Quizá es algo que no le ocurre a todas las mujeres; quizá es una parafilia, no lo sé; pero, me excita ver el semen salir del falo; el chorro, el goteo, el líquido blanco, el líquido preseminal, me pone caliente…
Cuando inicie mi vida sexual a los 18 años; yo tenía muchas dudas respecto a ello; viniendo de una familia ultra conservadora y colegios para niñas, no tenía ni siquiera una idea de lo que era el sexo.
Mi primer novio fue quien me inició. En una cita que tuvimos y que mis padres me dejaron ir sola, fuimos a una reunión de amigos. Me convenció de tomar un trago y me relaje; bailamos conversamos y me llevo a un lugar apartado de todos.
Comenzamos a besarnos y me acariciaba por encima de mi ropa; sus manos empezaron por mis piernas y siguió hacia mi cintura y mis caderas. El pantalón y la blusa que yo traía le dificultaba el trabajo; un cosquilleo delicioso se sentía en mi entrepierna, quería ser acariciada, mis pezones los sentía que querían reventar mi brasserie y mi blusa. Percibí que su falo se endurecía dentro de su pantalón. Con miedo, me atreví a tocarlo por encima, un suspiro de placer salió de su boca.
– Así… acarícialo… – él me susurraba al oído mientras acariciaba mis nalgas y mis pechos.
Me sentía muy empapada, como si me estuviera orinado; pero, ese líquido me provocaba mucho placer; sin tocarme, sin acariciarme, tan solo con su respiración agitada en mi oído.
Con desesperación, se bajó el cierre y sacó esa masa de carne caliente, palpitante; empezaba a gotear un líquido transparente.
– Tócame… acaríciame… hazme terminar…- murmuraba en mi oído, mientras me besaba el cuello.
Yo me sentía muy excitada, sentía cómo si la humedad de mi vagina hubiera ya traspasado mi panty y mi pantalón.
Con ese mismo líquido, cubrí la cabeza de su falo y la acariciaba con cuidado; lo sentía temblar, lo oía gemir, percibía su placer.
No sabía cómo debía hacerlo, me dediqué a esparcir ese líquido por toda la cabeza. El tacto de ese líquido me excitaba, nunca había sentido nada igual.
– Estoy a punto de venirme… sigue… sigue…- jadeaba en mi oído.
Ese tronco caliente se puso más duro, comenzó a palpitar; volteé a verlo; en ese momento, él resopló y un chorro de líquido blanco y caliente salió del falo; después salió otro y otro; su cuerpo temblaba y gemía; sintiendo ese temblor de placer, mi vagina empezó a palpitar, abriendo y cerrando; buscando algo que entrara, buscando algo que la llenara; en ese momento, yo empecé a temblar; cerré los ojos y me deje ir.
Un calor intenso podía yo sentir en mi vagina; un torrente de líquido saliendo, como si orinara; mis rodillas no me sostenían; mi cabeza se nubló y creo que tuve un orgasmo; algo que no había sentido y me gustó.
Nos besamos un poco más durante ese breve momento de relajación y fue delicioso; me dejó una sensación de querer más.
Al llegar a mi casa, revise mi ropa y un olor lleno mi nariz; ese olor me excitaba. Lleve mis dedos a mi vagina, aún llena de ese líquido; tomé un poco y lo llevé a mi boca…
Pero, esa es otra historia…