usted! Eso me excita mucho! Oh! Ay! Hmmm!
– Ya está, lo tienes todo dentro! Que bonito se ve tu culo con el brillante!
– Oh, suena mi móvil! Será mi novio! Ahora!
– Contesta, contesta a tu novio, je, je, je! Pero sigue así, en pompa!
– Uy, bueno, pero… hola, Juan! Sí, sí! Bien! A punto de meterme en la cama. Hmmm! No, es que… nada, no, es … uy! – el jefe no cesa de mover un par de dedos en la vagina de Lena – oh! No, no soy yo… es la tele… hmmm… bueno, Juan, que… mañana hablamos… tengo mucho sueño… ay… oh… sí, ya hace rato… cada uno en su habitación, claro… Qué te has pensado?
– Va, cuelga, Lena!
– Un besito, Juan! Sí, yo también! No, yo más! Hmmm.
– Te gusta, eh, Lena? Tengo cuatro dedos en tu sexo caliente!
– Hmmm, sí, gracias, señor K! Ay! Oh! Y eso? Hmmm! Es…? – mi novia nota como algo duro y húmedo le toca los labios y los empuja. Enseguida ella los entreabre y empieza a lamer y a chupar a ciegas. – Oh, qué rica! Y mojada! Oh, cuanto liquido en la punta, hmm! Sr. K! Ay, que me excito mucho!
– Te gusta, Lena? – pregunta mientras le aparta el sostén, le agarra los pechos por encima de la blusita y los masajea.
– Sí, señor K! Oh!
– Recuerdas mi sabor? Te gusta?
– Sí, sí! Es muy sabroso! Es que usted me gusta mucho, Señor K!
– A ver, seguro que recuerdas el sabor de mi polla, Lena?
– Hmmm, hmmm… sí, claro. Lo rico que está su pene, señor K. Lo deseaba! Me encanta! Hmmm! – sin dejar de besarlo y sorberlo y mordisquearlo suavemente.
– A ver, Lena, deja que te quite la venda de los ojos.
– Sí, como usted quiera. Oh! Pero… Félix! Tú? Aquí!
– Hola, guarrita! Chupa, chupa! – le empuja la cabeza. – Qué bien la mamas, mamona!
– Señor K! Qué vergüenza! – exclama Lena aunque no se la entienda al tener la boca llena del miembro de Félix.
– Tranquila, Lena. Come, cómete la polla de mi socio, ya que dices que la encuentras tan sabrosa! Ja, ja, ja!
– Yo, no! Señor K, pensaba que era la suya! Yo… – intenta apartar la cara del pene de Félix sin conseguirlo, porque el socio del Señor K le empuja la cabeza.
– No pasa nada, Lena! Mira, aquí están todos mis cuatro socios.
– Oh! Ramiro! Jonás! Sandro!
– Hemos preparado un “todos contra una”. A que te gusta! – dice Sandro.
– No, señor K! Oh! Yo soy una señorita! No! Yo nunca haría eso! – aparta por fin la cara del pene de Félix, con los labios rezumando y la barbilla empapada, se levanta de la cama y se baja la faldita que casi tenía en la cintura. Se arregla el sostén como puede.
– A ver, no te hagas la modosita delante de mí! Lo sé todo! – dice el señor K mientras le vuelve a arremangar la falda y muestra a todos su pubis y sexo completamente rasurado y le introduce los cinco dedos de la mano en la vagina. – Qué bien que entra! Estás muy abierta, para nosotros!
– No… Oh, ah, me engañasteis, se lo contasteis al señor K! – muy excitada. – Ay, pare, por dios! Me mentisteis!
– No, no es eso, Lena. Ellos no faltaron a su palabra. Es solo que lo he estado viendo todo en un video. El apartamento estaba repleto de cámaras y lo he mirado una y otra vez, con todo detalle. Has demostrado ser una putita aunque reconozco que eso me excita! – dice el señor K mientras sigue masturbando a mi novia con casi toda la mano en su sexo.
– Oh, ay, qué vergüenza, señor K! No, yo no quería, ay, yo ya les dije que no!
– A ver, Lena! Pero si follaste con todo el pueblo! – le contesta Sandro.
– Ay, no, no! Es que… ay, por favor! Oh! – aunque avergonzada no puede dejar de excitarse y empapar la mano de su jefe.
– Va, ponte en cuclillas, así! – le empuja la cabeza hacia abajo- Venga, socios, vayamos pasando y que ella nos la chupe como una buena mamona que es!
– No, no, yo no… no soy lo que usted cree! – solloza, se levanta y se da la vuelta y corre hacia la puerta enseñando el brillante en su culo a todos.
