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Madre e hija (Parte I): Atrapando a Daniella
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Tiempo de lectura: 10 minutos

Acababa de instalarme en un nuevo departamento. Los primeros días transcurrieron sin ninguna novedad y me estaba adecuando a mi nueva rutina, ejercicios temprano, ir a trabajar y en la noche jugaba al play o 'veía Netflix' con alguna amiga con quien se me presentara la oportunidad. Durante las dos primeras semanas no había conocido a mis vecinos del piso en donde estaba. El siguiente sábado escuche voces en el corredor, eran los vecinos que regresaban de viaje, me acerqué por curiosidad a la mirilla de la puerta para verlos pero solo alcancé a ver a un señor que entraba y cerraba su puerta. Bueno, ya no le di importancia y comencé con mi día.

Al día siguiente, regresaba de correr cuando me topé en el ascensor con un señor de unos 45 años y una señorita de unos 18-20 años que estaba concentrada en su celular, el único rasgo que pude ver fue su cabello rubio.

-¿Es nuevo en este edificio? -me preguntó

-Si, estoy en el 502, llegué hace dos semanas. -le respondí

-Eres nuestro nuevo vecino. Soy Martín y ella es mi hija Daniella, somos del 501.

-Alonso. Un gusto -le dije dándole la mano.

-Hija, él es nuestro nuevo vecino, vive frente de nosotros -le dijo a Daniella.

Daniella apenas escuchó que era del departamento de al frente, levantó la mirada y percibí una mirada furiosa en sus ojos azules. Después descubrí que su mejor amiga vivía antes en el departamento donde estaba ahora y se tuvieron que mudar por problemas financieros debido a que su papá perdió su empleo y tuvieron que mudarse como si yo fuese el culpable.

-Hola -dijo apenas antes de volver a su celular.

-Estos jóvenes -comentó su padre-¿qué te parece el condominio?

-Todo bien hasta ahora. Al inicio algunos problemas para encontrar alguna ferretería o tienda. Al final acabé yendo al centro comercial.

-Hay varias tiendas cerca, la próxima vez avísame y te ayudaré con las indicaciones. -ofreció gentilmente.

-Gracias, lo tendré en cuenta.

Las puertas del ascensor se abrieron, y luego de una despedida protocolar cada quien entró a su departamento.

Los días pasaron dentro de la rutina, hasta que uno de esos días, al regresar a casa, no tenía electricidad por lo que necesitaba comprar nuevos fusibles. Me acordé del ofrecimiento del vecino y me dispuse a tocarle la puerta para que me diga dónde encontrar una ferretería cerca. Toque la puerta y una voz femenina me respondía:

-¿Si?

-Buenas noches, ¿se encuentra Martín? -le respondí

-No se encuentra, ¿de parte quién?

-Alonso, su vecino de enfrente.

-Un momento -me dijo mientras escuchaba el seguro de la puerta que se liberaba.

Se abrió la puerta y apareció una mujer hermosa, de unos 40 años, envuelta en una bata de baño, era alta, rubia de cabellos rizados largos y de ojos azules, su piel tenía un ligero bronceado, y debajo de esa bata se podía adivinar unos senos grandes.

-Hola vecino. Soy Elizabeth, mi esposo está de viaje.

-Hola, no sabía. Sólo que el otro día me dijo que me iba a decir dónde encontrar una ferretería. Me he quedado sin luz y necesito comprar algunas cosas.

-Claro bajas y te vas por la izquierda… espera un momento.

Se dio vuelta y llamó a su hija. Aproveché para darle una mirada completa, Su cola también era grande y redonda.

-Dani, hija, acompaña al vecino a la ferretería.

-¿No está grandecito como para que lo estén llevando? -se escuchó desde una habitación

-Hija, que forma de responder.

-Estoy en una video llamada muy importante. -agregó Daniella.

-No se preocupe, sólo dígame como llegar. -le dije a Elizabeth.

-Qué pena con usted -me dijo llena de vergüenza.

-No se preocupe, no es nada.

