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La profesora dominante
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Tiempo de lectura: 7 minutos

¡Hola! Mi nombre es Alexa, soy profesora de inglés en un colegio público nocturno, soy una mujer algo normal, con pechos no tan grandes, con un trasero común, sin ser muy grande pero tampoco tan pequeño, pero si tengo unas buenas piernas, bien contorneadas y sensuales o al menos eso me dicen siempre los hombres y mis amigas, es por eso que me gusta enseñarlas, ando bastante en falda y vestido, lo cual causa que siempre me estén mirando lo cual no disgusta.

En mi trabajo tengo buena relación con mis compañeros, aunque un par de profesores me morbosean cada vez que pueden yo solo les sonrío pícaramente para dejarlos con las ganas y con dudas como la mala que soy. El director del colegio a veces intenta tirarme algún comentario pero supongo que por motivos de profesionalidad no se atreve a ser directo pero siempre me mira las piernas totalmente descarado y eso al inicio me incomodaba, pero con el tiempo me gustaba exhibirme más ante él para ver como sufre mientras yo cruzo las piernas o me acomodo de manera sensual, o acaricio mis muslos en alguna reunión, sé que todo eso lo vuelve loco, al punto que a veces balbucea cuando dice algo y cruzo las piernas.

Todo eso yo me lo tomaba como juegos, me gusta eso, sentir que tengo el control, el morbo de estar cerca de hacer algo y estar a punto de ser descubierto, todo eso me mojaba y me ponía el corazón a mil. Todo esto llevo a que un día luego de una reunión de profesores el director me pidió que me quedara, que necesitaba hablar de algo privado conmigo, me puse un poco nerviosa, ese tipo de cosas me dan un poco de ansiedad, pero bueno, ahí estaba yo, en un sofá de la oficina sentada con las piernas cruzadas frente a él, tratando de ignorar como no paraba de ver mis piernas, en eso hace un carraspeo de garganta para empezar a hablar y comienza diciendo:

-Señorita Alexa le he pedido que se quede conmigo tras la reunión para tocar un tema que me tiene preocupado, resulta que algunas de sus compañeras se han quejado sobre su tipo de vestimenta, que siempre trae zapatos que resaltan sus piernas, una falda corta y vestidos provocativos, le recuerdo que esto es una institución y por lo tanto usted le debe respeto no solo a sus compañeros, sino también a los alumnos y en especial a mí.

La verdad cuando me soltó todo esto no me sorprendió siempre vi como mis compañeras me veían con envidia y murmuraban tras de mí, pero traté de hacerme la sorprendida para no dar la razón, así que repliqué:

-Bueno Señor director me va a disculpar pero yo siento que no incumplo ninguna de las reglas de esta institución, ando faldas y vestidos con las medidas acordes a lo que se solicita en lo el ámbito profesional y con respecto a mi calzado, simplemente uso el que me parece más cómodo y acorde a mi vestir, con respecto a faltar el respeto, me parece que es lo contrario, me parece que es una falta de respeto que mis compañeras pasen chismeando y pendientes de mi vestir, también me parece una falta de respeto que mis compañeros no paren de ver mis piernas mientras me hacen comentarios morbosos y como no, me parece también una falta de respeto como usted no para de ver mis piernas descaradamente siendo un hombre casado.

En ese momento abrió sus ojos como platos, no sabía que decirme y se puso rojo, yo me mantuve firme viéndolo a los ojos, él bajó su mirada y se disculpó, solo me dijo:

-Tienes razón, lo siento mucho, creo que ha habido un malentendido.

Me sentí como nadie, sabía que lo tenía en la palma de mano y eso me gustaba, él era la autoridad y yo una profesora lo estaba sometiendo con mi mirada y con mis palabras, en ese momento me miró con pena mientras yo cruzaba mis piernas, el quitó su cara, por miedo a que yo le reprochara y terminara empeorando las cosas, sentí que era el momento de jugar, así que le dije:

-Entonces ¿qué piensa hacer Señor director?

Solo resoplo y respondió:

-La verdad sé que tiene la razón, pero no quiero tener más conflictos con sus compañeros, lo siento, pero le tengo que pedir que medite sobre todo esto.

Sentí un frio en mi espalda, mientras me miraba a los ojos como retándome, así que decidí sacar mi carta.