– Lena! No, mujer, no te vayas! Por favor! – suplica Jonás.
– Usted me engañó, Señor K! Y ustedes, también! Oh, qué disgusto! – se va apresurada, llorando por el pasillo.
– Vaya, se terminó la fiesta! – dice Félix!
– Quizá deberíamos haber sido más amables con ella. – contesta el señor K.
– Sí, es que la chica es educada y no le ha gustado como la habéis tratado! – se queja Jonás.
– Ella es muy caliente pero, claro, eso no quiere decir que… – explica Sandro.
– Creo que está enamorada de ti! Y se ha sentido engañada, pobre.
– Quizá sí, no sé. Desde siempre que me ha estado buscando, la verdad. – responde el señor K.
– Y eso que tiene novio!
– Sí, vaya un cornudo, ja, ja, ja!
– Ella es mucha hembra para un solo hombre!
– Creo que alguno deberíamos seguirla y pedirle disculpas – propone Jonás, el más joven de los cuatro.
En el pasillo, Lena se encuentra con el empleado del hotel que se sorprende al verla llorando y casi enseñando todo el pecho. Se da cuenta de que tiene las medias algo manchadas.
– Buenas noches, señorita!
– Buenas noches! – sollozando.
Ander, que ese es el nombre del chico, decide no meterse en asuntos que no le incumben, pero se gira para ver por detrás a mi novia y, al mirarle el culo, se da cuenta de que parece que no lleva bragas. Eso le sorprende tanto que entonces no puede evitar dirigirse a ella. Quizá es su ocasión para estar con una chica tan distinguida y todo un pivonazo.
– Perdone, señorita. Tiene algún problema?
– No, no… bueno… es que…
– Usted está llorando. Algo le pasa. Puedo ayudarla?
– No, no, gracias, me voy a mi habitación. – sollozando.
– Creo que usted ha tenido algún problema, quizá alguien la maltrató?
– No, no es eso, aunque… no sé… mi jefe… yo… ellos…
– A ver, mire, señorita, venga, mire, venga aquí, le preparo un té y se relaja. Y me cuenta qué sucedió. Quizá debería avisar al encargado del hotel. – aunque él piensa que esto es lo último que haría ya que quiere estar con ella a solas. La acompaña a una sala que tienen los empleados en esa misma planta.
– Eres muy amable, gracias…
– Ander. Y usted como se llama, señorita? – no puede evitar mirarle el escote. Y los muslos cuando ella se sienta en el sofá muy confortable.
– Lena, Lena Sala.
– Oh, un nombre muy bonito!
– Gracias… Ander. – aun sollozando mientras él sólo piensa en la manera de descubrir si realmente ella va sin bragas.
– Le preparo el té? Sí?
– No, no, es que el té, no… no me gusta…
– A ver, espere, mire qué tenemos aquí los del hotel. – y saca una botella de vodka de la nevera.
– Oh, yo… es que casi no bebo…
– Mire, le pongo un poco así mezclado con este refresco de naranja fresquito… verá cómo le va bien y se calma. – él nota que la chica huele de maravilla y eso le enamora, una mezcla de perfume y olor intenso de mujer.
– Bueno, un poquito, gracias!
– Beba, beba! Si no le importa, yo también tomaré un poco de vodka.
– Sí, sí, claro. Hmmm, está rica esta combinación de naranja con el licor.
– Verdad? Riquísima! – él piensa que es ella quien está riquísima.
– Sí, muy sabroso!
– Tome, tome un poco más. – le sirve más vodka y aprovecha para mirarle el escote y olerla a fondo. Ella no puede evitar darse cuenta del enorme bulto que el joven tiene en la bragueta y se abrocha un par de botones de la blusa.
– Perdona, no me daba cuenta de cómo iba, con el disgusto…
– Se entiende, Lena, no tiene por qué avergonzarse, es usted muy atractiva – mirándole el pecho descaradamente, le pone una mano en la espalda y la otra en el muslo. Ella la aparta educadamente.
– Bueno, tú debes de tener mucho trabajo. Y yo… debo ir a mi habitación.
– En realidad, ya terminé mi turno. Precisamente la encontré cuando me dirigía a cambiarme de ropa.
– Ah, pues vete a casa, que estarás muy cansado.
– Lo más importante es que usted esté bien. – se sorprende al ver que la chica está mojando el sofá con su flujo, lo que prueba que no lleva bragas y la hace irresistiblemente deseable. – No tengo prisa, no. Primero debe sentirse bien. Yo la cuido hasta que haga falta.
