Elina estaba feliz, contenta. Al fin se hacía un poco de justicia y a ella le gustaba ser la juez y verdugo de sus violadores. Ahora ella observaba con un semblante tranquilo y alegre la escena siguiente:
Edunë en cuatro siendo sometida por el orco soldado, tomándola del cabello y de las manos, su cara estaba apoyada contra el suelo y tenía una nueva de dolor. El orco por su parte estaba en cuclillas, penetrando el culo de la elfa y sujetándola firmemente de los brazos; eso sí, soltaba su rubio cabello de vez en cuando para nalguear a su puta elfa.
De dicha escena resonaban los gemidos de la rubia, sin embargo y debido a que el soldado estaba hechizado este no emitía ningún sonido
-¿Pero que haces?- exclamaba la bibliotecaria -¡Para ya! Por favor… – de sus ojos caían lágrimas
Elina camino para quedar frente a frente con la mujer elfo y con rostro de disgusto le dijo:
-Ahora no eres tan valiente ¿verdad? Te regodeabas frente a mi mientras esté bastardo me follaba, no, me violaba y hasta le decías que me destrozara, pues ahora verás maldita puta
Tomo la barbilla de Edunë y la acerco a su cara dándole un lento y lujurioso beso. Al momento de separarse sonrió y dijo:
-Venga ya, destrózala
El soldado solo asintió, viendo al vacío y comenzó a bombear con más intensidad dentro del culito de la rubia, cada vez que la metía la zorra soltaba un gemido que parecía más un grito, realmente le estaban abriendo el culo de una forma extrema y a pesar de que le dolía sentía también, oleadas de placer que no tardaron en llevarla a tener un fuerte orgasmo.
Sin embargo esto no agradó a Elina quien ahora la cacheteó y le dijo:
– ¿Acaso lo disfrutas zorra? – Tomó su cabello y lo acercó a su coño desnudo – Pues ahora seré yo la que lo haga, ¡lame!
Edunë sin más remedio y con el coño chorreando abrió la boca y comenzó a dar lametadas y a chupar el clítoris de Elina, ahora ya no la veía como un deposito de semen, algo había cambiado en su mirada y lo que antes encontraba en ella como símbolo de debilidad (igual que la propia elfa) había desaparecido, Elina no era una puta sumisa igual a ella, era alguien que tenía poder y que no debía ser molestada, lo entendió demasiado tarde mientras los primeros chorros del squirt de Elina pasaban a través de su garganta dejándole un sabor extraño, Edunë nunca había probado a una humana.
– L-lo lo sientpff – Intentó vociferar la rubia pero inmediatamente su ahora autoproclamada ama la calló apretando su coñito bien mojado contra su boca
– -Hablaras ah ah ah cuando te eh lo digahh – pudo decir Elina, que se encontraba muy excitada a causa de el poder que sentía sobre la sexy bibliotecaria y su violador – Y tuhh, síguele follando el culo, ahhh por Arno
El orco obedientemente volvió a la faena, solo que ahora alternaba su culo con su coño haciéndola sufrir un poco mas al meter y sacarla tan rápida y bruscamente. Elina al ver esta escena se excitó mas y le dijo al soldado:
– Quiero que extiendas tu verga hasta el máximo de tus capacidades – Como por arte de magia el pene verde, venoso y ya de por si grande del orco creció más, alcanzaba fácilmente los 29 cm, al sentir el crecimiento de casi 10 cm Edunë no pudo hacer más que gritar, pues el proceso comenzó y termino cuando la verga aún se encontraba en su culo, ella solo pudo decir:
– C-carajo, ah, ah, por favor, por favor
Elina enojada nuevamente cacheteó a la elfa y le meo la cara mientras burlonamente decía:
– Que te calles perra ¿o es que acaso te gusta que te castigue? Anda ¿te gusta ser meada zorra?
