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Me gustaba él y lo sorprendí con mi mujer (2)
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Tiempo de lectura: 7 minutos

Entre Fabricio y yo, que ya estábamos completamente desnudos, desnudamos muy lenta y sensualmente a mi mujer. Hicimos que se sintiera el centro de los dos y de pronto sentí que agarró con su mano mi polla y la apretaba, miré abajo y hacía lo mismo con Fabri. Luego se agachó Mariluz y comenzó a mamar acompasadamente nuestras pollas y a lamer nuestro escroto por turno. Cuando mamaba a uno masturbaba al otro, así podía lamer y tragar el abundante presemen que le podíamos ofrecer. Fabri y yo nos miramos y decidimos darnos besos entre nosotros salvajemente hasta morir. ¡Qué bueno es besar al amigo cuando tu fémina se está comiendo nuestras pollas a la vez!, porque cuando vio que nos besábamos como si nadie más tuviera lengua, juntó ambas pollas en su boca y las mamaba con más fruición que antes. Acaricié las nalgas de Fabri y lo iba tanteando al meterle un dedo en su culo, luego le metí el otro, pero no los hundía a la vez sino uno a uno, quería meter los cinco dedos, lo hice, el pulgar fue el último. Luego le di mi mano y comenzamos los dos a chupar los dedos que estaban pegajosos de la humedad de su culo. Pero lo bueno aún tenía que llegar, porque Fabri me susurraba al oído:

— Rafa, yo me como su culo y tú su coño y antes de corrernos, la empalamos.

¡Joder!, creo que escuchando eso me creció un poco más la erección y eso que la tenía ya a tope en la boca de Mariluz y restregándose junto a la de Fabri, porque nos las comía a la vez. Pero así lo decidimos. Dimos un tirón a mi mujer y la pusimos de pie mientras nosotros nos colocábamos de rodillas. Fabri comenzó a dar palmadas a los glúteos de Mariluz mientras yo le acariciaba de rodillas sus pechos levantando mis brazos, estaba como una diosa del Olimpo. Esto ocurrió hasta que Fabri casi la obligó a que se inclinara por encima de mí y entonteces me agaché y me tumbé de espaldas en la alfombra para que cuando Fabri le chupara el culo yo pudiera comerme su coño. Su culo estaba húmedo y sabroso gracias a la costumbre que tiene mi mujer de ponerse jugo de mermeladas, después de lavarse, en todos sus genitales, concha y culo.

— Mejor será que os tumbéis los dos encima de mí, —dije yo suplicando.

Lo hicieron. Todo el peso de Mariluz estaba sobre mí y la presión de Fabri sobre el culo de mi mujer mientras se lo estaba comiendo caía sobre mis narices, que a veces no podía ni respirar. Pero mi mujer no dejó de mamarme la polla. Con la de veces que yo estuve follando con chicos gays antes de casarme, aprendí cómo se mama una polla de ellos y eso mismo le enseñé a mi mujer y lo hace igual de placentero. Pero ella los disfruta mucho porque sabe que soy tardo en eyacular, así la tenga a tope. Pero yo había descubierto con Fabri que si me tocaba los huevos aceleraba mi orgasmo. Llegó el momento de follar en serio y Fabri le dio la vuelta a mi mujer, momento que escapé de debajo de ella para hacerme a un lado. En principio quería ver de nuevo cómo la follaba Fabri, pero él se puso de rodillas agarró a Mariluz por sus tobillos se los cargó a los hombros hasta que su polla y el culo de Mariluz estuvieron a nivel.

Mi mujer me miraba pidiéndome polla y decidí darle lo que necesitaba en lugar de convertirme en un voyeur. Ella se estaba acariciando sus pechos. Me puse como un perrito de rodillas a su lado bajando suficientemente mi trasero para que mi polla le llegara a la boca y mis manos apoyadas en el suelo al otro lado. Mi polla quedaba a la altura de su boca. Al rato de estar follándola, Fabri comenzó en velocidad y mi mujer no podía sostener mi polla en su boda, entonces le dije:

— Mary, tócame las pelotas, venga, tocamos sin parar, acaricia mis huevos.