-No, ya sé, espéreme unos minutos para cambiarme y yo lo llevaré -me dijo a la vez que me hacía el gesto para que pase.- Siéntese que ya salgo.

Pude apreciar como movía sus caderas a cada paso que daba. A los pocos minutos regresó y ahora vestía unos pantalones jeans apretados que demarcaban sus caderas, y su cola. Se puso un top blanco y encima una blusa roja a cuadros sin abotonar dejando a la vista el canalillo de que formabas sus muy generosos senos.

-Listo, vamos.

-Ok, ¿seguro que no es mucha molestia?

-Para nada. Vamos. -me dijo

Bajamos y fuimos caminando, resultó ser muy conversadora. Me contó de su esposo, sus continuos viajes y los problemas que tenía con la educación de Daniella, de lo rebelde que se había puesto luego de la partida de su amiga.

-Debería salir con otros amigos. O tal vez que se una a una academia de teatro o baile, lo que le guste -le comenté.

-Es una buena idea -me respondió -mañana mismo buscaré donde inscribirla.

Demás está decir que fue la atracción del público masculino en todo el trayecto de ida y vuelta. Los hombres que encontrábamos en el camino no dejaban de mirarla e imagino que no le lanzaban piropos porque estaba conmigo aunque yo también aprovechaba cada oportunidad para admirar sus atributos. Regresamos al edificio y al abrir la puerta del ascensor le dije:

-Gracias por ayudarme -le dije.

-No es nada, al contrario me cayó muy bien tu compañía -me dijo con una sonrisa.

-Voy a arreglar la conexión antes de que sea más tarde.

-Te ayudo si gustas.

-Ok. Gracias. -le dije mientras abría mi puerta y le hacía pasar.

En realidad no necesitaba ayuda, pero la oportunidad de seguir admirando ese monumento no la iba a dejar pasar. Pasamos a oscuras, me ilumine con la linterna de mi celular hasta llegar a la cocina donde estaba la caja de la electricidad.

-¿En qué te ayudo?

-¿me iluminas con la linterna del celular?

-Claro.

Debido a que el espacio era un poco reducido me acomodé como pude para hacer las reparaciones en el tablero pero fue inevitable mantener una distancia prudente por lo que al levantar mi brazo para usar el desatornillador, mi codo golpeó uno de sus senos.

-¡Epa! -exclamó a la vez que se tomaba el pecho golpeado.

-Discúlpame, fue sin querer, es por el poco espacio.

-Está bien. -dijo después de unos instantes.- es verdad, hay muy poco espacio aquí.

Seguí con las maniobras para reparar el tablero con mucho cuidado, sólo que ahora era ella quien se apoyaba en mi espalda -según ella para iluminar mejor el área de trabajo- y me hacía sentir esos dos melones que tenía como senos. Seguí con lo mío con mucha tensión y con la esperanza no de recibir una descarga eléctrica. Después de un rato ya está todo listo y se hizo la luz.

Volteé a verla, estaba sonrojada y con los pezones que se marcaban a través del top.

-Uff que hace calor. -me dijo con apuro.

-Sí, espera que te invito una cerveza.

Me moví e intenté pasar muy junto a ella para alcanzar la refrigeradora, pude sentir su respiración agitada. Estaba por colocarle mi mano con su cintura cuando sonó su celular y dio un brinco.

-Es mi esposo… ¡es mi esposo! -dijo por segunda vez como despertando de un trance.- me tengo que ir.

Se dirigió rápidamente a la puerta y antes de contestar su celular, volteó y me dijo 'adiós'.

En los días siguientes no vi a ninguna de las dos, y tampoco quería presentarme en su puerta, después de todo era una mujer casada, por lo que volví a mi rutina diaria. Una noche que regresé a mi departamento después del trabajo noto que algo no andaba bien, encontraba algunas cosas fuera de lugar. No me quedé tranquilo así que al día siguiente compré una cámara y la dejé grabando. Al regresar del trabajo fui directo a ver la grabación en la computadora para ver que estaba pasando. Grande fue mi sorpresa cuando vi a Daniella entrar a mi departamento.