– Bueno, ya estoy un poco mejor. Esta naranjada hace milagros, je, je, je. – se levanta y la falda le sube hasta casi mostrar su vulva y ella la estira para abajo avergonzada. – me voy, ya estoy mejor.
– De acuerdo, señorita, pero deje que le de un abrazo, verá que es reparador!
– Bueno, sí, claro, eres muy amable! Venga! – no deja de gustarle la idea de abrazar a un chico tan atento y tan guapo. Él siente el pecho de mi novia y le encanta. Ella nota el bulto del chico pegado a su cuerpo. Sin pensárselo, Ander baja sus manos hasta las nalgas de Lena, pero ella se aparta y se da la vuelta para marcharse. Él se sorprende al ver el brillante en el culo de mi novia. – Adiós, Ander!
– Adiós, señorita!
Mi novia, a medio pasillo, se detiene y duda de si volver con Ander. Ha sido muy amable con ella y la verdad es que es muy guapo. Y ella está muy excitada. Mira hacia la habitación de su jefe. No se ve a nadie en el pasillo. Piensa que no debe ser tonta y perder una ocasión como esta de estar con un chico tan guapo y atento. Ir a la habitación a masturbarse es una tontería cuando puede estar con Ander. No puede dejar de pensar en el bulto que mostraba bajo el pantalón. Y que notó rotundo en el abrazo. Si va a esa sala con Ander ni su jefe ni nadie lo sabrá. Y le servirá para olvidarse un poco del disgusto. Pero qué pensara el muchacho si vuelve y se presenta así, sin bragas y con el plug en el culo?
– Primero iré a la habitación a ponerme las braguitas. Y me quitaré el tapón. No quiero que Ander piense que… Oh, pero me ha dicho que terminó el turno y que ya se podía ir. No, no, voy enseguida, que no quiero perder la oportunidad. Le daré el pecho, se la chuparé y él que me masturbe con sus dedos y ya está, solo eso.
Llama a la puerta y el joven le dice que entre.
– Oh! – Ander está completamente desnudo. – Perdón, yo…
– No, tranquila, me estaba cambiando para irme. Que quería, Lena? – sin esconder su verga empinada.
– Yo, bueno, pensé que… – él se da cuenta que ella, con sus ojazos, no puede evitar mirarle el miembro bien parado – Has sido muy amable, Ander. Y yo…
– Ven, ven, guapa. Sé lo que quiere! – se acerca a ella, la abraza y la besa. Ella se desabrocha la blusita y clava los pezones en el cuerpo del joven. Él le agarra las nalgas, las acaricia, las abre y empieza a jugar con el plug. Se besan apasionadamente.
– Tiene usted un brillante muy bonito en su culo, muy elegante!
– Oh, lo viste!
– Con esta faldita tan corta! Y sin bragas!
– Qué vergüenza!
Ella suspira y empieza a gemir. Lena, deseosa de comer el pene del muchacho, se pone de rodillas sobre la moqueta y agarra las nalgas del joven para acercarlo a su cara y empieza a lamerle los testículos hasta que se mete la punta de la tranca en la boca y empieza a chuparla, a lamerla y a besarla.
– Que bien la mama usted, señorita Lena!
– Es que está muy sabrosa! Hmmm! Casi no me cabe toda dentro, que gruesa y larga!
– Es que me excita mucho, Lena! – y empuja más dentro de la boca de mi novia hasta que se atraganta. – Ay, oh, espera, espera… que no puedo aguantar! Me voy a…
– No, no, aún no. – se levanta y abraza al muchacho, le besa en la boca y él siente el sabor de su propio líquido mezclado con la sabrosa saliva de ella. – Quiero que me hagas el amor, Ander. Estoy muy triste. Y cachonda!
– Ven, así, date la vuelta. Antes vi que no usas bragas. Oh! Qué culo! Y ese brillante!
– El tapón no es mío, no, es solo que… – de rodillas dando la espalda al joven, en pompa, con la falda en la cintura y con el sexo, el culo y los muslos empapados de sus jugos.
– No debes avergonzarte. Te queda de fábula. Estás divina! Irresistible! A ver… Oh! – le arranca de golpe el tapón y se asombra al ver el agujero enorme, muy húmedo y abierto para él. – Qué culo, oh! Te voy a dar por culo! Te voy a dar por culo!
– Sí, sí, Ander! Métemela toda! Ah! Oh! Dame por culo! Ah! – le resbala el flujo por los muslos.