Lo hacía mientras yo con una mano me apoyaba en el suelo y con la otra acariciaba sus tetas, pensando lamer sus pezones para darle a mi mujer el débito. Ella tocaba mi escroto y separaba y juntaba los testículos que estaban muy duros, tanto que ya comenzaban a dolerme de placer:

— Sigue, Mary, sigue, toca mis huevos, tócalos, ¡Aaaaaah! ¡Qué rico, Mary! ¡Qué bien lo haces! Sigue, sigue, ¡Aaaaaah! Ahora toca por detrás de mi escroto, el caminito de gloria, eso, así —ella iba haciendo lo que podía por los empellones que le daba Fabri, pero acertaba—, ¡aaah, qué rico! No pares, Mary, sigue pasando dedos por ahí y llega más atrás, mete ese, mételo, Mary, mételo —había introducido un dedo en mi culo—. ¡Aaaah, ya, sí, así, así.

No le importó que Fabri le estuviera dando gusto, ella seguía con su tarea para conmigo: con una mano se agarraba de mi polla y el dedo de la otra mano los iba metiendo a tope y lo sacaba, adentro y afuera, adentro y afuera. Mis huevos estaban a tope, pero aguantaba. Fabri gritó:

— Me corro, me corro, me corro… ¡Aaaaaah!

— Córrete, maricón, no saques tu polla, —dijo Mariluz como si tuviera la boca llena y por debajo de mi cuerpo la miré y tenía la boca llena de mi polla y decidí que era mi momento.

— Me corro, Mary, me corro, —y solté mi lefa.

No se le entendió nada de lo que dijo más que algo así como «maricón» dentro de una frase. Estaba gozando con dos maricones cuando eyaculé. Tenía su boca, su cara, y su cuello lleno de lefa; a la vez Fabri había sacado su polla para descargar los últimos chisguetazos sobre el culo de Mariluz. Me puse a comerle el coño de nuevo y ahora me saltó su squirting en toda mi cara. Tantas veces lo he probado ya que hasta me gusta. Cuanto más largo es el orgasmo, más squirt saca mi mujer, es una de las razones por las que no me quiere cambiar por otro, porque soy lento a eyacular y follamos durante mucho tiempo. Ahora con Fabri, las cosas se van a poner a mil, porque el nos folla a los dos, yo a él y mi mujer, ¿qué hace mi mujer?

Nos levantamos de la alfombra y nos tendimos sobre la cama para relajarnos un poco. A los dos minutos mi mujer nos invitó a pasar a la sala de estar para comer unos bocados que tenía preparados. Yo saqué la botella de whisky y Fabri entró a la cocina para sacar unos vasos y la cubitera llena de hielo. En un instante, sin necesidad de vestirnos, teníamos dispuesta una mesa de centro con todas las cosas. Nos sentamos juntos mi mujer y yo, como teníamos costumbre antes de los acontecimientos que nos ocupen, y me dice:

— Rafa, ¿podemos hacer ya nuestras propias cochinadas como antes?

— Claro que si, cariño, —le respondí sonriendo y con ganas.

Le di un beso y le quité parte de la comida de su boca. Luego cogí de la bandeja otro bocadito, lo medio mastiqué y me besó sacándome la mitad de mi boca. Puse whisky en mi vaso bebí un buen trago y con un beso lo compartimos entre Mariluz y yo.

Al frente nuestro estaba Fabri sorprendido, mirando cómo comíamos uno de la boca del otro. Es algo que como un juego habíamos comenzado cuando éramos novios, hacía ya como unos ocho años, y nos gustaba comer de nuestras bocas. Se nos acercó Fabri y quiso probar de mi boca, le di, no le repugnó y luego probó de la boca de Mariluz. Se sentó al lado de mi mujer y entre los tres compartíamos. Solo mi vaso tenía whisky y de allí bebía uno y compartíamos los otros dos de su boca. En un momento de la conversación, dice Fabri:

— Esto es divertido y extraño a la vez, ¿por qué lo hacéis?

— Porque nos une, todo es de los dos, —contestó mi mujer.

— Sí, Fabricio, todo es de los dos, por eso no nos resistíamos a no perdonarnos, comer juntos, dormir juntos y follar juntos nos une y hace que nos queramos…

— Qué gusto da vivir como vosotros, me dais envidia.

— Tú has venido, follaste con mi mujer y sin saberlo te hiciste nuestro…, —le dije—. Ven a vivir con nosotros —dijimos a la vez mi mujer y yo tras mirarnos—, todo será de los tres, los dos te amamos.