Me puse de pie listo para ir al departamento de al frente a pedir explicaciones cuando algo me llamó la atención en la pantalla. Daniella había encendido la televisión, tomó una de mis cervezas y unos snacks, se recostó en mi sillón y se sacó la camiseta quedándose con un top deportivo y también se sacó las zapatillas.

Que desfachatez de esa señorita -pensé para mi.

Al mismo tiempo que me queda observando con más detalle su cuerpo. Daniella era muy parecida a su madre: rubia, ojos azules, alta, cabello rizado, pechos y cola grandes, no tan grandes como las de su madre, pero no tenía nada que envidiarle. En fin, eran dos mujeres hermosas pero una prohibida moralmente y la otra me odiaba sin razón aparente.

Pero ahora, con esta grabación, todo podría cambiar a mi favor así que comencé a maquinar como podría sacar ventaja de esto. Podría ir con Elizabeth y contarle lo de su hija pero que me podría poner en contra que había grabado a su hija ó atrapar a Daniella justo en el momento y cobrármela en ese momento. Al parecer tendría mejor probabilidad con Daniella así que comencé a diseñar el plan para atraparla.

Durante la semana hice seguimiento a su rutina dentro de mi departamento, los días y horas en que estaba, que licor tomaba, y con eso ya tenía todo planificado. El viernes iba a llegar a imprevisto.

Salí temprano del trabajo con la excusa de que estaba enfermo, me dirigí al supermercado y compre varias cosas entre comida, licor y bocadillos. Llegué al edificio y estaba por entrar al ascensor cuando me encuentro con Elizabeth que también llegaba. Hubo un silencio incómodo por lo que pasó en mi departamento la última vez así que traté de romper el hielo un poco.

-¿Y Martin? -le pregunté

-De viaje. -me respondió apenas.

-Elizabeth, ¿estás molesta conmigo?

-No.

-Oh vaya, está claro que no.

Volteó a verme con esos ojos azules, bajó un poco la guardia y me dijo:

-No es que esté molesta, es que no sé qué me pasó el otro día. Sabes, yo amo mucho a mi esposo. Él trabaja mucho para nosotras y valoro eso sacrificio que hace…

-…pero el trabajo no lo es todo -completé su idea.

Su mirada se volvió un poco triste y me respondió.

-Es algo a lo que debo adecuarme, el trabajo mucho para darme lo mejor.

-No te preocupes, te entiendo.

-Si, y ese día estaba extrañándolo mucho, por eso lo qué pasó fue inconscientemente.

-Ah, entiendo. Bueno, sin reproches entonces.

-Si. Gracias por escucharme y no pensar nada equivocado.

-No. Siempre es bueno conversar y aclarar las cosas.

-Si, esto me ha quitado un peso de encima.

-Bueno, y ¿cuándo regresa Martin?

-La próxima semana aún. ¿Sabes?, estaba pensando en ir a verlo el fin de semana.

-Es una gran idea -le dije- así podrán tener una mini luna de miel.

-Si. Eso voy a hacer. Me alisto y salgo a darle la sorpresa.

-Genial. Y, ¿cómo van las cosas con tu hija?

-Bien, seguí tu consejo y la inscribí en un taller de baile, va los lunes, miércoles y viernes.

-Que bien -respondí a la vez que recordaba que esos eran los días que entraba a mi departamento y no iba al taller- Entonces ahora estará allá.

La puerta del ascensor se abrió en nuestro piso.

-Si, le voy a dejar una nota. Me alisto y salgo.

-Ok. Pásala bien.

-Gracias. Nos vemos lunes.

Cada uno se dirigió a su puerta. Hice tiempo para que ella entrara primero y luego entré al mío. Al entrar era obvio que Daniela estaba ahí pero se había escondido. Así que comencé a ejecutar mi plan. Cerré la puerta con seguro, sabía que lo podía abrir pero iba a hacer ruido al intentarlo, llevé las cosas al comedor y regresé a la sala con una cerveza y bocaditos, me senté en el sillón y simplemente esperé a que saliera de su escondite. Pasado unos minutos, un leve sonido me indicó que estaba escondida en mi cuarto así que fui para allá como si no supiera nada y me comencé a quitar la ropa. El único lugar probable para esconderse era el armario así que me puse en esa dirección.