Él, aprovechando el ano tan abierto de mi novia, se la mete de golpe con toda la fuerza y también un par de dedos en la vagina empapada y ella empieza y una sinfonía de ayes y uyes hasta que explota en un multiorgasmo que inunda la mano del joven que se la acerca a su boca y sorbe toda la ambrosía de mi novia y vuelve a meterle todos los dedos en su sexo y con la otra mano le masajea el clítoris y ella grita de placer y eso excita tanto al joven que no puede evitar eyacular abundantemente en sus entrañas de manera que su semen no cabe dentro y resbala por su vulva y muslos mientras ella sigue contando orgasmos.
– Ander, qué callado te lo tenías!
– Jacob, mira qué pibón me estoy follando! – presume ante su compañero de trabajo, bastante mayor, que acaba de entrar en la sala mientras sigue bombeando a mi novia en pompa, con casi toda una mano en su vagina y agarrándole los pechos con la otra.
– Oh, ay, qué vergüenza! – dice mi novia. – Por favor, váyase, señor! Ay! Hum! Y cierre la puerta!
– No, no, terminé mi turno y… pero por mí podéis seguir, ja, ja, ja!
– Ander, no, no, delante de él, no! Para, para de… ay! – los dedos del joven en el sexo de mi novia y el pene aún empalmado en el ano la enloquecen y cierra los ojos – Ay, para… ay! hmmm, me corro, me corro, no, no pares, no, por favor! Ah! No la saques todavía, no!
Al cabo de unos diez minutos y de varios escandalosos orgasmos de Lena:
– Yo ya estoy, ya… me ha dejado seco, señorita! – saca su pene ya algo flácido.
– Oh, qué culo! – se asombra Jacob al ver el enorme agujero de mi novia rezumando el semen de su compañero.
– Ya estás, Ander? Oh! Pero… yo… – titubea Lena – todavía… es que… yo. Ya la sacas?
– Sí, me he vaciado completamente en tu culo caliente!
– Le ha usted ordeñado bien, señorita!
– Es que yo, bueno, ya… pero… aún… – exclama algo triste mi novia, tomando semen de su culo y llevándose a la boca y tocándose el clítoris, todavía a cuatro patas y con la faldita en la cintura.
– Mire, guapa, si quiere yo… – dice Jacob desabrochando la bragueta del pantalón del uniforme y sacándose una tranca bien parada.
– Oh! Pero, Jonás, está totalmente empalmado! – casi grita mi novia.
– Es que está usted tan buena!
– Oh! Ay, no sé… me da vergüenza! Qué vais a pensar de mí si…! No, no!
– Tranquila! – dice Ander. – Jacob es un buen compañero.
– Sí, ya se ve. Y tiene… y está… – sin poder dejar de mirar el pene del empleado mayor y abriendo las nalgas para enseñarle su culo deseoso – Es que yo… bueno… todavía estoy algo triste!
– Él puede consolarla, verdad, Jacob?
– Sí, mire cómo estoy! – agarra el pene con su mano y lo enseña a mi novia.
– La verdad es que me muero de ganas, Jacob! – sin poder apartar la vista del miembro parado, ella mueve su cuerpo para poner su culo enfrente de él – Quizá le da reparo que lo tenga lleno de la leche de su compañero! Espere, espere, que lo limpio!
– No, no, me muero de ganas de darla porculo, señorita!
– Sí, sí, pues por favor! Métamela toda! Ay, sí, hmmm! Fólleme el culo! Oh, qué bestia! Ay! Sí, sí, así! Ay!
Jacob le agarra los pechos, se los masajea como si la ordeñara mientras la encula con fuerza y ella empieza de nuevo a gemir y suspirar.
– Qué tetas tiene, niña! Es usted una bomba! – sin dejar de bombear a mi novia.
– Mira qué llevaba Lena en el culo! – le enseña el plug.
– Hostia, que bonito! Y que grande! Y le cabe todo dentro!?
– Qué vergüenza! No es mío, yo solo… ay, no pare, no!
– Sí, lo hace para tenerlo a punto, el agujero muy acogedor! – se lo acerca a la boca de Lena y la invita a comerlo, cosa que ella hace al momento mientras él juega con él ahora dentro y ahora fuera hasta que decide que para darle más placer todavía la va masturbar con él y la penetra suavemente y ella hace para que le quepa todo dentro. – Mira, Jacob, todo el tapón en su coño!
– Qué animal, niña! Hmmm! Qué caliente, me quema la polla en su culo!
– Ay, métamela toda, señor, más adentro, más, por favor!
– La tengo entera en su ano, señorita!
– Ven, Ander, please, fóllame la boca, sí, oh, qué rica, así, sí, ya empieza a crecer! Así, oh, todos mis agujeros llenos!
– Pero qué caliente es usted, niña! – sin parar de encularla con fuerza y masajearle los pechos. – Qué tetas! Nunca había tocado unas así!
