En la universidad, nos comisionaron a una investigación de campo para supervisar un terreno del cual la institución había alquilado, por lo que los mejores alumnos de entre ellos yo, habíamos sido elegidos para supervisar el avance de la siembra de ciertos productos, y de la reacción de ciertos animales a la comida que nosotros habíamos desarrollado. Cuando llegamos al lugar, me destinaron a mí y a mi grupo, a la zona de los animales, durante toda la mañana de ese primer día estuvimos trabajando como era que teníamos que hacerlo.
Ya después del almuerzo, nos dejaron ver los alrededores, fue ahí cuando la vi, era ella. Me acerqué y la saludé, ella tal y como la recordaba siempre alegre, me correspondió de la misma manera. Le llamé por su nombre, o por lo menos por el nombre que recordaba de ella, ella se sorprendió, y me dijo que como lo sabía, fue cuando le dije quien era, ella pasó de dudar a emocionarse, al darse cuenta quien era, me dijo que no lo podía creer y que estaba cambiado y más guapo, gentilmente le dije: Tu también has mejorado. Ella hecho a reír.
Me llevó a donde era su casa temporal, una especie de rancho en medio de la granja y el campo, ahí la puse al día de todo, me había casado, tenía dos hijos, pero aún pensaba en tener más, pero mi esposa estaba dudando. En tono de broma me dijo: Bueno, ¿Y para qué están las amigas? La mire por unos instantes y le respondí: No sería mala idea, después de todo, tus pechos serían muy útiles para dar de lactar. Se puso algo colorada, y rio.
Ella por su parte, desde que salió del colegio, nunca tuvo ningún tipo de relación, como que incluso las evitó, no logrando congeniar con nadie. Tras unos minutos de conversación, me dijo que la esperara un momento. Mientras la esperaba escuché como que algo se cayó a lo lejos. Ella desde lo que parecía su cocina, me pidió ayuda. Según me dijo y por como la encontré, se había tropezado y una jarra de agua le había caído encima, por suerte era agua fría y no caliente. Le ayudé a quitarse su polo, ella un poco avergonzada se tapó con un mantel, que luego simplemente dejó a un lado, como queriendo incluso que le viera los pechos.
Me dijo entonces que le dolía la pierna derecha, pues al tropezarse se había golpeado ahí, pidiéndome que le sobara. Yo accedí, en medio de lo que parecía algo creado, como realmente ocurrido sin intención de nada. Luego me dijo que le acompañara a uno de los ranchos donde tenían algunos animales, que ahí en una zona guardaban ropa, que si le podía ayudar porque no podía caminar bien. La cargué para salud de ella, y me dirigí hasta allí, como estaba casi oscureciendo, no nos vio nadie.
La llevé a donde estaban los animales, ahí, en un apartado había una zona donde guardaban alguna ropa y otras cosas, había algo de paja que comían los animales, se quitó la falda que tenía puesta y la puso sobre el suelo, se recostó sin miramientos de cual pierna era la que supuestamente estaba mal, dándome a entender que todo había sido una patraña para estar solos, mientras ella se acomodaba y por la escasa ropa que llevaba puesta, yo que estaba tan solo con mi short y polo, no me fue difícil quitarme la ropa e ir tras de su preciado tesoro, sin darle tiempo de reacción, y como ya estaba en cuatro, le bajé su ropa interior y se la metí de frente por el coño, sus gemidos se mezclaban con la de los animales, mis pelotas rebotaban sobre su vagina, y mis crecientes ganas de dejarla preñada aumentaban con cada embestida.
Mi pene se abría paso una y otra vez dentro de ella, y ella no paraba de gemir por el placer que sentía. En un momento dado de consciencia me dijo: Deberías ponerte preservativo. A lo que le conteste en medio del placer que sentía: ¿Para qué? Si la razón por la que vine hasta aquí por ti, fue para inseminarte y dejarte preñada, ya que tú serás la madre de uno de mis hijos, después de todo estos pechos no se pueden desaprovechar más.
Ella quiso protestar, pero mis embestidas le evitaron la comisión de alguna protesta. La manoseaba a más no poder, le quité el sostén que escondían sus enormes pechos, mientras seguía metiéndosela una y otra vez sin descanso, si no fuera por lo animales, creo que todos afuera nos habrían escuchado, pues por lo menos yo me contenía, pero ella gritaba como una verdadera perra en celo.
Seguía dándole sin parar, hasta el momento en el que me sentí venir, mis manos estaban en sus caderas sujetándolas para que no se moviera, en el último momento mi cuerpo hizo presión sobre el de ella, mis dos brazos presión sobre su abdomen, y mis manos a sus tetas, que no dejaban de rebotar con cada embestida que le daba, las aprete fuerte al punto en el que el dolor por ello, se mezcló con el placer de sentir como cierta calientita abruptamente le llenaba toda.
Desde mis pelotas mi leche recorrió hasta la punta de mi pene, llenando todo su útero sin parar, tres potentes chorros de mi semen caliente inundaron su interior, seguido de otros menos potentes. Sin embargo, era obvio que yo no iba a parar ahí, así que sin pensarlo dos veces, y aun teniendo mi pene dentro de su vagina, continué el vaivén de penetración en ella, ella ahora a diferencia de antes, pedía más y más, después de todo sabía que ya de nada le servía quejarse, después de tremenda corrida que me había dado dentro de ella, lo más obvio es que iba a quedar embarazada, si es que ya no lo estaba.
La di vuelta y la tuve frente a frente, su cuerpo entero estaba lleno de sudor por la fuerte embestida que le había dado, y sin darle tregua de que dijera nada, la bese profundamente sujetándola con una de mis manos desde su cuello, en el mismo instante que la penetraba de nuevo en su vagina, con mi pene aún con semen, dispuesto a seguir rellenándola aún más. El vaivén continuó por casi 1 hora, donde sin dejar pasar oportunidades, no solo le di sin parar con mi pene que cada vez sentía más magullado, sino además con mis manos y mi boca, me deleitaba con su sexo totalmente.
Me sentí venir nuevamente, y esta vez con ella queriendo más, sus piernas me sujetaron a si misma, yo con ambas manos bajo su cabeza besándola, y ella abrazándome, me corrí por segunda vez dentro de ella, a diferencia de lo que hubiera pensado, esta vez, y por el morbo de lo que estábamos haciendo, sentí cuatro chorros ser disparados desde mi miembro a sus adentros, ella también lo sintió, y como tal, no pudo parar de gemir por el placer que sentía.
La verdad, ni yo me daba crédito a lo que había sido capaz de hacer, sin lugar a dudas, esto era lo mejor que yo había hecho en mi vida. Sabía que después de tremenda follada, ella obviamente iba a quedar embarazada, pero también sabía que esto debía quedar entre ella y yo, pues mi esposa no debía enterarse de esta situación, incluso así ella también me hubiera sido infiel con uno de sus amigos del trabajo.
Ella entendió cual era su lugar desde el principio, y como tal, me dijo que no me preocupara, ella no iba a decir nada sobre quien era el padre producto de su embarazo, pero que yo tampoco debía descuidarla. Eso me tranquilizó. Al otro día, el estudio del campo y la granja ya había culminado, yo volví con los chicos del grupo de investigación, y ella se quedó con su familia. Mantuvimos comunicación por el siguiente medio año, donde ella me comunicaba el avance de su embarazo, y de como estaba feliz por que nazca su hijo.
Hasta que ya no recibí más comunicación de ella, fue entonces que…