Ya desnudo, Iba a abrir el armario cuando tocaron a mi puerta, rápidamente me puse una toalla en mi cintura y fui a atender. Por la mirilla vi que era Elizabeth. Abrí la puerta sin más. Abrió la boca de la sorpresa mientras me miraba de pies a cabeza.

-Hola

-Hola -me contestó sin dejar de mirarme.

-Estaba por tomar una ducha. Disculpa las fachas.

-No, está bien. No te preocupes. Sólo quería pedirte que veas a mi Dani por si le falta algo, le mandé un mensaje pero parece que está en el baile y no me responde.

-Está bien, no te preocupes. -mientras movía un poco mi cintura hacia adelante para que notara mi paquete por debajo de la toalla,

Elizabeth bajó la mirada y tragó saliva.

-Que tengas un buen viaje -le dije.

-Cierto. El viaje. Mi esposo. Si. Adiós.

-Adiós. Y no te preocupes por Daniela estaré al pendiente de ella todo el fin de semana.

Cerré la puerta mientras Elizabeth se iba al ascensor así que volví a lo mío. Fui al baño, abrí la llave de la ducha y me dirigí al mi cuarto al mismo tiempo que me quitaba la toalla.

Daniela pensó que era su oportunidad de salir, pero grande fue su sorpresa cuando abrió la puerta del armario y me vio desnudo ahí en la puerta de la habitación.

-Así que aquí te escondías -le dije sin mostrar sorpresa.

-Discúlpame por favor no fue mi intención entrar a tu departamento -me dijo al borde de las lágrimas.

-Pero que te has creído niñita de entrar así. -dije fingiendo indignación.

-Discúlpame… discúlpame… -sollozaba

-¿Cómo has entrado aquí?

-Mi amiga me dio una llave cuando vivía aquí.

Ahí tenía la explicación del porque ella entraba como si nada. Me acerqué un poco a ella. Entre el llanto, al parecer no se percató de mi desnudez.

-¿y por qué entras a mi departamento?

-No quiero ir a esas estúpidas clases de baile y no tengo a donde más ir. Discúlpame por favor, no le digas a mis padres.

-¿Qué no le digo? ¿Qué no quieres ir a clases o que entras a mi departamento sin permiso? Que estés aquí es para llamar a la policía -la asusté.

-No por favor… -soltó en llanto.

Aproveché eso para abrazarla. Al sentir el contacto con mi cuerpo, Daniela cayó en cuenta de que no tenía ropa y se separó de mi. En contacto con su joven cuerpo hizo que mi pene despertara un poco.

-¿Y qué hacías aquí todo este rato?

-Sólo veía televisión y comía algo…

-… y te tomabas mis cervezas.

-Si… discúlpame, no le digas a mis padres. Haré lo que quieras pero no les digas.

Era el momento de ejercer un poco de presión.

-Bueno, entonces es hora de negociar.

-¿Qué? -me dijo algo sorprendida mientras no quitaba la vista de mi pene.

-Claro, negociemos tu castigo

-¿Me quieres chantajear?

-Entras a mi departamento sin permiso, te tomas mi cerveza, ¿y encima no quieres que diga nada? Eso te va a costar.

-Pero… -Quería llorar nuevamente

-Voy a ser bueno contigo y voy a dejar que tu misma lances tu propuesta. -le dije mientras me pasaba mi mano por mi pene delante de ella.

-Pero… -dijo entendiendo a lo que me refería a la vez que seguía mi mano con su mirada- Nunca he hecho esto… nunca he estado con un hombre.

Ahora era yo el sorprendido. No podía creer que semejante mujer siguiese virgen con 19 años -según me confirmó después-. Y mi pene también reaccionaba a esa noticia.