– Ander, tengo ganas de tener otra vez tu polla en mi culo, venga, que ya la tienes bien empinada! – grita la chica, aunque casi no se la entiende por tener la boca llena del pene del joven.
– No, no, espere, espere, señorita, que yo aún no… – se queja Jacob.
– Córrase, córrase, inúndeme con su leche sabrosa! – aumenta su propio placer y el del hombre mayor con el movimiento del cuerpo y contrayendo y relajando los esfínteres rítmicamente.
– Espere, quiero seguir dándole por culo, señorita, que está muy rico! – y aumenta sus embestidas y le masajea los pechos con fuerza.
– Ven, Ander, junta tu polla al de Jacob, quiero las dos pollas en mi culo!
– Pero, niña, eso es imposible!
– Lena, no creo que…
– Ven, ven, mira, mira como abro el culo para ti, acerca tu polla… así, sí, oh, ya, ya… ah, ay!
– Ya tengo la punta dentro!
– Aprieta más! Con fuerza!
– No cabe más! Aunque me muero de ganas de metértela toda!
– Espera, me saco el tapón del coño! Oh! – lanza un chorro de flujo.
– Ahora sí, oh, toda dentro, toda! – grita satisfecho Ander.
– Dos pollas en mi culo! Ah, ah! – se corre como una loca y lanza cantidades de squirt mientras los dos hombres no paran de bombear con fuerza.
– Lena! Pero qué puta estás hecha! Te has ido de mi habitación haciéndote la señora ofendida y ahora… Pero si tienes las dos pollas en el ano! Serás guarra!
– Señor K! Qué hace usted aquí? Parad, parad, por favor, Ander, Jacob, parad!
– No, de ninguna manera, niña! Le estaremos dando porculo hasta que se lo inundemos de lefa! – avisa Jacob.
– Ay, qué vergüenza! No es lo que parece! Pero… ah, hmm, bestias, ah, oh! Cómo sabía usted, señor K, que yo… que estaba aquí? Parad, parad, animales, ay… no, no… no paréis, más, más! Señor K, oh, qué… cómo? Oh! Me corro, me corrooo!
– Jonás te siguió para pedirte disculpas, para consolarte, pero ya veo que… que no hacía falta! Él nos dijo que entraste a esta sala con un empleado del hotel.
– Señor K, es que estaba muy triste, hecha polvo, ay, hmmm!
– Venid, socios, venid, mirad qué bien se lo pasa nuestra arquitecta preferida! – dice el señor K.
– Pero, será cochina!? – dice Félix al ver Lena que está siendo enculada por dos empleados del hotel.
– Ay, calla, Félix! No paréis, más, más! – grita mi novia y gime y lanza más y más chorros de squirt por toda la sala!
– Esta niña es una fuente! Qué bestia! Ay, no puedo más, la polla me arde! – exclama Jacob con placer y saca su pene del ano de mi novia y le rocía las nalgas, la faldita y la blusa con abundante semen.
– Jo me correré en tu culo, Lena!
– Sí, sí, por favor, inúndame otra vez con tu lefa!
– Ay, ah, ya… ya… ah!
– Oh, tu leche arde, Ander!
Al cabo de unos minutos, el joven ya saca su miembro del ano de mi novia, que muestra abierto, enrojecido y rebosante de semen.
– Bueno, Lena! Ahora es mi turno! – dice el señor K, muy excitado ante la escena.
– No, no… yo me voy a mi habitación! – contesta mi novia- Ya está. Yo no…
– De ninguna manera! Sé que te mueres de ganas de que te folle!
– No, Señor K. Ya sabe que yo… no… – aunque sabe que su jefe tiene razón. – Yo, he tenido un mal momento… estaba muy triste, ustedes… allí… en la suite…
– A ver, Lena, yo te voy a consolar, seré muy cariñoso contigo, de verdad.
– Señor K… usted sabe que yo… que usted… mire, si acaso, me voy a limpiar, que mire como estoy, y, si quiere, después, usted y yo podemos tomar algo, solos.
– No hace falta que te laves, de verdad! – dice el jefe de mi novia, que ya está de pie, con los muslos, las medias, la faldita y la blusa empapadas de jugos diversos.
– Pero mire cómo estoy! Voy hecha una… estoy sucia.
– A mi no me importa, de verdad! En realidad, me gustas así, muy marrana!
– Oh, señor K… no sé… – se muere de ganas de estar con él – bueno, pero que no haya nadie más aquí, si acaso, usted y yo solos.
– Pero Lena! – se queja Félix – No sabes cómo estoy, a punto de reventar!