Edunë intuyó que debía responder y dijo:
– Si ama, me gusta ser meada
Elina rió y dio la orden a su esclavo de mearle la cara a Edunë
El orco saco su verga rápidamente y se posó frente a su cara y comenzó a orinar sobre ella; la elfa se sentía inevitablemente cachonda y al sentir la lluvia dorada comenzó a masturbarse frenéticamente.
Elina sonrió y observó la escena que ante sus ojos se desarrollaba, la bibliotecaria, de rodillas, mojada y masturbándose, sobre su fina cara se delizaban unas gotas doradas mientras la sonrisa de la elfa se debatía entre el extasis, la humillación y la felicidad, el orco a su vez, con la mirada perdida sostenía su gran miembro frente a la cara de la rubia, esperaba órdenes.
Así entonces Elina se acercó al orco y mientras tocaba la enrojecida verga dijo:
– Muy bien maldito perro, ahora dejarás tu verga dura por el resto de tu vida, y luego, cuando salga de la biblioteca recobrarás la conciencia, pero no por eso olvidarás esta orden.-
Ishtar, que hasta ahora estaba entretenida observando la maldad que crecía dentro de Elina sonrió pues un acto de tal malignidad solo podía significar una cosa, Elina estaba cambiando.
La pelirroja tomo de los cabellos a Edunë y la llevó hacia afuera de la estancia, estaba en tal estado catatónico que ni siquiera reparó en la desnudez de su cuerpos, la llevó a traves del pasillo, escuchando a momentos el grito de dolor del orco en la biblioteca. Subió hasta su recamara y ahí ato de manos al barandal inferior de la cama a la elfa, quien en todo el camino de forma tranquila había suplicado que le dejara ir, que no volvería a molestarla, que sería buena, que le daría lo que ella quisiera. Elina solo sonrió al escuchar esta ultima suplica y entre dientes dijo:
-Yo se que lo harás
Tollan había pasado el resto del día caminando por las inmediaciones de Deathtouch, meditando sobre lo que pasaría en unas horas, no sabía si Ishtar y Velimount fuesen tan poderosos como para saber de la existencia de Lambdamy, si su plan fallaba con ella estaría realmente solo en es putrefacto lugar. Llegó al pie de una ladera que llenaba todo el valle de Deathtouch, huestes y mas huestes de orcos y goblins poblaban el valle, tiendas de campaña con estandartes de los hermanos ondeaban por doquier y el griterío, los tambores y los gemidos hacían ver que era una gran fiesta allá abajo, a Tollan le repugnó semejante visión, la idea de que los orcos eran unos seres salvajes, violentos y sexuales inundó su mente y prefirió refugiarse en los jardines del castillo, si, había otro tipo de sirvientes igual de despreciables allí, pero por lo menos no eran huestes de ellos. Así Tollan se sentó en una banca de piedra, sostenida por dos esculturas de mujeres desnudas y encadenadas que sostenían la losa que era el asiento. Tollan observó hacia arriba, el ultimo piso de la torre este eran los aposentos de Ishtar, y en unos minutos debía comparecer ante ella, suspiró y se dispuso a subir las escaleras, guiado en la nueva oscuridad por una mujer, cuyo rostro estaba cubierto por una máscara de ónix o mármol negro, que solo tenía espacio para nariz y boca. Esta sirvienta solo llevaba medias y tacones, de piel canela invitó a Tollan a pasar, llevaba en su mano una antorcha con la cual este podría ver los escalones. Sin embargo Tollan pensó en ella ¿Cómo podría ver? Un completo misterio.
Llegó al ultimo piso de la torre, dio una pequeña pausa y tocó la puerta…
Hasta aquí este siguiente capitulo, sin duda llevo haciendo notas y correcciones, además de que estoy preparándoles una sorpresa enorme, un relato bastante largo que estoy haciendo en colaboración, así que prepárense mis pajeros amigos, les mando un saludo.