-¿Nunca? -le dije mientras agarraba mi pene que crecía cada vez más.

-No.

-¿Ni un toqueteo ni besos?

-Si, pero… con mi amiga. Ella era todo para mí.

-Esto hay que solucionarlo -pensé para mi -Entonces no has estado con ninguno hombre… ¿has visto uno de estos?- le dije tomando mi pene con mi mano y moviéndolo delante de ella.

-Sólo en películas, ninguno así de cerca -dijo mientras miraba casi hipnotizada.

-Dejemos que tu curiosidad haga el resto -le dije mientras tomaba su mano y lo llevaba a mi pene.

Lo sujetó con algo de temor. Ella no sabía cómo proceder.

-Cierra los ojos -le dije mientras le guiaba a que se sentara en la cama.

Le acerqué mi pene a su rostro procurando que perciba el olor del líquido pre-seminal y actuara por si sólo. Comenzó a oler y fue como un interruptor. Acercó su cara en dirección a donde percibía el olor haciendo que mi pene chocara con sus labios. Dio un respingo. Fue suficiente para que unas gotas quedaran en sus labios. Sacó su lengua y lo saboreó. Dio un suspiro y buscó mi pene con sus manos y lo llevó a nuevamente a sus labios. Saco su lengua y la pasó por la punta del glande y recogía el líquido que brotaba de mi pene cada vez más rápido hasta que se lo metió en su boca y comenzó a chupar, al inicio con mucha fuerza mientras le iba acariciando su cabello rubio con un poco de delicadeza.

Abrió los ojos. Aquello ojos azules estaban llenos de lujuria y de deseo. Comencé a acariciarle sus grandes pechos por encima de su top. Sus pezones comenzaron a endurecerse y mi pene entraba cada vez más profundo en su boca provocándole arcadas y le costaba respirar. Me separé brevemente de ella para sacarle el top. Dejando libre aquellos melones que estaban adornados por unos aureolas rosadas y unos pezones pequeños que estaban súper sensibles.

La recosté en la cama y comencé a besarla. Mi lengua entraba en su boca y su lengua jugaba con la mía. Mis manos apretaban sus pechos. Luego comencé a besar los lóbulos de sus orejas y fui bajando por su cuello, ella respondía con gemidos. Fui bajando aún más hasta llegar a sus pechos y comencé a besarlos, pasaba mi lengua por esas dos montañas haciendo que se contorneé con cada mordida que le daba a sus pequeños pezones.

Me reincorporé encima de ella y puse mi pene entre sus pechos. Con mis manos tome cada uno y los apreté contra mi pene y comencé un vaivén lento pero hacia recorrer toda la longitud de mi pene por entre sus pechos pronto ella abrió la boca para recibirlo en cada embestida. Después de un rato sus manos reemplazaron las mías y ahora era ella quien apretaba sus senos contra mi pene. Eso dejó mis manos libres y se dirigieron hacia su entrepierna. Desabroché su pantalón y mi mano entró en dirección a su sexo, su ropa interior estaba empapada por sus jugos.

Metí mi mano dentro de calzón y ahora si, mis dedos estaban en contacto con sus labios, los recorría a los largo desde su clítoris y comencé a acelerar los movimientos. Bastaron sólo un par de minutos para que se tense por completo, soltara sus senos y se agarre fuertemente de las sábanas. Se corrió abundantemente seguido de fuertes movimientos de su pelvis. Si sus padres hubiesen estado en su casa claramente habrían escuchado los gritos que dio al correrse.

Quedó rendida en la cama con la respiración acelerada, poco a poco los temblores de su cuerpo se iban calmando. Aproveché para quitarle su pantalón y su ropa interior quedando a mi vista su sexo completamente depilado y sus labios vaginales rosados y húmedos

Me eche a su lado, la besé con suavidad, ella estaba con los ojos cerrados así que comencé a acariciarla por todo su cuerpo a lo que respondía con nuevos temblores al sentir mi contacto. La deje descansar un poco, después de todo tenía todo el fin de semana…

Continuará…

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