– Lena, hija, todos sabemos que a ti te gusta… bueno, hacerlo con todos!- dice Ramiro.
– No, yo… no… ay, no sé.
– Seremos muy cariñosos contigo.
– Sí, te trataremos como una señorita que eres, educada y elegante.
– Una señorita!? Pero… no veis cómo está? Empapada con la leche de estos dos empleados que la han dado por culo! – dice Félix. – Si le resbala el semen por los muslos.
– Yo, dos veces! – se enorgullece Ander.
– Ay, qué vergüenza!
– Félix, no seas mal educado con la señorita! – le riñe Ramiro.
– Señor K, o usted y yo solos o con ninguno!
– Pues… no puedo hacer este feo a mis socios, Lena. Vamos a dejarlo pues. -guiña un ojo a sus socios.
– Pero yo… usted… yo… me gustaría… es que mire cómo estoy, señor K! – se da la vuelta, se arremanga la falda y enseña el culo y el sexo empapados a su jefe.
Félix no resiste la tentación y se arrodilla tras ella, le agarra las nalgas y le empieza a lamer el sexo y el culo.
– Félix, no, tú no! Me puse así para el señor K!
– Que sabroso que está tu coño, putita!
– Para, para! Ay! – él le mete un dedo en el coño y le masajea el clítoris. – Hmmm, ay, oh! No… bueno, vale, dejo que me beses y lames, hmmm, qué excitante! Ay, mmm, no pares, no, Félix! Oh! Ay! Así ante todos! Oh! Hmmm! Señor K!
– Qué guarra que eres! Me estás llenando la cara con tus jugos! Pero qué ricos! Puerca!
El señor K se saca el pene del pantalón y lo acerca a la cara de mi novia que, deseosa, sin dudarlo se lo traga de golpe y empieza a lamer, a mordisquear y a chupar. El señor Ramiro, muy excitado, decide juntar su miembro al del jefe y también penetra la boca de la chica.
– Qué bien la chupas, qué lengua, hmmm, qué labios!
– A ver, Félix, aparta, que quiero dar porculo a la chica! – exclama Sandro.
– Por qué tu? Ahora estoy yo!– se queja Félix.
– A ver – dice el señor K sin parar de follar la boca de la chica– ya visteis que a Lena le caben dos pollas en su ano, por tanto, no hace falta que discutáis! Verdad?
– Sí, sí! – no puede evitar decir ella, sin dejar de chupar – Oh, qué vergüenza! Mirad, lo abro para vosotros, veis? Así! Metedla, metedla! Oh! Ay!
Sandro y Félix, ante la visión del enorme agujero y empapado, enculan enseguida los dos a la chica, a cuatro patas, y ella empieza a suspirar y a gemir. Jonás le desabrocha la blusita, le quita el sostén y sus pechos aparecen rotundos y excitados ante todos y él los empieza a besar y a lamer mientras Félix le arranca la blusa para dejarla sólo con la falda en la cintura y le agarra los pechos y es como si los ordeñara para Jonás, que no para de mamar. Ella se corre incontables veces con suspiros, gemidos y súplicas.
– Más, metédmela más a dentro! Por qué uno no me folla el coño? Señor K, por favor!
– A ver, si lo pides tan bien…
– Sí, sí, señor K! Follé mi coño! Y llénemelo de su leche caliente y sabrosa!
– No sé si va caber… tienes dos pollas en el culo!
– Para usted… sí, verá como me puede penetrar… señor K, le quiero dentro, es que me arde el coño!
El señor K no se resiste y se pone debajo de mi novia y ve como el glande entra con algún problema, pero ella está tan mojada y abierta que enseguida puede meterla toda dentro y empieza un mete-y-saca que vuelve loca a Lena. Mientras, Jonás ha sustituido a su socio en la boca de la chica, que lame los dos penes con fruición y eyacula cantidad de squirt continuamente, con los cinco hombres dentro de ella.
– Eres feliz, Lena?
– Señor K, sí, me moría de ganas que usted me hiciera el amor!
– Pues, ya ves, toma, toma!
– Hmmm, ay, hmmm! Córrase, señor K, lléneme de su leche caliente!
– Espera, espera, Lena, deje que te folle más!
– Sí, sí, hmmm, ah! Fólleme, fólleme! Más, más!
– Caballeros, si a ustedes no les importa, nosotros ya volvemos a estar… miren! – dice Ander con su pene completamente inhiesto.
– Oh! – se sorprende Lena – ya vuelves a… pero si te corriste dos veces en mi culo.
– Es que está usted tan buena que… es irresistible!
