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Tiempo de lectura: 10 minutos

-¿Qué dices? 

-Que me voy ya.

-¿Ya? pero si es muy pronto.

-No te vayas rosa, quédate un poco más. Nos lo estamos pasando bien.

-Uy nena, no digo que no, pero comienzo a estar ya un poco cansada.

-¿Que dices Rosa? si eres la más marchosa de toda.

-Sí sí, la más marchosa jaja. Quita, quita que los tacones me están matando. A vosotras no hay quien os siga el ritmo. Nos vemos el lunes chicas.

-Ehh, chicas, yo también me voy ya. Os quedáis solo los milenials para defender el honor de la empresa. Nos vemos el lunes. -Grité yo también aprovechando la oportunidad de no ser el soso de la noche marchándome el primero.

-¿Tú también te vienes Javi? menos mal que no soy la única, que luego estas crías me tratan de vieja.

-Jajaja ¡hasta el lunes yayos! -Corearon todos entre risas mientras nos despedíamos entre besos de unas y apretones de manos de otros.

Otra típica cena de empresa más, una porquería de menú para grupos, los mismos payasos y sus comedias de siempre y finalmente la correspondiente peregrinación al garito más cercano donde pusiesen música a todo volumen para tomar una copa.

-Uff, que gusto no tener que seguir hablando a gritos.

-Sí, servidora prefiere otros sitios más tranquilos a estas alturas.

-Pienso igual, por mucho que le digan a uno que parece un abuelo.

-¡La madre que las parió! Pues no me han llamado yaya a mis cincuenta y cinco añitos las niñatas estas, ya les leeré yo bien la cartilla el lunes jaja.

-Bueno, peor es lo mío, que me lo llaman con diez menos.

-¡Otro que tal baila! ¿Sabes que lo que acabas de hacer es restregarme lo insultantemente joven que eres comparado conmigo? -Me preguntó Rosa entre risas.

-Bahh, la juventud no se mide con un número. Está a las claras que tú lo llevas mucho mejor que yo.

-Si claro, ahora intentas arreglarlo jajaja.

-¿Y ha colado?

-¡Nooo!

Ambos reímos a la vez.

-Bueno Rosa, déjame decirte que estas divina. Ya si me crees o no depende de ti.

-¿De verdad? Pues muchas gracias. –Contestó ella con una sonrisa y un punto de timidez que le hizo bajar el tono d voz.

-No las merece. ¿Vamos tirando? Te acompaño hasta el coche. ¿Dónde has aparcado?

-No he aparcado, vine con Bea en su coche. No te preocupes Javi, tomaré un Taxi.

-No mujer, un taxi no, te llevo yo en un santiamén.

-¿No será mucha molestia?

-Que molestia ni que molestia si vivimos a dos calles, luego tu madre me echa la bronca si se entera.

-Entonces tendré que dejar que me lleves, que mamás es de armas tomar.

-¡Pues claro! Venga vamos, que lo tengo aquí cerca.

Iniciamos el camino hacia el coche y mientras la conversación con Rosa versaba sobre las anécdotas de aquella noche no puede evitar pensar en lo atractiva y sexi que se la veía con aquel vestido.

Rosa está algo rellenita, pero esos kilos de más le sientan la mar de bien. Son los típicos kilitos que según la opinión de muchos adornan el cuerpo femenino con la madurez y no al contrario. Aquella noche llevaba un vestido negro ribeteado que se abría en abanico hasta justo por encima de la rodilla y con un cuello que podríamos definir como “profundo”. Conoce su cuerpo a la perfección y sin duda sabe sacarle el partido que merece, aquella noche el escote de su vestido ya había ocasionado más de un codazo entre compañeros.

-Pues ya te digo yo que esta noche se da algún rollete entre todos esos que se han quedado bailoteando. -Me dijo Rosa sacándome de mis pensamientos justo cuando llegábamos al coche.

-¿Tú crees?

-¡Y tanto! Las conozco muy bien y estás niñas se cepillan al primero que le echen el ojo.