-Ya veo entonces supongo ¿qué no le molestará que su esposa se entere que su amado esposo pasa observando mis piernas sin disimular?, esperando a que yo cruce mis piernas o me acomode de alguna manera para poder ver como el pervertido que es.

Él se quedó helado y supe que lo tenía, abrí mis piernas mostrando mi tanga color negro de encaje y le dije:

-¿te gusta verdad?

Él se puso a temblar y no le salían las palabras, mientras veía como un bulto se asomaba en su pantalón, en ese momento me recosté en el sofá, abriendo más mis piernas, viendo como sus ojos se perdían en mi entrepierna, le dije con voz sensual.

-Sé que disfrutas verme, acaso ¿no te gustaría saborear todo esto?

Mientras señalaba con mi mano mi vagina, su rostro era un poema, solo decía con la voz quebrada.

-¿lo dices en serio?

Lo vi a los ojos y le dije:

-Sí, es toda tuya.

No había terminado de hablar cuando se estaba levantando de golpe, se abalanzo hacia mi entrepierna y en ese momento cerré mis piernas, él me miró con ojos de decepción, hice señas de NO con mi dedo y le dije:

-Será tuya si haces lo que te digo ¿sí?

Su rostro embozo una sonrisa afirmando mi petición, entonces abrí un poco las piernas y le dije:

-Primero, deberás quitarme lo zapatos y quiero que empieces a besar mis pies desde abajo hasta mis muslos.

Creí que en ese momento se levantaría y se iría, pero para mi sorpresa tomó mis pies, quito mis zapatos lentamente mientras agachaba la cabeza y metió uno de mis dedos en su boca, sentí unas cosquillas extrañas, nunca me habían hecho algo así, me calenté de golpe, tener a mi superior arrodillado ante mi chupando mis pies, sentir ese poder sobre alguien y tenerlo a mi merced, uff.

Creí que no se mantendría mucho en mis dedos por su afán en llegar a mis muslos o mi vagina más bien, pero para mi sorpresa seguía chupando mis dedos uno a uno, así que le dije:

-Vamos, ve subiendo.

Lo dije con tono autoritario y así lo hizo, empezó a pasar su lengua por mi pantorrilla y dar pequeños mordiscos lo cual me estaba excitando, así que abrí más mis piernas dándole un mejor panorama y así se motivara más, empecé a sentir calor y estaba por gemir, pero no quería demostrarle que me lo estaba pasando bien. Siguió subiendo más por mis piernas hasta llegar casi a mis muslos, en este punto al sentir su respiración y su barba en mis muslos me tenían con mi ropa interior mojada, ya me costaba disimular mi excitación, podía sentir cada mordisco y lametón que le daba a mis muslos, cada vez lo hacía con más ganas y yo deseaba gemir, pero yo solo lo veía con mis ojos penetrantes para hacerle saber quién tenía el control. Decidí darle un incentivo más así que me levante un poco y subí mi falda hasta la cintura me senté de nuevo abriendo mis piernas por completo, él solo me observaba como un tonto con la lengua afuera, tome su cabeza y la acerque a mi vagina aun con la ropa interior y le dije:

-Huele ¿esto es lo que deseas comerte?

Él solo asintió tímidamente mientras daba una aspirada cerca de mi vagina.

-Chupa.

Le ordené, y pasó su lengua sobre mi ropa interior, eche mi cabeza hacia atrás suspirando, toda esta situación me estaba volviendo loca, deseaba ser penetrada, pero quería seguir jugando, en ese momento empuje su cabeza con fuerza hacia mi vagina y solo le decía:

-Chupa.

Obedecía sin decir nada, luego le ordene que siguiera con mis muslos y así lo hizo, me daba pequeñas mordidas y lametones, no aguantaba más, necesitaba correr mi diminuta tanga y sentir su lengua en mi vagina, pero me aguantaba echando mi cabeza hacia atrás y gimiendo mientras movía mi cadera casi como si me cogiera su boca, estaba a nada de mover mi tanga, pero en ese momento sonó su celular y se levantó diciendo:

-¡mierda! Es mi esposa.