– Gracias, eres un sol, Ander! – dice aunque casi no se la entiende con los dos penes en la boca.
– Señorita, caballeros, nos hemos tomado la libertad de invitar a nuestros compañeros a la fiesta. – informa Jacob, desnudo.
– Oh! – dice Lena!
– Por nosotros no hay ningún problema! – ríe el señor K cuando ve entrar varios empleados a la sala con cara de sorpresa y deseo.
– Pero… yo… no puedo con más hombres! Aunque… bueno, si quieren quedarse a mirar…
– Te da morbo que todos te vean así, verdad, Lena? Desnuda y siendo follada por nosotros cinco!
– Sí, sí, señor K, la verdad es que sí, es bestial ver que tantos machos quieren follarme! Quedaos a mirar, venga! Pero desnudaos, que quiero ver… vuestros… ya sabéis…
Los siete recién llegados se bajan los pantalones y los calzoncillos y Lena se sorprende al ver que sus miembros ya están completamente erectos. Ellos, junto a Ander y a Jacob, hacen un corro alrededor de mi novia y los cinco hombres que la están follando y empiezan a masturbarse. Sus penes van creciendo y sus glandes, humedeciéndose. El señor K y sus cuatro socios dentro de ella y la visión de los nueve empleados del hotel excitados para ella la vuelven loca de placer.
– Ah, hmmmm! – tiene un orgasmo y los recién llegados se sorprenden y excitan al oír gritar, gemir y suspirar a mi novia. Y más cuando el squirt sale a presión y ducha a la mayoría de admiradores.
– Serás guarra! – la insulta Félix sin dejar de bombear en su culo.
– Yo no puedo más, ah, hmmm, ah! – grita Sandro y quita el pene del culo y ducha las nalgas y la faldita de mi novia con su semen.
Como si eso fuera una señal, los otros cuatro hombres no resisten más y todo empiezan a eyacular en Lena; Félix en su ano, sin dejar de bombear y llamarla de todo; el señor K grita “Lena, Lena!” y le llena la vagina hasta que le rezuma; Jonás lanza toda su leche a su cara y ella se relame, y Ramiro eyacula abundantemente en su garganta, tanto que no puede tragarlo todo y resbala por su barbilla, juntándose al semen de Jonás. Ella se corre más y más.
– Caballeros, si ustedes lo desean, esta señorita les agradecerá que le den toda su leche. Verdad, Lena?
– Oh, señor K! Bueno… si ellos lo desean… – a cuatro patas, relamiéndose, guiña un ojo a los empleados y todos se acercan más a ella y aumentan el ritmo de su masturbación.
Ander ya añora el culo de mi novia y se lo penetra con facilidad mientras que Jacob la folla la boca. Al cabo de unos minutos, el joven no puede resistir más, saca su pene y ducha las nalgas de mi novia. Enseguida otro empleado le sustituye en el ano de Lena y lo mismo hace otro cuando Jacob empapa la cara de la chica. Se van turnando en el culo y boca de ella, que no para de suspirar, gemir y pedir más y más. Cuando ya todos se han escurrido encima de ella, los primeros vuelven a estar a punto para encularla y para que ella se la chupe.
Ya de madrugada, con mi novia completamente empapada de semen, los catorce hombres ya están agotados y deciden irse a dormir. Cuando ella va hacia su habitación, vestida solo con la faldita y con las medias completamente rasgadas, se encuentra con el encargado del hotel en el pasillo.
– Aquí no queremos putas, señorita! Váyase ahora mismo y no vuelva más!
– No, no, qué vergüenza! No es lo que usted cree! -intenta taparse con sus brazos.
– O se va o llamo a seguridad para que la echen! Pero mejor no montar un escándalo.
– No, pero yo… tengo una habitación, me alojo aquí. – tapándose como puede el pecho.
– En este hotel de cinco estrellas? Usted? Una…
– Sí, sí, mire, venga… ve? – ella abre la puerta de la habitación con su tarjeta.
– Esto es muy raro… voy a llamar a seguridad. Espere un momento. Sí, habitación 404, un problema de seguridad. Vale, Aquí os espero.
– No, no… hemos hecho una fiesta… y yo… bueno… había muchos hombres… es que era la única chica allí y…
– Me está diciendo que usted no es una puta pero que ha estado en una fiesta con varios hombres? – nota como empieza a excitarse ante la visión y olor de mi novia.
– Bueno… dicho así… parece que… allí… mi jefe… sus socios… y empleados del hotel…
– Cómo? Has estado con mis empleados?
– Es que han sido muy amables y cariñosos.
– No me extraña! Con lo buena que está usted!