-Bueno, y si está niña no se cepilla a quien ella quiera será simplemente porque no le echa el ojo a ninguno. -Le contesté ya dentro del coche mientras accionaba el contacto.

-Jajaja. -Se partía de risa- Míralo él, que parecía tímido y se está destapando. ¿Eso crees? Sabes que ya no soy ninguna niña.

-Si no eres niña eres mujer. Y las mujeres tienen algunas cosas que no tienen las niñas.

Esto último se lo dije mirándola a la cara, para dejar que mis ojos cayesen hasta a su tremendo escote justo al terminar la frase.

-Jajaja, una también tiene sus armas. Eso sí es verdad.

Maniobré para salir del aparcamiento tomando consciencia de lo mucho que me ha gustado siempre su risa, tan natural, tan simpática, una risa que enseguida te contagia su buen rollo y que a mí me animó a ser más atrevido en aquel momento.

-Y menudas armas Rosa, ¡menudas armas!

Le contesté descaradamente mientras ajustaba el retrovisor interior en un ángulo que me permitiese controlar a la perfección aquel magnifico par de tetas dejándole a las claras lo mucho que me gustaban.

-Vaya vaya con Javielito.- Contestó como siempre risueña. -¿Tiene aire acondicionado este trasto? No sé yo si será el ambiente o serán las cuatro copas que me he tomado, pero en este coche hace mucho calor. Jajaja.

-Qué raro, eso serán las cuatro copas Rosa. Es viejo, pero tiene aire. Puedes poner el aire como a ti más te guste, los mandos son tuyos- Le dije mientras conducía ya calle abajo.

Rosa manipuló los mandos del aire acondicionado, bajo la temperatura al mínimo, subió la potencia del ventilador al máximo y colocó el aireador central apuntando directamente hacia ella mientras yo a duras penas conseguía centrarme en la carretera.

-Por cierto Javi, ¿No eres tú ya un poquito mayor para seguir siendo niño de teta?- Me lanzó la pregunta irguiéndose en el asiento y sacando pecho estiró del escote del vestido hacia abajo dejando buena parte del tetamen al alcance del aireador y de mis libidinosos ojos a un tiempo. -¡Uy que fresquito!- Añadió a la vez que se abanicaba con la otra mano sin perder su sonrisa.

-Es que he oído que prolongar lactancia aporta muchos beneficios.

-Jajaja, eres tú muy listillo ¿no?

-Listillo no sé si seré, pero sé lo que me gusta cuando lo veo y lo poco o mucho que estoy viendo hace que se me caiga la baba- Le dije alternado mi vista entre la carretera y el espejo retrovisor que apuntaba directo a sus tetas.

-Ya veo, ya. No sabía yo que mis tetas tuviesen un admirador tan cercano. Si tanto te gustan te las enseño otro día con más tiempo, que pareces un entendido.

Aquello último lo dijo girando su cabeza a la izquierda y mirándome directamente a la cara con gesto divertido, pero serio a la vez. La cosa estaba hecha y la oportunidad no se podía dejar escapar.

-De eso nada, no puedes decirme en la misma frase que me las enseñas y añadir después que otro día. Las quiero esta misma noche.

-¿Eso quieres?- Preguntó y espero mi respuesta mordisqueándose el labio con carita traviesa

-Eso quiero.

-Busca un sitio tranquilo y aparca, tienes media hora. Mañana tengo una comida importante y no quiero llegar tarde a casa.

Su tono se volvió serio al instante, aquello había sido una orden sin duda. El polígono en el que estaba nuestra fábrica se encontraba a apenas medio kilómetro de distancia en aquel momento y pensé que a aquellas horas de la noche era un buen sitio donde poder aparcar lejos de miradas ajenas.

-Ya veo que no eres demasiado original. -Dijo Rosa al adivinar hacia donde me dirigía.

-A estas horas estará tranquilo, ya lo verás.

Tomamos el desvió hacia el polígono y en cuanto comenzamos a circular por aquellas solitarias calles llevé mi mano hasta su escote.

-Veo que estás impaciente. Me dijo ella con una sonrisa.