— Voy a salir ganando yo que tendré dos hombres…

— Pero más nosotros con tenerte a ti y a nosotros…, todos ganamos.

La cháchara ya no daba para más y los bocaditos se habían acabado, con el último trago de whisky, dijo mi mujer,

— Quiero veros follar a vosotros dos, jamas he visto en vivo dos hombres dándose uno al otro, solo en cortos de porno, pero eso es falso o medio falso.

No nos costó nada ponernos de pie, como ya estábamos desnudos, solo teníamos que besarnos apasionadamente y los dos lo hicimos muy apasionados. Me hinqué de rodillas y comencé a mamarle su polla, acariciando sus escroto primero y luego sus nalgas. Le pasé mis dedos por su culo, pero esta vez iba aumentando en número los que penetraron su culo, cuando metí tres, gimió, pero tras meter los cuatro en cuña, los fui poco a poco enderezando y conseguí meter mi mano hasta la mitad de la palma. Costó lo suyo, y Fabri rabió de dolor y gimió de placer como nunca lo había disfrutado. La cara de mi mujer estaba sorprendida de ver como le había metido la mano dentro del culo y la sacaba y la metía.

Me puse encorvado para que me trabajara Fabri el culo antes de clavar su polla en él. No es que me importaba mucho pero Fabri lo prefería. El muy cabrón aprende rápido y no tardo en tener su mano metida dentro de mi culo, siempre con el pulgar fuera.

Le dije:

— No seas cabrón y méteme tu polla.

Lo hizo y de un solo empellón y con solo saliva la metió hasta el fondo. Me hizo daño, pero no duró mucho tiempo el dolor, pues me acostumbré pronto y comencé a mover mi cadera para que el culo diera vueltas sobre la polla de Fabri como su eje.

Desapareció mi mujer y me extrañó. Volvió a aparecer cuando Fabri ya me bombeaba el culo, metiendo y sacando su polla. Fabri daba más gritos por cada metida que yo, pero yo gemía como una loca y suspiraba por cada vez que sentía el golpe a la altura de mi próstata. Mi mujer se me presentó delante con su consolador eléctrico apagado, el más grande, muy grueso de los que tiene, un poco más grueso que las dos pollas juntas de los que estábamos allí, me pidió que lo chupara y le dio al botón, me folló la boca con el consolador. Se pasó detrás de Fabri y de una embestida llegó a la mitad y con otro golpe, la metió hasta lo profundo. Las dos veces noté la reacción de Fabri en mi culo, cuando empujó su polla hasta el fondo de mi culo y cuando me conectó como un golpe de electricidad que subía por mis muslos y se metía en mis huevos. Mi mujer comenzó a follar duro el culo de Fabri con su consolador y Fabri se puso a cien follándome sin parar. De repente Fabri dio un fuerte grito ininteligible y descargó todo su semen en mi interior. Me sentía invadido y lleno y no tardé ya en eyacular. Ambos nos descolgamos hacia el piso, totalmente agotados, mojados de sudor y dejando escapar yo mi orina. Lo vio mi mujer y se puso mi polla en su boca para hacerse con la última parte de mi meada. Nos besamos y pude probar mi orina que no había cambiado de sabor respecto a otras ocasiones. Fabricio sacó de mi culo su polla. Mi mujer le lamió la polla y comenzó a dejar salir su propia orina, que nos íbamos bebiendo Mariluz y yo.

Ella se nos quedó mirando y entendimos que deseaba una mamada a su coño. Los dos nos dirigimos ávidos hacia su coño y por turnos íbamos lamiendo, mordía yo su coño y ambos recogimos al fin su enriquecido squirt.

***** ***** *****

A los tres días, Fabri se vino a vivir con nosotros dejando la habitación alquilada. Volvió a nuestro campo de golf gracias a mi petición y al curso de Trepa, poda y tratamiento de palmeras. Los dos salíamos juntos al trabajo, los dos regresábamos juntos a casa desde el trabajo. A todas partes íbamos los tres, solo guardábamos las formas para no escandalizar, pero en casa éramos tres esposos, los tres de los tres. Mariluz disfrutaba de los dos y le gustaba también vernos follar. Ella con los consoladores y otros juegos que le regalé hacía de las suyas en nuestros culos cuando follábamos los dos. Era genial como dirigente de la sección sexo en casa. El sexo entre nosotros se enriqueció y es desde entonces más placentero.

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