– Oh, gracias. Vale, ya está, todo aclarado.
– No, no, de eso nada. Ahora, cuando vengan los de seguridad, veremos.
– Pero señor… mire usted… yo… si quiere… – aparta las manos de sus pechos para enseñárselos al encargado y se sube la faldita para él, se pone en cuclillas, le baja la cremallera de la bragueta y aparece el miembro en punta como un obús. Ella lo lame y chupa.
– Señorita, que bien la mama!
– Agárreme las tetas, caballero!
– Sí, sí!
– Cree ahora que venía de una fiesta de esas, de todos contra una? Ve lo caliente que soy? Pero no soy puta, eh?
– Sí, sí! Ay, cómo la chupa!
– Ay, ya vuelvo a estar cachonda! Que rica que está su polla, señor! Si quiere, puede correrse en mi boca y yo me lo tragaré todo.
– Pero sí que es usted puerca, sí! Hmmm!
– Ya le digo! Hum, que buena y caliente que está su tranca!
– Pero, a ver, si usted es tan guarra, quizá yo… podría…
– Qué? Qué le gustaría, señor?
– Bueno… es que su culo… yo nunca he podido… con ninguna mujer… nunca me han dejado…
– Ay, qué pícaro que es usted caballero! Es que lo tengo ya muy delicado… muy escocido… es que me han estado enculando toda la noche, los catorce hombres de la fiesta. De dos en dos.
– Dos pollas en su culo! Ya no vendrá de otra, señorita. Me muero de ganas!
– Es que lo tengo lleno de semen de los otros. – sin dejar de mamar.
– Me da igual!
– No va usted a denunciarme por ir desnuda por el pasillo y eso? Ni llamar a los de seguridad, verdad?
– Bueno, ya les llamé. Pero, si me deja que la de porculo, luego lo aclaro todo.
– No, si, ganas sí tengo, muchas.
– Pues venga!
Ella se pone de rodillas y levanta el culo para el encargado y él la penetra de golpe.
– Ay, con suavidad, bestia!
– Le estoy dando por culo, le estoy dando por culo!
– Sí, sí, tóqueme el coño, por favor, el clítoris!
– Claro, qué buena que está! Su culo quema!
– Para usted, caballero! Venga, deme más fuerte, más! Agárreme las tetas!
– Tome, tome! Qué clítoris más respingón!
– Ay, me corro, me corro! Me vuelve loca, caballero! Ah!
– Esta es la habitación. Se oyen unos gritos. A ver. Oh! Pero… señor Garostegui!
– Ah, los de seguridad! No, no pasa nada, Guzmán, Kepa, López… – sin dejar de encular a Lena.
– Perdone usted… como nos avisó que…
– Un malentendido, hmmm… nada, nada, podéis marcharos y continuar con vuestra…
– No, no! – suspira mi novia – pueden quedarse, pueden quedarse…
– Te gusta que te vean todos mientras te doy por culo?
– Sí, sí, por favor… os podéis quedar a mirar! Me gusta que me veáis así, desnuda, mientras él me folla el ano caliente. Bueno… y si lo deseáis… yo…
– Qué hacemos, señor? Nos vamos o…? – deseando poderse quedar, claro.
– Si la señorita desea que miréis, pues, por mí, podéis quedaros.
– Sí, sí! Hmmm! Pero además… quizá os gustaría… bueno… que podéis masturbaros si os gusta lo que veis!
– Mucho! – grita Guzmán sacándose el miembro sin pensárselo. Los otros tres hacen lo mismo. Mi novia se alegra al ver que todos ya están bien trempados y se acercan a ella.
– Si lo deseáis, os la puedo chupar mientras el encargado me folla el culo.
– Qué guarra que es usted, señorita! Bueno, si alguno desea que este pivón se la chupe… por mí…
– Sí, sí! – todos corren hacia ella, que se pone a cuatro patas.
– Hacer una fila y vais pasando por turnos! Y si queréis y el jefe os deja, también podéis darme por culo vosotros!
– Cuando yo termine, cuando yo termine!
Después de que los seis se corrieran varias veces en la boca y ano de mi novia ya eran la ocho de la mañana. Lena se despidió con un besito y un abrazo y la promesa que la noche siguiente les dejaría volver a estar con ella.
Lo más sorprendente es que a las nueve, sin haber dormido nada, ella estaba guapísima, a punto de empezar a trabajar, habiéndose duchado, maquillado y vestido muy elegantemente. Y con el plug bien ensartado pensando en lo que le esperaría la noche siguiente. Pero esa es otra historia. Una historia que, si lo deseas, querido lector, te puedo contar también pronto. Ya me dirás.