Magreé sus tetas con placer y gracias a su colaboración en menos de treinta segundos pude sacarlas del sujetador y dejarlas asomando imponentes fuera del vestido.

-¡Que tetas tienes jodia! -Exclame mientras aparcaba justo en la calle trasera a la fábrica que tantos quebraderos de cabeza nos daba día a día.

-No me digas que no te habías dado cuenta hasta ahora.- Sujeto sus pechos con ambas manos levantándolos y exhibiéndolos ante mí.

-Hace muchísimos años que me había dado cuenta.

Sin perder un segundo me abalancé sobre sus tetas llenándolas de besos mientras ella seguía sujetándolas a modo de ofrenda. Lamí sus pezones y los chupé abarcando la totalidad de la areola con la boca, mi lengua se alternaba para jugar con aquellos dos grandes pitones grandes haciendo que ella comenzase a gemir suavemente.

-Mmm. ¿Cuántos, cuantos años?

-Muchos.

Mis manos sustituyeron a las suyas pudiendo así disfrutar del peso de aquellas tetotas. Mientras pellizcaba el pezón de una con los dedos mi boca se ocupaba lamer y atender a la otra.

-¿Cuantos? Dime cuantos años.

-Treinta.

Tomó mi cabeza entre sus manos y haciendo uso de toda su fuerza para apartarme de sus mojadas tetas situó nuestras caras frente a frente.

-¿Te has pajeado pensando en mis tetas? -Me preguntó entonces.

-¡Mil veces! -Le contesté clavándome en sus ojos.

Su boca se abalanzó sobre la mía y lamio mis labios que se abrieron deseosos para permitir la entrada de su lengua. Bajé mi mano hasta sus piernas y sus muslos se abrieron dejándome avanzar hasta su sexo sin dificultad mientras nuestras lenguas se enredaban en un lúbrico beso. Acaricié la vulva sobre la braga sintiendo la humedad que escapaba de su coño empapando la tela.

-¿Dime en qué más? ¿En qué más has pensado mientras te pajeabas? -Me preguntó entre besos.

-En tu coño, en tu cara.

Mis dedos hicieron a un lado la braga pudiendo acariciar ya el chumino sin mayor impedimento. Sobé su excitado clítoris con el pulgar mientras con el resto de los dedos revoloteaba entre los mojados labios de su coñito haciendo que el flujo resbalase por mi mano.

-¿Te gusta mi coño?

-¡Me encanta, estás chorreando!

Llevó su mano hasta mi paquete y agarrándome la polla que se marcaba durísima en el pantalón me susurró al oído:

-Parece que sí te gusta Javielito, esta no miente. Vamos, déjamela ver.

Llevé el asiento tan hacia atrás tanto como era posible y ella misma desabrochó el cinturón y el pantalón mientras yo continuaba bajando el respaldo del asiento para ganar espacio. Mi polla salió disparada en cuanto Rosa estiró de mi ropa piernas abajo, llevó la mano hasta ella y rodeándola con pulgar e índice apretó contra la base haciendo que está destacase en todo su esplendor.

-Hay que ver mi Javielito, si parecía que nunca había roto un plato y es todo un pervertido. Esta está más dura que mis pezones, parece un caramelo de palo así mirando al techo.

Rosa se inclinó en dirección a mi polla y se echó el pelo a un lado sabiendo perfectamente que parte del disfrute consistía precisamente en que pudiese observar a la perfección lo que estaba a punto de hacer. Tomó la polla por el capullo y forzándola hasta pegarla a mi abdomen comenzó a mordisquearla, a lamerme y chuparme los huevos haciéndome gemir de placer.

-¿Esto también lo habías imaginado Javi?

-Lo he imaginado y deseado un millón de veces.

-¡Eres un guarro!

Soltó mi polla y esta como un resorte volvió a apuntar hacia arriba al instante. Fue entonces cuando sus labios rodearon el glande y lentamente inició un camino de descenso a lo largo del tronco que solo se detuvo una vez su nariz se aplastó contra mis huevos. Se la metió hasta la mismísima garganta y una vez allí aguantó con la boca abierta restregando su cara contra mi cuerpo y dejando que la espesa saliva escapase de su boca.