Contestó mientras le decía que se atrasó por una reunión, si ella supiera que ahorita tenía toda su boca oliendo a mi vagina, mientras estuvo de rodillas recibiendo ordenes de una profesora. Cuando colgó hizo a hincarse de nuevo, pero me levanté abrí mis piernas, tomé su cabeza, corrí mi tanga e hice que succionara todos mis jugos diciéndole:

-Traga todo, quiero que ahora cuando llegues a casa beses a tu mujer con esa boca llena de mis jugos.

Lo empujé y solo respondió:

-¿Cuándo podré probarte de nuevo?

-Ya veremos.

Ahí supe que lo tenía en mis manos. En los días siguientes andaba como un perro detrás de mí y yo solo era indiferente, sabía que ahora podía darme ese lujo, me compraba cenas y cosas por el estilo, pero nada de eso me interesaba, solo quería seguir con mi juego y ver hasta donde era capaz de llegar ese hombre en contar de tenerme.

Sabía que pronto el organizaría otra reunión y así tener la oportunidad de intentar algo de nuevo así que era cuestión de tiempo pero para mi sorpresa en una noche cualquiera me mandó a llamar a la dirección, fui extrañada pensando “no creo que se atreva a hacer algo aquí con su secretaria cerca y otros funcionarios”, ese día andaba un vestido de flores algo holgado y con unos zapatos con unas correas que resaltaban más mis piernas, al llegar a la oficina me senté en el mismo sofá, esperando a ver que me tenía que decir, solo se me quedaba viendo fijamente, hasta que en un momento carraspeó su garganta, se acercó por detrás, tomo mis hombros y me susurró al oído:

-Quiero continuar lo que quedó pendiente.

Sentí sus fuertes manos hacer presión, pero no podía ceder tan fácil así que le dije:

-¿continuar qué?

-Jaja tú sabes a que me refiero.

Decía mientras se ponía frente a mí.

-No, la verdad no sé a qué te refieres.

-Claro que lo sabes, lo que hicimos en la última reunión.

-Pues no, si quisieras continuar lo que creo que dices no estarías de pie, estarías de rodillas ante mí.

Al terminar de decir esto, agachó la cabeza y lentamente se puso de rodillas, tomó mis piernas con suavidad y comenzó a besarlas, las abrí poco a poco, pero esta vez tenía una sorpresa, andaba un hilo que apenas cubría mi vagina y eso, solo al recordarlo y ver su sumisión me puso a mil, esta vez quería ver de que era capaz y no entregarle mis jugos tan fácilmente porque de lo contrario dejaría de estar a mi merced.

Sin darme cuenta ya tenía mis piernas en cada respaldar del sofá y el director en medio de ellas saboreando mis muslos siendo controlado por una de mis manos para que no anduviera por donde él quería, mis jugos ya desbordaban fuera del hilo que ya estaba metido en medio de mis labios deseando ser liberados, pero no, aún faltaba, así que hice que lo mantenía a raya solo jugando con mis muslos que ya se posaban en sus hombros casi aprisionando su cabeza, por momentos lo separaba para ver su cara de desesperación deseando probar mi suave vagina y era gracioso ver su rostro desesperado, excitado y deseoso de mi intimidad, por un momento creí que se cansaría de tanto juego pero no, el seguía completando mis órdenes y haciendo lo que mis mano le indicaban sin reclamar, así que decidí premiarlo

-“quiero que muerdas suavemente mis labios”.

Y así lo hizo, sentí un choque eléctrico en todo mi cuerpo al sentir sus labios y sus dientes probando parcialmente mi vagina que aún era cubierta por ese diminuto hilo, para mi sorpresa el sorbia los jugos que emanaban de mi vagina toda húmeda, lo aparte y vi su boca brillosa deseosa de más jugos, me reí y el solo seguía en sumiso.

-Quiero que metas tu lengua.

Corrí el hilo, empuje su cabeza y sentí como toda su lengua entraba en mí, deseaba gritar, con mi otra mano tome uno de mis pechos y lo saqué, ya estaba perdida o al menos eso creyó él, al verme en ese estado se levantó e intento besarme, lo detuve en seco.

-¡ey! ¿Quién te dijo que te detuvieras?

Para mi sorpresa solo se hincó, pero debía castigarlo, acomodé mis ropas y me fui.

Continuará…

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