-Ummm. ¡Me matas de gusto Rosa! -Le dije mientras acariciaba su pelo con la mano izquierda y con la derecha amasaba sus tetas.

Aguantó al menos medio minuto con mi polla empalada en la garganta hasta que finalmente emprendió la retirada sacándosela de la boca de forma mucho más rápida de la que había entrado pero dejándola a cambio completamente embadurnada de babas. Rosa tomó aliento y resoplando esparció nuevos hilos de saliva sobre el champiñón que instantes atrás la atragantaba.

Su cara congestionada, los restos de saliva en labios, el rímel corrido, el pelo alborotado, creedme si os digo que estaba preciosa. Tuve que lanzarme a comerle la boca y ella me recibió ofreciendo su lengua.

-¿Es como pensaba mi niño cochino?

-Es mucho mejor Rosa, es un sueño cumplido.

-Me alegro nene. Pero ¿Sabes qué? Yo también había pensado mucho en esta polla y de hoy no pasa que me la meta en el chocho.

Me empujo clavándome contra el asiento y sujetándose con una mano al volante y la otra apoyada en salpicadero consiguió pasar trabajosamente al lado del conductor no sin algún traspié.

-Uff que coche más pequeñajo, hazme sitio nene. ¿Se puede saber por qué te has traído este cacharro?

-Me gusta sacarlo de vez en cuando, tiene su encanto.

Separé las piernas para que Rosa colocase las suyas cerradas entre ambas dándome la espada. Recostada sobre el volante, su culo quedó suspendido a un palmo de mi polla y rápidamente mis manos acudieron para subir la falda y sobarlo a placer.

-¡Dame polla ya coño! ¡Que me canso!

Obediente aparté la braguita empapada y como pude restregué el capullo a lo largo de su rajita que, a pesar de lo apretado de la postura, estaba tan lubricada y húmeda que los labios se abrieron dejándome acomodar la serpiente a la entrada de su cueva sin dificultad alguna.

-Umm que apretadita estás.

Se dejó caer con todo su peso enterrándose mi polla por completo de un solo golpe y ambos gemimos aliviados.

-¡Ahhh, que gusto! Yo también había pensado muchas veces en este rabo Javi.- Confesó restregándome el culo y batiendo mi polla en su mortero.

Hundí mis dedos entre las abundantes carnes de su culo, que en nada tiene que envidiar a sus preciosas tetas, y separando ambos cachetes disfruté como un loco cuando Rosa comenzó a subir y a bajar con su apretado coño a lo largo de mi falo. Era increíble sentir como su sexo aprisionaba mi polla y cada vez que el peso de su cuerpo se estrellaba ruidosamente contra el mío gemía sin remedio trasportado al mismísimo cielo.

-¡Qué coño más rico Rosa! Harás que me corra en dos minutos.

-Ya te he dicho que tenía prisa. -Me contestó entre jadeos.- No te doy más de uno.

Y tenía razón, lo de los minutos no era más que un farol. Yo ya no sabía a dónde agarrarme, si a su culo o a sus tetas, su coño ordeñaba mi polla sin piedad volviendo a succionarla sin demora tan pronto como coronaba en su ascenso y cada vez que vez que finalizaba el descenso el flujo resbalaba empapándome los huevos.

-Ay Rosa que me corro.

-Mmm, que no.

-Que sí Rosa, que me corro ufff, que no aguanto.

-Ay que no, que no, ayyy, que me corro, mmm, que me corro yo antes ¡Ayyyy!

Me cogió por sorpresa, pensaba que iba a correrme mucho antes que ella, pero menuda estrujada me pegó. Rosa se clavó mi polla hasta los huevos y apoyada contra el volante se corrió como una loba gimiendo y suspirando de placer. Tan pronto como noté las contracciones de su coño en torno a mi polla me deje ordeñar a placer descargando cuatro buenos chufletazos de espesa leche en lo más profundo de su vagina bufando y gimiendo yo también como si se me fuese la mismísima vida en ello.

-Ufff, que corrida Rosa, que forma de exprimirme la polla.

-Umm, calla calla, como lo necesitaba uff, me he chorreado entera.

Ambos nos tomamos unos segundos para recobrar la respiración. Apretaba sus nalgas con una mano mientras con la otra le acariciaba la espalda. Era una delicia sentir mi polla aflojarse en su interior con el abundante flujo de su corrida resbalando entre mis piernas mientras ella descansaba apoyada contra volante.

-Ay, todavía me tiemblan las piernas- Dijo mientras se ayudaba de brazos y codos para reincorporarse con tan mala suerte que…

-¡Piiii…!

-¿Qué haces? ¿Por qué tocas el pito? Vas a hacer que venga el guarda.

-¡Coño que susto! –Ha sido sin querer, este coche es muy pequeño.

Las luces de la fachada trasera se encendieron.

-Ay la hostia, que viene de verdad, quita Rosa que nos pilla.

Rosa se levantó a toda prisa y mi menguante polla se salió de su coño acompañada de una gran cantidad de flujo y semen. Se pasó como pudo al lado del copiloto mientras ya me subía los pantalones a toda prisa y volvía a echar ella asiento hacia adelante.

-Corre, corre, que ya mismo está aquí. -Me urgió Rosa escondiéndose las tetas bajo en el vestido.

Engrané primera, hundí el pie derecho en el acelerador y escapamos a toda velocidad dejando las cuatro ruedas marcadas en la carretera mientras Rosa se giraba en su asiento mirando hacia atrás justo para ver como el vigilante abría la puerta trasera y salía con linterna en mano a la calle.

-Jajaja- Una vez se sintió segura y a salvo se partía de la risa.

-No sé de qué te ríes. Me hubiese gustado ver que explicación le dabas si nos llega a pillar.- Le dije medio enfadado medio riendo yo también.

-La culpa es tuya. Muy bonito el lancia, muy de rallies y muy de lo que tú quieras pero pa follar no vale una mierda. No sé para qué coño pagamos mil euros de renting al mes por el mercedes del señorito jajaja.

-Pues esa suerte hemos tenido que este coche no lo conoce. Por cierto, por el tuyo pagamos exactamente lo mismo y ni siquiera lo usas. ¿Recuerdas que fui yo quien negoció el contrato?

Habíamos salidos ya del polígono y mientras conducía en dirección a su casa Rosa se componía la ropa e intentaba arreglarse un poco mirándose al espejo del acompañante.

-Claro que me acuerdo. Y por cierto no creo que el director financiero necesite tener el mismo coche que la CEO, toma nota de eso para la próxima negociación de la flota.- Me dijo con una sonrisa devolviéndomela.

-¡Serás cabronaza!

-Jajaja. ¿No te gustan tanto tu lancia?

Un par de minutos más tardes aparcaba a las puertas de su chalet para dejarla en casa.

-¿Nos vemos mañana entonces para comer en casa de mamá?

-Por supuesto hermanita, por nada me perdería una comida familiar.

-Espero que no le des un disgusto, que está ya muy mayor.

-No hace falta que me regañes, he dicho que iré.

-Perfecto entonces. Y por cierto, esto para ti que sé que siempre te han gustado so guarro.

Rosa se quitó las bragas y me las tiró a la cara justo antes de bajarse del coche.

-Hasta mañana hermanito. -Me dijo mirándome con cara malévola ya fuera del coche y guiñándome un ojo cerró la puerta.

-Hasta mañana Rosa.

Me quedé mirándola hasta que desapareció tras la puerta de su casa. Aspiré el aroma de sus bragas empapadas y pensé en las mil y una veces que había hecho lo mismo treinta años atrás, solo que esta vez no había tenido que robarlas y era mucho más que restos de flujo lo que las impregnaba. A veces las cosas se hacen esperar.

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xavimysk
xavimysk
Gracias por toamarte tu tiempo en leerme. Espero disfrutes mis relatos. Puedes contactarme en [email protected]

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